Con motivo del cuadragésimo aniversario de Sgt Pepper, el álbum más influyente de la historia del rock, el editor de Chile Liberal escribe un artículo personal.
Los Beatles evocan emociones en todos nosotros. Para mí, es sinónimo de los encuentros familiares, la banda sonora de mi famila, podría decirse, y la banda sonora de mi pequeña vida. Su música nos ha unido a diversas generaciones y cada uno de sus acordes está cargado de recuerdos y nostalgia. Las letras de los Fab Four y su música sencilla, contagiosa, ha sido una inspiración desde siempre. Pero Sgt Pepper será el testamento con que los Beatles se ponen a la altura de un Beethoven o un Mozart. En 200 ó 300 años más, los investigadores tendrán que entender a los Beatles para comprender el siglo XX.
La primera vez que fui a los míticos estudios en Abbey Road me llevé una gran sorpresa. El edificio es simple, y no hay un centro de visitantes. El muro está completamente rayado, y con mi sencillo lápiz bic escribí un humidle "Thank you". Le pedí a unos turistas que me sacasen una foto cruzando la calle. A pesar del tráfico, los caballerosos londinenses detenían sus vehículos para que la gente se tomase las fotos históricas cruzando Abbey Road.
Pero captar la esencia de los Beatles, para mí, significaba dejar de lado la capital, abandonar el laboratorio de Abbey Road e ir a la pequeña, sencilla, y provinciana Liverpool. En ese tiempo, el aeropuerto no se llamaba "John Lennon Airport", pero si había una estatua de él. "Nunca caminarás sólo", dice un letrero gigante, que recuerda al visitante además que es el hogar de Liverpool FC. La frase me marcó cuando llegué a la ciudad por primera vez, mientras además resonaba en mi mente y en mi walkman "And I love her": A love like ours could never die, as long as I have you near me. En realidad, estaba muy triste porque sabía que comenzaba una nueva etapa en mi vida, alejado por largo tiempo de Chile, los recuerdos de las tardes en la biblioteca del entonces Instituo Británico, con vista al Cerro Santa Lucía, donde podía leer Rolling Stones y, por supuesto, Melody Maker. Ese era el pasado, y lo único que me unía a esos días eran los pelucones de Liverpool, que sólo querían tocar música "para que las chicas se fijaran en nosotros", pero acabaron siendo famosos en el mundo entero. Censurados, insultados, divinizados, bailados, imitados, homenajeados, pero ignorados, nunca.
Caminando por el muelle Albert Docks, uno llega al centro de la ciudad y a la mítica The Cavern, donde ellos tocaron por primera vez. Recordaba a mi padre que un día llegó con una guitarra, "para que toques Yesterday", pero si alguna vez toqué el "Gorro de lana" sería mucho decir. Lo que yo realmente quería era conocer donde vivieron, conocer sus casas, los lugares en los que caminaron, palpar todo lo que los influenció en su niñez. Si bien siempre lo supe, Liverpool es una ciudad de belleza discreta, grisácea, lluviosa. Why, she, had to go, I don't know, she wouldn't, say… "ayer, el amor era algo tan sencillo, pero aún creo en el ayer, ¿por qué ella me dejó? No lo sé ni nunca me lo dijo. Hoy sólo necesito un lugar donde esconderme, y extraño el ayer".
Llegué a la casa de George. Fea, en un barrio feo, con las típicas chimeneas inglesas, el día estaba nublado y frío como Santiago en invierno. Podría yo haber vivido ahí, podría ser la casa de cualquiera de nosotros. ¿Qué tuvieron de especial esos cuatro muchachos ?
Sin ser músicos de conservatorio, se puede cambiar la historia de la música. Sin tener grandes aspiraciones, se puede influir en la historia del mundo. Y sin provenir de los lugares más exquisitos, se puede crear excelencia. Eso es para mí los Beatles. Silvio Rodríguez en su momento dijo "quién fuese Lennon y McCartney", ¡qué atentado!, el Comandante Fidel exclamó que no era posible admirar a esos símbolos del imperialismo. En Argentina, durante el conflicto de las Falklands, se prohibió la música en inglés, los Beatles no escaparon de la censura. En España, Franco obligó a que los títulos de las canciones y los nombres de los discos se tradujesen al español. Pero, ¿cómo traducir Yellow Submarine? Cerca de Albert Docks hay un submarino amarillo en un parque, pero los Beatles quiseron usar esa máquina fea y cobarde, que durante la Guerra Fría generó las peores fricciones entre la URSS y EEUU (hubo submarinos nucleares americanos en Inglaterra), para simbolizar la hipocresía de nuestra generación, que también se denomina con el color amarillo. El submarino se esconde en la profundidad, y todos nosotros vivimos en un submarino amarillo.
Hoy, especialistas y catedráticos estudian a los Beatles, pero los muchachos sólo querían tocar música, como su maestro Elvis, y hacer bailar a las chicas. El atractivo físico no era su fuerte, ni menos aún la música como arte, pero en fin, qué importa, si esa es la esencia del rock, la rebelión, el espíritu joven, la libertad. No nos sorprende que el rock sea censurado en muchas latitudes.
Sgt Pepper fue la coronación de estos muchachos como los grandes impulsores de una corriente cultural en Occidente. "Somos más famosos que Cristo", los catapultó a la infamia. Nómbrenme a alguien en Indonesia que repita de memoria un versículo de la Biblia. Nadie. Pero habrá miles que cantan Help!, Yesterday, o She loves you, yeah yeah yeah. O letras controvertidas en países musulmanes: I wanna hold your hand (Quiero tomar tus manos) o Drive my car (Maneja mi auto). Esos occidentales asquerosos que atentan contra Alá, cómo se les ocurre darle la mano a una mujer ni menos aún permitir que maneje un auto. Escuchar a los Beatles es un acto inmoral en Arabia Saudita o Irán. Y pensar que los Fab Four sólo querían que las chicas se fijaran en ellos.
Los Beatles finalmente crearon el establishment del rock, al cual, hace exactamente 20 años, los Sex Pistols se dedicaron a destruir con su álbum histórico Nevermind the Bollocks (traducción: "ni ahí con los culiaos"). Lennon no era un buen vocalista, pero Johhny Rotten ni siquiera sabía cantar. Con su tema Anarquía en el Reino Unido, se subieron a un bote el día del Jubileo de la Reina en 1977, para cantarle a ella, fuera del Parlamento: "¡¡¡vieja culiá!!!". La verdad sea dicha, tampoco nos imaginamos a los jóvenes árabes escuchando a los Pistols. Los Prisioneros, en Chile, hiceron algo similar, lo que les valió un año de censura antes del plebiscito de 1988. Los hippies y los punk tuvieron la ocasión de romper el estancamiento, en las garras de la comercialización, murió toda la buena intención. Sin embargo, los Beatles hicieron de su música una nueva forma de generar dinero, sin que se les reprochase por ello, al contrario, la misma Reina les agradeció por los servicios prestados a la industria musical inglesa. Los Beatles y el rock son una de las productos de exportación más emblemáticos (y lucrativos) de las Islas Británicas.
Pero volvamos a Liverpool, esta vez a la modesta Penny Lane, Strawberry Fields, a la casa de John Lennon, quien nos pidió que imaginásemos un mundo "sin posesiones", "sin religiones", "sin cielo ni infierno, sólo el firmamento", "sin motivos para morir, ni para matar". John, aún nos imaginamos cómo sería el mundo "con toda la gente viviendo su vida en paz". Su casa es igualmente modesta. Mientras veía la placa que decía "Aquí vivió John Lennon", me dije vale la pena ser un héroe de la clase trabajadora.
La casa de Paul McCartney es un poquito más aspiracional que el resto. Fue ahí, en el segundo piso, donde Paul y su amigo John escribieron sobre la cama Love me do. En ese momento recuerdo que salió el sol, y unos niños jugaban en la calle, un señor cortaba el pasto de su casa, me miró y me dice Hello!. Apunta con el dedo. Sabía que, como miles, buscaba la casa de Paul McCartney. En realidad, las casas de los Beatles no tienen nada especial. O quizás sí, por ser tan comunes. Un poco más allá, estaba el paradero de micro donde me había bajado. Me decían que en ese paradero esperaban la micro John y Paul, con sus instrumentos, para ir a sus tocatas en el centro. Era todo tan, tan simple, tan sencillo, era tan increíble que cuatro jóvenes así hayan marcado de tal manera a todo el mundo. Tanto así que yo, un chileno, en el fin del mundo, sentía su música como inspiración.
Me contaron ahí una historia. Un día, un señor elegante iba en su limosina por los alrededores. Un niño, de esos pequeños pelusones y avispados que hay en todas partes, para el auto. El pasajero de atrás, junto a su señora, lo miran. El niño le dice: "caballero, si usted me da una libra, yo lo llevo a la verdadera casa de Paul McCartney". "OK", le contesta el señor elegante. "Súbete y muéstrame la verdadera casa de Paul McCartney". Después de un par de minutos con el chofer del auto obedeciendo las instrucciones del niño, llegan al lugar. "Ya, ésta es la casa de Paul McCartney", dice el niño. "Hmm, así veo. Toma", dice el señor elegante, "ahí tienes tu libra". "Gracias", le contesta el pequeño.
Pero el señor elegante se las traía. "Oye, si me dices quién soy yo, te doy otra libra". El niño lo mira y, con frustración, le contesta, "no sé quién es usted, caballero". El señor elegante finalmente le dice: "Yo… yo soy Paul McCartney".
La primera vez que fui a los míticos estudios en Abbey Road me llevé una gran sorpresa. El edificio es simple, y no hay un centro de visitantes. El muro está completamente rayado, y con mi sencillo lápiz bic escribí un humidle "Thank you". Le pedí a unos turistas que me sacasen una foto cruzando la calle. A pesar del tráfico, los caballerosos londinenses detenían sus vehículos para que la gente se tomase las fotos históricas cruzando Abbey Road.
Pero captar la esencia de los Beatles, para mí, significaba dejar de lado la capital, abandonar el laboratorio de Abbey Road e ir a la pequeña, sencilla, y provinciana Liverpool. En ese tiempo, el aeropuerto no se llamaba "John Lennon Airport", pero si había una estatua de él. "Nunca caminarás sólo", dice un letrero gigante, que recuerda al visitante además que es el hogar de Liverpool FC. La frase me marcó cuando llegué a la ciudad por primera vez, mientras además resonaba en mi mente y en mi walkman "And I love her": A love like ours could never die, as long as I have you near me. En realidad, estaba muy triste porque sabía que comenzaba una nueva etapa en mi vida, alejado por largo tiempo de Chile, los recuerdos de las tardes en la biblioteca del entonces Instituo Británico, con vista al Cerro Santa Lucía, donde podía leer Rolling Stones y, por supuesto, Melody Maker. Ese era el pasado, y lo único que me unía a esos días eran los pelucones de Liverpool, que sólo querían tocar música "para que las chicas se fijaran en nosotros", pero acabaron siendo famosos en el mundo entero. Censurados, insultados, divinizados, bailados, imitados, homenajeados, pero ignorados, nunca.
Caminando por el muelle Albert Docks, uno llega al centro de la ciudad y a la mítica The Cavern, donde ellos tocaron por primera vez. Recordaba a mi padre que un día llegó con una guitarra, "para que toques Yesterday", pero si alguna vez toqué el "Gorro de lana" sería mucho decir. Lo que yo realmente quería era conocer donde vivieron, conocer sus casas, los lugares en los que caminaron, palpar todo lo que los influenció en su niñez. Si bien siempre lo supe, Liverpool es una ciudad de belleza discreta, grisácea, lluviosa. Why, she, had to go, I don't know, she wouldn't, say… "ayer, el amor era algo tan sencillo, pero aún creo en el ayer, ¿por qué ella me dejó? No lo sé ni nunca me lo dijo. Hoy sólo necesito un lugar donde esconderme, y extraño el ayer".
Llegué a la casa de George. Fea, en un barrio feo, con las típicas chimeneas inglesas, el día estaba nublado y frío como Santiago en invierno. Podría yo haber vivido ahí, podría ser la casa de cualquiera de nosotros. ¿Qué tuvieron de especial esos cuatro muchachos ?
Sin ser músicos de conservatorio, se puede cambiar la historia de la música. Sin tener grandes aspiraciones, se puede influir en la historia del mundo. Y sin provenir de los lugares más exquisitos, se puede crear excelencia. Eso es para mí los Beatles. Silvio Rodríguez en su momento dijo "quién fuese Lennon y McCartney", ¡qué atentado!, el Comandante Fidel exclamó que no era posible admirar a esos símbolos del imperialismo. En Argentina, durante el conflicto de las Falklands, se prohibió la música en inglés, los Beatles no escaparon de la censura. En España, Franco obligó a que los títulos de las canciones y los nombres de los discos se tradujesen al español. Pero, ¿cómo traducir Yellow Submarine? Cerca de Albert Docks hay un submarino amarillo en un parque, pero los Beatles quiseron usar esa máquina fea y cobarde, que durante la Guerra Fría generó las peores fricciones entre la URSS y EEUU (hubo submarinos nucleares americanos en Inglaterra), para simbolizar la hipocresía de nuestra generación, que también se denomina con el color amarillo. El submarino se esconde en la profundidad, y todos nosotros vivimos en un submarino amarillo.
Hoy, especialistas y catedráticos estudian a los Beatles, pero los muchachos sólo querían tocar música, como su maestro Elvis, y hacer bailar a las chicas. El atractivo físico no era su fuerte, ni menos aún la música como arte, pero en fin, qué importa, si esa es la esencia del rock, la rebelión, el espíritu joven, la libertad. No nos sorprende que el rock sea censurado en muchas latitudes.
Sgt Pepper fue la coronación de estos muchachos como los grandes impulsores de una corriente cultural en Occidente. "Somos más famosos que Cristo", los catapultó a la infamia. Nómbrenme a alguien en Indonesia que repita de memoria un versículo de la Biblia. Nadie. Pero habrá miles que cantan Help!, Yesterday, o She loves you, yeah yeah yeah. O letras controvertidas en países musulmanes: I wanna hold your hand (Quiero tomar tus manos) o Drive my car (Maneja mi auto). Esos occidentales asquerosos que atentan contra Alá, cómo se les ocurre darle la mano a una mujer ni menos aún permitir que maneje un auto. Escuchar a los Beatles es un acto inmoral en Arabia Saudita o Irán. Y pensar que los Fab Four sólo querían que las chicas se fijaran en ellos.
Los Beatles finalmente crearon el establishment del rock, al cual, hace exactamente 20 años, los Sex Pistols se dedicaron a destruir con su álbum histórico Nevermind the Bollocks (traducción: "ni ahí con los culiaos"). Lennon no era un buen vocalista, pero Johhny Rotten ni siquiera sabía cantar. Con su tema Anarquía en el Reino Unido, se subieron a un bote el día del Jubileo de la Reina en 1977, para cantarle a ella, fuera del Parlamento: "¡¡¡vieja culiá!!!". La verdad sea dicha, tampoco nos imaginamos a los jóvenes árabes escuchando a los Pistols. Los Prisioneros, en Chile, hiceron algo similar, lo que les valió un año de censura antes del plebiscito de 1988. Los hippies y los punk tuvieron la ocasión de romper el estancamiento, en las garras de la comercialización, murió toda la buena intención. Sin embargo, los Beatles hicieron de su música una nueva forma de generar dinero, sin que se les reprochase por ello, al contrario, la misma Reina les agradeció por los servicios prestados a la industria musical inglesa. Los Beatles y el rock son una de las productos de exportación más emblemáticos (y lucrativos) de las Islas Británicas.
Pero volvamos a Liverpool, esta vez a la modesta Penny Lane, Strawberry Fields, a la casa de John Lennon, quien nos pidió que imaginásemos un mundo "sin posesiones", "sin religiones", "sin cielo ni infierno, sólo el firmamento", "sin motivos para morir, ni para matar". John, aún nos imaginamos cómo sería el mundo "con toda la gente viviendo su vida en paz". Su casa es igualmente modesta. Mientras veía la placa que decía "Aquí vivió John Lennon", me dije vale la pena ser un héroe de la clase trabajadora.
La casa de Paul McCartney es un poquito más aspiracional que el resto. Fue ahí, en el segundo piso, donde Paul y su amigo John escribieron sobre la cama Love me do. En ese momento recuerdo que salió el sol, y unos niños jugaban en la calle, un señor cortaba el pasto de su casa, me miró y me dice Hello!. Apunta con el dedo. Sabía que, como miles, buscaba la casa de Paul McCartney. En realidad, las casas de los Beatles no tienen nada especial. O quizás sí, por ser tan comunes. Un poco más allá, estaba el paradero de micro donde me había bajado. Me decían que en ese paradero esperaban la micro John y Paul, con sus instrumentos, para ir a sus tocatas en el centro. Era todo tan, tan simple, tan sencillo, era tan increíble que cuatro jóvenes así hayan marcado de tal manera a todo el mundo. Tanto así que yo, un chileno, en el fin del mundo, sentía su música como inspiración.
Me contaron ahí una historia. Un día, un señor elegante iba en su limosina por los alrededores. Un niño, de esos pequeños pelusones y avispados que hay en todas partes, para el auto. El pasajero de atrás, junto a su señora, lo miran. El niño le dice: "caballero, si usted me da una libra, yo lo llevo a la verdadera casa de Paul McCartney". "OK", le contesta el señor elegante. "Súbete y muéstrame la verdadera casa de Paul McCartney". Después de un par de minutos con el chofer del auto obedeciendo las instrucciones del niño, llegan al lugar. "Ya, ésta es la casa de Paul McCartney", dice el niño. "Hmm, así veo. Toma", dice el señor elegante, "ahí tienes tu libra". "Gracias", le contesta el pequeño.
Pero el señor elegante se las traía. "Oye, si me dices quién soy yo, te doy otra libra". El niño lo mira y, con frustración, le contesta, "no sé quién es usted, caballero". El señor elegante finalmente le dice: "Yo… yo soy Paul McCartney".
Para mí, escuchar a los Beatles es abrir el baúl de los recuerdos, es viajar al pasado con ellos, quienes a su vez se hicieron un espacio en la historia del mundo con su álbum El Club de los Corazones Solitarios del Sargento Pimienta. Pero también se han ganado un espacio en la vida de todos nosotros.
Pueden ver Sgt Pepper está de cumpleaños. Gracias a un esfuerzo de la BBC, se ha vuelto a grabar en Abbey Road el álbum Sgt Pepper como tributo a los Beatles, con la participación de Razor Light, Stereophonics, Kaiser Chiefs, Travis y muchos otros. Podrán encontrar en la BBC un documental sobre las sesiones. Ahí se puede admirar como después de 40 años, para otros músicos profesionales sigue siendo un desafío el interpretar a los Fab Four.
Pueden ver Sgt Pepper está de cumpleaños. Gracias a un esfuerzo de la BBC, se ha vuelto a grabar en Abbey Road el álbum Sgt Pepper como tributo a los Beatles, con la participación de Razor Light, Stereophonics, Kaiser Chiefs, Travis y muchos otros. Podrán encontrar en la BBC un documental sobre las sesiones. Ahí se puede admirar como después de 40 años, para otros músicos profesionales sigue siendo un desafío el interpretar a los Fab Four.
¡Larga vida al rock'n'roll!
3 comentarios:
http://entertainment.uk.msn.com/music/features/gallery.aspx?cp-documentid=5123488
http://news.uk.msn.com/ever_get_the_feeling_youve_been_cheated.aspx
http://news.uk.msn.com/The_death_of_Cool_Britannia.aspx
Me quedo con el rubber soul... No sé, fue de los primeros que escuche con un estilo muy diferente a la primera etapa.
tengo el dvd de la visita a eeuu, muy bueno y con imágenes que no había nunca visto.
saludos..esta vez musicales,
óscar
Es tal la magnitud del legado de los Beatles que es imposible elegir el mejor disco, todos tenemos nuestras obras favoritas. Para mí, en Rubber Soul mi tema favorito es Wait, un tema que no es necesariamente un clásico de los Beatles. Ahí hay otra característica de ellos, es tal la calidad de su repertorio que si fuese por elegir los temas favoritos, en el mundo no habría acuerdo.
Se viene otro álbum de Sir Paul McCartney. Lo espero con ansias.
Saludos
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