martes, 16 de septiembre de 2008

Sálvese quien pueda

La quiebra de Lehman Brothers y la crisis que se avecina demuestran cuán nefasta es la regulación gubernamental

La más reciente víctima en el mundo de las grandes finanzas ha sido Lehman Brothers, un banco de inversiones. Algunos insisten, con porfía, en emplear los recientes colapsos financieros para denostar a la economía de libre mercado, pero se equivocan. La culpa la tiene el gobierno.

Un banco, sea de inversión o comercial, debe estar regulado por los burócratas. Sin regulación no puede funcionar. A cambio de dicha regulación, se acepta que cuando estas entidades colapsan, el gobierno debe rescatarlas. Como vemos, antes de culpar a la economía de libre mercado debemos establecer hasta qué punto el mercado es libre, y hasta qué punto está regulado.

Nuestro amigo bloguero Jorge Gómez nos dice (ver artículo) que la ideología neoliberal -según él- ha inventado un consenso falso en torno al al mercado desrregulado como ideal máximo de bienestar social. Ahora muchos se enfurecen porque desde Washington se lanzan salvavidas a Wall Street, en Nueva York. Pero esta es la regla que ha inventado el poder político para no dejar en libertad a los bancos. La crisis financiera actual demuestra exactamente el punto de los neoliberales: la regulación no sirve. Los mercados hoy están más regulados que nunca.

Esta anomalía lleva a los bancos a comportarse cada vez de manera más irresponsable con tal de de crecer a toda costa, de modo que las compañías sean tan enormes que su colapso signifique desestabilizar al mundo entero (como nos dice El Mercurio, Lehman Brothers debe US$ 600 mil millones, ¡cuatro veces el PIB chileno!), algo que el poder político no podría tolerar. A esto se le conoce como riesgo moral. La estrategia es una sola: crece hasta que el gobierno no permita que fracases.

El factor que detonó la crisis fueron las hipotecas subprime, o sea, préstamos de alto riesgo a gente que probablemente no podría pagar sus deudas. Justamente, ellos no pagaron sus lo qe debían, y se desató la escasez de liquidez y la contracción del crédito actual. Increíble que los expertos en finanzas aún no logran determinar con exactitud la magnitud del daño debido a la sofisticación extrema de los instrumentos que han desarrollado los bancos, justamente para burlar a los reguladores. Tal es la complejidad de las transacciones que las propias agencias de calificación, como S&P, han revisado sus ratings, que hasta la víspera de la bancarrota de Lehman Brothers le otorgaban grado A.

Hasta vencer o morir, compañero
Nadie ha salvado a Lehman Brothers por dos motivos muy importantes. Uno es que ya existen los mecanismos de préstamo para los grandes bancos. El segundo, y el más importante, es que la Fed ya ha comprometido demasiado dinero y simplemente no da para más. Desde ahora en adelante, las víctimas deberán morir y punto. Es bueno que así ocurra porque las crisis sirven para destruir todo lo inservible y podrido en la economía.

Los Bancos Centrales, como la Fed, tienen una misión especial aparte de emitir dinero, y es ser el prestador de última instancia. Un Banco Central debe salvar a quien le solicite dinero siempre y cuando el interesado demuestre tener garantía (colateral) y aplicandole interés. Ya vimos en el colapso de Fannie y Freddie que ambas instituciones pueden emitir papeles que pueden emplear las entidades financieras como colateral para pedir ayuda a la Fed, salvo que si quienes están en aprietos son nada menos que Fannie y Freddie, es equivalente a darle acceso a ambas a las imprentas de la reserva para que se impriman todo el dinero que quieran. Esta paradoja sólo es posible gracias al estatus de "empresa con respaldo gubernamental" (bajo una máscara privada) que gozaban F y F. Sólo el respaldo estatal puede producir un absurdo semejante.

Ya hemos visto que es bueno dejar morir a algunas instituciones, pero, ¿quiénes son los afectados? Si son los ciudadanos de a pie, es entendible que el sistema en que vivimos se vea regulado por el poder político. Una crisis financiera podría desatar el frenesí total si el poder político no rescatase a los bancos. Pero por otro lado, es el respaldo político el que incentiva al comportamiento irresponsable. Es decir, un círculo vicioso.

Si los bancos supiesen de antemano que nadie los va a rescatar, sería un incentivo enorme para que corriesen menos riesgos. Pero un sistema así aún es impensable y las regulaciones son necesarias. Lo increíble es que se culpe a los mercados desregulados, cuando éstos ni siquiera existen.

A la Fed se le acabó el dinero. Seguir salvando bancos será desastroso. Quizás con esto la crisis ya está tocando fondo. Desde ahora en adelante, sálvese quien pueda.


No está demás advertirlo, la próxima víctima será AIG.

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