viernes, 22 de octubre de 2010

Elecciones en Brasil: No a Lula, no a Rousseff, sí a Serra

Chile Liberal estima que si los electores brasileños quieren consolidar su democracia y continuar por la senda del progreso iniciada en la década 90, deben votar por José Serra, del conglomerado opositor a Lula da Silva

José Serra y Dilma Rousseff se enfrentan en balotaje el 31 de octubre. Chile Liberal vota por José Serra


Todos ahora hablan del despegue de Brasil, país que no sólo debiese abandonar pronto la categoría de país emergente, sino que además se instalaría en el primer mundo como toda una potencia. Hay bastante de fantasía y fervor tropical en todo esto. Un país con un 10% de analfabetismo, una pobreza e inequidad abismante —incluso para estándares chilenos—, y una tasa de natalidad que en los sectores desposeídos está fuera de control, no será capaz a mediano plazo de tener una universidad como Harvard o una empresa como Google. 

No obstante, el coloso sudamericano sí ha avanzado a pasos gigantes y, como sabemos, esto fue gracias a la aplicación del Plan Real, iniciativa comandada y ejecutada por Fernando Henrique Cardoso, quien en 1994, como ministro de finanzas, logró domar a la bestia de la hiperinflación que asoló a Brasil desde 1980.

Viva la contradicción
El gran mérito del saliente Lula Da Silva fue no aplicar ninguna de sus añejas ideas de sus oscuros días de sindicalista. Revestido del aura del dirigente sindical rechoncho y curagüilla, logró encantar a los brasileños más pobres (el grueso del electorado) con el cuento chino del trabajador pobre del norte que se convierte en el líder de un país clasista. Lo notable de Lula, en realidad, fue continuar el espíritu del Plan Real, algo impensable en el máximo referente del izquierdista Partido de los Trabajadores.

Con la inflación bajo control, Brasil puso al ex ministro Cardoso en la presidencia, y pasó de un déficit estructural de un 1% a un superávit de 3%. Lula, como hemos dicho, continuó por este camino con un agudo sentido del pragmatismo, hasta llevar a Brasil al extremo de seguir creciendo incluso durante la reciente crisis financiera. Con Lula el Estado se ha asociado con paticulares y ha formado empresas gigantescas, como Petrobras (¿por qué Evo Morales no hace lo mismo en Bolivia para explotar sus hidrocarburos?). 

En un país con los niveles de pobreza dura de Brasil, el Estado puede jugar un papel importante en la reducción de la miseria. Planes como Bolsa Familia van naturalmente en contra de los instintos de Chile Liberal, pero debemos reconocer que en los sectores rurales, los pagos a las familias a cambio de enviar a los hijos a la escuela y a los consultorios de salud han surtido un efecto notable (en los sectores urbanos el éxito ha sido discreto, así que tan perdidos no estábamos). 

En lo político, Lula discretamente se ha alejado del populsimo chavista o castrista, tal como lentamente comienzan a hacerlo Morales y Correa en Bolivia y Ecuador, respectivamente.

Por lo anterior, podemos concluir que desde los años 90 Brasil ha actuado en torno a una "política de Estado" en cuanto a conducción del país, más allá de las coaliciones en el poder, y si bien le falta mucho camino que recorrer, es sólo cuestión de seguir avanzando. 

Decisión 2010
La popularidad de Lula es exorbitante: alrededor del 80% de los brasileños aprueba su gestión. La "delfín" de Lula se llama Dilma Rousseff, quien se enfrenta el 31 de octbre en las urnas al opositor José Serra.

Chile Liberal sostiene que el éxito de Lula se debe más bien a las particularidades del presidente, y nada asegura que Rousseff continúe la obra de Lula (si bien es improbable que pulverice Brasil à la Allende con Chile: hasta los partidos adeptos al sindicalismo aprendieron lo que ocurre con la hiperinflación).

Hay similitudes entre Rousseff y Michelle Bachelet. Ambas son candidatas populares que terminaron por perder arrastre a medida que avanzaba la campaña, hasta terminar en el balotaje. Ambas heredan gobiernos extraordinariamente populares, con dificultad para capitalizar el éxito de sus antecesores. Ambas provienen de la izquierda dura y han coqueteado con las guerrillas y movimientos armados de inspiración marxista. Ambas carecían de experiencia política y sólo hicieron carrera por designaciones de otros, y lograron notoriedad en carteras ministeriales, no en puestos políticos obtenidos por escrutinio popular. Ambas son fruto de un mentor: el que las nombra como ministras. Ambas enfatizan distribución por sobre creación de riqueza. Para ambas, luego de demasiado tiempo con sus coaliciones en el poder, la corrupción es rampante y, quizás, como Bachelet, si es que gana Rousseff, será pusilánime a favor de la probidad.

Rousseff exhibe instintos naturales a favor de un Estado grande, lo que en este sitio desagrada. Un país enorme como Brasil debe, al contrario, descentralizar y dejar que florezca el emprendimiento. La perdición de América latina es el maldito centralismo, al cual si le añadimos corrupción, forman un binomio mortífero. Estos dos vicios echan raíces cuando se potencia al Estado, y esto es exactamente lo que puede ocurrir con Rousseff.

Lula ya tuvo problemas en ser reelegido justamente por los escándalos de corrupción. Se le blindó y se le hizo aparecer como un bonachón rodeado de malandras: él nada sabía de lo que ocurría bajo sus narices. Recientemente, una cercana de Rousseff y Lula, la jefa de gabinete Erenice Guerra, debió renunciar por más escándalos de corrupción.

Nuestro veredicto: José Serra
La mejor forma de evitar estos problemas es con la alternancia en el poder, que es lo que ofrece José Serra. Éste último ha puesto el acento en reducir el déficit fiscal de -3,3% que entrega Lula, y en el recorte de gastos, que en el último tiempo se han descontrolado y ha debido solventarse con alzas de impuestos. Brasil necesita ordenar sus finanzas y Serra es la mejor opción de lograrlo. Las inversiones en infraestructura y educación las financiaría con capital privado, lo que también sería mejor para Brasil, en vez de almentar un Estado que ya ha crecido demasiado.

Finalmente, Rousseff, si quiere terminar de raiz con la pobreza, debiese haber seguido su postura pro-elección, y no como lo ha hecho ahora, darse vuelta la chaqueta y decir que es pro-vida, en un cambio que habla bastante mal de sus convicciones. El aborto y las medidas a favor de una natalidad controlada serían muy efectivas para erradicar la pobreza de raíz. En un país donde el aborto está prohibido pero donde una de cada cinco mujeres se ha practicado uno, ilegal desde luego, al menos Serra, como ex ministro de salud, se ha manifestado a favor de debatir el tema en el Congreso, aunque lamentablemente, también se ha declarado pro-vida. 

Si los votantes brasileños quieren realmente estar a la altura de las circunstancias, sabrán que Rousseff no es Lula, y que un cambio de coalición es saludable. Por lo mismo, Chile Liberal les recomienda que este 31 de octubre designen al opositor José Sierra como su próximo presidente.

lunes, 18 de octubre de 2010

Chile se rehabilita

"Chile será recordado y reconocido no por Pinochet, sino como un ejemplo de unidad, liderazgo y coraje, fe y éxito", Sebastián Piñera a "The Times"

Chile tiene, o tenía, un grave problema de imagen internacional. Es que nos conocen poco, los productos de nuestra industria no portan el signo de prestigio de un "Made in Japan" o "Fabriquée en France". En los Juegos Olímpicos nuestro país no demuestra excelencia ya que los atletas chilenos nunca reciben preseas en el podio, salvo excepciones, que son más bien por coraje individual que como resultado de trabajo a nivel país. En los mundiales de fútbol sólo jugamos bonito. Nuestros científicos y literatos rara vez reciben premios nobel. 

Para colmo, de lo poco que se sabe, es que vivimos bajo una dictadura brutal, encabezada por un oscuro y corrupto militar golpista latinoamericano. Una sufrida república bananera, no pasamos de eso. Se sabe, eso sí, que somos un país de una geografía extraordinaria, pero eso no es resultado de nuestro trabajo, sino mero accidente, y peor aún, hemos devastado nuestros propios recursos y boicoteado nuestro potencial turístico con una infraestructura deplorable. A diferencia de Perú o Bolivia no tenemos culturas precolombinas ricas que mostrar, ni tenemos la cultura urbana y cosmopolita de Argentina. O sea, no tenemos ninguna weá.

Aparte del triste episodio dictatorial, lo paradójico es que exhibimos una de las tradiciones republicanas más extensas del mundo, pero sólo somos conocidos por el exabrupto inaceptable e injustificable de la tiranía pinochetera y el deplorable espectáculo de sus apologistas, y aún sufrimos de un brutal ultra-conservadurismo social producto de la derecha ultraconservadora y ultramontana que, en los aciagos días de la década 70 y 80, en vez de exigir el inmediato retorno a la democracia, sólo se dedicó a justificar atrocidades, práctica que aún persiste hasta hoy.

Otra paradoja es que nuestra transición fue tortuosa pero ha llegado a buen puerto, un logro opacado por el recuerdo imborrable de la pesadilla dictatorial. 

La última vez que Chile fue el epicentro de todas las noticias fue la devastación del terremoto de este año, y anteriormente, por la detención de Pinochet en Londres ante el pedido de extradición requerido por varios países, principalmente España. A Chile le han negado extradiciones en Suiza y Argentina, y nosotros la hemos negado a todos los que han requerido que investiguemos y sancionemos los crímenes perpetrados bajo el gobierno de facto de Pinochet. Ese sujeto, también conocido por su nombre de chapa "Daniel López", se instaló durante la transición en la comandancia de nuestro ejército, y luego, se inventó el cargo de senador para seguir en la impunidad, como lo hizo hasta su infantil error de viajar a Londres.

En una jugada riesgosa, y como lo sugirió Chile Liberal para afianzar nuestra democracia, consideramos necesario poner a prueba a la derecha e instalarla en el poder. La Concertación, ex bloque de Oposición a Pinochet, quedó exangüe luego de 20 años ininterrumpidos en el poder. La idea era jugar a que somos una democracia consolidada y creer que nuestros conservadores están a la altura de un David Cameron o un Nicolas Sarkozy. Los electores hacemos como que elegimos conservadores serios, y los conservadores hacen como que son demócratas. Desde la irresponsabilidad de estar amurrada en la Oposición sin posibilidad alguna de llegar al poder, el sector Conservador se pasó 20 años sin una agenda que ofrecer al país.

Hasta que, después de un intento fallido, aparece Sebastián Piñera, un díscolo de la derecha, y Chile Liberal insta al electorado a darle crédito e instalarlo en palacio.

El mundo vio con inquietud la movida chilena. ¿Chile volvía a clamar por el golpismo? Pocos entendieron que Piñera es un conservador moderado, y que agobiados por el paso cansino de la Concertación en cuanto a crecimiento económico, los votantes chilenos le daban una oportunidad a un líder de derecha que, por contradictorio que parezca, abjuraba del gobierno sanguinario, cleptocrático, autoritario y ultramontano que vio el colapso de la banca en 1982, nos arrojó a una recesión feroz, en vez de privatizar organizó repartijas con los amigotes, y entregó un país con cinco millones de pobres y, peor aún, con su tejido social completamente violentado.

Chile Liberal ha evaluado bien a la gestión de Piñera en su instalación y arranque. El crecimiento ha vuelto y bordea el 6%. Piñera le ha declarado la guerra total a la ineficiencia y el despilfarro. Lejos de ser un líder latinoamericano divisorio, ha estrechado relaciones con Correa en Ecuador luego de la intentona golpista, y ha estrechado lazos con Evo Morales luego del rescate del minero boliviano atrapado en la ya infame mina San José. Con Cristina Kirchner ha expresado su desazón pero la relación es cordial, pero firme. Con Hugo Chávez ha mantenido una prudente distancia, como el transeúnte que se siente importunado por un payaso callejero. Nadie puede decir que el gobierno de Chile lo ha hecho mal internamente, o ha jibarizado la posición de Chile en el continente y en el mundo (como país exportador y comerciante, no podemos cometer ese error). La tarea pendiente que señalamos a Piñera fue la regeneración que necesita su sector.

El golpe anímico del rescate de los mineros ha sido extraordinario. Piñera ha declarado que el plan se hizo "a la chilena". Desde hoy, que hacer algo "a la chilena" sea sinónimo de determinación y excelencia. Como si fuese poco, justo comienza la gira presidencial del mandatario chileno a Europa, y Sky News, principal cadena de noticias del Reino Unido y con el fresco recuerdo del rescate, transmite en directo la llegada del presidente de Chile: Piñera se ha ganado sus cinco minutos de fama. Ha dicho, en el mismo aeropuerto internacional de Heathrow, que admira a David Cameron y su modernización del Partido Conservador, y la forma en que logró formar un gobierno de mayoría. Piñera ha añadido que el gobierno encabezado por Cameron será beneficioso para aquel país.

Es exactamente lo que queríamos escuchar del presidente chileno.

David Cameron asumió el mando del Partido Conservador con la frase célebre: reformarse o morir. Sepultado por la popularidad del neo-laborismo de Tony Blair, y bajo el controversial espectro de Margaret Tatcher, el partido Tory, como les llaman a los conservadores británicos, corrió la misma suerte de la derecha chilena: ser completamente inelegible y no apto para volver al poder. Esto es preocupante en una democracia sólida como la británica, pero mortífero en una democracia convalenciente como la chilena, donde la nostalgia por el hombre fuerte, el autoritarismo y las "agendas valóricas" siguen secuestrando el espíritu reformista que necesitamos para comenzar nuestra modernización.

Luego que Piñera visite el Museo Británico y el Memorial de Winston Churchill, esperamos que se impregne del espíritu democrático de aquella insigne nación que desde el siglo XII, con la Magna Carta, sólo ha visto la suspensión del habeas corpus durante la II Guerra Mundial, cuando un extraño grupo de fascistas británicos fue detenido, ante el temor de que Hitler lograse penetrar la isla. Culminada la guerra, el propio Churchill expresó su horror al ver la suspensión del habeas corpus, piedra angular de la limitación que exigen los gobernados al poder del gobernante, y se eliminó, además, el carné de identidad.


Necesitamos que Piñera comience una nueva etapa de su mandato, ahora que el personaje cuya voz escuchamos en la radio Kioto y que vimos multado por "insider trading" ha sido revestido del prestigio internacional sólo concedido a los presidentes de la Concertación. Recordemos que cuando en Europa vieron, en 1998, que la democracia chilena comenzaba a echar raíces, el Viejo Continente decidió no exigir visas a la entrada de chilenos, uno de los muchos gestos de la comunidad internacional hacia nuestro país. Faltaba que ahora la derecha se ganase la legitimidad internacional que nuestro país tanto añora.

Hoy en 10 Downing Street Piñera ha tomado el té con David Cameron, y esperamos que el joven líder británico le explique a su par chileno cómo logró la ardua tarea de volver a convertir al Partido Conservador en una opción válida. Aparte de eso, ojalá el presidente le cuente lo conmovedor que es ver todas las joyas del arte y cultura universal perfectamente conservadas en el British Museum, lo que demuestra el espíritu universalista y solidario de los ingleses. Sebastián Piñera lleva algunos obsequios, no sólo los restos de roca de la mina San José, sino que recuerdos del barco Beagle, en que el mítico Charles Darwin visitó nuestro país en el siglo XIX.

Cuando Piñera vuelva de su triunfal gira en Europa es hora de dejar que los sicólogos traten a los mineros, y ojalá expertos los asesores sobre cómo lidiar con la prensa sensacionalista chilena, mientras el presidente comienza la segunda etapa de su periodo con una nueva tarea: cómo asegurar la continuidad de su mandato. Está claro que es posible que su gestión económicas sea buena. Si logra, además, asegurar en términos políticos la continuidad de gestión para su sector, es algo que sólo podrá conseguir si redescubre los fundamentos ideológicos del conservadurismo moderado, alejándose de los vestigios sanguinolentos irracionales y homofóbicoa, cuyos patéticos espectáculos en Chile ya deben empezar a desaparecer bajo el mando de Sebastián Piñera.

La izquierda chilena en los años 80 vio el fin de la Unión Soviética y rápidamente cambió la "vía chilena al socialismo" y los rimbombantes discursos del hombre nuevo en la gran alameda por un enfoque social-demócrata pragmático, proveniente de un Bill Clinton o un Tony Blair. Cosechó resultados positivos por dos décadas, y le dio una paliza monumental a la derecha en todas y cada una de las elecciones, sean presidenciales, parlamentarias o municipales.

La derecha debe haberse dado cuenta que llegó a La Moneda más por hartazgo con la Concertación que por otra cosa. Ahora que tienen un líder que puede codearse de igual a igual con conservadores como un Cameron o un Sarkozy, esta es la última oportunidad que tiene el sector conservador de volver a su sustrato pelucón, y no a sus desvaríos dictatoriales, que tanto daño causaron.

Es hora, además, que la Concertación de despabile y nos presente un nuevo líder opositor que desafíe a Locomotora, y no a una Bachelet recauchada (el fiasco de Frei recauchado fue advertido por nuestro sitio). Nos preguntamos por qué Carolina Tohá no asume ya el papel protagónico en la tienda opositora.

Piñera tiene como misión de fondo atraer más inversionistas europeos y para ello es primordial que mostremos un país en permanente reforma, y no a punto de que estalle una revolución. Necesitamos un país ágil donde abrir una empresa, pagar impuestos, contratar o despedir trabajadores sea hecho con celeridad. Un país donde los inversionistas puedan mandar a sus empleados y estos quieran venir a Chile, y no tengan inconveniente en tomar un taxi en cualquier parte, salir de noche con seguridad y mandar sus hijos al colegio sin miedo. Un país donde se respeten los derechos de propiedad con el mismo celo con que el gobierno destinó recursos pasa rescatar a nuestros mineros. Un país donde reine la confianza, y que con el mismo espíritu que nos metimos la mano al bolsillo para la Teletón después del 27-F (o esta nueva Teletón), comencemos a repensar las condiciones de seguridad y productividad con que se trabaja en Chile.

Todo esto se logra en democracia, y con una política de calidad. Alianza y Concertación deben estar a la altura que las circunstancias exigen. Si los mismos que estuvieron detrás del rescate de los mineros son los que estarán estos cuatro años detrás de la administración del país, entonces también necesitamos que la Oposición responda.

Está claro que hemos exorcizado al fantasma de la dictadura. Ya era hora.

miércoles, 13 de octubre de 2010

No estaban muertos...



Reflexiones de Chile Liberal sobre el rescate de los 33 mineros



En la cápsula Fénix nuestros compatriotas fueron rescatados, desde donde emergieron de vuelta a la vida, como hoy Chile y el mundo entero han visto. 

¿Por qué esta noticia ha cautivado a mil millones de personas alrededor del mundo? Barack Obama, David Cameron, entre muchos otros, o han declarado su alegría al ver el rescate, o han llamado personalmente a nuestro presidente para felicitarlo y pasar sus deseos, desde los más lejanos países, a todos los chilenos.

[Addenda: agradezco a todos los amigos extranjeros que han escrito a nuestra casilla de correo (chileliberal@gmail.com) para expresar sus algarabía. Gracias a todos y todas.]

Este ha sido un día maravilloso no para Chile, sino para la humanidad. No se escatimó en recursos para rescatar a 33 personas. ¿Cuál es la motivación? No, no puede ser sólo el deseo de figuración, ni el cálculo político, ni nada por el estilo. El rescate de los mineros, y su fuerza para sobrevivir, nos tocan aquella fibra más sensible: el sentimiento que va más allá del egoísmo, y que es el altruísmo, y nuestro instinto innato por socorrer a quien lo necesita.

No está demás decir que el progreso tecnológico, junto al profesionalismo de los rescatistas y la tenacidad de las autoridades, han hecho realidad lo que muchos creyeron —me encuentro entre ellos— en algún momento era imposible: después de 16 días de abandono total, y en total casi dos meses aislados, rescatar a nuestros mineros y devolverlos a sus familias sanos y salvos.

Los mineros han salido uno a uno, con entereza. Han abrazado con algarabía contenida a sus familias, han saludado dignamente al presidente y sus colaboradores. Algunos han dado gracias a dios, otros han mostrado un banderín de su equipo de fútbol, otros han hecho chistes. En esta situación límite nos dieron una lección de cómo tener temple.

Hoy la bandera chilena ha flameado en todos los televisores del mundo, y en lugares donde nunca antes se escuchó de nuestro país, hoy saben que 33 mineros pudieron haberse desesperado en la oscuridad más profunda de las entrañas del desierto, y haber perecido, o se pudo haber arruinado el plan de rescate. Pero el jefe de turno de los mineros mostró capacidad de liderazgo que ya se la quisieran las mejores escuelas de negocios del mundo, y los mineros relucieron un espíritu de cooperación y un trabajo en equipo deslumbrante. El gobierno supo cuándo pedir ayuda, y el mundo entero brindó la ayuda que pedimos. La preparación de los equipos chilenos fue de una precisión clínica, la ejecución impecable.

Más arriba me preguntaba sobre la motivación para rescatar a los 33 mineros. Pero más allá de eso, Chile Liberal quiere plantear una pregunta a todos los participantes de este foro, y que es una de las interrogantes que todos debemos siempre plantearnos: ¿soy yo acaso el guardián de mi hermano?

[PD: algunas correcciones de redacción introducidas después de la publicación de este artículo. Disculpen que haya salido "a poto pelao". ]

lunes, 11 de octubre de 2010

Jesús, ¡queremos ver tu caca!

Jesús, si existió, ¿hizo pichí?, ¿hizo caca?, ¿se tiraba peos? En el caso improbable que haya existido y si realmente fue crucificado, entonces fue humano, de carne y hueso. Por lo mismo, continúan las preguntas: ¿Jesús se rascaba las bolas al despertar? ¿Se le paraba la pichula? ¿Se corría la paja?

Chile Liberal no es el primero en plantearse estas interrogantes. Ya en el siglo II antes de la Era Común (o "de Cristo"), varios cristianos primitivos cavilaban sobre estas trascendentales materias y formaron escuelas teológicas conocidas como sectas gnósticas en Asia Menor y Egipto, y produjeron varios textos que se conservan hasta hoy. El más destacado teólogo gnóstico fue Valentín, quien en su códice "El evangelio de la verdad" afirma que:

Jesús comía y bebía, pero no defecaba. La potencia de su continencia era tal que los alimentos no se corrompían en él, porque en él no había ninguna corrupción.

Los gnósticos finalmente perdieron la batalla contra los orodoxos, triunfantes en el Concilio de Nicea en el año 325, donde —por votación—, sus miembros (teólogos de la era pre-científica, en sociedades agrarias de la Antigüedad) establecieron por secretaría las verdades absolutas que ocurrieron siglos antes de la supuesta llegada de Jesús a la Tierra. Disparates como el que Jesús era divino y no hacía caca son tan ridículos como el creer que nació de una mujer que no practicó un coito, o que el propio Jesús resucitó.

En el fondo, los cristianos nos han tomado el pelo desde que su supuesto gurú vino al mundo, hecho que así todo es improbable, ya que muchos mesías existieron en la Antigüedad, y Jesús es sólo uno más (como lo documenta Geza Vermes, entre otros eruditos actuales). Uno creería que el avance científico es suficiente para desechar estas idioteces, pero no, siguen en pie, insultando gratuitamente nuestra inteligencia. Lo peor aún, es que estas desfachateces se presentan a la comunidad como acontecimientos sagrados, y pobre de ti que te rías de semejantes ignominias, o peor aún, que digas cosas como que Jesús, si es que existió, debió, como condición necesaria de su existencia, cagar.

Ya hemos presenciado en el pasado que varios artistas han abordado el tema y han generado algún grado de polémica, como vimos en nuestro artículo El Cristo del pichí y la Virgen de la caca, ambas obras plásticas de los artistas Andrés Serrano y Chris Ofili, respectivamente.

Lo increíble es que ahora la el fascismo clerical ya no actúa directamente, sino por proxy, y sus obedientes yanaconas se encuntran enquistados en todo el quehacer nacional, principalmente en lugares estratégicos, como el Consejo Nazi-onal de Televisión, el cual ha dictado una fatwa contra el canal de TV Chilevisión por transmitir en horario de adultos unas parodias sobre Jesús, de los humoristas de "El club de la comedia". El argumento es tan malo como estúpido: vulnera el principio democrático el hacer chistes sobre las creencias sagradas para la mayoría. Como si acaso no hubiese muchísimos cristianos que se han reído a carcajadas con los números de los comediantes.

Esto no es primera vez que ocurre, ni será la última. El caso más emblemático a nivel mundial, y que sentó un precedente (ampliamente desconocido por el CNTV), fue el llamado a censurar la película "Life Of Brian" de los genios del humor británico, Monty Python. El organismo regulador del Reino Unido dictaminó que "una fe que se sienta ofendida por chistes de este tipo, es una fe muy precaria". 

Si los cristianos aseguran que dios está de su parte y es todopoderoso, omnisciente y omnipresente, y que tuvo un hijo, Jesús, quien nació de una virgen, caminó sobre el agua, etc, ¿pueden sentirse ofendidos por unas parodias en un programa de humor? Al parecer sí. Y ha seguido un vil acto de amedrentamiento, que es la amenaza de formulación de cargos contra Chilevisión, para así evitar estas situaciones en el futuro. El catolicismo se reviste de aura intocable, y puede continuar con su agenda de maldad, como lo es encubrir curas pedófilos, promover mentiras sobre los anticonceptivos, boicotear la fertilización in vitro y las investigaciones en células madres, y de paso, seguir montando shows como bautismos y casamientos a pelotudos dispuestos a pagarles y seguir dándole afrecho a este chancho, como quizás tú amigo lector lo has hecho.

Sería inaceptable ir a interrumpir una misa y decirle a los feligreses: "oye, pídanle a Jesús que multiplique el copete". En un estado de derecho la gente tiene garantizada su libertad para creer en lo que se le venga en gana, y practicar sus credos en tranquilidad, sin ser víctima de impertinencias. Si tú quieres creer que Jesús volverá el 2012 y bajará al Valle de Elqui, cosa tuya. Si crees que en la Segunda Venida de Jesús el Señor bajará al estado de Utah, como creen los mormones, no tienes mi apoyo, no te creo, pero adelante. 

Pero por favor, no pidas que otros no se caguen de la risa de tus tonterías. Eso sí que es faltar el respeto. Y no ando lloriqueando pidiendo que cierren tus iglesias, así que no acuses al resto de intolerancia.

En el siguiente sketch, Jesús quiere ir a defecar pero sus sus discípulos lo siguen. Él les pide que no lo sigan más, que quiere lo dejen solo para ir al baño. "¡No, somos tus discípulos!", grita uno de sus seguidores. "'¡Es una prueba de fe!", exclama otro. "¡Queremos ver tu caca!". Bueno, si estos cristianos se sienten ofendidos, está claro que las ideas más irracionales necesitan recurrir a la fuerza de la ley para hacerse respetar. Al contrario, las ideas más poderosas siempre se imponen por la pura autoridad que comanda la verdad. Si una fe de 2000 años se siente ofendida por esta parodia, dejen al menos que los espectadores sancionen cambiando de canal, y no vulnerando el derecho de unos a producir humor, y el derecho de otros a consumirlo.

sábado, 2 de octubre de 2010

Argentina acierta

La decisión de no extraditar a Galvarino Apablaza, autor del asesinato de Jaime Guzmán —cerebro de la dictadura—, ha sido correcta

Es necesario comenzar declarando que a nuestro sitio lo inspira el espíritu de la moderación de los whigs, y que privilegiamos el diálogo flemático por sobre la violencia y el apasionamiento. El objetivo último de este espacio en la red es exaltar los valores cívicos y cultivar las virtudes republicanas. Nuestro rechazo al autoritarismo y al extremismo es absoluto.

Por lo mismo, creo que Argentina no debió extraditar a Galvarino Apablaza, autor —al parecer— de los disparos que en abril de 1991 pusieron fin a la vida del oscuro ideólogo de la dictadura pinochetista, Jaime Guzmán. Al otro lado de los Andes se le considera "militante político" y un "luchador contra la dictadura", mientras que, en la ladera del Pacífico, es un "terrorista". Ambas posturas tienen algo de razón, pero la balanza se inclina hacia el Atlántico.

La disyuntiva
Hay dos formas de luchar contra un régimen absolutista: la vía política, y la vía armada. Cuando la primera es imposible, la segunda es plenamente legítima. Cuando el gobierno se vuelve abusivo y somete al pueblo a sus arbitrarios designios, gobernando por decreto, los gobernados tienen derecho a formar una milicia armada que destituya al tirano (como lo establece la Segunda Enmienda de la Constitución Americana, algo que Chile Liberal comparte). Galvarino Apablaza (ver foto arriba) fue uno de éstos, y aunque no compartimos por un segundo su ideología política de corte marxista, digamos que en ningún caso él mató a un "ser humano inocente". Todo lo contrario. Como veremos a continuación, Jaime Guzmán fue un sujeto repelente.

La vía política es la que comparte Chile Liberal, y ésta fue la del Acuerdo Nacional, que desembocó en un llamado a participar en el plebiscito de 1988. Este pacto lo suscribe nuestro actual presidente, Sebastián Piñera, quien en aquella época coordinó y financió la campaña del No, la cual terminó, sin disparar un solo tiro, por poner de rodillas a la dictadura más abyecta que conoció nuestra historia reciente, experiencia que nadie quiere repetir, y que sentó un ejemplo para América latina sobre cómo deshacerse de las dictaduras. 

Como todos sabemos, el propio Pinochet quiso desconocer los resultados y ordenó sacar a los militares y los tanques a la calle para usarlos, nuevamente, contra sus propios compatriotas. Esta vez sus subordinados se negaron, y la voluntad popular prevaleció por sobre las ansias de poder, la corrupción, y la demencia autoritaria y sanguinaria. Detrás de los culatazos a civiles, del amedrentamiento con helicópteros volando a ras de suelo por las poblaciones marginales, y de las declaraciones de odio de Pinochet ("agentes soviéticos" eran todos sus oponentes), está el cerebro de Jaime Guzmán, un triste profesor universitario que en su escritorio lucía una calavera, que él usaba para sus pasatiempos favoritos: reflexionar sobre la muerte, admirar al régimen franquista y alabar al carlismo español, entre otras ideologías ajenas a nuestra identidad nacional, siempre de talante moderado. Históricamente, desde la emancipación nacional, los paradigmas fueron el parlamentarismo inglés o el republicanismo francés. En el siglo XX, lógicamente, comenzó la admiración por el presidencialismo norteamericano. Jamás un político mainstream chileno consideró al carlismo o al franquismo como apropiados para nuestro carácter. Excepto, desde luego, Jaime Guzmán, quien fue en sí mismo un extremista.

¿Qué hizo Apablaza?
Apablaza no mató a una viuda vulnerable abandonada a su suerte, ni exterminó a un niño inocente. El ex frentista hizo justicia contra aquel que dedicó una vida a retorcer la filosofía del derecho hasta convertir el recoveco legal en un sistema político centrado en un gobierno cuasi-dictatorial, mientras justificaba los crímenes de un gobierno aborrecible.

Para entender qué ideas sostenía, ésta es la inspiradora posición de Guzmán (foto izquierda) sobre el aborto:

La madre debe tener al hijo aunque éste salga anormal, aunque no lo haya deseado, aunque sea producto de una violación o, aunque de tenerlo, derive en su muerte.  Hay personas para las cuales el límite entre el heroísmo o el martirio, y la falla moral, por otra, se estrecha hasta hacerse imposible. La mayoría de los seres humanos viven gran parte de sus vidas en una amplia zona intermedia que hay entre ambas, pero la Providencia permite, exige o impone muchas veces a un ser humano que ese cerco se estreche y la persona se encuentre obligada a enfrentar una disyuntiva en la cual no queda sino la falla moral, por una parte, o el heroísmo, por la otra, en ese caso tiene que optar por el heroísmo, el martirio o lo que sea. (ver fuente)

Ese pelado solterón criminal pinochetero de lentes poto de botella pretende que, por ejemplo, mi mujer muera en complicaciones de parto y dejarme viudo, ¿por qué?, porque la Providencia quiso (amén). OK, Apablaza se piteó a Jaime Guzmán. Tremenda weá.

Sobre el sufragio universal, Guzmán nos explicaba:
"resulta evidente que para la tarea de resolver los destinos del país no todos los ciudadanos se encuentran igualmente calificados" (ver fuente)

Sobre la democracia:
es sólo un medio y ni siquiera el único o más adecuado en toda circunstancia

No sólo fue el artífice de la Constitución que hasta hoy nos rige, la cual no fue fruto de una Asamblea  plenipotenciaria conformada por grandes juristas, cientistas políticos, filósofos o incluso artistas y representantes de los trabajadores, no. Fue fruto de su propia lúgubre cosmovisión, y como operador político logró apartar a Alessandri de la comisión Ortúzar, donde varios demócratas quisieron de algún modo ablandar una dictadura sangrienta, pero finalmente terminó imponiéndose el extremismo guzmaniano por sobre la moderación, con joyas del constitucionalismo como el artículo VIII y el crimen de pensamiento (derogado, pero la pesadilla orwelliana aún continúa latente con el hijo bastardo de Jaime Guzmán, el partido ultraconservador UDI). 

Por lo anterior, se desprende que Galvarino Apablaza no dirigió sus actos violentistas contra la población civil, sino que contra blancos legítimos, como fue el ideólogo de un régimen sangriento e ilegal. Sus métodos no deben ser elogiados con fervor, pero en estricto rigor, actuó cuando la justicia fue pusilánime. Es, en cierta forma, como se sostiene en Argentina, un luchador contra la dictadura.

Argentina no es nuestra nación vecina, sino que mucho más que eso, es nuestra nación hermana, y a pesar de las diferencias que tienen todos los hermanos que se quieren, incluso cuando hemos estado apuntándonos con fusiles y listos para dar la orden de matar, ha primado la cordura. Por lo mismo, La Moneda, por mucho que consideremos que Argentina se merece más que la dinastía cleptocrática y fascistoide de los Kirchner, no debe enfriar relaciones con la Casa Rosada por el fallido intento de extradición de Galvarino Apablaza. Chile también ha negado solicitudes de extradición a Argentina, como en el caso Prats. Sebasián Piñera debe dar prioridad a otros temas en la agenda bilateral con Argentina, y dejar este asunto en el pasado.