Un espectáculo triste que tiene cuerda para rato
Se acerca el fin del verano y nos preparamos para despedirlo. Es el momento en que la TV trata de subirle el pelo a la basura que transmite, y que el vulgo pide, transmitiendo a todo el país un espectáculo chabacano pomposamente llamado "Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar".
Cada país se ve reflejado en sus fiestas nacionales y carnavales. Los brasileños aseguran tener la fiesta mais grande do mundo, el Carnaval de Río, que con su meticulosa preparación logra acaparar la mirada del planeta entero, aunque la mayoría de los brasileños no puede costear una entrada al sambódromo, más bien sambean en otros festivales menores, que no son otra cosa sino una explosión de desenfreno y evasión antes de que comience la represión católica de Cuaresma, todo sazonado con tradiciones animistas y paganas traídas de África. Los alemanes, gente seriota y extraña, son los organizadores del verdadero carnaval más grande del mundo, el Love Parade (y su versión alternativa, el Fuck Parade), aunque éste ya es un pálido espectro de lo que llegó a ser en los años 90 (la réplica chilena del Love Parade fue un bochorno que por decoro no conviene recordar).
El carácter del Homo chilensis está plasmado en el Festival de Viña. Éste es en esencia un programa de TV que nadie admite verlo, pero al final todos lo vemos, aunque sin prestar atención, menos aún disfrutándolo. Es como masoquismo. Está como ahí, pasando en la tele, pero nadie lo pesca. La única gracia es esperar los abucheos y pifias de los pelusones en la galería, que van ilusionados a presenciar un espectáculo de categoría mundial, pero al ver las proporciones liliputienses del escenario en la Quinta Vergara, se decepcionan. Y peor aún, muchos de los artistas no son sino relleno ante las falencias presupuestarias de la municipalidad de Viña del Mar. Todos lo vemos, sin verlo. Viña "es lo que hay", y por eso es chileno hasta la médula.
Desde luego que Viña ha sido testimonio de las convlusiones de la historia de Chile. Los cánticos de protesta en la versión de 1973, la presencia de Pinochet en la tribuna, el abortado mensaje de Sting, "hay que escuchar al pueblo" o algo así que declaró uno de esos galanes tercermundistas, las obscenidades contra Xuxa y su posterior llanto, y hasta ahí me acuerdo, porque luego me fui del país y me di cuenta que Viña es una soberana mierda al lado de un evento de verdad como lo es el Festival de Glastonbury, evento realizado en un pequeño poblado en Inglaterra donde la mitología druídica dice que en una colina del lugar convergen las Líneas Ley (huevadas), y ahí se congregan las principales bandas de rock del Reino Unido, y del mundo anglosajón principalmente, aunque no exclusivamente. Aquí estriba la principal razón por la que me carga el Festival de Viña.
Los chilenos no tenemos una cultura rock importante. El rock nace paralelamente en EEUU a partir de la música negra, y en el Reino Unido como expresión del propio floklore británico en ambas islas (Gran Bretaña e Irlanda). A los chilenos, al contrario, nos gusta bailar cumbia con el poto parao, cual Toyota Yaris. Peor aún, bailamos salsa, merengue, regettón, todas las weás, con el mismo paso. Y como esa música sólo me llega al alma cuando es en el refinado contexto de fiesta mechona en Cartagua con un melón con vino en la mano, doblado como un churro (y de seguro bailando igual que Chandler en Friends), no veo cómo pueda ser parte de un Festival como el de Viña, que progresivamente se ha "localizado", hasta perder su esencia musical llegando a ser el monstruo no el público, sino el show en sí mismo, por su paupérrima calidad. El Festival simplemente no es para mí, aunque desde luego respeto a la manga de giles que quiere verlo, y que no se lo pierde, aunque lo ve a medias, sin saber quién chucha está sobre el escenario, y mejor ni hablemos sobre el certamen internacional, que no interesa a nadie.
La pobreza de la competencia musical terminó por matar al Festival. La competencia es como el premio Nóbel de literatura: a nadie le importa quién lo gane, y nadie sabe quién cresta lo gana: ¿ustedes sabían quién mierda era Herta Müller?, ¿o creen que los eruditos suecos sabían quién era Gabriela Mistral? El criterio de los jurados del Festival es el mismo que el de los "expertos" de la Academia sueca: denle el premio a cualquier huevón, acá lo importante es la parafernalia. El ganador de Viña no tiene posibilidad alguna de consolidar una carrera. Notable fue el tercer lugar de una desconocida cantante medio gótica venida de Colombia, de pelo negrísimo quien guitarrita en mano cantó bastante bien. Los huevones del jurado tuvieron a Shakira frente a ellos pero fueron incapaces de impulsar la incipiente carrera de alguien que, excepcionalmente, sí tenía talento (para el pop, claro está). En una oportunidad fue invitado al jurado un señor que quizás les suene: Sir George Martin. Ningún periodista supo quién era, y cómo podrían, si nuestro país tiene a los periodistas más ignorantes que se han visto. Uno que otro fue a entrevistar al viejo gringo ése. Las preguntas fueron tipo: ¿le gustó Chile?, ¿ya tomó vino, que es el mejor del mundo?, ¿comió empanadas caldúas?, ¿se tiró muchos peos después de comer porotos granados?
Para coronar este desfile de artistas de novena categoría, ahora le han añadido una grosería más: la elección de la reina del Festival. Acá la elegancia, la clase, el garbo de las argentinas compite teta a teta con lo grácil, imponente -y algo charchetiento- de las shilenas. Todo empezó resaltando la belleza de algunas artistas, al menos de gente que pisaba el escenario, que deslumbraban con su atractivo físico, como la hermosa "cara de travesti" Yuri, o el quirofánico encanto de Rafaella Carra ("explota explota expló, pum pum"). Al menos estas damas tenían el mérito de cantar. Como las huevas, pero cantaban. Pero resulta que como nuestro medio farandulero exalta lo burdo, nuestras modelos se enchulan para alejarse lo más posible de los cánones griegos de belleza, y para más remate, las invitan a todas a una "gala" antes que comience el Festival. Pero estas mujeres no se han operado para asistir a "galas", por lo mismo, simplemente no tienen la presentación para vestir de gala. Marc Jacobs jamás diseñaría nada para la Barrientos (desconozco su nombre), el diseñador arruinaría su brillante carrera, y si ella llegase a vestir un diseño de él, Jacobs se enfurecería. Vi en las noticias una mina llamada Montero a quien no sólo le corrieron mano de lo lindo al llegar a la "gala", sino que francamente, no andemos con rodeos, parecía puta de burdel de obreros (quizás es excelente hija, buena amiga, y gran persona, no me refiero a ella como individuo, sino exclusivamente a su rameril aspecto). Ni hablar de la Pamela Díaz, mujer que no debe jamás abrir la boca (al menos, no para hablar). Nos olvidamos que esta cuestión era "Festival de la Canción" y terminó en festival de pelos amarillos, no rubios, y carnaval de siliconas y escotes puteriles. ¿Música? ¡Nah! Eso es secundario.
Aciertos ha habido, pero tarde. Por ejemplo, sacar al dinosaurio de Vodanovic (hoy dedicado al biomagnetismo), a quien en la década 70 (cuando en plena dictadura con toque de queda imagino que se popularizó este espectáculo enclaustrado) le traían cada día una mina de decoración para animar. Él, en su grisácea circunspección, era el verdadero y único animador. Noto ahora como el papel de la mujer ha cambiado y la cute Soledad Onetto ahora parece llevar las riendas de la animación. Al menos, ella anima en dupla con Camiroaga. La animadora ya no es un florerito del animador. Si esto refleja cómo ha mejorado en nuestra sociedad el papel de la mujer, es entonces un motivo para aplaudir.
Pero por sobre todo, esta es la era del reggeaton (no lo detesto, es simplemente una cuestión ajena a mi persona), la cumbia y los ritmos que exigen moverse sin estar obligadamente sobre la arena con un melón con vino escuchando la Sonora Palacios en una bacanal etílica/psicotrópica. O sea, esta cuestión del Festival no es para mí. Ni siquiera el humor. Al chileno le gusta el humor grueso, genital y escatológico. La única excepción sería Coco Legrand, quien sin duda tiene relatos de extraordinaria calidad, pero que sus incisivas historias e inteligentes observaciones son muy pocas, y para hacer un show completo extiende su libreto hasta el letargo, reduciendo el impacto de sus chistes, pasando finalmente por fome. Si no lo pifian es porque Coco Legrand es una institución reverenciable.
Ahora que el dólar está barato y los artistas bajan a América latina porque el país del Norte está en crisis y necesitan liquidez ellos mismos, podría contratarse artistas de más categoría. Pero a pesar de todo, todavía el poto de Beyonce vale muy caro como para que lo menee en la Quinta Vergara. Los artistas chilenos son malos, pero "es lo que hay". Recuerdo de cabro chico estar viendo el festival, ya medio dormido, con mis viejos también lateados a más no poder, pensando más en las últimas idas a la playa y volver de las vacaciones que en otra cosa. Si no hay artistas buenos, si la competencia es pobre, y toda la farándula que rodea al Festival es deplorable, quizás lo seguimos viendo por atavismo, porque de chicos lo hemos visto, y no sabemos otra cosa. Pero al fin y al cabo, todos sabemos que lo mejor son las pifias. El pueulo, la galucha, logra boicotear el show, y ser la verdadera estrella del espectáculo. Mientras seamos pelusones y buenos p'al hueveo, Viña tendrá festival.
Se acerca el fin del verano y nos preparamos para despedirlo. Es el momento en que la TV trata de subirle el pelo a la basura que transmite, y que el vulgo pide, transmitiendo a todo el país un espectáculo chabacano pomposamente llamado "Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar".
Cada país se ve reflejado en sus fiestas nacionales y carnavales. Los brasileños aseguran tener la fiesta mais grande do mundo, el Carnaval de Río, que con su meticulosa preparación logra acaparar la mirada del planeta entero, aunque la mayoría de los brasileños no puede costear una entrada al sambódromo, más bien sambean en otros festivales menores, que no son otra cosa sino una explosión de desenfreno y evasión antes de que comience la represión católica de Cuaresma, todo sazonado con tradiciones animistas y paganas traídas de África. Los alemanes, gente seriota y extraña, son los organizadores del verdadero carnaval más grande del mundo, el Love Parade (y su versión alternativa, el Fuck Parade), aunque éste ya es un pálido espectro de lo que llegó a ser en los años 90 (la réplica chilena del Love Parade fue un bochorno que por decoro no conviene recordar).
El carácter del Homo chilensis está plasmado en el Festival de Viña. Éste es en esencia un programa de TV que nadie admite verlo, pero al final todos lo vemos, aunque sin prestar atención, menos aún disfrutándolo. Es como masoquismo. Está como ahí, pasando en la tele, pero nadie lo pesca. La única gracia es esperar los abucheos y pifias de los pelusones en la galería, que van ilusionados a presenciar un espectáculo de categoría mundial, pero al ver las proporciones liliputienses del escenario en la Quinta Vergara, se decepcionan. Y peor aún, muchos de los artistas no son sino relleno ante las falencias presupuestarias de la municipalidad de Viña del Mar. Todos lo vemos, sin verlo. Viña "es lo que hay", y por eso es chileno hasta la médula.
Desde luego que Viña ha sido testimonio de las convlusiones de la historia de Chile. Los cánticos de protesta en la versión de 1973, la presencia de Pinochet en la tribuna, el abortado mensaje de Sting, "hay que escuchar al pueblo" o algo así que declaró uno de esos galanes tercermundistas, las obscenidades contra Xuxa y su posterior llanto, y hasta ahí me acuerdo, porque luego me fui del país y me di cuenta que Viña es una soberana mierda al lado de un evento de verdad como lo es el Festival de Glastonbury, evento realizado en un pequeño poblado en Inglaterra donde la mitología druídica dice que en una colina del lugar convergen las Líneas Ley (huevadas), y ahí se congregan las principales bandas de rock del Reino Unido, y del mundo anglosajón principalmente, aunque no exclusivamente. Aquí estriba la principal razón por la que me carga el Festival de Viña.
Los chilenos no tenemos una cultura rock importante. El rock nace paralelamente en EEUU a partir de la música negra, y en el Reino Unido como expresión del propio floklore británico en ambas islas (Gran Bretaña e Irlanda). A los chilenos, al contrario, nos gusta bailar cumbia con el poto parao, cual Toyota Yaris. Peor aún, bailamos salsa, merengue, regettón, todas las weás, con el mismo paso. Y como esa música sólo me llega al alma cuando es en el refinado contexto de fiesta mechona en Cartagua con un melón con vino en la mano, doblado como un churro (y de seguro bailando igual que Chandler en Friends), no veo cómo pueda ser parte de un Festival como el de Viña, que progresivamente se ha "localizado", hasta perder su esencia musical llegando a ser el monstruo no el público, sino el show en sí mismo, por su paupérrima calidad. El Festival simplemente no es para mí, aunque desde luego respeto a la manga de giles que quiere verlo, y que no se lo pierde, aunque lo ve a medias, sin saber quién chucha está sobre el escenario, y mejor ni hablemos sobre el certamen internacional, que no interesa a nadie.
La pobreza de la competencia musical terminó por matar al Festival. La competencia es como el premio Nóbel de literatura: a nadie le importa quién lo gane, y nadie sabe quién cresta lo gana: ¿ustedes sabían quién mierda era Herta Müller?, ¿o creen que los eruditos suecos sabían quién era Gabriela Mistral? El criterio de los jurados del Festival es el mismo que el de los "expertos" de la Academia sueca: denle el premio a cualquier huevón, acá lo importante es la parafernalia. El ganador de Viña no tiene posibilidad alguna de consolidar una carrera. Notable fue el tercer lugar de una desconocida cantante medio gótica venida de Colombia, de pelo negrísimo quien guitarrita en mano cantó bastante bien. Los huevones del jurado tuvieron a Shakira frente a ellos pero fueron incapaces de impulsar la incipiente carrera de alguien que, excepcionalmente, sí tenía talento (para el pop, claro está). En una oportunidad fue invitado al jurado un señor que quizás les suene: Sir George Martin. Ningún periodista supo quién era, y cómo podrían, si nuestro país tiene a los periodistas más ignorantes que se han visto. Uno que otro fue a entrevistar al viejo gringo ése. Las preguntas fueron tipo: ¿le gustó Chile?, ¿ya tomó vino, que es el mejor del mundo?, ¿comió empanadas caldúas?, ¿se tiró muchos peos después de comer porotos granados?
Para coronar este desfile de artistas de novena categoría, ahora le han añadido una grosería más: la elección de la reina del Festival. Acá la elegancia, la clase, el garbo de las argentinas compite teta a teta con lo grácil, imponente -y algo charchetiento- de las shilenas. Todo empezó resaltando la belleza de algunas artistas, al menos de gente que pisaba el escenario, que deslumbraban con su atractivo físico, como la hermosa "cara de travesti" Yuri, o el quirofánico encanto de Rafaella Carra ("explota explota expló, pum pum"). Al menos estas damas tenían el mérito de cantar. Como las huevas, pero cantaban. Pero resulta que como nuestro medio farandulero exalta lo burdo, nuestras modelos se enchulan para alejarse lo más posible de los cánones griegos de belleza, y para más remate, las invitan a todas a una "gala" antes que comience el Festival. Pero estas mujeres no se han operado para asistir a "galas", por lo mismo, simplemente no tienen la presentación para vestir de gala. Marc Jacobs jamás diseñaría nada para la Barrientos (desconozco su nombre), el diseñador arruinaría su brillante carrera, y si ella llegase a vestir un diseño de él, Jacobs se enfurecería. Vi en las noticias una mina llamada Montero a quien no sólo le corrieron mano de lo lindo al llegar a la "gala", sino que francamente, no andemos con rodeos, parecía puta de burdel de obreros (quizás es excelente hija, buena amiga, y gran persona, no me refiero a ella como individuo, sino exclusivamente a su rameril aspecto). Ni hablar de la Pamela Díaz, mujer que no debe jamás abrir la boca (al menos, no para hablar). Nos olvidamos que esta cuestión era "Festival de la Canción" y terminó en festival de pelos amarillos, no rubios, y carnaval de siliconas y escotes puteriles. ¿Música? ¡Nah! Eso es secundario.
Aciertos ha habido, pero tarde. Por ejemplo, sacar al dinosaurio de Vodanovic (hoy dedicado al biomagnetismo), a quien en la década 70 (cuando en plena dictadura con toque de queda imagino que se popularizó este espectáculo enclaustrado) le traían cada día una mina de decoración para animar. Él, en su grisácea circunspección, era el verdadero y único animador. Noto ahora como el papel de la mujer ha cambiado y la cute Soledad Onetto ahora parece llevar las riendas de la animación. Al menos, ella anima en dupla con Camiroaga. La animadora ya no es un florerito del animador. Si esto refleja cómo ha mejorado en nuestra sociedad el papel de la mujer, es entonces un motivo para aplaudir.
Pero por sobre todo, esta es la era del reggeaton (no lo detesto, es simplemente una cuestión ajena a mi persona), la cumbia y los ritmos que exigen moverse sin estar obligadamente sobre la arena con un melón con vino escuchando la Sonora Palacios en una bacanal etílica/psicotrópica. O sea, esta cuestión del Festival no es para mí. Ni siquiera el humor. Al chileno le gusta el humor grueso, genital y escatológico. La única excepción sería Coco Legrand, quien sin duda tiene relatos de extraordinaria calidad, pero que sus incisivas historias e inteligentes observaciones son muy pocas, y para hacer un show completo extiende su libreto hasta el letargo, reduciendo el impacto de sus chistes, pasando finalmente por fome. Si no lo pifian es porque Coco Legrand es una institución reverenciable.
Ahora que el dólar está barato y los artistas bajan a América latina porque el país del Norte está en crisis y necesitan liquidez ellos mismos, podría contratarse artistas de más categoría. Pero a pesar de todo, todavía el poto de Beyonce vale muy caro como para que lo menee en la Quinta Vergara. Los artistas chilenos son malos, pero "es lo que hay". Recuerdo de cabro chico estar viendo el festival, ya medio dormido, con mis viejos también lateados a más no poder, pensando más en las últimas idas a la playa y volver de las vacaciones que en otra cosa. Si no hay artistas buenos, si la competencia es pobre, y toda la farándula que rodea al Festival es deplorable, quizás lo seguimos viendo por atavismo, porque de chicos lo hemos visto, y no sabemos otra cosa. Pero al fin y al cabo, todos sabemos que lo mejor son las pifias. El pueulo, la galucha, logra boicotear el show, y ser la verdadera estrella del espectáculo. Mientras seamos pelusones y buenos p'al hueveo, Viña tendrá festival.
20 comentarios:
Toda la razón, jajaja, qué picanterío más grande es el festivalucho ése...la frase de que es chileno hasta la médula porque "es lo que hay" define muy bien ese conformismo y mediocridad que nos caracteriza.
No sé si te creo mucho que respetas a "la tropa de giles"; yo prefiero decir derechamente que son una tropa de giles por gastar plata y aliento en esa huevada y me río en sus caras.
En cuanto a la rotería de "gala" y las minocas que buscan su minuto de fama exhibiendo carnes excesivas con cero gusto, ufff, creo que es lo que más vergüenza ajena me da. Para qué hablar del provincianismo de los mismos animadores, que gastan su tiempo y saliva en definir cómo será "el beso" que se darán en el escenario...patético. Sobre todo considerando que la animadora está casada. Una idiotez.
Por último, las competencias de canto en sí, que son el momento en que más gente aprovecha para ir a comprarse una bebida, ir al baño, conversar, etc., lo sé porque una vez cuando chica fui al festival y me tocó Luis Miguel, que me carga y odié que las tontonas me dejaran sorda con sus gritos histéricos. La competencia folclórica peor aún, o sea cuánto puedes sofisticar un espectáculo sin caer en lo artificial, desviado del punto y derechamente tonto.
A mí básicamente el "música junto al mar, lalalalalalalalaaa", me recuerda cómo me achacaba porque se acababan las vacaciones y mis papás empezaban a organizar la ida a comprar uniformes e ir a dejar las miles de bolsas de útiles al colegio. Todo mal.
¿Acaso crees que Depeche Mode es mejor que el Festival de Viña? Se lee cada cosa...
Oye que tenis contra Yuri, ella es la reina de américa...
Aqui la culpa es del chancho y del que le da de comer. si viña se manda ofertones de mediocridad y asquerosidad faranduleramusical es porque el público lo demanda y viceversa.. ojalá este año las gaviotas sean reales y les caguen a todos encima
Flo: a mí también me da risa, pero es tragicómico, porque ese festivalucho es lo que somos. Lo terrible es que también alguna vez fui, y no me acuerdo de nada, salvo que el escenario era minúsculo.
En cuanto a las minas, no sólo no saben vestirse, porque simplemente no cachan qué es una gala. Lo patético es que no saben maquillarse. O sea, la Scarlett Johanson es pechugona pero tiene estilo, sabe qué mostrar y qué no. Estas minitas del Festivalucho no tienen pizca de gusto.
Y bueno, a mí también me trae esos retorcijones al estómago la época del Festival porque ya empezaba a hacer frío en la noche, salía la propaganda de uniforme escolar y de útiles, y ya cachaba que se venía la vuelta a clases encima.
Sí recuerdo hace más años que la cresta, mi prima esperando a Luis Miguel, que era cabro chico. Resulta que nos quedamos dormidos esperando su aparición, a ella no la lograron mantener despierta más de cinco minutos y nos mandaron a acostar. Al otro día ella reclamaba porque se perdió a su ídolo. Aparte de eso, me sorprende que no me acuerde de nada, sólo unos flashbacks: Faith No More, o alguno similar, pero sólo anécdotas. Festival penca como ese hay pocos.
Mario: En cuanto a gusto no hay nada escrito, pero Depeche Mode es lo más grande!
Ya ok, estamos de acuerdo, el festival es cuma... pero no es 100% cuma, al menos tiene buen sonido, buena iluminación y una que otra vez han venido sus shows decentes.... En todo caso, este año es el peor de todos, ni siquiera trajeron algun artista decente, niuno!!! deben estar muy re cortos de presupuesto los weones.... y yo que me quedé con las ganas de ver a journey...
La gran pregunta: ¿quién comprará la próxima concesión?? será chilevisión?
Yuri, se volvió canuta no es cierto??
parece
hombres al borde de un ataque..♫
Ver: Blur en Glastonbury 2009
Ja, el último grupo decente fue Faith No More hace ya mas de una decada...
Y por alguna extraña razón, en el sur de España, es muy famoso y visto y cada vez q conosco a alguien de allí me lo echa en cara... a lo que yo respondo con una con una disculpa....
Nicolas: A mí me gustaba mucho Franz Ferdinand, quienes estuvieron hace muy poco, pero fue solo suerte ya que originalmente venían a telonear a U2.
"Pocas personas tienen tanta experiencia y tanto conocimiento de las modas que han dominado en épocas y naciones remotas como para decidir entre ellas o juzgar imparcialmente entre ellas y lo que rige en su propio tiempo y país. Por eso pocas personas están dispuestas a admitir que la costumbre o la moda ejercen mucha influencia sobre sus juicios acerca de lo que es bello o no en las producciones de ninguna de las artes, sino que imaginan que todas las reglas por las cuales deben regirse se basan en la razón y la naturaleza, y no en el hábito o el prejuicio. Una reflexión somera, empero, podría convencerlos de lo contrario y demostrarles que la influencia de la costumbre y la moda sobre la ropa o los muebles no es más categórica que la que ejercen sobre la arquitectura, la poesía o la música."
- Adam Smith, TMS V
El festival es flaite y punto... igual que la TV abierta.
Estamos en un mundo de TV, estamos cagados...
El pueblo, la masa y la mayoría de la juventud tiene caca en la cabeza...
y lo digo yo, un jóven :(
... obligaría a todos estos giles a escuchar a The Clash.
xD
Bah el festival no esta malo, ni tampoco excelente, todos sabemos que podria estar mejor, personalemente me gustaria a Aerosmith, Bon Jovi y Red Hot chili peppers
Yo creo que es una tendencia creciente (lo que llamé "localización") del Festival el denostar el rock, al extremo que ya casi no hay bandas de rock.
Por otro lado también me gusta el pop, creo que para el festival era asequible cantantes emergentes como Pixie Lott, o incluso Lily Allen.
En cuanto al humor, no me gustó el Coco Legrand, quien por fin reconoció que abrió su teatro para el segmento ABC1. Con esto no hace sino demiostrar que su rutina siempre se basa en el arrivismo del chileno, que no es otra cosa sino una proyección de su propio arrivismo. Un humor demasiado negro, sobrecargado de groserías, y lisa y llanamente opcaco. En cambio, anoche el Bombo Fica trapeó el piso con el Coco y sacó carcajadas, a pesar de los chistes viejos.
En cuanto a la reina, creo que la única de las candidatas que es cantante es Anahí, quien habría tenido mi voto. Pero increíblemente, Chile Liberal no es un medio acreditado, situación que esperamos se subsane en la próxima versión del magno evento.
ajhahajha tu analisis es bueno, esta bien que digas cosas distintas (no como la mayoria) aburre siempre escuchar comentarios buenos del festival a pesar de que no es asi por que yode verdad lo encuentro fome y como dices lo que realmente deberia ser el festival que es la competencia la gente se lo pasa por la raja xD yo creo que un par de años mas no van hacer competencias si la gente esta en otra wn cuando hacen la competencia.
festival para flaites!!! y ya esta...y ojo que no se necesita ser pobre para ser flaite, solo hay que ver como los de la primeras filas donde la entrada es mas cara, bailan regeaton.sin duda lo peor de chile.
gracias a dios el terremoto mando a la mierda el ultimo dia xDDDD
Estoy muy de acuerdo con tu crítica del festival, muy malo,cada vez más mediocre y flaite.Que manera de no tener gusto,el concurso de "belleza"parece una parodia.En la calle hay mujeres más lindas y mejor vestidas,más decentes que esas asquerosas.Cada año está peor el festival,como si toda la tontera colectiva de los shilenos se juntase, desde los ABC1 hasta los D y marginales.
La TV atonta los chilenos.
totalmente de acuerdo con tu opinion. gracias a dios q hay gente (y no poca) que cada dia considera este festival un asco a medida q pasa el tiempo, que representa el mal gusto cultural de los chilenos, un gusto insipido y banal, sin un pelo de sentido critico, MUY SUPERFICIAL. añoro hasta el pasado del festival, cuando vino franz ferdinand en una ocasion, y tambien U2. ahora solo "musica sin sentido", con alto contenido sexista, unico recurso por el q se hacen valer algunos q se consideran "artistas" o "cantantes", teniendo como mayor exponente el reflaiton (si en algun sentido estos se pueden autodenominar asi, xq a este paso de tolerancia y de ser abierto de mente para aceptar estas "nuevas tendencias" el concepto de musica, arte y bello se nos va a ir a la cresta.
ni un respeto por la diversidad de musica, ni mucho menos de uno de los exponentes culturales mas importantes de hoy en dia, una fuerza que se siente mas intensa a cada paso: el rock.
personalmente me gusta el indie, pero ahora soy capaz de aceptar cualkier grupo de musica q vaya a este festival, mientras sea ROCK. esto creo q es una sentencia de muerte para el festival, q dia a dia se ve languidecer, y pronto la misma presion social, por parte de los q al menos no desean q les ensucien su gusto musical haciendo el festival representativo de todos los chilenos, intentaran cambiar de alguna forma la situacion presente, y la gente, ya aburrida de tener sus mentes recocidas con esta mierda, se abalanzaran tambien contra los q ceban a la poblacion con toda esa parafernalia llamada "festival".
quizas la pregunta del millon realmente es ¿cuando? ¿cual es el limite maximo del chileno promedio para seguir absorbiendo toda esta superficialidad enferma hasta ver un cambio en su actitud? eso lo dejo a opinio de ustedes.
rockeros de corazon, unios y alzadse.
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