jueves, 14 de junio de 2007

Guerra de los Seis Días, cuarenta años de conflicto

Israel fue el ganador absoluto de la Guerra de los Seis Días, uno de los conflictos bélicos que más influencia ha ejercido en la inestabilidad del mundo actual. Lamentablemente, cuarenta años después de ganar la guerra, Israel aún no gana la paz. ¿Valió la pena este conflicto? ¿Son los palestinos las víctimas de la opresión israelita? ¿Qué papel cumple EEUU? ¿Estamos frente a un conflicto religioso? ¿Tiene solución este problema?

Son muchas las interrogantes que nos plantea esta guerra. Nuestro análisis se centra en la defensa de la democracia, la libertad, la paz y el secularismo. Por lo mismo, a lo largo de este artículo explicaremos por qué estamos a favor de los sectores moderados del Partido Laborista israelita, y por qué los palestinos no son las víctimas, ni Israel el opresor.

Origen del problema
Podríamos remontarnos a la expulsión de los judíos del Imperio Romano para comprender la realidad de los pueblos hebreos. Como todos sabemos, este es un problema complejo. Pero en realidad fue otro imperio, el Británico, el que acentuó las divisiones en el siglo XIX y XX. A cargo de la administración de Palestina hasta 1948, Gran Bretaña (y posteriormente EEUU) en conjunto con la naciente ONU, impulsarían la instauración de un estado árabe paralelo a un estado judío, que convivirían pacíficamente, con Jerusalén (epicentro del conflicto, como veremos más adelante) bajo estatus de ciudad internacional, sin que nadie reclamase su soberanía exclusiva. Plausible, dirá alguno, pero vemos que hasta hoy aún no se llega a un acuerdo. Sin embargo, la instalación en 1948 de un estado árabe con capital en Gaza, que no reconocía el estado judío, desencadenó la guerra entre Israel y el resto de los países árabes. Israel sobrevivió. En 1949, bajo David ben Gurion, Israel es reconocido en como miembro de la ONU.

El disparate del conflicto de Suez, en 1956, marcó el fin de los imperialismos tanto británico como francés, y la victoria de Egipto bajo su líder Abdel Gamal Nasser lo erigiría como el adalid del panarabsimo, siendo esta postura la enemiga acérrima del sionismo, corriente inspirada a partir de la
Declaración de Balfour. Israel invadió Egipto y las fuerzas anglofrancesas encontraron un pretexto para “liberar” Egipto, aunque no fue sino una excusa para volver a apoderarse de Suez. Al igual que Tony Blair hoy, el primer ministro británico de entonces, Anthony Eden, debió abandonar el poder con una popularidad bajísima. Suez fue el gas que hizo estallar las chispas del conflicto árabe-israelí. Egipto se apoderaba del canal de Suez, paso obligado de las embarcaciones que traían petróleo a Europa desde el Medio Oriente. Repasemos: imperialismo, sionismo, panarabismo, petróleo, crisis internacional... nada muy distinto de lo que vivimos hoy.

Hasta aquel momento, Jordania administraba el territorio conocido como Cisjordania y también estaba a cargo de Jerusalén Oriental. El egipcio Nasser inspiraba a los panarabistas y el estado judío prácticamente estaba condenado a desaparecer. Un segundo Holcausto parecía inminente. Es entonces cuando Israel decide luchar por el territorio que han reclamado desde tiempos ancestrales. Estalla otro conflicto.


Seis Días que cambiaron el mundo
La guerra fue una victoria categórica para Israel y humillación para los árabes. Tras apenas seis días, el sector árabe de Jerusalén (Oriental) fue anexado por Israel y, junto con la Franja de Gaza y el resto de Cisjordania, pasó a ser parte de los territorios ocupados. El estado judío, frágil, creado menos de dos décadas antes, destruía las poderosas fuerzas armadas de Egipto, Siria y Jordania en menos de lo que uno se tarda en cambiarese de camisa. El 7 de junio de 1967, los comandos israelitas se apoderaban de el Templo Sagrado de Salomón, o al menos de su único vestigio, el "Kotel", o Muro de los Lamentos, la reliquia más sagrada para la religión judía. Oficialmente, la soberanía es de Israel, desde 1967. El momento fue inmortalizado con la foto icónica de los comandos al llegar al Muro de los Lamentos.

Israel capturaba el desierto del Sinaí, la Franja de Gaza, las Alturas del Golán, Cisjordania y, en un acto de enorme importancia simbólica, Jerusalén Oriental, unificando su ciudad "santa".

En teoría, después de este impecable triunfo, Israel se encontraba en una posición dominante como para negociar la devolución del botín de guerra, a cambio del reconocimiento de su derecho legítimo a vivir en su territorio histórico, y de lograr la paz con sus vecinos árabes. Al mismo tiempo, Israel comprende que la adopción de la democrcia le granjearía el favor de EEUU, el gran triunfador de la II Guerra Mundial, y el nuevo rector del mundo. Francia y el Reino Unido habían "pasado de moda".

Acá todo se fue al tacho. Israel comenzó a habitar los territorios ocupados instalando asentamientos de colonos, muchos palestinos fueron desplazados, se crearon los campos de refugiados, y el territorio palestino careció de continuidad geográfica como para dar forma a un estado árabe, haciéndolo, en la práctica, inviable.

Los árabes respondieron NO al reconomiento de Israel, NO a las negociaciones, NO a la paz.

Los palestinos de Jerusalén Oriental no fueron adoptados como ciudadanos de Israel, sino que comenzaría una larga letanía de luchas, inestabilidad y odio.

El conflicto religioso: el Monte del Templo
No pocos judíos vieron el actuar de "dios" en del éxito rotundo de las incursiones militares. Acá comienza el problema realmente serio: cuando alguien cree tener a Dios de su lado, es imposible que cambie de opinión, es imposible que ceda. Dios está de su lado, ¿por qué habría de negociar?

El epicentro de todo el problema es la soberanía de Jerusalén, ciudad de enorme importancia para fanáticos judíos, musulmanes y cristianos por igual. El Monte del Templo es a la vez la mezquita de al-Aqsa y el Domo de la Roca, sagrados para los musulmanes. En un acto de esquizofrenia y delirio colectivo, los musulmanes creen que desde aquí el "profeta" Mohammed se encumbró hasta los cielos. ¿Por qué habrían de renunciar a la lucha por este lugar sagrado? Luchar, hasta la muerte si es necesario, es su deber. El cielo los convertirá en mártires.

Como si fuese poco, los cristianos creen que cuando se reconstruya el templo, Jesús descenderá y volverá el Reino de los Cielos. La derecha norteamericana, cristiana recalcitrante y ultrafanática (George Bush, su ídolo máximo) defiende a brazo partido la causa judía, que curiosamente también busca reconstruir el templo. Se (auto)cumpliría la profecía del "Señor". Hasta el día de hoy, hay manifestaciones y escaramuzas en los alrededores del templo por parte de irracionales envenenados por la religión, quienes argumentan razones de toda índole para construir o destruir o dominar el templo. El vicio de las religiones monoteístas del mundo en todo su esplendor.

Pero el asunto era entregarle un territorio a la diáspora judía. En un comienzo, ellos aspiraban al Der Judenstaat, tal como lo concebía Theodor Herzl, padre del sionismo. Pero el estado para judíos se degeneró a poco andar en el estado judío, es decir, una teocracia. Los árabes, por su parte, ahondaron su fanatismo religioso más demencial imaginable. Ya lo dijimos: ambas facciones tienen a Dios de su lado, ¿por qué habrían de ceder? Por lo mismo, Chile Liberal se encuentra absolutamente perplejo ante esta situación: Dios no existe. Por favor, ¡terminen de pelear!

Las resoluciones de la ONU
Este es un resumen de las resoluciones de la ONU, ampliamente ignoradas por Israel, y ante la cual el servicio policial del mundo, EEUU, hace vista gorda.

RESOLUCIÓN 242 DEL CONSEJO DE SEGURIDAD (1967). Aprobada por unanimidad. Exigía el retiro de las fuerzas armadas israelíes de territorios ocupados durante la Guerra de los Seis Días, así como la terminación de todas las situaciones de beligerancia o alegaciones de su existencia, y respeto y reconocimiento de la soberanía, integridad territorial e independencia política de todos los Estados de la zona.

RESOLUCIÓN 338 DEL CONSEJO DE SEGURIDAD (1973) Aprobada 14-0, con abstención de China. Llamó a la implementación inmediata de la resolución 242, llamó a un cese de hostilidades y la terminación de toda actividad militar en la zona.

RESOLUCIÓN 465 DEL CONSEJO DE SEGURIDAD (1980). Aprobada por unanimidad. Cualquier medida israelí por alterar los territorios árabes ocupados sería ilegal. Los asentamientos de colonos israelíes en territorios ocupados violan la Convención de Ginebra.

RESOLUCIÓN 681 DEL CONSEJO DE SEGURIDAD (1990). Expresó la preocupación del Consejo por las acciones israelíes en territorios árabes ocupados y exhortó a los países signatarios de la Convención de Ginebra a asegurarse de que Israel respete los principios de la Convención. Los 15 miembros del Consejo votaron a favor del documento.

La pregunta es, ¿por qué el mundo sigue impávido antes estas resoluciones?

Economía
Entender la opresión económica aplicada sobre los habitantes de esta zona es primordial en nuestro análisis. Israel es un país pujante, candidato (junto con Chile) a integrar la OECD. Sin embargo, los residentes palestinos de Jerusalén sostienen que a cambio de sus impuestos solamente reciben una séptima parte de los servicios que se ofrecen a los habitantes de Jerusalén occidental.

Las constantes luchas armadas han desangrado la economía de árabes y palestinos, quienes han seguido emigrando. La falta de verdaderos puestos de trabajo, de una educación edificante y de una sociedad próspera intensifican la ignorancia, el fanatismo religioso, la estupidez y el odio.

La pobreza y la miseria se transmite a los niños, quienes nunca han vivido en un entorno pacífico. Se produce un círculo vicioso ante el cual no se vislumbra una salida fácil en un futuro cercano.


Así todo, Chile Liberal apoya a Israel
Mencionábamos anteriormente las resoluciones de la ONU, ignoradas por Israel. El muro que ahora separa a palestinos de israelitas es un sombrío recuerdo del muro infame que los comunistas construyeron en Berlín. Sin embargo, debe sorprendernos la disciplina y el autocontrol de Israel. Ellos tienen un poderío militar incontrarrestable, armas sofisticadas y un ejército cuya infantería es avasalladora.

Por lo mismo, es admirable que Israel no arrase con todos sus vecinos árabes. Es elogiable que a pesar de la violencia, Israel siga organizando elecciones periódicas y que sea la única democracia (parlamentaria) del Medio Oriente. Israel ha cometido errores barbáricos, pero sus decisiones se discuten en instancias gubernamentales, que surgen a partir del voto popular.

El año pasado, Ehmud Olmert inició un ataque militar contra el Líbano, tratando (en vano) de exterminar a las guerrillas de Hizbolá y de paso rescatar a dos soldados secuestrados. Una comisión investigadora ha declarado la ilegalidad de dicha guerra y ha dejado en evidencia la incompetencia absoluta del primer ministro israelita. Su popularidad es bajísima y su salida es cuestión de tiempo. Nadie celebra la acción de uno u otro jefe de gobierno israelita, pero alabamos que a pesar de todo se siga creyendo en la democracia, que la Knesset sea la instancia de debate nacional y que la prensa cuente con un nivel de libertad desconocido en cualquier otro país de esta zona geográfica. Abundan los grupos a favor de la paz y que exigen la devolución de los territorios ocupados. A ellos dirigimos nuestros parabienes.

Desgraciadamente, en el lado palestino, el panorama es desolador. El daño que propinó Arafat tardará décadas en corregirse. El presidente palestino Mahmoud Abbas (Abu Mazen) es un hombre moderado, que cuenta con los necesarios canales de comunicación con los palestinos, pero cuando estos útlimos han votado, lo han hecho por los dementes religiosos de Hamas. Nos encontramos hoy con que una guerra entre los moderados (seculares) de Fatah y los religiosos de Hamas es inminente.

La democracia no podrá florecer mientras los palestinos no hagan un esfuerzo por apartar a los fanáticos de su sociedad. Los ataques suicidas en los bares de Tel Aviv deben cesar (ésta es descrita como la Sodoma y Gomorra de Israel por los anacrónicos religiosos de Jerusalén. ¿Su pecado? En esta ciudad abundan las mujeres con minifaldas, muchachos de la mano con sus novias, hay discotecas, bares, conciertos de rock, cines y gimnasios: vicios inaceptables para los orotodoxos que se dan de cabezazos en el Muro de los Lamentos).

El único partido que ha propuesto soluciones reales ha sido el Partido Laborista, si bien cabe recordar que el ex comando Ariel Sharon y su partido derechista Kadima devolvieron Gaza y sectores de Cisjordania. Gracias a las gestiones de Bill Clinton y Ehud Barak, se le ofreció a los palestinos en Camp David (
ver Cumbre de Camp David) la devolución de la mayor porción de territorio que los israelitas hayan alguna vez ofrecido. Desgraciadamente, los palestinos no le dieron una oportunidad a la paz.

La oferta más espectacular que se haya hecho jamás a los palestinos fue ceder Jerusalén Oriental y gran parte de los territorios en disputa, y concederles la custodia del Monte del Templo. Es decir, se dejaba de lado el concepto de soberanía, pero los palestinos serían los custodios de este lugar "sagrado". Arafat no aceptó. O soberanía o nada. Nada significa seguir con su pueblo sometido y humillado, abandonado a la suerte de extremistas, sin servicios básicos, sin salud ni educación. Sin la posibilidad de formar un estado palestino. Todo ello por una cuestión semántica, por no saber cuando aceptar una oferta y de ahí en adelante, de ser capaz de adoptar la vía diplomática. Bill Clinton no lo podía creer. El mundo por fin se daba cuenta que Arafat era un imbécil y su muerte fue motivo de júbilo para todos quienes añoramos paz y estabilidad en esta castigada región, y por tanto, paz en el mundo.

Soluciones
Primero, EEUU debe dejarse de intervenir. Es un secreto a voces que dinero y armamento ha sido proporcionado a Fatah para hacer estallar una insurrección contra Hamas. En otras palabras, una guerra civil en Palestina. Esto es inaceptable. Las contribuciones de EEUU y la UE deben ayudar a estrechar las relaciones diplomáticas.

Israel debe atenerse a la Hoja de Ruta ya pactada, y desestimar el abandono unilateral de territorios ocupados. La estrategia, tal como se planetó hace cuarenta años, era devolver los territorios a cambio de un compromiso de paz. Sin embargo, también Israel debe renunciar a sus pretensiones sobre demarcaciones limítrofes que exceden las establecidas en 1967. El muro que se ha construido vulnera estas fronteras y es una afrenta a la humanidad, condenada unánimemente. Debe eliminarse.

Por último, vale la pena destacar a los grupos pacifistas y pro Derechos Humanos en Israel, en especial a los sectores moderados del
Partido Laborista. Con ellos se puede trabajar. Falta que el mundo aliente a más palestinos a adoptar esta vía.

El estado palestino debe ser democrático y para lograrlo, los elementos exaltados deben ser condenados, si bien con tacto, ya que como lo hemos planteado anteriormente, muchas veces hay que seguir haciendo negocios e intercambio con fanáticos. Los embargos y restricciones aplicadas sobre Hamas, sólo exacerba los ánimos, retroalimentando a los fundamentalistas.

Chile tiene una de las colonias palestinas más numerosas que existen fuera del Medio Oriente. También tenemos muchos destacados judíos, gente del mundo de los negocios, la ciencia y la educación. Ambos grupos conviven pacíficamente, como queremos vivir todos los chienos, siendo ellos mismos tan chilenos como el resto. ¿Podría la Cancillería chilena contribuir a la paz y el entendimiento en el Medio Oriente? El diplomático peruano
Álvaro de Soto ha hecho una gran labor. ¿Podríamos incluso contribuir desde sudamérica a la paz en Medio Oriente?

1 comentario:

Anónimo dijo...

No comprendo cómo este gobierno le dio su apoyo al primitivo y, por ende, fascista gobierno palestino. Espero el día en que un gobierno racional sea electo en Chile (lo dudo) apoyemos con todas nuestras fuerzas al baluarte de la cultura occidental en Medio Oriente, el gran Estado de Israel.