Este sitio no comparte la idea de un viernes santo, pero sí creemos que hubo un viernes santo histórico que deseamos abordar hoy, viernes 6 de abril de 2007, desde una perspectiva histórica y legal.
Ya hemos visto que el Nuevo Testamento no es coherente al exponer su propia doctrina, pero dos mil años después de los hechos, la fuentes históricas apuntan a una serie enorme de incongruencias en los acontecimientos. La narrativa oficial nos muestra a los maestros de la ley como seres malignos, una multitud de judíos perversos, apóstoles cobardes y un Poncio Pilatos benévolo pero débil. Apliquemos algo de rigor y veremos que la historia real fue muy diferente.
Las discordias comienzan con la Última Cena. Para Mateo, Marcos y Lucas fue una cena de la pascua judía (fiesta de pan sin levadura), donde se instauró la eucaristía, y aconteció el día 15 del nisán, durante la fiesta de pascua (para los judíos, el día comienza al atardecer). Pero Juan sitúa la Última Cena y el arresto de Jesús en la tarde del día 15 del Nisán, es decir, un día antes de la pascua.
Marcos y Mateo describen a un Jesús enjuiciado durante la noche por una corte judía, ante la presencia de testigos. Jesús fue finalmente declarado culpable de blasfemia por proclamarse él mismo como el mesías, delito que según los evangelistas le granjeó la condena a muerte. La mañana siguiente, la corte cambió el cargo a incitar a la sublevación contra los romanos antes de entregarlo a Pilatos. Es decir, se le incriminó por motivos religiosos (judíos) y políticos (romanos).
Juan nuevamente tiene un relato distinto, él dice que Jesús fue llevado desde el jardín de Getsemaní a la presencia del ex sumo sacerdote Anás, siendo sometido a un interrogatorio informal, sin testigos ni juez. Luego Jesús fue enviado donde Caifás, y posteriormente a los romanos. En el evangelio de Juan no hubo juicio religioso por parte de los judíos.
Los evangelios describen cuatro listados diferentes de testigos presentes en la cruz (versión bíblica de la actual silla eléctrica o nuestro antiguo paredón). Marcos especifica tres mujeres galileas, Mateo dice que hubo principalmente mujeres, aparte de aquellos también contados por Marcos; Lucas cuenta a todos los conocidos de Jesús y las mujeres de Galilea, mientras que Juan incluye a un hombre, el discípulo bienamado, y tres mujeres: la madre de Jesús, su tía, y María Magdalena. En los sinópticos, José de Arimatea sepultó a Jesús, pero en Juan, José fue acompañado por Nicodemo.
El desenlance de los eventos es en realidad bastante simple. La cronología de Juan parece más lógica que la de los sinópticos. A decir verdad, un juicio de clérigos durante la noche de pascua es inverosímil en ese siglo. Además no hay evidencia alguna de que autodenominarse como el mesías constituyese un crimen en la ley judía de esta época ni de ninguna otra.
Del mismo modo, el retrato benevolente de Pilatos y su temor ante el poder de los clérigos judíos no encaja al contrastar el perfil bíblico con los antecedentes históricos de su gobierno. El clamor de la multitud de judíos que prefirió condenar a muerte a Jesús no se ajusta a la bienvenida triunfal que le dieron cuando entró a Jerusalén (“domingo de ramos”), o ante la negativa de los líderes del Templo a actuar contra Jesús por temor a una revuelta popular.
Todo parece indicar, como mencionamos en el artículo interior y en este, que un fuerte elemento antisemita se apoderó de los relatos durante el primer siglo de la era cristiana, lo que no debe sorprendernos ya que para los gentiles (que rápidamente se convertían a esta secta) el propio Jesús ya no era considerado como judío. Esto parece explicar los términos relativamente amigables con que se describe a Pilatos ya que los evangelistas quisieron actuar de manera políticamente correcta frente a sus posibles conversos gentiles, y aprovecharon de ser poco favorables contra los judíos, en un ambiente político bastante tenso ya que la insurrección finalmente estalló entre los años 66-70 dC. Era más cómodo propagar la fe cristiana culpando a los judíos y no a los romanos. Algunos sectores exaltados incluso promovieron la beatificación de Pilatos.
Todo indica que se nos ha ocultado la faceta rebelde de Jesús, que al parecer albergó algún ideario libertario y un anhelo de liberación para su propio pueblo. La revuelta judía llegó años después de su muerte, y su legado acabó paradójicamente constituyéndose en la religión oficial del propio Imperio Romano.
Hoy se recuerda su muerte, y a pesar de las fallas en la cronología y narrativa, si hay elementos estructurales que están prácticamente comprobados:
Ya hemos visto que el Nuevo Testamento no es coherente al exponer su propia doctrina, pero dos mil años después de los hechos, la fuentes históricas apuntan a una serie enorme de incongruencias en los acontecimientos. La narrativa oficial nos muestra a los maestros de la ley como seres malignos, una multitud de judíos perversos, apóstoles cobardes y un Poncio Pilatos benévolo pero débil. Apliquemos algo de rigor y veremos que la historia real fue muy diferente.
Las discordias comienzan con la Última Cena. Para Mateo, Marcos y Lucas fue una cena de la pascua judía (fiesta de pan sin levadura), donde se instauró la eucaristía, y aconteció el día 15 del nisán, durante la fiesta de pascua (para los judíos, el día comienza al atardecer). Pero Juan sitúa la Última Cena y el arresto de Jesús en la tarde del día 15 del Nisán, es decir, un día antes de la pascua.
Marcos y Mateo describen a un Jesús enjuiciado durante la noche por una corte judía, ante la presencia de testigos. Jesús fue finalmente declarado culpable de blasfemia por proclamarse él mismo como el mesías, delito que según los evangelistas le granjeó la condena a muerte. La mañana siguiente, la corte cambió el cargo a incitar a la sublevación contra los romanos antes de entregarlo a Pilatos. Es decir, se le incriminó por motivos religiosos (judíos) y políticos (romanos).
Juan nuevamente tiene un relato distinto, él dice que Jesús fue llevado desde el jardín de Getsemaní a la presencia del ex sumo sacerdote Anás, siendo sometido a un interrogatorio informal, sin testigos ni juez. Luego Jesús fue enviado donde Caifás, y posteriormente a los romanos. En el evangelio de Juan no hubo juicio religioso por parte de los judíos.
Los evangelios describen cuatro listados diferentes de testigos presentes en la cruz (versión bíblica de la actual silla eléctrica o nuestro antiguo paredón). Marcos especifica tres mujeres galileas, Mateo dice que hubo principalmente mujeres, aparte de aquellos también contados por Marcos; Lucas cuenta a todos los conocidos de Jesús y las mujeres de Galilea, mientras que Juan incluye a un hombre, el discípulo bienamado, y tres mujeres: la madre de Jesús, su tía, y María Magdalena. En los sinópticos, José de Arimatea sepultó a Jesús, pero en Juan, José fue acompañado por Nicodemo.
El desenlance de los eventos es en realidad bastante simple. La cronología de Juan parece más lógica que la de los sinópticos. A decir verdad, un juicio de clérigos durante la noche de pascua es inverosímil en ese siglo. Además no hay evidencia alguna de que autodenominarse como el mesías constituyese un crimen en la ley judía de esta época ni de ninguna otra.
Del mismo modo, el retrato benevolente de Pilatos y su temor ante el poder de los clérigos judíos no encaja al contrastar el perfil bíblico con los antecedentes históricos de su gobierno. El clamor de la multitud de judíos que prefirió condenar a muerte a Jesús no se ajusta a la bienvenida triunfal que le dieron cuando entró a Jerusalén (“domingo de ramos”), o ante la negativa de los líderes del Templo a actuar contra Jesús por temor a una revuelta popular.
Todo parece indicar, como mencionamos en el artículo interior y en este, que un fuerte elemento antisemita se apoderó de los relatos durante el primer siglo de la era cristiana, lo que no debe sorprendernos ya que para los gentiles (que rápidamente se convertían a esta secta) el propio Jesús ya no era considerado como judío. Esto parece explicar los términos relativamente amigables con que se describe a Pilatos ya que los evangelistas quisieron actuar de manera políticamente correcta frente a sus posibles conversos gentiles, y aprovecharon de ser poco favorables contra los judíos, en un ambiente político bastante tenso ya que la insurrección finalmente estalló entre los años 66-70 dC. Era más cómodo propagar la fe cristiana culpando a los judíos y no a los romanos. Algunos sectores exaltados incluso promovieron la beatificación de Pilatos.
Todo indica que se nos ha ocultado la faceta rebelde de Jesús, que al parecer albergó algún ideario libertario y un anhelo de liberación para su propio pueblo. La revuelta judía llegó años después de su muerte, y su legado acabó paradójicamente constituyéndose en la religión oficial del propio Imperio Romano.
Hoy se recuerda su muerte, y a pesar de las fallas en la cronología y narrativa, si hay elementos estructurales que están prácticamente comprobados:
- Jesús fue arrestado después de su última comida en un jardín (Getsemaní) en las afueras de Jerusalén el día jueves, día catorce del Nisan;
- Fue privado de su libertad y posteriormente detenido en la casa del sumo sacerdote Anás donde fue interrogado (no hubo juicio);
- En la mañana siguiente (Viernes Santo) fue puesto a disposición del gobernador romano Poncio Pilatos en su residencia particular y acusado formalmente de conspiración anti-romana;
- El gobernador lo condenó a crucificción por proclamarse “rey de los judíos”;
- Jesús murió en la cruz y fue rápidamente sepultado antes del “sabbat”, el cual también era la pascua judía.
Como esta fiesta coincidía con la primera luna llena después del equinoccio de primavera (ver cálculo), es casi seguro que en ese año fue un día sábado 8 de abril. Por lo tanto, Jesús falleció a alrededor de las 15:00 hrs de un día viernes 7 de abril del año 30 de la era común.
1 comentario:
no entiendes nada
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