domingo, 22 de noviembre de 2009

Hayek, la desigualdad y la UDI

Ahora que, como dice Carlos Peña, gracias a la candidatura de Marco Enríquez-Ominami ha llegado la hora de los liberales, es necesario hacer diferencias con los neo-liberales (de esto habrá más en nuestro siguiente artículo). Para entender por qué, además, no es bueno que gane la UDI en los próximos comicios, Chile Liberal los deja con el siguiente artículo de la Revista Capital.


Hayek, la desigualdad y la UDI
Por Renato Cristi
Fuente: Revista Capital


Es importante preguntarse si la UDI sigue adhiriendo a los planteamientos de Jaime Guzmán acerca de las bondades de la desigualdad social.

Es posible que Piñera gane la elección presidencial y que la UDI vuelva al gobierno. Dado que uno de los desafíos centrales sigue siendo la enorme desigualdad en la distribución de ingresos, es importante preguntarse si la UDI, que se vende como partido comprometido con los pobres, sigue adhiriendo a los planteamientos de Jaime Guzmán acerca de las bondades de la desigualdad social.

Guzmán tiene una deuda histórica con Hayek, quien busca derivar su filosofia neoliberal del liberalismo clásico. Aunque existen similitudes entre esas dos corrientes de pensamiento, hay también una esencial diferencia que dificulta su asimilación.

El liberalismo clásico afirma la libertad, pero a la vez la igualdad. El contexto histórico de Locke y Kant nos muestra que su adversario principal fueron las jerarquías feudales y la idea de desigualdad como un dato natural. En cambio, el adversario histórico del neoliberalismo es el socialismo. Hayek hereda de Mises la orientación anti-Estado que se expresa en sus célebres disputas con Keynes y Oskar Lange.

En The mirage of social justice, Hayek se opone a la idea de igualdad de oportunidades, pues ello significaría poner en manos del Estado un control ilimitado de las circunstancias que afecten al bienestar de las personas. Durante una visita a Chile, Hayek, en una entrevista realizada por Guzmán, admite que la desigualdad es motor indispensable de la producción capitalista: “como he sostenido otras veces, si la redistribución fuera igualitaria habría menos que redistribuir, ya que es precisamente la desigualdad de ingresos la que permite el actual nivel de producción” (Realidad, mayo de 1981).

Pinochet, y luego Thatcher y Reagan, diseñan sus políticas teniendo a la vista el rechazo de Hayek al igualitarismo y su opción por un ideal de libertad preferencial que exige la ausencia de interferencia estatal. El 10 de octubre de 1975, en un discurso en los Winter Gardens de Blackpool, Thatcher afirma: “todos somos desiguales. Nadie, gracias a Dios, es igual a otra persona por más que los socialistas pretendan que no es así. Creemos que toda persona tiene un derecho a la desigualdad, pero a la vez todo ser humano es igualmente importante para nosotros”.

En 1980, Guzmán publica Reagan y el fracaso socialista (Ercilla, 12 de noviembre), en que enrostra a la izquierda democrática el intento de atenuar el carácter totalitario de la izquierda marxista “como el costo de implantar una sociedad supuestamente igualitaria”.

¿Cuáles son los logros del neoliberalismo? Según Guzmán, ha revitalizado la propiedad privada y la libre empresa. El Estado ahora “disminuye su tamaño y orienta su función redistributiva a superar la pobreza –y no una utópica igualdad– como instrumento de efectiva justicia social”. Enfatiza el impulso privatizador en “ámbitos como la educación, el mercado laboral, el sindicalismo, la seguridad social, la salud”, puntos claves del neoliberalismo de Pinochet.

La idea hayekiana de la desigualdad como motor del capitalismo determina tambien el argumento de ¿Que no haya ricos o que no haya pobres? (Realidad, marzo 1980). Guzmán, inspirado en José Piñera, postula que la necesaria desigualdad entre ricos y pobres es el motor del crecimiento económico y la única solución realista para eliminar la pobreza. La alternativa es el socialismo igualitario que conduce al empobrecimiento de la sociedad entera. Soluciones intermedias (“terceras vías”) son ilusión y utopía. Concluye con una afirmación de temple aristocrático: “siempre el progreso se ha logrado por el fruto con que la obra de pocas eminencias cumbres se ha derramado sobre el resto del cuerpo social”. Ello implica, reconoce, “aceptar la desigualdad como dato de la Creación”. Las objeciones del liberalismo clásico a las jerarquías feudales han sido olvidadas.

El pensamiento político de Guzmán se plasma en la Declaración de Principios de la UDI. Reconoce su acápite 4 que es función indelegable del Estado “la promoción de la mayor igualdad posible de oportunidades básicas”. Pero lo que otorga este párrafo lo quita el acápite 6, que desconoce y cercena la función del Estado en aras de la libertad preferencial en la educación, la salud, la seguridad social y la actividad gremial.

Prueba de que estamos lejos del liberalismo clásico es el acápite 27 de la Declaración, en que se lee: “frente a quienes hacen de la política una mera reivindicación de derechos, silenciando las obligaciones que le son anexas…[la] UDI se propone… respetar las jerarquías naturales en los diversos ámbitos del quehacer nacional, combatiendo la tendencia al igualitarismo rasante de las sociedades masificadas”.

En la lucha contra el socialismo, Guzmán y la UDI, ciñéndose a Hayek, abandonan la lucha por la igualdad clásica y optan por las jerarquías naturales del medioevo. Hay que considerar que Guzmán fue partidario del carlismo español, movimiento que buscó revitalizar las jerarquías feudales.

En 1962, visita Chile el joven príncipe Heinrich von Starhemberg. Es invitado el 30 de abril al Colegio de los SSCC y Guzmán prepara una reseña de su charla. Starhemberg dirige su diatriba contra el paradigma revolucionario que se inicia con la “rebelión de los ángeles en el Paraíso”. En la modernidad esta rebelión se manifiesta en tres “fenómenos diabólicos: la Reforma luterana, la Revolución Francesa y el comunismo”. También anuncia una nueva época en que no tendrán “cabida los absurdos parlamentos de las democracias modernas” y encomia al régimen de Franco. Guzmán concluye afirmando que Su Alteza “hizo votos por nuestro éxito en la batalla en que estamos empeñados, para que se abra en Chile… la nueva era, jerárquica, tradicionalista, dinámica, pero por sobre todo, profundamente católica.”

El camino hacia la decadencia se desencadena con la revolución liberal de la igual libertad. La contrarrevolución que se anuncia busca restaurar la desigualdad jerárquica feudal. ¿A qué otra cosa pueden aspirar estos jóvenes contrarrevolucionarios sino a re-establecer el modo de vida aristocrático que corrompen Lutero, Locke y Kant?

5 comentarios:

Mario Abbagliati dijo...

"En la lucha contra el socialismo, Guzmán y la UDI, ciñéndose a Hayek, abandonan la lucha por la igualdad clásica y optan por las jerarquías naturales del medioevo. Hay que considerar que Guzmán fue partidario del carlismo español, movimiento que buscó revitalizar las jerarquías feudales."

¿Qué entiende este el Sr. Cristi por igualdad clásica, igualdad ante la Ley o mediante la Ley? Hayek defiende un orden social basado en el orden espontáneo.

La constitución de la libertad, Capítulo X, Las Leyes, los mandatos y el Orden Social (página 201)

" Cuando decimos que la ley es instrumental, queremos significar que al obedecerla el individuo persigue sus propios fines y no los del legislador."

¿Suena eso que Hayek opta por las jerarquías naturales del medioevo?

En la página 195 cita a Ortega y Gasset:

"Orden no es una presión que desde fuera se ejerce sobre la sociedad, sino un equilibrio que se suscita en su interior."

Sobre la desigualdad sugiero leer el tercer epígrafe (progreso y desigualdad) del capítulo III de la misma obra (página 71):

"las nuevas cosas o los nuevos bienes, a menudo, llegan a constituir el patrimonio de la mayoría de la gente sólo porque durante algún tiempo han sido el lujo de los menos."

Resumiendo: los lujos de hoy se convierten en la necesidades del mañana. Como de eso se llega a que Hayek defiende los privilegios del orden feudal necesita una explicación algo más elaborada que el decir que a Guzmán le gustaba el Carlismo.

Sobre la tan mañida y atávica desigualdad en el reparto de la riqueza sugiero la lectura del capítulo IX sobre la Revolución Industrial del libro de John Hicks A Theory of Economic History. Palabras clave: capital fijo y capital circulante. Ahí encontrarán la respuesta al dardo envenenado de Cristi y que nuestro moderador ha decidido realzar:

"Dado que uno de los desafíos centrales sigue siendo la enorme desigualdad en la distribución de ingresos, es importante preguntarse si la UDI, que se vende como partido comprometido con los pobres, sigue adhiriendo a los planteamientos de Jaime Guzmán acerca de las bondades de la desigualdad social."

http://books.google.com/books?id=ll1ju5ZFjZcC&dq=john++hicks+atheory+of+economic+history&printsec=frontcover&source=bl&ots=Y_r6xGq_Ue&sig=-NuKL2Z_20mtmKO-VOP6QvuR_aI&hl=es&ei=bwMKS-_8MMuUtgeu2d3LCg&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=6&ved=0CCkQ6AEwBQ#v=onepage&q=&f=false

Herr Löbel dijo...

No me importa la desigualdad, porque no soy envidioso. Me importa la pobreza. (Pedro Schwartz).

socióblogo dijo...

Me parece que el artículo dice clarito que Guzmán y la UDI optan por defender las "jerarquías naturales", no Hayek. No hay que irse a leer una serie de libros y capítulos para entenderlo.

http://chilerenovacion.blogspot.com/ dijo...

sistema de protección social impulsado por la Presidenta Michelle Bachelet

es digno de imitar el verdadero cambio en la historia de Chile de protección social , y cualquiera de los candidato a la presidencia , por ética debe continuar con el desarrollo social, es un patrimonio de todos los Chilenos .y es un ejemplo a seguir
un legado de su excelencia la Presidenta Michelle Bachelet, Stgo de Chile

Anónimo dijo...

Esto parece propaganda politica, más que un argumento.
¿Porque sostienes que la superación de la pobreza radica en el estado?

Me interesa saberlo, ya que no logro ver que sea un argumento logicamente valido(en el sentido matemático)

Además, se me ocurre más de una manera de superar la pobreza, sin la ayuda del estado.


¡Saludos!
De parte de Uri