"Dios estableció a los reyes como sus ministros y reina a través de ellos sobre los pueblos. Los príncipes actúan como los ministros de Dios y sus lugartenientes en la tierra. Por medio de ellos Dios ejercita su imperio. Por ello el trono real no es el trono de un hombre sino el de Dios mismo. Se desprende de todo ello que la persona del rey es sagrada y que atentar contra ella es un sacrilegio."
Jacques-Bénigne Bossuet. Teólogo y político francés (1627 - 1704).
"La política según las Sagradas Escrituras", libro III (1709)
Lo anterior se conoce como absolutismo, teoría política desechada en nuestra era. Hoy estos postulados nos parecen abominables, ya nadie en su sano juicio acepta a la realeza como divina ni nadie sensato cree en dios. Pero en su época, quienes criticaron y argumentaron en contra, fueron tachados de "relativistas" o de torcedores de la "recta razón". Incluso se les acusó de minar la "ley natural".
Los grandes pensadores que sometieron a feroces críticas al absolutismo fueron los grandes colosos del pensamiento ilustrado, luminarias formidables como Voltaire, teóricos políticos como Rousseau, o los enciclopedistas Diderot y D'Alembert. Todos ellos se reunían en un mismo lugar: el Café Procope, en París. Alrededor de unos exóticos brebajes, café y chocolate, traídos recientemente de lejanas latitudes, los máximos exponentes de la Ilustración intercambiaban sus novedosas e irreverentes ideas. Como todo pueblo maduro, o sea que sabe conservar lo valioso a la vez que avanza, los franceses han mantenido el Café Procope, que aún funciona donde mismo, cerca de Saint-Germain-des-Prés. A continuación unas fotos tomadas por vuestro humilde servidor:
Los ilustrados conocían perfectamente el poder transformador de la palabra escrita, por eso promovían la instrucción pública, para que así las masas aprendieran y se ilustrasen. Ya se sabía que las colonias de Norteamérica se habían emancipado y el ejemplo se admiraba en Francia. ¿Dónde se discutían las noticias de la Revolución Americana y sus fundamentos políticos y filosóficos? Pues aquí mismo, ya que el Café Procope fue la "picada" favorita de unos señores que quizás les suenen un poquito: Thomas Jefferson, Benjamin Franklin y luego Thomas Paine (estos dos últimos recibieron la ciudadanía francesa honoraria). Imaginar que todos estos baluartes del pensamiento se reunían en un mismo café, y luego llegar ahí y palpar la historia en carne y hueso es algo que produce un nudo en la garganta.
Una vez muertos los pensadores ilustrados sus ideas se siguieron discutiendo en este café por una nueva generación no de escritores, sino que de reformistas políticos. Los montañeses se reunían aquí mismo, y de hecho acá pasaron la víspera de la toma de la Bastilla (ver tercera foto). O sea fue en este café donde se instigó el proyecto político que fraguaría los ideales de razón y ciencia que dejaron los ilustrados en su testamento a la humanidad. Un Marat, o un Robespierre, y un Danton o Hébert, y todo el resto, cenaron y bebieron y debatieron en el Procope, sin saber que estaban escribiendo una de las páginas más dramáticas de la historia de la lucha por la libertad. Sin saber tampoco que siglos después su picada sería un centro turístico y un respetado restaurante, aparte de ser el primer café de la historia.
Tampoco sabían que un chileno escribiría sobre el Procope. Al ver la polémica sobre la píldora del día después, con desazón debo explicar a los pensadores de la Ilustración que más de doscientos años han transcurrido y que en mi propio país hay teólogos absolutistas que han escrito constituciones y se han afianzado en esferas de poder, y hay curas y políticos que quieren meter a dios en cuestiones de gobierno. La estupidez de la ley natural continúa, y se sigue apuntando el dedo contra los "relativistas".
Es que aún no derrotamos al absolutismo.
Los grandes pensadores que sometieron a feroces críticas al absolutismo fueron los grandes colosos del pensamiento ilustrado, luminarias formidables como Voltaire, teóricos políticos como Rousseau, o los enciclopedistas Diderot y D'Alembert. Todos ellos se reunían en un mismo lugar: el Café Procope, en París. Alrededor de unos exóticos brebajes, café y chocolate, traídos recientemente de lejanas latitudes, los máximos exponentes de la Ilustración intercambiaban sus novedosas e irreverentes ideas. Como todo pueblo maduro, o sea que sabe conservar lo valioso a la vez que avanza, los franceses han mantenido el Café Procope, que aún funciona donde mismo, cerca de Saint-Germain-des-Prés. A continuación unas fotos tomadas por vuestro humilde servidor:
Los ilustrados conocían perfectamente el poder transformador de la palabra escrita, por eso promovían la instrucción pública, para que así las masas aprendieran y se ilustrasen. Ya se sabía que las colonias de Norteamérica se habían emancipado y el ejemplo se admiraba en Francia. ¿Dónde se discutían las noticias de la Revolución Americana y sus fundamentos políticos y filosóficos? Pues aquí mismo, ya que el Café Procope fue la "picada" favorita de unos señores que quizás les suenen un poquito: Thomas Jefferson, Benjamin Franklin y luego Thomas Paine (estos dos últimos recibieron la ciudadanía francesa honoraria). Imaginar que todos estos baluartes del pensamiento se reunían en un mismo café, y luego llegar ahí y palpar la historia en carne y hueso es algo que produce un nudo en la garganta.
Una vez muertos los pensadores ilustrados sus ideas se siguieron discutiendo en este café por una nueva generación no de escritores, sino que de reformistas políticos. Los montañeses se reunían aquí mismo, y de hecho acá pasaron la víspera de la toma de la Bastilla (ver tercera foto). O sea fue en este café donde se instigó el proyecto político que fraguaría los ideales de razón y ciencia que dejaron los ilustrados en su testamento a la humanidad. Un Marat, o un Robespierre, y un Danton o Hébert, y todo el resto, cenaron y bebieron y debatieron en el Procope, sin saber que estaban escribiendo una de las páginas más dramáticas de la historia de la lucha por la libertad. Sin saber tampoco que siglos después su picada sería un centro turístico y un respetado restaurante, aparte de ser el primer café de la historia.
Tampoco sabían que un chileno escribiría sobre el Procope. Al ver la polémica sobre la píldora del día después, con desazón debo explicar a los pensadores de la Ilustración que más de doscientos años han transcurrido y que en mi propio país hay teólogos absolutistas que han escrito constituciones y se han afianzado en esferas de poder, y hay curas y políticos que quieren meter a dios en cuestiones de gobierno. La estupidez de la ley natural continúa, y se sigue apuntando el dedo contra los "relativistas".
Es que aún no derrotamos al absolutismo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario