domingo, 13 de mayo de 2007

Anarchy in the UK, Eurovisión y Tony Blair



Hace una década, los británicos nos ponían ante la disyuntiva: ¿Oasis o Blur? En esos momentos, no eramos pocos los que preferíamos “There’s No Other Way”. Gran Bretaña dominaba las ondas radiales, el Brit Pop se convertía en patrimonio de la humanidad, Liam Gallagher y Damon Albarn se disputaban la corona de reyes del rock. En política, sin embargo, no había ninguna duda quien imponía el ritmo, no podía ser otro sino el escocés, líder del la banda de rock universitario Ugly Rumours, Anthony Blair, en sus días de estudiante de derecho en Oxford. Pero avancemos a 1997 y el mundo veía como Cool Britannia adoptaba la Tercera Vía. “Mi generación es la primera que puede contemplar la idea de que podremos vivir toda nuestra vida sin que debamos mandar nuestros hijos a una guerra”, declaraba en mayo, 1997. El mundo alcanzaba el clímax. Ése era el líder que necesitábamos. Las encuestas le otorgaban casi un 70% de apoyo. Oh, y por supuesto, los británicos junto con Katrina and The Waves ganaban el festival musical Eurovisión, donde los países votan por afinidad política más que por talento musical (que escasea).

Hoy, el Brit Pop ha muerto. Tony Blair ha descendido a un 35% de aprobación (uno de los más magros jamás registrados). Los representantes británicos en Eurovisión, el grupo Scooch, terminó penúltimo, con un número grotesco, la tragedia habría sido completa si no hubiese sido por los votos que siempre les otorgan Irlanda y Malta (país liberado por los ingleses). No es coincidencia que The Times este domingo haya editado el volumen 1 de una compilación llamada “Anarchy in the UK, para que recuerdes tus años de rebelión”. El líder de la oposición, David Cameron, le había endilgado a Blair el poco auspicioso título de “Hombre muerto caminando”, y finalmente, el vocalista de Ugly Rumours anunció su renuncia.

Tony Blair en realidad ha abandonado la jefatura del gobierno de Su Majestad en su calidad de líder del Partido Laborista, y lo más probable es que su Canciller autista, Gordon Brown, otro escocés, asuma las riendas del gobierno. Es tal el desprecio hacia Tony Blair que es casi imposible que los laboristas ganen la próxima elección general. La corrosiva amistad entre Bush y Blair ha convertido a Cool Britannia en un chiste de mal gusto. Su par americano también goza del apoyo de unos pocos, sólo los campesinos en Iowa y los pistoleros de la NRA en Utah lo apoyan, aparte de los directores de Exxon Mobil. El eje angloamericano es una muestra patética de cuánto puede cambiar el mundo en una década, pero en particular, el caso de Tony Blair tiene resonancias en Chile.

Nosotros también elegimos a una líder carismática, “buena onda”, “cool”, “simpaticona”, que generó delirios de efervescencia una vez instalada al mando del país. Pero elegir a la persona a cargo de los destinos de una nación debe obedecer a criterios más técnicos que a referencias personales del candidato. Ambos, Blair y Bachelet, tienen algo en común, y es que simbolizan un quiebre respecto a la izquierda en sus respectivos países. De la UP a la Concertación hay una distancia sideral, equivalente al salto de Labour a New Labour.

Escucho a Johnny Rotten bramar “soy un anticristo, soy un anarquista, sé lo que quiero y sé lo que hago: quiero destruir, porque soy anarquista”, letra de Anarquía en el Reino Unido, que interpreta bastante bien la rabia acumulada contra quien ayer nos prometió que ya no tendríamos que ir a ninguna guerra, pero terminó lamiéndole el culo a George Bush y refrendando incondicionalmente el disparate llamado “War On Terror”. Ese joven y “charming” primer ministro laborista también me recuerda el tema de Blur “The story of a charmless man”. Su sonrisa hoy es hipocresía, su claridad hoy es engaño, sus palabras aún no explican el escándalo de corrupción que le valió el privilegio de ser el único primer ministro interrogado en Downing Street, la casa de gobierno. Mentiroso, corrupto, cobarde. Blair debió haber renunciado hace dos años, hoy es demasiado tarde.

Tan atroz como el final de Tony Blair fue, como siempre, Eurovisión. Los europeos aún sienten la necesidad de avergonzarse por la II Guerra Mundial, y mostrar lo peor de sí mismos en un concurso que en vulgaridad y falta de talento sólo es superado por el Festival de Viña. Scooch y su tema “Flameando la bandera” fue un número triste. Los votos que recibieron quizás sean un reflejo de lo que hoy representa el Union Jack, la bandera británica: opresión. Quizás el único primer ministro comparable a Anthony Blair sea Anthony Eden y ese otro desaguisado internacional, la invasión de Suez.

En Chile Liberal pronto publicaremos un artículo sobre el legado del recientemente renunciado Tony Blair. Por ahora, sólo deseamos que se vaya luego. Se va por la puerta angosta y nadie lo va a echar de menos. Goodbye, Tony. Hasta nunca.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre considere que Bachelet era el mal menor. Hoy lo sigo pensando, a pesar de que no pasa una semana en que aparezcan sus chambonadas en la Tv.

PS: Notable la referencia al britpop, qué años fueron esos!

Chile Liberal dijo...

Wonderwall fue elegido el himno de los '90, merecido.

Si bien, el baterista de Blur se candidateó en la lista laborista pero perdió. Albarn ha logrado éxito notable con Gorillaz.

Bachelet sí es el mal menor, en eso estamos de acuerdo. Por ello, debemos ejercer una Oposición robusta.