sábado, 2 de febrero de 2008

La marcha inifinita ha culminado

Ha fallecido un coloso de las letras chilenas, el premio nacional de literatura 2002, Volodia Teitelboim. Para mí, que me he reconciliado con el pasado oscuro de nuestro país, no significa ningún problema elogiar a una figura de esta talla intelectual. Haya sido comunista o no, es algo de lo que me puedo abstraer.

Teitelboim fue el autor de La marcha infinita (1993), biografía del más grande literato latinoamericano de todos los tiempos, Vicente Huidobro. Recuerdo vívidamente el episodio del programa de TV La belleza de pensar (hoy Una belleza nueva) en que Cristian Warnken conversa con Teitelboim sobre sus encuentros con El poeta. Fue un viaje a ese Chile de nuestros abuelos, una marcha hacia el pasado inmediato, en el que don Volodia nos mostraba a un Huidobro más allá del mito literario, más bien como un chileno como tú o como yo, aunque con un talento único. Sus relatos sobre las tertulias en el Santiago de la época son un registro maravilloso, y desgraciadamente no he encontrado el video en la Web.

A continuación les presento un extracto de la obra, y aprovecho de decirle a la blogósfera que yo, como chileno de buenos sentimientos, estuve y estoy en total desacuerdo con la ideología comunista, pero respeto a muerte sus derechos a proponer sus ideas, más aún en un país como Chile, donde el la derecha Conservadora se he dedicado con ahínco a apaciguar y brutalizar a quienes simplemente reclaman más educación y un trabajo justo.

Volodia Teitelboim Volosky, un chileno excepcional, que descanse en paz.


113. El poeta educa a su madre
Doña María Luisa anda furiosa porque el hijo que idolatra se le ha puesto comunista. Le contesta a su "mamacita adorada" desde París, el 30 de octubre de 1931. Ningún eufemismo.
Recibí su carta del 19 de este mes. No me molestan sus ironías, sólo me espanta verla tan lejos de la realidad, confortablemente sentada en un sillón de la luna. Sin duda alguna soy un revolucionario, soy un rebelde hasta la médula de los huesos y lo he sido toda mi vida. Usted sabe mejor que nadie que desde mi nacimiento, toda mi infancia, toda mi vida ha sido una larga cadena de rebeldías y estoy seguro que si alguien recordara la primera palabra que pronuncié en mi vida vería que esa palabra fue NO. Un no redondo, seco, brutal. Aplaudo todas las revoluciones, todas las rebeliones en cualquier parte del mundo donde se produzcan porque encuentro asqueroso lo constituido y repugnante hasta las náuseas el mundo actual. No me resigno a perder la esperanza de un mundo mejor y del advenimiento de una justicia justa. Para esto lo primero es la supresión de clases que sólo el comunismo puede realizar y realizará.

No necesito del cubismo —ni esas frases clichés de espíritu de l'aprés-guerre— para pensar así, puesto que toda mi vida he defendido esto mismo, exactamente lo mismo desde mi primera infancia. Se necesita tener mala memoria o mala voluntad para no recordarlo o querer atribuir a otros lo que es esencia de mí mismo. Al contrario si hay un cubista o un artista moderno que se preocupe hoy de estas cosas es por mí y me la debe a mí en gran parte. Aplaudí el cubismo cuando había que aplaudirlo, cuando significaba una revolución contra lo establecido estúpidamente, y lo aplaudí porque creí que en el fondo ellos perseguían en la pintura lo que yo iba persiguiendo en la poesía. Lo ataco hoy porque el cubismo se ha convertido en un arte burgués, infecto, de señores satisfechos que se han sentado sobre sus laureles a rascarse el ombligo. Y acaso nadie ha dicho de mi una más gran verdad que el poeta español Salvador Quintero: "Junto a Vicente Huidobro no hay reposo posible. Huidobro es una invitación a la marcha infinita". Es posible que el sentido más profundo de mi alma sea ese de pájaro nómade de que hablo en Temblor de Cielo.

Sí, soy un nómade. Nunca me he sentido estable en ninguna parte. Ni aquí, ni allá. Manuelita recordará que Juan Gris decía que mi casa daba la impresión de un señor que iba a partir al día siguiente. Y lo curioso es que acaso no sea yo el inestable sino que este vivir en el aire sea seguramente la consecuencia de haber sentido desde muy niño que estoy viviendo en un mundo falso, en un mundo sin base, que se escurre bajo los pies, que se desmorona por todos lados. Felices los que no sienten que marchan sobre la tembladera de una sociedad podrida. Felices ellos porque sentirlo es algo atroz.


En cuanto a sus ironías que prefiero comer pollos y patos de la Tour es infantil y no prueba nada. Además es falso porque hace más de seis meses que ni como carne y la tengo prohibida por el médico. Una sola vez desde hace dos meses he comido el pato famoso y eso fue porque me invitó Inés Echeverría y Pedro Iñíguez. Por otra parte no veo que relación hay entre que a una persona le guste comer bien y el que esa persona sea comunista o anticomunista. Y puedo asegurarle que prefiero dormir en un jergón duro en un mundo nuevo que no en un colchón blando en un mundo podrido. Ahora en cuanto a lo del huachalomo son Uds. los que tienen el huachalomo y no quieren soltarlo y se lo comen solitos dejando para los otros el plato de porotos o el hambre. Nadie menos espiritual que Uds. y todos los que sostienen el régimen al que Uds. pertenecen, nadie más aterrado a la materia que Uds., a las comodidades, a la molicie, a la bartola dominadora e insolente, todo eso que se sostiene sobre las grandes mentiras y las grandes injusticias que Uds. defienden a sangre y fuego. En este caso la espiritualidad está de nuestro lado y no del vuestro, aunque nosotros nos llamemos materialistas (a causa de la ley del Materialismo Histórico de Karl Marx). Respecto a las ideas de patria, de familia, de religión, sí, yo las ataco, pero las ataco en su sentido viejo, no en un sentido nuevo. Amar una patria es limitar el sentido de la tierra. Sin embargo, yo puedo amar más un pedazo de la tierra, esto es humano pero esto no me obliga a armar ese pedazo de tierra y echarlo a pelear con el resto del mundo... (126)
Después de leer esta lección de adoctrinamiento político- ideológico la madre concluyó que su hijo estaba más loco que una cabra. Razón de más para no abandonarlo en sus delirios. ¿Quién podría pararlo? ¿Ella? ¿El tiempo?

1 comentario:

Jorge A. Gómez Arismendi dijo...

Una vez más Vicente demuestra que es el mejor poeta chileno...y también demuestra por qué alguna vez dijo: "Es incomprensible que un individuo que haya estudiado profundamente la sociedad actual no sea comunista. Es incomprensible que un individuo que haya estudiado profundamente el comunismo, no sea anarquista."