Felicitamos a Brasil, país que no debe desperdiciar esta oportunidad
El presidente Obama y su mujer viajaron a Copenague para respaldar la candidatura de Chicago. Fue el mismo ejemplo de la pasada elección norteamericana la que influyó para que el candidato más débil, Río de Janerio, se impusiera a Chicago y Madrid.
Río sufre graves falencias en cuanto a transporte público, crimen, y capacidad hotelera, en comparación con las otras ciudades en competencia. Más aún, en términos estrictamente olímpicos, ni Brasil ni ningún otro país latinoamericano envía fuertes delegaciones olímpicas, ni llegan a la parte alta del medallero olímpico.
Los Juegos Olímpicos demandan infraestructura para poder llevarse a cabo con éxito. No siempre los países desarrollados organizan juegos, y muchos países emergentes cuando son nominados usan el esfuerzo de los Juegos para unirse al primer mundo. En 1952, 1956 y 1964, Helsinki, Melbourne y Tokio elevaron sus países a la categoría de "primer mundo". En 1972, Múnich sufrió un terrible boicot, pero Alemania en aquella época dejaba atrás el "milagro alemán" y se coronaba no como nación industrializada, sino como la tercera economía del mundo. Los casos más deslumbrantes han sido Seúl y Barcelona, en 1988 y 1992 respectivamente, llevando a Corea y España al selecto grupo de naciones desarrolladas. China usó Beijing 2008 para marcar su ingreso triunfal a la categoría de líder mundial. Otros han fracasado en el intento, como México 1968 o Atenas 2004.
Brasil fue el último país del mundo en entrar en recesión, y fue el primero en salir. Además sólo se sumergió en la crisis financiera en aguas bajas. En vez de gastar artificialemente recursos en infraestructura para reactivar su economía, Brasil ahora tiene la excusa de los Juegos Olímpicos para mejorar en todo aspecto la logística de Rio de Janeiro y poner en marcha todo el potencial de la economía brasileña.
Pero me surgen ciertas dudas. Tomemos como base el ejemplo más brillante: los Juegos de Seúl '88. La verdad es que Corea tiene un sistema de educación muchísimo más avanzado que el brasileño. El atraso de la educación brasileña es el lastre que le impide salir a flote. El gráfico a la derecha muestra los puntajes que han obtenido países emergentes en sistemas de evaluación de la calidad de la educación (fuente: The Economist). Mejorar la educación de un país no consiste en decretar con fuerza de ley que desde mañana todo el mundo se eduque, sino que requiere un cambio profundo en la actitud de un país. Corea, como buen país asíatico, vive de la devoción al trabajo duro. Ayer más de 100 mil cariocas han celebrado eufóricos en Ipanema la nominación de su ciudad, tanto así que se decretó día feriado. Lula lloró y dijo que va a "trabajar duro" en las preparaciones. Van a trabajar duro, pero desde mañana, ya que hoy decretamos feriado mientras bailamos samba y lloramos a moco tendido.
Sospecho que el Rio seguirá el triste sendero de Ciudad de México y Atenas, y no el de Seúl o Barcelona. Nominar a Río ha sido un riesgo, y un gesto casi de compasión por un continente postergado que históricamente se ha hecho todo lo posible por desperdiciar cada oportunidad que le dan. Es hora, sin embargo, de torcerle el brazo a la historia.
El presidente Obama y su mujer viajaron a Copenague para respaldar la candidatura de Chicago. Fue el mismo ejemplo de la pasada elección norteamericana la que influyó para que el candidato más débil, Río de Janerio, se impusiera a Chicago y Madrid.
Río sufre graves falencias en cuanto a transporte público, crimen, y capacidad hotelera, en comparación con las otras ciudades en competencia. Más aún, en términos estrictamente olímpicos, ni Brasil ni ningún otro país latinoamericano envía fuertes delegaciones olímpicas, ni llegan a la parte alta del medallero olímpico.
Los Juegos Olímpicos demandan infraestructura para poder llevarse a cabo con éxito. No siempre los países desarrollados organizan juegos, y muchos países emergentes cuando son nominados usan el esfuerzo de los Juegos para unirse al primer mundo. En 1952, 1956 y 1964, Helsinki, Melbourne y Tokio elevaron sus países a la categoría de "primer mundo". En 1972, Múnich sufrió un terrible boicot, pero Alemania en aquella época dejaba atrás el "milagro alemán" y se coronaba no como nación industrializada, sino como la tercera economía del mundo. Los casos más deslumbrantes han sido Seúl y Barcelona, en 1988 y 1992 respectivamente, llevando a Corea y España al selecto grupo de naciones desarrolladas. China usó Beijing 2008 para marcar su ingreso triunfal a la categoría de líder mundial. Otros han fracasado en el intento, como México 1968 o Atenas 2004.
Brasil fue el último país del mundo en entrar en recesión, y fue el primero en salir. Además sólo se sumergió en la crisis financiera en aguas bajas. En vez de gastar artificialemente recursos en infraestructura para reactivar su economía, Brasil ahora tiene la excusa de los Juegos Olímpicos para mejorar en todo aspecto la logística de Rio de Janeiro y poner en marcha todo el potencial de la economía brasileña.
Pero me surgen ciertas dudas. Tomemos como base el ejemplo más brillante: los Juegos de Seúl '88. La verdad es que Corea tiene un sistema de educación muchísimo más avanzado que el brasileño. El atraso de la educación brasileña es el lastre que le impide salir a flote. El gráfico a la derecha muestra los puntajes que han obtenido países emergentes en sistemas de evaluación de la calidad de la educación (fuente: The Economist). Mejorar la educación de un país no consiste en decretar con fuerza de ley que desde mañana todo el mundo se eduque, sino que requiere un cambio profundo en la actitud de un país. Corea, como buen país asíatico, vive de la devoción al trabajo duro. Ayer más de 100 mil cariocas han celebrado eufóricos en Ipanema la nominación de su ciudad, tanto así que se decretó día feriado. Lula lloró y dijo que va a "trabajar duro" en las preparaciones. Van a trabajar duro, pero desde mañana, ya que hoy decretamos feriado mientras bailamos samba y lloramos a moco tendido.
Sospecho que el Rio seguirá el triste sendero de Ciudad de México y Atenas, y no el de Seúl o Barcelona. Nominar a Río ha sido un riesgo, y un gesto casi de compasión por un continente postergado que históricamente se ha hecho todo lo posible por desperdiciar cada oportunidad que le dan. Es hora, sin embargo, de torcerle el brazo a la historia.
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