miércoles, 4 de septiembre de 2013

Presidente, pida perdón


El Presidente Piñera debe pedir perdón, en nombre de toda la derecha, a las víctimas de la dictadura y al país entero por la sistemática connivencia y justificación de las violaciones a los derechos humanos

Dejamos libre de polvo y paja al Presidente Sebastián Piñera quien personalmente fue opositor a la dictadura de Pinochet desde el día del golpe hasta el plebiscito de 1988 cuando votó —correctamente— por el NO. En los días más aciagos del lúgubre régimen dictatorial, el joven ejecutivo llamado Sebastián Piñera junto a otros simpatizantes de la DC como él se reunían para escuchar el último discurso del ex presidente Frei, en el Teatro Caupolicán, acto que no tiene nada de anodino ya que en esa época cualquiera, por cualquier cosa, podía encontrarse en problemas con el aparato represivo del régimen. El 2% de la población chilena vivió el exilio, el propio Frei fue envenenado. Piñera se encontraba en el lado correcto de la historia cuando se involucraba, de alguna manera, con la resistencia a la dictadura, la cual pretendía vergonzosamente gobernarnos más de un cuarto de siglo con poderes absolutos.

Luego del plebiscito, con la dictadura fuera del gobierno, Piñera vio más posibilidades en el campo contrario y transitó increíblemente a la campaña de Büchi, candidato de la derecha y ex funcionario de Pinochet. En seguida ganó un cómodo puesto en el senado, y después de incidentes no menores, finalmente fue elegido presidente de Chile con el voto de la mayoría de los chilenos (incluidos los votos de Chile Liberal, ya que desde aquí llamamos a votar por él).

Lo anterior significa que Sebastián Piñera ocupa el gobierno hoy con quienes no estaban en el Caupolicán en 1980, escuchando, bastante afligidos, al ex presidente Frei, sino que en una extraordinaria vuelta del tablero, lleva las riendas del país con quienes desde el otro lado justificaron las atrocidades del despotismo cívico-militar y su consabido reguero de sangre que destruyó el tejido político, social y ético de nuestro país. 

Nunca hemos sido una nación potente ni deslumbrante, sino que somos un pueblo modesto que tiende naturalmente al understatement,  pero al menos siempre nos enorgullecimos de nuestra trayectoria democrática y nuestro espíritu de la moderación, que nos lleva a privilegiar el diálogo y los acuerdos por sobre la prepotencia y las matanzas. No obstante, desde 1973, prevaleció el matonaje. Vimos ejecuciones sumarias, asesinatos por la espalda, cadáveres arrojados al mar o sumergidos en ácido, torturas, ciudadanos degollados, estudiantes quemados vivos, compatriotas arrojados a hornos, cuerpos lanzados a las veredas o en el camino al aeropuerto, fogatas de libros à la Alemania años 30, y tantas cosas horribles. 

Y vimos una facción política, la derecha, que en vez de condenar lo anterior y exigir el restablecimiento inmediato de la democracia, minimizó los horrores reduciéndolos a meros daños colaterales. Posteriormente continuaron colaborando para enquistar la dictadura —trabajando por el Sí—y se beneficiaron de los favores del tirano. Esta facción política se las ha arreglado con oscuras artimañas electorales para continuar en la vida política, e incluso no pocos han llegado a gobernar con el otrora joven ejecutivo que en 1980 escuchaba las resignadas palabras del ex presidente Frei.

Sorry seems to be the hardest word
Hoy, a punto de conmemorar el cuadragésimo aniversario del día más oscuro de nuestra vida republicana, el sentido de la historia y el deber republicano exigen que Sebastián Piñera, por ser el líder natural de la derecha chilena, pida perdón por las atrocidades. Él no las cometió, ni las justificó, ni tampoco las ha contextualizado. Pero el destino quiso que hoy él sea el encargado, como líder político y como presidente de todos los chilenos, de dejar constancia inequívoca que es inaceptable quedarse de brazos cruzados ante las violaciones a los derechos humanos, que no hay daños colaterales cuando se tortura, se ejecuta con 44 disparos, y se hace desaparecer, o se ordena matar gente en el extranjero. 

Por supuesto que todos sufrimos. Pero algunos fueron víctimas directas. A ellos, el ex Presidente Patricio Aylwin les pidió perdón y ordenó una comisión investigadora. En el discurso del Presidente ya no caben ni contextualizaciones, ni corresponde difuminar la culpa o emplear vericuetos retóricos para eludir culpas. 

Corresponde ahora que el primer Presidente de derecha de la era post-Pinochet, si bien fue opositor al régimen, exprese el remordimiento del bloque que él mismo lidera por el silencio culpable o la justificación inaceptable de las violaciones a los derechos humanos. Ya lo han hecho varios personeros de derecha. Nada le impide a Piñera hacerlo a nivel corporativo, en su calidad de líder, y ordenar que se aclaren todos los casos pendientes y que los culpables sean castigados. Chile se mostrará ante la comunidad de naciones civilizadas como un miembro más del club. A pesar de nuestras barbaries, al menos somos capaces de resarcir nuestros errores.

Los años de la Unidad Popular (1970 - 1973) fueron convlusionados. El MIR agitó al país, los políticos olvidaron el debate y usaron el insulto como método. Una mala gestión económica arruinó al país. Por su parte, la derecha votó a favor de la expropiación del cobre lo que marcó el punto de no retorno. Movimientos como Patria y Libertad en nada ayudaron a la convivencia al igual que hotheads como Carlos Altamirano y sus discursos incendiarios. La derecha empresarial boicoteó la revolución con empanadas y vino tinto hasta que no quedaron empanadas, ni siquiera harina para tres días. La producción nacional se desplomó y los trabajadores comenzaron a tomarse las fábricas para evitar el colapso. La UP, cabe destacar, aumentó su votación desde 1970, y la derecha jamás presentó una acusación constitucional si es que consideraba que el gobierno de Allende vulneraba la Constitución. Prefirieron bombardear La Moneda. Lo que vino después fue declarar una guerra ficticia para aplicar la justicia militar a civiles, tomar arbitrariamente prisioneros y enjuiciarlos en tribunales de guerra. Reducidos y maniatados, fueron golpeados y sus cuerpos fueron ocultados, o sepultados en fosas comunes no marcadas. Ningún contexto justifica ni explica estas atrocidades, no contempladas en ley marcial alguna. Estos son crímenes de guerra, ilegales y condenables. Sebastián Piñera debe dejar esto absoluta e inequívocamente claro que las violaciones a los derechos humanos no admiten explicaciones ni contextos porque son inexcusables, injustificables, indefendibles. 

El Presidente Piñera debe convocar urgentemente a sus speechwriters y pedirles que dejen meridianamente claro en el discurso que leerá en el acto conmemorativo del golpe que el Presidente de Chile pide perdón a quienes vivieron la injusticia. Debe también convocar a los hotheads de su sector y prepararlos para la bomba política que este 11 de septiembre 2013 caerá en La Moneda.

Los más cínicos argüirán que esto es oportunismo, otros le restarán importancia, los mismos de siempre rasgarán vestiduras y los mismos de siempre dudarán de su honestidad. No obstante, la historia recordará a Piñera como el hombre que regeneró a la derecha y que consolidó la democracia chilena.

6 comentarios:

Ignacio Burges dijo...

Carlos, más que complices pasivos ,algunos fueron mas bien cómplices activos, empezando por el pelado fascista clerical y sus adláteres. Te dejo unos links para el oprobio:

http://www.theclinic.cl/2013/09/04/complices-pasivos-las-fotografias-de-larroulet-melnick-y-el-cura-hasbun-con-alvaro-corbalan/

http://www.cambio21.cl/cambio21/site/artic/20130903/pags/20130903183937.html

Chile Liberal dijo...

Por eso es que urge un perdón sin ambigüedades ni matices ni contextos, Piñera debe hacerlo, es su deber histórico

Anónimo dijo...

La única que debe pedir perdón es la extrema izquierda, y los únicos que deben volver a ser encarcelados son los terroristas amnistiados por los kerenskis de la Concerta. Ni perdón ni olvido para la izquierda mitómana!!!

Clemente dijo...

Ni perdón ni olvido a la derecha golpista también pues... No no, yo creo en el perdón y el arrepentimiento. Olvido jamás, perdón a los dignos de él.

Ignacio Burges dijo...

Interesante carta :

"Lamentablemente la derecha, o una porción demasiado relevante de ella como lo prueba la escalofriante soledad del Presidente de la República en su condena a la dictadura, todavía no es capaz de asumir una democracia sin trampas ni tampoco una verdadera economía capitalista defendiendo, más bien, un corporativismo de inspiración capitalista. Entonces, me pregunto, ¿quién tiene que pedir perdón? ¿Quién le debe al país y a su propio sector un verdadero mea culpa ? Tengo la sensación de que no es la izquierda precisamente."

http://www.elmercurio.com/blogs/2013/09/10/15144/La-derecha-y-el-perdon.aspx

Anónimo dijo...

Igual te brillan los ojos cuando hablas del legado económico de la dictadura (o de la Concertación... como si hubiese mucha diferencia) o cuando le prendes velitas a los exministros de la dictadura Buchi y Bardón,además del asesor económico Milton Friedman.

Eres enfermo de momio!