No se pudo nomás |
Empecé el ritual como de costumbre. Encendí el televisor y en seguida el notebook, esta vez con cierta expectación porque por primera vez se realizaba una primaria en Chile y me intrigaba saber los resultados. Prendí la cafetera. Y como las panaderías cierran los lunes en París, ante la falta de croissant y baguette, me las arreglé con unas rebanadas de brioche del día anterior. Tengo unos granos de un excelente café de Etiopía, pero esta vez no tengo tiempo para el molinillo eléctrico, sino que directamente al café molido del Monoprix.
Es muy raro que Chile aparezca en las noticias, a no ser que haya un terremoto o algo relacionado con el Santiago's Butcher, aún vivo en la memoria de la infamia internacional.
En la tele, France24, el mismo canal en que la dejé anoche. Cuando ya sentía el aroma a café, nos muestran una enorme marcha en Egipto con ¡17 millones de personas! exigiendo la renuncia de Mohamed Morsi, que terminó trágicamente con varios muertos en gravísimos incidentes. ¿Qué legitimidad tiene el exigir la renuncia a un presidente elegido hace recién un año?, me pregunté. Quizás las redes sociales sirvan más que nada para exaltar los ánimos. Me serví el café. El computador me pide mi clave.
Siguiente noticia, el ex mandamás de Chad, "Hissène Habré, el Pinochet de África...", como dice France24, fue arrestado en Senegal por crímenes de lesa humanidad durante su dictadura, mientras describen el Estado policial con el que gobernó la nación africana. "Puta la weá", refunfuñé. En algún momento, soñaba con que Chile era asociado con literatos, artistas y científicos, o una dramática belleza natural, un pueblo que se cultiva y sale adelante. ¡No! Somos los herederos de uno de los más sangrientos tiranos que vio el siglo XX. Los chilenos aún provocamos compasión. Sorbo de café, voy a ver las noticias de Chile en mi notebook.
Siguiente noticia: "Victoire écrasante aux élections primaires de Michelle Bachelet". ¡Cresta! Bueno, era parte del libreto. Por supuesto que teníamos la ilusión de que Andrés Velasco comandase la Concertación contra la derecha, pero se veía difícil. Se abre Safari, voy a EMOL, pero se adelanta France24: "elle abordera en favorite face à l'ultra-conservateur Pablo Longueira".
Sería todo entonces. Michelle Bachelet y el ultraconservador Longueira se medirán en noviembre. Andrés Velasco sacó un respetable 2o lugar y dignamente le confirmó su voto a la ex presidenta, lo que me parece noble. El ex ministro se impuso en las comunas de Santiago Oriente, lo que lleva a la tienda de Allamand a sugerir que sus votos se fueron a Velasco, en vez de reconocer que su campaña fue peor que la de Longueira. Varios discursos alabando el gran paso adelante de nuestra democracia, alivio por la gran participación, y como siempre, Marta Lagos y sus encuestas chantas no le achuntan a una.
Un excelente candidato como Gómez terminó último. Su impecable CV merecía más: ha ocupado todos los cargos de elección popular, ha sido ministro, ha liderado su partido, el Radical, heredero de la más augusta tradición política chilena, es un tipo articulado, fumó opio con algunas ideas locas y en fin, se merecía más. Pero Michelle Bachelet era imbatible: se impuso la realidad por sobre la imaginación.
Regreso al futuro
En una época muy lejana Vuestro Humilde Servidor esperaba con ansiedad ver en el buzón (el de verdad, no el electrónico) el recibo de correos pidiéndome ir a retirar una encomienda. No había Skype, así que en una entrecortada conversación telefónica escuchaba de la familia que el paquete ya había sido despachado. Todo contento iba a la oficina de correos entonces.
De vuelta en casa, abría la caja, era mi envío trimestral de Artes y Letras de El Mercurio, algunas otras revistas, uno que otro libro, y varios videocassettes con La Belleza de Pensar. ¡Cómo ha cambiado el mundo! Hoy hay primarias à l'américaine, tranquilamente se puede hacer todo por Internet, y Cristian Warnken ha sido condenado al ostracismo.
Me pregunto cuándo será posible votar desde el extranjero. Quizás nunca, porque les ultraconservateurs así lo decidieron y no están dispuestos a cambiar. La ultraderecha me hace la vida más fácil, no hay mucho que pensar sobre quién votar en las elecciones presidenciales. Si no me dan las facilidades para ejercer mi derecho a voto, ¿por qué carajo tendría siquiera que considerar votar por ellos?
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