Liberalismo, lo que Francia necesita
Cuando Maggie llegó al poder, el grito de lucha fue Britain isn't working, juego de palabras entre Gran Bretaña no funciona (estaban sumidos en una crisis similar a la de Francia hoy) y Gran Bretaña no trabaja. Al igual que Francia, Gran Bretaña a fines de los 70 estaba intoxicada de sindicalistas que ponían de rodillas al país al extremo de que en 1978 los servicios funerarios estatales se botaron a huelga y los cadáveres quedaron por días pudriéndose a causa de las paralizaciones. Eso es lo que logran los sindicalistas: sumir a los países a los caprichos de unos pocos que “defienden a los trabajadores”. Maggie, quien conocía al dedillo las obras de F. Hayek, embistió contra el colectivismo, los sindicalistas, los funcionarios estatales, rebajó el gasto público, privatizó lo que hay que privatizar, y arrasó en dos elecciones seguidas. El laborismo pereció y debió reinventarse como New Labour, o socialismo light.
Lo mismo necesita Francia, y la medida más imperiosa es retomar la senda del crecimiento (déjà vu, Chile). Los candidatos franceses buscan distintas fórmulas pero parecen no entender que no hay alternativa sino flexibilizar radicalmente el mercado laboral (sí, hacer que sea más fácil echar empleados), liberalizar los mercados de productos, abrir espacios de competencia (sí, privatizar), disminuir las protecciones laborales, bajar impuestos, disminuir el gasto público, y revitalizar el malcriado sector público. Vale decir, alguien debe enfrentarse ante los ultrapoderosos sindicatos y fonctionnaires. Desgraciadamente, ni los socialistas de derecha ni los socialistas de izquierda en Francia han demostrado tener los cojones para hacer que la economía francesa se baje del tren EFE a Puerto Montt y se suba al TGV, que la semana pasada logró el récord mundial de 575 kph.
Nuestro amigo Edouard Fillias debió abandonar su candidatura presidencial ya que el pequeño movimiento que él y su mujer encabezan no logró el mínimo necesario de firmas para registrarse en el servicio electoral. No nos sorprende ya que su candidatura era más testimonial que concreta, y era muy difícil proclamar el ideario liberal en un pais comunista como Francia, como dijiese Sabine Herold. Sin embargo, Alternative Libéral ha entregado su apoyo a François Bayrou (se pronuncia /bei'gu/ no /bai'gu /, muchos se confunden). El caso de este tercer candidato le inyectó emoción al ambiente, cuando Chile Liberal publicó Las paradojas francesas, no había alternativa real a la dupla Ségolène Royale-Nicolas Sarkozy. Tal como lo predijimos (vean el artículo), una opción de centro sería la más beneficiada.
Bayoru se ha postulado sobre una base no parisina, más bien paisana, erigiéndose como el candidato de La France Profonde, aunque nadie en realidad sepa qué rayos signifique eso. Ha acertado en proponer reducciones al gasto público, pero su discurso a favor del libre comercio nos parece aún débil, y parece estar dispuesto a intervenir en los mercados y continuar con los nefastos subsidios agrícolas. Sin ser un liberal de verdad, al menos merece nuestro apoyo en esta primera ronda electoral. Veremos a continuación porqué es difícil que Chile Liberal apoye a cualquiera de los otros dos.
Ha sido valiente al sacar adelante una candidatura cuyos peores enemigos fueron sus propios camaradas socialistas, especialmente el ala geirátrica que domina la izquierda gala. Ha sido aún más valiente al criticar el disparate de la jornada laboral de 35 horas semanales y en su discurso abunda la expresión flexibilidad laboral, que normalmente produce taquicardias a la internacional socialista. Desgraciadamente, su socialismo no es light como el de Tony Blair, veamos cuáles son los disparates más prominentes de su programa:
- Aumentar un 19,6% el sueldo mínimo, a €1500 mensuales, con lo que sólo logrará encarecer la mano de obra y empeorar los críticos niveles de desempleo, que afecta principalmente a los jóvenes de minorías étnicas
- Incrementar 5% las pensiones estatales, las cuales ya son equivalentes al total de los ingresos del país, cuando el sentido común pide reducir el gasto público
- No tiene claro el concepto de flexibilidad laboral, a pesar de hablar del tema: ha propuesto eliminar los contratos flexibles en PYMEs
- Aumentar el gasto en universidades y en investigación y desarrollo (R&D), en vez de privatizar las universidades
- Construir 120 mil casas fiscales cada año, como si los gastos ya mencionados no fuesen suficientes, no hablar de sus medidas contrarias al empleo.
Todo lo anterior implica aumentar impuestos y no avizoramos cómo logre reactivar la economía para así crear más puestos de trabajo. De hecho, el jefe del equipo económico, Eric Besson, abandonó indignado la campaña lo que ha menoscabado su credibilidad internacional. La receta de Ségo parece ser más dirigisme, no nos extraña que sea amiga de Michelle Bachelet.
La ambición ilimitada de este diminuto hijo de inmigrantes, combinada con su infame diatriba de racaille (“flaites”) contra los propios hijos de inmigrantes durante los disturbios de 2005, hacen de este personaje un sujeto odioso. Recuerdo en una ocasión estar leyendo el diario (no Libération) en un café de vereda parisino y quedé con trauma acústico ya que el ministro del interior, Nicolás Sarkozy, dispuso que todos los vehículos policiales debían hacer sonar sus alarmas cuando se desplazaran por la ciudad, en todo momento. Vale decir, intimidar a la población honrada para así darle más en el gusto a los criminales. Esta no es forma de luchar contra el flagelo de la delincuencia ni tampoco necesitan los franceses un estado policial.
Curiosamente, salvo algunas decisiones ridículas como rescatar Alstom de la bancarrota usando dinero de los contribuyentes, este hombre parece al menos entender el quid del asunto: Francia debe crecer más para generar empleos. Pero a diferencia de la amiga de Bachelet, su programa contiene medidas elogiables:
- Liberalizar la jornada de 35 horas semanales y desgravar las horas extras, muy necesarias cuando se trabaja tan poco
- Disminuir el impuesto a las personas (incluidos los impuestos a la fortuna, propiedad e ingresos) de un inaceptable 60% a un igualmente ridículo 50%, pero algo es algo
- Disminuir impuestos a las empresas, necesario en una época de délocalisation y ante la fuga de capitales
- Disminuir impuestos a las herencias (60% actual)
- Disminuir la carga tributaria general cuatro puntos porcentuales en diez años
- Reducir la deuda pública a un 60% del PGB antes del 2012
- Liberalizar las universidades devolviendo poderes a los estamentos universitarios para generar competencia en la selección de alumnos y liberalizar la contratación de personal docente
- Ponerle atajo a los sindicatos
- Garantizar el “servicio mínimo” en el transporte público cada vez que haya paros
- Ofrecer retiro anticipado a empleados de ferrocarriles y funcionarios estatales
Estas son medidas que apuntan en la dirección correcta, desgraciadamente, el candidato aún necesita mostrarse menos autoritario y dominar su carácter irascible.
El factor Le Pen
Este sujeto es un personaje repelente, un ser humano asqueroso, un racista que ni siquiera merece mención. Pero desgraciadamente, los problemas son serios y el fantasma de la xenofobia ronda, y es posible que este político pestilente saque más votos que el 16% promedio en las encuestas. Ronald Reagan decía que “la política es la segunda profesión más antigua del mundo, y muy similar a la primera”, frase muy cierta ya que la tienda de Ségolène Royale espera que los votos derechistas se vayan al pestilente Le Pen en desmedro de Sarkozy, lo que quizás la lleva a ella y Bayrou a la segunda ronda. Y si esto ocurre, Bayrou será monsieur le Président.
Como vemos, la elección parece estar al rojo vivo y estaremos comentándola en Chile Liberal
A pesar del déclinisme, no olvidemos que los hospitales franceses cuentan con instalaciones y tecnologías insuperables, el dinero de los contribuyentes se gasta bien en los sistemas estatales de guarderías que permiten mantener saludables tasas de fertilidad y que mejoran sustancialmente la calidad de vida de los padres trabajadores, el dirigisme funciona bien al planificar las instalaciones deportivas en las soluciones residenciales y los problemas de energía se han abordado con la construcción de centrales nucleares. Una crisis en uno de los países líderes del primer mundo no se compara con una crisis financiera como en Argentina 2002. La destrucción en tres años de un país como Chile 1973, imposible.
La democracia francesa es sólida, su tradición en cuanto a libertades sociales y personales es una de las más largas del mundo. En la división europea del índice Dow Jones, las firmas francesas abarcan 15% del mercado y en territorio francés reside el 20% de las mayores empresas del Viejo Continente.
Por el respeto y admiración que sentimos hacia este hermoso país, que tanto ha dado a la humanidad, deseamos que esta elección sea un ejemplo de rupture tranquille y que una nueva era comience, liderada sino por François Bayrou, al menos por Nicolas Sarkozy. A éste último los liberales del mundo haremos una oposición que será muy constructiva.
1 comentario:
Ahora en Chile empezamos a hablar del "Estado de Bienestar".
Confío que en Francia gane la sensatez y no la estupidez.
En un mundo globalizado y competitivo, las economías mejor preparadas son las que mantienen un equilibrio entre calidad y precio, y con los niveles de impuestos europeos, claramente hay un desequilibrio entre calidad y precio.
¿De dónde va a salir la porrada de plata necesaria para financiar el "estado de Bienestar" francés en 10 años? ¿en 20? No de los negocios, si los gobernantes insisten en desincentivar el emprendimiento.
He leído por ahí que el Welfare State está quebrado o en vías de quebrar, en toda Europa, y que los cambios se vendrán más temprano que tarde. Un "poroto" para la visión liberal, que anticipó esta catástrofe hace rato (si es cierto lo de la quiebra de marras).
Publicar un comentario