¿Acaso no es verdad que la utilización desconsiderada de la creación comienza allí donde Dios es marginado o incluso donde se le niega la existencia? Si desfallece la relación de la creatura humana con el Creador, la materia se reduce a posesión egoísta, el hombre se convierte en la "última instancia", y el objetivo de la existencia queda reducido a una afanada carrera para poseer lo más posible. (ver fuente)
domingo, 30 de agosto de 2009
Una declaración de guerra
martes, 25 de agosto de 2009
Privaticemos a los mapuches
"A person who can acquire no property, can have no other interest but to eat as much, and to labour as little as possible."
- Adam Smith (The Wealth Of Nations)
Chile Liberal a favor de la reivindicación del pueblo mapuche para que ejerza sus derechos de propiedad
En este blog hemos hablado de privatizar muchas cosas. No diremos que se debe privatizar el suministro de luz, alcantarillados o agua, porque este blog ipso facto defiende la privatización de servicios. No propondremos privatizar la telefonía o el abastecimiento de alimentos: esto es obvio. Menos aún sugeriremos privatizar la Enap o Codelco, esta última una de las empresas más ineficientes del mundo, porque sólo a un tonto se le ocurre socializar los medios de producción. En este sitio hemos hablado de privatizar las ballenas, privatizar las agencias de justicia, privatizar el ejército, privatizar la policía, privatizar el útero y las escuelas, liceos y universidades. El conflicto de los mapuches, indígenas chilenos (también argentinos), demuestra la necesidad de privatizar a los aborígenes, o dicho de otro modo, enseñarles qué es el concepto de propiedad privada y la muy importante privatización anarquista, y facilitar que los indígenas tengan su propiedad privada para que abandonen la destitución, se esmeren por superarse y adopten una ética del trabajo.
La "reivindicación de los pueblos originarios" (whatever) es de gran interés para los liberales porque demuestra nuestra postura a favor del fomento y profundización de los derechos de propiedad: los mapuches, al no tener nada, sólo pueden aspirar a trabajar lo menos posible y ojalá engordar lo más posible. Como no pueden engordar, se dedican a causar desmanes y violencia, influenciados —paradójicamente— por movimientos de ultra-izquierda que pretenden obliterar los derechos de propiedad. Los mapuches deben saber que cuentan con el apoyo de los liberales, ya que para nosotros es fundamental que tengan su propia tierra para labrarla.
Privatizando a los pobres
La idea central , no obstante, sigue en pie: convertir a los individuos en dueños de algo.
Los pueblos que no desarrollaron el concepto de propiedad privada, o sea que "esto es mío y no tuyo", jamás pudieron avanzar hacia la división del trabajo, y consecuentemente, han sufrido de atraso y se mantienen rezagados.
Es hora además de terminar con el mito, acuñado por el filósofo Jean-Jacques Rousseau, del buen salvaje: el hombre en estado de naturaleza es bueno, es su entorno el que lo corrompe. Los mapuches, como cualquier pueblo aborigen, sufren de mala salud al no tener acceso a la medicina científica, y encomiendan las mejoras a una "machi", una bruja, o invocan a seres inexistentes. Cuando necesitan que llueva, los mapuches bailan alrededor de un madero. Más eficiente es conocer los principios de la meteorología y comprender que se puede hacer llover bombardeando nubes con yoduro de plata, o mejor incluso es optimizar la irrigación con sistemas de regadío. Quizás los mapuches deseen acceder a la calefacción centralizada, las duchas calientes, el jabón, el desodorante, la pasta de dientes, en fin, todo aquello que el ingenio humano ha logrado crear a partir de la división del trabajo y el espíritu de superación. Todo esto se va a lograr siempre y cuando dejemos de indigenizarlos, cercándolos en reductos indígenas para que vivan como indios. Mejor es entregarles propiedad privada.
Cómo solucionar el conflicto
El conflicto de fondo es cómo conjugar los legítimos derechos de propiedad de los grandes latifundistas versus los derechos de propiedad de los indígenas, o sujetos autodenominados indígenas, que reclaman las tierras aduciendo abstrusos "derechos ancestrales". Si así fuese, cualquier chileno puede hacerse pasar por mapuche y exigir que le regalen una parcela en el sur. Esto es evidentemente estúpido.
Lo mejor es considerar a los mapuches más bien como un grupo de chilenos que viven en la miseria, y hacer un esfuerzo por entregarles tierras productivas para que las trabajen. Reconozcamos, de una vez, que su cultura no es ni milenaria ni rica, y no tiene parangón si se contrasta con los incas o los aztecas, así que no es imperativo el defender su cultura, porque no tienen.
La violencia no puede emplearse en una república democrática. El Estado puede adquirir las tierras que los mapuches reclaman y comprarlas a los latufindistas, y entregárselas en comodato a los mapuches. Entregarlas así sin más es repetir el fiasco de la reforma agraria en que a los campesinos se les entrega tierra y éstos prefirieron vendérsela de vuelta a los terratenientes, siendo éstos últimos los mayores beneficiarios, justamente lo opuesto de la idea original (de nuevo, intenciones loables, resultados catastróficos).
Lo anterior se puede efectuar mientras se entrega educación de calidad a los mapuches para que se integren al mercado, como ya lo han hecho muchos mapuches gracias a su iniciativa individual y su propio espíritu de superación. Después de todo, lo que queremos es más mapuches desempeñándose como profesionales, y no como machis o caciques.
Este no es momento de prestar oídos a los Conservadores que ya exigen militarizar la zona, instaurar un Estado policial y enviar al aparato represor del Estado, que ya asesinó (por la espalda, por supuesto) a un mapuche, mientras chillan porque ya se acabó el estado de derecho y que se viene el fin del mundo y que todo es culpa del marxismo internacional. Este no es momento de pendejadas. Este es momento de ayudar a los mapuches a que tengan algo, y que con ese algo puedan prosperar y forjarse su propio futuro.
martes, 4 de agosto de 2009
Érase una vez el Cisarro, el levonorgestrel y el aborto
Jacqueline Morales, la dichosa madre de Cisarro, como es de esperarse, es una mujer promiscua que ha practicado el conejismo compulsivo y ha traído críos a mansalva a este mundo: cuatro hijos varones, todos delincuentes, y seis hijas, quienes se encuentran en hogares de acogida. Los diez han sufrido maltratos en el hogar por parte de ella y de las cuatro parejas con que esta mujer ha intimado.
Como es de esperarse, los Conservadores—indignados—braman por más cárceles, más personal policial—con armas más intimidantes—más cámaras de seguridad... ¡mano dura!, exclaman. No escatiman en culpar de todo a la Concertación en general y a la presidenta Bachelet en particular por no paliar la delincuencia. Incluso aseguran que la presidenta fomenta el crimen. Según ellos, estos son los hijos de la decadencia moral y la corrupción que empezó el 11 de marzo de 1990. Hasta esa fecha fatídica, todo era idílico: reinaba la detención por sospecha, se decretaban estados de sitio y toques de queda, nos protegía la policía militar y el aparato represivo, en fin, era el paraíso Conservador gracias al Tata Colores.
Pero lo cierto es que la criminalidad es el subproducto de la represión del gobierno militar, época en que poblaciones marginales fueron sometidas a la violencia extrema y se gestó el germen de la delincuencia, o dicho de otro modo, se criaron los padres de los actuales criminales. Más aún, la ultra-represiva ley anti-aborto dictada por los comandantes en jefe de las FFAA en las postrimerías de su mandato ha sido el factor determinante en el aumento de la delincuencia y en la nueva horneada de pequeños grandes criminales. Hoy, cuando la migración del campo a la ciudad ha culminado, y donde las poblaciones marginales ya viven en la tercera o cuatra generación, el prohibicionismo sobre las drogas ha arrojado a miles de niños a las bandas de criminales y narcotraficantes (la madre de Cisarro fue condenada por microtráfico), y estos sectores más destituidos no logran integrarse a la sociedad. Ya pasó la época en que la gente tenía 10 hijos para labrar la tierra, y todos podían sobrevivir. Hoy, se subsiste en la medida que se tenga educación. Los hijos de las poblaciones marginales viven hacinados, sin formación alguna, y el conejismo en el mejor de los casos perpetúa el círculo vicioso de la delincuencia, en el peor, lo endurece. La nueva sociedad de consumo incita a incorporarse a ella a como dé lugar: matar por unas zapatillas Nike es legítimo en el código criminal. La luz de la educación y la consecuente formación ética jamás va a llegar a los sectores subyugados por la fecundidad descontrolada, por lo mismo, es imposible mejorar el capital humano en los bolsones de pobreza e ignorancia.
Cisarro probablemente tenga un hijo muy pronto. De hecho, ya bebe, conduce, y fuma. No sean ilusos esperando que se guarde para el matrimionio. Supongamos que tenga un hijo a los 13 años, al cual él formará en los sólidos principios de la fraternidad y la ética del trabajo duro que él mismo ha cultivado. Su hijo es probable que tenga un hijo también a los 13 años. O sea, Cisarro puede ser abuelo a los 26. Los anticonceptivos, sean de emergencia o no, podrían cortar este círculo vicioso. O simplemente el aborto. La sociedad entera se beneficiaría.
Pero curiosamente, los mismos que defienden a muerte “la defensa de la vida inocente” son los mismos que exigen pena de muerte, rebajar la edad de responsabilidad penal, y más presupuestos para cárceles. Aducen que el delincuente elige su condición de criminal. Los Conservadores creen que un niño como Cisarro, que empezó a delinquir a los 7 años, ha elegido ser criminal. Un niño a los 7 años no elige: es deformado por su entorno.
Aparece además la vaca sagrada de los Conservadores, “la familia”. Claro, la base de la sociedada, la familia, pero es justamente ésta la que indujo a Cisarro a ser un criminal. ¡Su propia madre ya delinquía! La familia es un mero mecanismo de reproducción, pero no es perfecto en lo absoluto. Muchas veces a la familia hay que quitarle a los hijos para evitar crímenes, violencia, o deformación moral y ética, como en el caso de Cisarro.
domingo, 2 de agosto de 2009
Caso Banco de Talca: Un ataque burdo contra Piñera
Muy mal, señor Frei. Muy, muy mal.
sábado, 1 de agosto de 2009
El patrón hamburguesa
En Chile, un sándwich Big Mac cuesta ChP$ 1750 (sólo el sándwich, no el combo). Si consideramos que el tipo de cambio estaba el día que se hizo este preciso estudio a 549, entonces el Big Mac en Santiago cuesta US$ 3,19, mientras que en NYC cuesta $ 3,57. Esto nos sirve para obtener, a partir de un Big Mac, la paridad del poder adquisitivo, dividiendo el precio local por el precio en NYC. Lo que arroja como resultado no 549, que es el tipo de cambio, sino 490. La conclusión entonces es que usando como índice el Big Mac, la moneda chilena está depreciada un -11%.
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Nota 2: La estrategia de McDonald's para vender sus Infartos Felices es engatusando a los niños con los Ronald McDonald. El triunfo máximo de Mierdonald's es cuando los padres comienzan a "premiar" a sus hijos llevándolos a sus restaurantes para que sufran ojalá de diabates y colesterol alto en su adolescencia. Una vez crecidos esos niños, recordarán con nostalgia a Mierdonald's ya que evoca recuerdos de días felices en familia, y seguirán consumiendo, y de hecho, llevarán a sus propios hijos, perpetuando el círculo vicioso. Por eso, un buen padre cada vez que pasa con sus hijos fuera de un McDonald's debe pegarles un charchazo (los que vieron Supersize Me lo recordarán).