En realidad debiésemos alegrarnos de la vitalidad de la economía de mercado que siempre busca la forma de convencernos de comprar sus productos, sin obligarnos, sino que simplemente apelando a nuestro sentir o nuestra capacidad de decisión. El despliegue creativo que genera el mercado va más allá de la simple publicidad y comienza a tomar ribetes artísticos, mezclándose arte, publicidad y comercio.
Comparto con los amables lectores de este blog algunas de las fotos y anuncios que más han llamado la atención este año.
Comienzo con el virtuoso e ídolo de generaciones, el legendario guitarrista de los Rolling Stones, don Keith Richards (de quien hablaré pronto). No sólo inspiró al amoral y casi bisexual Jack Sparrow de Piratas del Caribe, sino que se ha convertido en el rostro (sí, increíble) de Louis Vuitton. El rock ya pasó la etapa de desprestigio, y resulta que el drugs, sex and rock'n'roll ha sido aceptado por la masa de consumidores, como siempre se dijo que sería. La siguiente foto muestra el espíritu cool, rebelde, pero clásico, de una de las bandas de rock más influyentes de la breve historia del rock, ahora asociada con la exclusiva empresa francesa Louis Vuitton.
Uno de los fotógrafos más cotizados del momento por todas las grandes casas comerciales del mundo es Finlay Mackay. Su foto de la "Reina Sophie Margot" del calendario 2008 de la marca de café Lavazza (mi favorito) no ha pasado inadvertida.
Finalmente, last but not least, destaco un comercial de Gucci dirigido por David Lynch ("Carretera perdida", "El hombre elefante", "Twin Peaks"), con el acompañamiento de Blondie (ver trabajo de producción). Cuando la modelo se deja llevar por el envolvente perfume, nos recuerda inmediatamente escenas de la abstracta e inquietante película Carretera perdida. El trabajo final de Lynch en el siguiente spot fue magistral. Uno de mis favoritos, véanlo....
Gucci by Gucci (dirigido por David Lynch)
Quería mostrar lo anterior para destacar la vitalidad y creatividad que genera la economía de mercado, que en su virtuosidad no deja de demandar talento y crea industrias insospechadas. En una economía centralmente planificada, nada de lo anterior sería pensable: ni artistas, ni fotógrafos, ni diseñadores, ni nada. ¡Viva la economía de mercado!
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