lunes, 5 de enero de 2009

Hedonismo II: "Crazy Horse", ¿objetivación o exaltación de la mujer?



Como ya he dicho, me encanta Francia. Me fascina cómo su cultura busca excitar los sentidos. Un café aromático e intenso, una buena baguette en un café, el disfrutar de la arquitectura, el gusto por la ropa (que no es necesariamente cara), todo armonizado con la inconfundible elegancia gala. En ese país también se encuentra el cabaret Crazy Horse, que se dice es el más exclusivo del mundo, el cual vuestro corresponsal ha visitado y en este artículo quería reflexionar al respecto, consciente de que puede ser altamente controversial.

Para empezar, aclaro que el cabaret Crazy Horse de Paris es un espectáculo de tipo revista, con bailarinas completamente desnudas, fundado en 1951 por Alain Bernardain, un hombre que se propuso llevar a un escenario sus propias fantasías sexuales. La diferencia de este cabaret con otros como el mítico Moulin Rouge o el Lido es que el Crazy Horse es muchísimo más risquée... o simplemente obsceno, como quieran. Lo que caracteriza a este show es que las sofisticadas luces sobre los cuerpos de las esbeltas muchachas en realidad no dejan verlas en todo su esplendor, lo que de a poco se convierte en un juego mental. No por nada uno de sus lemas es "usted cree que verá todo, pero no verá nada".

El Crazy Horse, no obstante, puede ser decepcionante. Con la entrada más barata a 170 €, es entendible que medio ver mujeres desnudas que no tienen 550 cc de silicona ni cabellos ridículamente rubios deja a muchos --hoy en día-- con gusto a poco. Esa impresión queda al leer comentarios de quienes han asistido, o al menos de quienes provienen de la cultura angosajona, y creo que también para el chileno medio. Dicho de otro modo, una Adriana Barrientos no tiene cabida en le Crazy Horse. Pero que el show es sensual, abiertamente erótico y decididamente provocativo es una cuestión que está fuera de toda discusión, y así todo no deja de perder elegancia en momento alguno. Lo disfruté con una buena botella de champagne después de la cena que comenté antes, ya que la misma sala de espectáculos ofrece una cena en el restaurante o en uno a eleción, que en este caso yo y A. tomamos en el crucero Bateaux Mouches.

Como sabemos que una imagen vale más que mil palabras, les invito a ver la presentación del cabaret La Femme, réplica del Crazy Horse de París, recientemente abierta en Las Vegas (EEUU).





Entiendo que algunos se pregunten cuál es el gusto por ver mujeres desnudas. Más aún en alguien que se jacta de promover la igualdad de género, y peor aún asistir a este tipo de espectácuo con la propia pareja. Para empezar, los asistentes en su mayoría eran parejas, y no veo que tenga de reprochable celebrar l'art du nu, o el arte del desnudo, la raison d'être del Crazy. Lejos de explotar a la mujer hasta convertirla en objeto, es una celebración de la libertad que tenemos en Occidente y de nuestra apertura de mente, y es una muestra de salud mental que un sujeto eleve a categoría de arte sus fantasías y las convierta en un espectáculo de lujo. Las artistas son muy bien remuneradas y no son objeto ni de improperios ni nada, todo lo contrario, cada número culmina con un aplauso cerrado entre los sorbos de champaña de muy bien educados espectadores. Este es un show para admirar la sublime belleza del género femenino, no para degradar. Salvo intervenciones a la nariz, ellas tienen prohibido aumentarse pechos, ya que en el ideal clásico de belleza, algo que saben muy bien los franceses, los pechos no deben superar en tamaño una copa de champaña (ver artículo).

¿Y en Chile?
Los chilenos concebimos más bien la revista como un espectáculo picaresco, con nuestro acostumbrado humor grosero, donde lo que más se luce en primer lugar es la silicona, segundo la pericia del cirujano, y tercero el show, que no pasa de ser de baja estofa. La tradicional Vedetón me corrobora.

Así todo, la vulgarización del chileno no siempre ha sido tal. Nada grafica mejor el auge y caída de la revista chilena que el legendario Bim Bam Boom, que hoy se busca reeditar, y de paso muestra el proceso de idiotización de nuestra sociedad (que, digamosló, nunca ha exaltado la sofisticación ni el buen gusto). Como se sabe, el Bim Bam Bum fue uno de los pocos cabaret a la francesa que existieron en Chile, eso sí más similar al Lido que al Crazy Horse. ¿Por qué desapareció? Pues muchos apuntan al Gobierno Militar y su moral católica que condena el desnudo como algo deleznable, pero no así la tortura, el descuartizamiento y la desaparición de personas. Los dictadores tienen una paticular animadversión contra la libertad del cuerpo (algo de ley de Godwin aquí) porque conlleva incluso a la libertad de expresión. Pero no es tan sencillo culpar a la dictadura. Fue el gobierno marxista de Allende el que impuso desde la infinita sabiduría de sus burócratas el promover una agenda cultural y propuso exenciones de impuestos a los espectáculos culturales. Para los Upelientos, el Bim Bam Bum no era cultura. Este fue la primera estocada. El resto es más fácil de entender: toques de queda, represión, estados de sitio, control estatal sobre los individuos, hasta que finalmente llegó al apagón cultural a Chile y el mítico cabaret chileno terminó albergando a un cine XXX donde las otroras artistas adornadas con plumas terminaron bailando entre cada film porno. El edificio fue demolido y transformado en un banco y se llenó de empleados de traje gris mal ajustado y de secretarias con uniforme institucional.

Como aparece en este artículo, que encarecidamente recomiendo leer, el Bim Bam Bum se fundó en 1953 por un empresario artístico uruguayo. Fue dos años antes que abrió sus puertas el Crazy Horse en París. Es muy importante comprender el contexto de la época: la Europa de la posguerra. Hastiados de una carnicería infernal, los europeos emergieron avergonzados de su escándalo, conscientes de que habían caído del pináculo de la cultura. El espíritu de la posguerra fue el romper con barreras, cuestionar la moral y destruir tabúes. El empresario Alain Bernardain creó un espectáculo 50 años avanzado a su época que rescataba el encanto de lo exótico: a la entrada del Crazy a uno lo recibe un guardia de la policía montada canadiense, y hay números inspirados en África o la cultura del medio oriente. Quizás así fue Chile en una época pero perdimos el rumbo hasta caer en la gris dictadura que obliteró la bohemia y la actividad cultural, e incluso suprimió el erotismo y lo reemplazó con una moralina de sotana que exhalaba tufillo de cirios.

En Singapur también se abrió un Crazy Horse para aprovechar el boom económico que vive Asia. Pero contra todas las expectativas de los empresarios franceses, el Crazy fue un fracaso. Singapur es muy parecido a Chile. Un país con una economía pujante pero donde los elementos conservadores le hicieron la guerra a ese cabaret que era un foco de inmoralidad europea que corroería los valores, la familia, y por supuesto, se temía que un tipo que asiste al show puede salir tan descontrolado que violaría mujeres o niños con la voracidad de un cura pedófilo. Abrió en medio de la fanfarrea. Las autoridades vieron la oportunidad de mostrar que Asia va codo a codo con Europa. Pero cerró. Recomiendo leer Cómo los dementes religiosos dañan a nuestra economía, sobre las causas del fracaso del Crazy en Singapur. O como nos dice The Guardian en este artículo, restricciones sobre la exhibición de mujeres en topless por parte de los cancerberos de la moral terminaron por incrementar la imagen de Singapur, de ser un país retrógrado.

En Chile estamos más cerca de Singapur que de Francia. La Diosa del Metro nos recuerda nuestra moralina enfermiza (de doble estándar, por supuesto). En Chile por ejemplo una mujer no puede caminar por la calle con minifalda sin ser objeto de impertinencias. Menos aún de broncearse en la playa en topless. ¡No! ¡Cómo se les ocurre! Es sabido nuestro gusto por la mina tetona, bien huevona, que ojalá no sepa hablar. Y si no hay en Chile, las traemos de Argentina (estas últimas al menos sí saben hablar, y muy bien).

Sospecho que si en un acto de locura se les ocurriese abrir un Crazy Horse en, por ejemplo, Viña del Mar o incluso Santiago, nuestro padre Hasbún criticará en los noticieros hasta por los codos, al unísono con nuestro monseñor Medina (el que compraba revistas porno), se escribirán columnas en el Mercurio y las radios nos advertirán sobre la crisis moral. Ignoro exactamente cómo era el Chile de los años 50, pero creo que algo tonto nos ocurrió en el camino.

Lo que es yo, en París disfruté de este show de lujo, bajo la mirada algo severa de A., que al final lo encontró "fome". Claro, es su país el que lo inventó y había muy pocos franceses en la audiencia. Yo vengo de un lugar donde se exalta a la Virgen, y un programa como Sabor Latino fue objeto de acérrimas críticas por parte de la brigada moral. Para mí es novedad.

El punto cúlmine del show es el número final con el tema You Turn Me On, mi favorito, y prácticamente el himno del Crazy Horse. Fue genial, simplemente magnífico y quedé boquiabierto. Aplaudí a rabiar. Como se imaginarán está estrictamente tomar fotos o filmar y hay muy pocas imágenes, pero créanme que fue mágico. El show además comienza con la guardia real de, al parecer, el Palacio de Buckingham (¡locuras!). El efecto en el pequeño local es maravilloso. Las artistas con sus bototos golpean el suelo y se siente como Alain Bernardain quiso transmitir un mensaje de respeto en la apertura del espectáculo. Ellas están encima de uno en un local pequeño, y cualquier tonto es capaz de interrumpir la presentación. Pero nadie lo hace. El show depende de que ellas hagan bien su trabajo, y de que el público respete. Dan hasta un poco de miedo. Cuando terminan con You Turn Me On y se cierra la cortina, supe que había presenciado un espectáculo etéreo.

Caminando de vuelta por la elegantísima calle George V bajando hasta el Pont de l'Alma (donde murió Diana), A. me advirtió: "OK, vamos a llegar, y no quiero oír más comentarios". Pero como yo soy el que tiene la última palabra en todo, dejé bien claro: "por supuesto mi amor, lo que usted diga".

Los dejo con algunas fotos, y unas imágenes de YouTube. Al final podrán ver algunos breves pero elocuentes clip.





El siguiente es un clip de la introducción del espectáculo pero presentado fuera del Crazy Horse y más apto para todo público. Como pueden ver, hay hasta niños en la audiencia (algo impensable en Singapur, y me pregunto si en Chile podría verse algo así a pesar de los programas de TV Mekano o Yingo)





Otro número





Y el número final y favorito de todos, you turn me on... you turn me on....


10 comentarios:

Flo dijo...

Te has superado con este documentado, profundo y criterioso artículo.
Por mi parte creo que mi marido, más conservador, no iría a un espectáculo como el del Crazy Horse; no hablemos de que me propusiera ir con él (tampoco estaría dispuesta a pagar tanta plata por ver gallas piluchas, cero interés).
Puedo entender que el erotismo se transforme en arte y que tenga público decente, porque son las moralinas que tú dices las que le han dado un tinte sucio y pecaminoso. De hecho poder acceder a un show así debe despejar y aquietar los instintos de más de un violador, ¿no?
Pero también hay que entender el contexto de cada país. No me extraña que en Asia haya fracasado y lamento en el alma que en Chile nos hayamos vuelto tan pueblerinos, cerrados y tontos cuando había algo de potencial con el Bim Bam Bum. Claro que todo es invadido por la rotería y la vulgaridad y hoy ya sería prostíbulo.
Se me hace que la crisis de valores es más aguda en nuestros lares, donde sucede lo mismo que en otros países pero encubierto. A la amoralidad - si se quiere usar tal término- se suma la hipocresía, que a mí al menos me produce profundo desprecio.
En cuanto al título de tu post, creo que son espectáculos como el del Crazy Horse los pocos que exaltan a las mujeres en vez de objetivarlas. Es una pena cuando ellas mismas se operan las pechugas y se "aminan" para captar atención en un espectáculo vulgar, ordinario y chabacano. Pero eso es lo que gusta por acá, porque se necesita la gratificación instantánea antes de ser pillados. Se vulgariza para tomarlo en broma, pero en realidad el erotismo es algo importante para nosotros los humanos; una sofisticación del celo, del instinto. Pero somos demasiado pacatos para aceptarlo, presenciarlo o incluso hablar de ello.
Por eso, BRAVO.

Chile Liberal dijo...

Flo, claro, es que todo en Chile se hace así como "p'a callao". Yo francamente considero que somos una sociedad enferma con esto del piropo, tema ya analizado en profunidad. Para mí es un signo de pulsiones reprimidas y que surgen en lugares y momentos inoportunos.

Si pudiésemos tener espectáculos de este tipo, sin protestas de los beatos (que dicho sea de paso, tienen derecho a protestar, pero ya como que aburren con el mismo cuento), asumo que las mujeres podrían caminar por la calle sin ser molestadas, y sospecho que bajarían los femicidios.

Lo que me molesta de Chile es eso de hacer todo para callado, a lo rasca, por el temor a la brigada moral.

La hipocresía a mí también sólo me inspira desprecio.

Quizás algún día vamos a dejar de tenerle pavor al cuerpo. No olvidemos que hace muy pocos años al programa de tv Informe Especial lo censuraron por mostrar por unos pocos segundos un concierto de rock en Rusia donde unas mujeres aparecieron en topless. De ahí venimos. Así somos. Esa es nuestra soberana estupidez, y como tú muy bien lo sintetizaste, somos "pueblerinos, tontos y cerrados".

Me alegro que estemos de acuerdo en que este espectácuo no significa rebajar a la mujer. Me gustó tu argumento de la "sofisticación del celo, del instinto".

Si alguien está en desacuerdo, sería muy provechoso saber las razones por las cuales piensa de otro modo.

Flo dijo...

Es una cuestión personal, la del pudor. Ya mencioné mi opinión
, que me echa al agua como una pudorosa de porquería que se tiene que armar de valor para quedar en traje de baño en la playa y eso que no llamo la atención en nada. Es porque me revienta que me miren porque no me da el carácter.
Pero que a mí me moleste no quiere decir que a todos les moleste y, en un lugar adecuado, la gente debería poder mirar cuerpos piluchos de mujeres bailando si así lo quiere. Punto.
Ah, y en total acuerdo con tu comentario de lo sangriento (en mi blog).

Anónimo dijo...

En respuesta a los comentarios de Chile Liberal y Flo, me parece un contrasentido y hasta insultante decir que si en Chile existiera espectáculos del tipo mencionado (o sea, si existiera mas explotación de la mujer), que entonces "las mujeres podrían caminar por la calle sin ser molestadas, y sospecho que bajarían los femicidios" y que “despejaría y aquietaría los instintos de más de un violador”.
No cabe duda que el erotismo es una parte fundamental del ser humano que debería celebrarse ni que la gran mayoría de los Chilenos sufren de la represión sexual, y sí, se debe por lo menos en parte al catolicismo. Pero no será posible que la violencia hacía la mujer en Chile se debe a otra cosa? Otra teoría: se debe al machismo, el cual también tiene su raíz en la religión pero que mucho más que una creencia religiosa es un modo de pensar (que tienen personas religiosas tanto como personas no religiosas-como ustedes por ejemplo) en la mujer, no como persona íntegra sino como partes desconectadas cuyas mayores valores son la belleza y la sensualidad, y no los miles de otros atributos y talentos que ella podría poseer.
Los espectáculos en Chile son, en las palabras de Flo, "vulgar, ordinario y chabacano" y, según Chile Liberal, "a lo rasca" porque, y espero no decepcionarlos pero lo debo decir, Chile no es un país desarrollado. Claramente los espectáculos de París y Las Vegas son distintas de los de Santiago de Chile. Si hubiera más recursos económicos para hacer subir de pelo los espectáculos de este tipo acá seguramente se haría, por lo menos da la impresión de que no hacen falta clientes potenciales, y definitivamente sobra el machismo. Lo que sí falta es el número suficiente de machistas con el dinero suficiente para pagarlo.
Es un insulto decir que los femicidios bajarían y que los instintos de los violadores se despejarían si hubiera, como ustedes lo dirían, espectáculos más elegantes, o como lo diría yo, que requiera de mayores recursos económicos.

Chile Liberal dijo...

Diana, me detendré sobre esta afirmación tuya (mis destacados):

si en Chile existiera espectáculos del tipo mencionado (o sea, si existiera mas explotación de la mujer), que entonces "las mujeres podrían caminar por la calle sin ser molestadas, y sospecho que bajarían los femicidios" y que “despejaría y aquietaría los instintos de más de un violador”.

El asunto de fondo es determinar si acá hay explotación. Por lo visto en los links mencionados, a las performers o artistas de este show: las van a recoger desde y hacia su domicilio en vehículo de la empresa, tienen estrictamente prohibido contacto alguno con el público, no se les autoriza ni a recibir flores ni fotografiarse con nadie, sus nombres se mantienen en reserva (a la entrada hay una lista de sus "nombres artísticos"), sólo se les permite rinoplastía (cirugía estética de la nariz), tienen formación en danza, se les remunera generosamente y sospecho que ganan mucho más que varios de los lectores de este blog. Entonces no veo la explotación.

El espectáculo en sí mismo es presenciado -como dije- casi exclusivamente por parejas y nos por alcoholizadas fiestas de despedidas de solteros. Del mismo modo que no es explotado el "vedetto" baila a las histéricas mujeres le dejan billetes enrollados en sus slip, no veo por dónde estas performers son explotadas.

Me gustaría que elaborases más sobre por qué esto es explotación.

Quería resaltar la siguiente opinión de un columnista en Singapur ante el cierre del Crazy Horse en ese país (repito la fuente), con una traducción aproximada (en inglés abajo):

"Ellas ejecutan (...)una serie de movimientos y contosiones con precisión clínica, acariciando caños, coqueteando con el público vestids como Marlene Dietrich. Mienras tanto, sus partes privadas están ocultas por sofisticadas luces."

"Para apreciar este refinamiento, uno necesita tener una historia de refinamiento, tal como en la civilización Occidental, que ha evolucionado desde la extravagancia "burlesque" de Toulouse-Lautrec hasta la gélida, más ordenada y menos bohemio exhibicionismo actual."

"Esta frialdad no la comprendo porque yo nunca he sido un bohemio ni tampoco soy producto de la civilización Occidental."

(...)

"Me llamó mucho la atención que después de un intenso despliegue escénico, donde se pudo observar los magníficos cuerpos de las muchachas bañadas en pequeños triángulos luminosos, un grupo de hombres en los asientos más caros se fueron, probablemente para encontrarse con chicas que ofrcen servicios más directos y con enormes senos en algún otro show."



-- Sunday Times, 23 April 2006 'Facing the bare facts'


"They perform -- with clinical Stepford Wives precision -- a series of co-ordinated come-hither dances, twirling in unison, caressing poles, wriggling on a bed, flirting while dressed as Marlene Dietrich. All the while, their vital areas are concealed by an assault of lighting best described as sophisticated.

To appreciate such refinement, you need a history of refinement, the sort that comes from Western civilisation which has evolved from the burlesque extravagance of early Toulouse-Lautrec days to the frozen, more ordered and less bohemian exhibitionism of modern times.

Such a freeze alienated me because I have never been bohemian and neither am I a product of Western civilisation.

In the cold air of the cold show, I felt the draft that came from too few people in too big a place emanating from an audience not quite sure about what they were getting out of this dare-to-bare event.

My aesthetic side liked the show but my earthier portion wanted to see a little bit more. Maybe I am mistaken but in that dark cavern of emptiness, I thought I sensed emphatic souls who wished that someone would just turn off those damn distracting lights for a second.

Noticeably, after a particularly intense display where the girls' incredible bodies were bathed in little luminous triangles, a bunch of guys in the most expensive seats of $185 a pop headed out the door, presumably to make plans to see more accessible girls with big breasts at the next car show."

-- Sunday Times, 23 April 2006, 'Facing the bare facts'

Flo dijo...

No veo por qué Diana se siente "insultada" por la opinión de que menos tabúes sexuales generan menos desviaciones mentales. Eso es un hecho; no por nada los femicidios se dan en América Latina (aún mayoritariamente católica o al menos bajo el influjo cultural de la iglesia tras siglos de colonización) y los asesinos y violadores en serie de mujeres están presentes sobre todo en EE.UU., país con muchos resabios puritanos. No es que crímenes como éstos no se den en Francia u otros lugares, pero estoy segura de que son aislados. El tema me interesa mucho y recordaría una noticia (o una serie de noticias) del tipo. No se establece un patrón sociológico de este tipo en sociedades más "liberadas".
Diana considera que tanto Chile Liberal como la suscrita son "machistas", lo que me hace sonreir. Curioso machismo al considerar lo que dice Chile Liberal: a estas mujeres se les remunera más que bien y se les trata con todo tipo de respeto. Dadas sus calificaciones en danza y sus atributos físicos, fácilmente podrían buscar trabajo en el área del baile profesional o el modelaje. Me imagino que si no lo hacen es por gusto y porque no generarían los ingresos que generan en el Crazy Horse. Son libres de elegir cómo se ganan la vida. Si hay mercado para que ellas bailen desnudas, que lo hagan si quieren. Machismo sería obligarlas a ello y explotarlas sería mantenerlas con sueldos mínimos o indignos, condición lamentable e imperdonable en la que viven millones de mujeres en otros países del mundo.
Insultada me sentiría yo de que alguna mujer diga que las roteques despedidas de soltera o días "femeninos" donde un gallo baila en zunga son parte del feminismo. En ello no hay nada de arte ni producción: sólo una válvula de escape a la pudibundez nacional y una exposición bastante falta de dignidad por parte de un gallo que vive de explotar su cuerpo, porque viven metidos en el gimnasio, solarium, etc., para verse "viriles". Estas niñas del C.H., en cambio, tienen las restricciones que ya se describieron en la columna original, por lo que verdaderamente no podemos hablar de otra cosa que exaltación de la belleza femenina, cosa que me hace sentir muy orgullosa de ser mujer.
Por cierto que llegará el día en que yo esté vieja, fea y cansada, y me dará lo mismo. No creo que la belleza me defina o me dé valor alguno. Más me importa ser buena persona, profesional responsable y creativa, madre amorosa. Mucho más insultada, explotada y discriminada por mi género me he sentido cuando me he vestido de elegante y recatado traje para trabajar en una exclusiva oficina, rodeada de hombres que ganan más del doble que yo y no saben mucho más. Y ahí no tengo cómo negociar. Eso es explotación y machismo.

Anónimo dijo...

Un tema profundo y tratado con mucha inteligencia, para defender una forma de prostitución. ¡Excelente!, así se camina a la vanguardia. Una reflexión que enaltece a la mujer y la deja muy ien parada, sobretodo porque la escribe un hombre. Te felicito Flo, talvez podrías salir desnuda a la calle, total si el hombre se acostumbra a ver desnudas a las mujeres en las calles, desaparecerán sus instintos animalescos y respetarán más a la mujer por SER mujer y no como objeto de uso sexual. ¡Seguro que eso ocurrirá!

Chile Liberal dijo...

No sé si ver gente desnuda en las calles, pero sí me gustaría que las mujeres se sientan libres de broncearse en topless en las playas chilenas, tal como ocurre en Europa.

En cuanto a homologar una actuación artística de tipo erótico con prostitución, me parece que hay un salto que el contradictor acá no explica.

Más aún, definamos qué entendemos por prostitución. Por ejemplo, María Carolina es ejercicio de la prostitución. Salvo que no veo por dónde haya explotación ya que ofertantes y demandantes realizan una transacción libre y pacífica. Es decir, es legítimo, pero ilegal (por capricho de quien detenta el poder). La prostitución callejera que se presta para abusos y narcotráfico, ejercida por muchachas que no tienen opción me parece repugnante. Pero definamos qué es prostitución.

Las artistas del Crazy Horse están lejos de ser trabajadoras sexuales. Lo que sí hacen es vender erotismo, pero no sexo.

Debido al carácter libre de la transacción que ocurre en el Crazy Horse o en cualquier otro cabaret de este tipo, y al haber pleno consentimiento de los involucrados, es una transacción de mercado sin nada reprochable. Al menos, esa es mi opinión.

Veo que son no pocos los que añoran el Estado Niñera que les diga lo que pueden y no pueden hacer.

Nota aparte: En este reporte sobre la prostitución en Nueva Zelanda, nos encontramos con que dicho país ha despenalizado por completo el comercio sexual. Ya han florecido espontáneamente burdeles administrados por sus propias trabajadoras y ha sido catalogado el "modelo neozelandés" de prostitución como un ejemplo, lejos del fracaso de las restricciones en Suecia.

Anónimo dijo...

Estimado "Anónimo":

Su vacía arenga, valga la redundancia, cae en saco roto. Son los personajes como usted quienes perpetuan la imagen de estas mujeres como prostitutas y no como artistas.

Le tengo mas miedo a usted y a su grupo (sea el que sea) que a un inexistente violador dentro de una sociedad abierta que permita estos espectaculos que, como bien dice Flo, ayudan a liberar presión sexual, algo tan natural en todo ser humano.

Saludos.

Anónimo dijo...

In regards to Chile and sexual expression, I have noticed that exposed breasts are shown on public tv such as TV Chile much more freely as opposed to American public television channels.

On another note (Cafe con piernas) can be considered as part of the Chilean niche.