A principios de los 80 el pop estaba en ebullición. Cuatro muchachos de Basildon, un distrito de clase media en los suburbios de Londres, aparecían en Top Of The Pops, programa transmitido a todo el país por la BBC. La banda no era muy buena, pero logró varios hits. TOTP era la hora en que la familia se reunía después de la escuela y el trabajo y mientras tomaban el té (los británcos dicen to have tea en vez de to have dinner, tal como en Chile decimos "tomar té" a veces en vez de "tomar onces") se reconfortaban viendo las últimas novedades de la industria del pop y el rock, uno de los más lucrativas exportaciones del Reino Unido. Los peinados estrafalarios eran de rigor. Depeche Mode era un número habitual.
La imgen de los Depeche Mode como una banda de porquería quedó grabada en la conciencia colectiva de aquella generación. Con el tiempo la banda fue evolucionando y creciendo, hasta convertirse en un grupo que exaltaba lo lúgubre, la búsqueda existencial combinada con una inquietante obsesión (anti)religiosa. Temas como Personal Jesus marcaron a una generación, pero en cualquier parte menos en las islas británicas. Los Depeche Mode no son profetas en su tierra. Gran parte de su música la han escrito en Alemania, pero la han vendido en EEUU, donde son reverenciados. Nunca fue mayor la diferencia en gustos musicales entre ambos lados del Atlántico como en el caso de los muchachos de Basildon, hoy un trío.
Para mí son la banda que más admiro por su evolución. Un grupo que de música bailable y desechable terminó componiendo letras de una complejidad inabarcable, con una estética que limita en lo tétrico, mientras a punta de sofisticados instrumentos suplía sus falta de talento. Y cuyo líder, Dave Gahan, fue declarado clínicamente muerto, pero volvió a la vida, cual Jesús de Nazaret.
Sólo una vez los ví en su Londres natal, en un Wembley Arena a medio llenar. Como decía, pocos entiendieron en Inglaterra la evolución de Depeche Mode. Estos pocos han conformado una especie de secta que corea con fe y devoción cada verso de Martin Gore sobre la depresión, el (ab)uso de drogas, el cristianismo, el sadomasoquismo, la adicción al sexo. Incluso el sucidio.
Bueno, si fuese por hablar de este grupo, la verdad es que tendría que dedicarles un blog aparte. Sólo diré por ahora que el siguiente video y su tema tienen una carga emocional y simbólica inconmensurable, y que sigue vigente después de dos décadas. Nada despreciable para un grupo que no era otra cosa sino una moda pasajera.
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