Fortune nos cuenta sobre un adolescente a quien le recomendaron fumar marihuana antes de someterse a una quimioterapia, las cuales le provocaban feroces vómitos. Su padre se oponía. Pero motivada por la evidencia científica, su madre (ilegalmente) adquirió la droga y la fumó con su hijo. Luego de la sesión en la que fumó por primera vez, se sintió tan bien, y con tanta hambre, que pidió un sándwich. La revista nos recuerda que el Botox contiene más ingredientes activos que la marihuana. Por sobre todo, nos relata la historia de un empresario, Irvin Rosenfeld, quien lleva 38 años fumándose más de 10 pitos al día para controlar una extraña enfermedad a los huesos.
Es hora ya de terminar con la prohibición de drogas. La ciencia puede desarrollar nuevos tratamientos para pacientes que sufren de distinas enfermedades si es que terminásemos con los prejuicios ridículos sobre los sicotrópicos. Más aún, como nos recuerda el economista Milton Friedman en esta entrevista, es la ilegalidad la que ha producido drogas cada vez más potentes: la necesidad de traficarlas ha hecho que el mercado produzca el hachís o la marihuana prensada. La marihuana en estado natural, y con laboratorios controlando las dosis de su ingrediente activo, delta-9-tetrahydrocannabinol (THC), podríamos incluso disfrutarla en completa tranquilidad, seguros de que sabemos qué se estña vendiendo. El propio Friedman nos relata cómo el alcohol casero estaba disponible en todas partes durante la Ley Seca, y las intoxicaciones eran comunes. Hoy sabemos exactamente cuántos grados alcohólicos tiene el vino o la cerveza. Sabemos que se vende en lugares debidamente licenciados y fiscalizados. Nada de esto ocurría mientras Al Capone levantaba su imperio del mal y azotaba las ciudades. Del mismo modo, hoy vivimos en medio de una emergencia internacional, con países como México, Colombia o Afganistán totalemente devastados, todo gracias a la prohibición de drogas.
Hay un punto en común entre el término de la Ley Seca y el escenario económico actual. La prohibición de alcohol fue eliminada en 1933, cuando el gobierno necesitaba enormes recursos para reactivar la economía. Recordemos que la Gran Depresión estalló en 1929-30. El gobierno vio en la liberalización del alcohol una excelente oportunidad para cobrar impuestos al alcohol, y aprovechar así de usar los recursos recolectados para financiar el New Deal. La coyuntura hoy es, por increíble que parezca, exactamente la misma. Si el señor Obama quiere sacar dinero de alguna parte (el paquete TARP costó la astronómica suma de 700 billones) y si quiere recursos para financiar la reforma a la salud, debe ahora continuar liberalizando el comercio de alucinógenos. Nunca se ha visto a un marihuanero morir por sobredosis de pito. La guerra a las drogas declarada por Nixon es un fracaso. Es además poco ético que el Estado nos prohíba nuestro derecho a drogarnos. Menos aún obstruir el desarrollo de terapias basadas en sustancias alucinógenas.
No me extrañaría que EEUU terminase con la prohibición, pero que en Chile seamos más papistas que el Papa y por años discutamos que el país que inventó el disparate vive una crisis moral y que la familia se ha destruido por la droga y que empezaron los suicidios colectivos. No podemos seguir escuchando a las viejujas de Chile Familia Unida que se juntan a tomar tecito y a hacer lobby para prohibir drogas.
Estamos en época de elecciones. Es francamente impresentable el silencio ignominioso ha guardadoo sobre esta delicada materia el candidato que, se supone, está comprometido con el gobierno limitado y la "libertad" y el emprendimiento. Me refiero al señor Sebastián Piñera. Nada espero de Eduardo Frei. El único que ha pueso el dedo en la llaga ha sido el díscolo Marco Enríquez Ominami, si bien sospechamos que lo hace de loco, y no por convencimiento. Pero sea como sea, es hora de terminar con el gobierno paralelo de los barones de la droga. Si Piñera lo único que tiene que ofrecernos es más mano dura, entonces Chile Liberal comienza a pedirle a sus lectores chilenos que empiecen a contemplar seriamente la idea de votar por Marco Enríquez-Ominami. Al menos en primera vuelta.
6 comentarios:
El liberalismo de Dr. Jekyll y Mr. Hyde: descriminalizar lo que no es un crimen para luego ponerle un impuesto.
Carlos,
¿Te parece el New Deal liberal?
Estoy plenamente de acuerdo con la despenalización de todas las drogas para los mayores de edad: el ejercicio de la libertad implica también la posibilidad de escoger si consumimos estas substancias. Y si ellas nos perjudican, tampoco deben prohibírsenos porque nosotros somos administradores exclusivos de nuestro cuerpo.
Personalmente, viví una situación muy incómoda a causa de estas estúpidas prohibiciones hace poco tiempo. Mi madre necesita consumir un fármaco psicotrópico (con estrella verde en la caja) como parte de su tratamiento para la epilepsia: olvidó recoger la receta para comprar los que le harían falta para un mes que estaba comenzando y, a causa de este descuido —inducido también por el efecto de haber estado consumiendo muchos fármacos diversos desde la infancia a causa de la misma enfermedad—, nos encontramos en la anguntiaste situación de que ella no podría consumir el fármaco hasta cuando pudiera recoger la receta (y justamente nos encontrábamos en un día sábado) y de que probablemente sufriría crisis epilépticas. Pudo evitarlo, sin embargo, consumiendo otro fármaco de emergencia que le proveyó su neuróloga para casos extraordinarios. Pero yo lamento mucho haber tenido que pasearme por varias farmacias explicando la situación y prácticamente rogando que me vendieran el medicamento sin obtener ninguna respuesta positiva y hasta malos tratos por estar induciendo el incumplimiento de la ley.
Mario: es lógico optar por males menores
Cristian: eso de peregrinar por farmacias se está convirtiendo en habitual en Chile
Carlos,
Two wrongs don't make a right.
@Mario: mi respuesta es lógica. Tu replicas con un cliché.
Creo que ahí está la diferencia. Yo soy práctico y realista, busco aproximaciones científicas alejadas de utopías o de verdades académicas intraducibles a la realidad.
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