martes, 26 de diciembre de 2006

Hacia la inmortalidad

Estimados lectores,

Ya llega el 2007 y los Liberales nos preparamos para plasmar todo nuestro ideario en un proyecto atractivo para nuestro país. El blog Chile Liberal por su parte les presenta un artículo que sirve para divisar las nuevas fronteras a las que nos enfrenta la ciencia en el Nuevo Año y en las décadas venideras. Invitamos a leer este artículo y debatir las implicancias del quehacer científico desde nuestra perspectiva centrada en la libertad de los individuos. Seguimos adelante con nuestro espíritu crítico, analítico y racionalista.

El tema es polémico, tal como lo es Chile Liberal. Kant decía que "el pensar libremente es un acto subversivo", ¡y vaya que tiene razón! Por lo mismo, siéntanse a gusto para añadir sus comentarios y análisis. Hemos eliminado las trabas para subir posteos, desde hoy el único control que existe es "la mano invisible" de la que hablaba Adam Smith.

Amigos, esperamos que la lectura les inspire, y con este tema despedimos el 2006 y les deseamos un muy feliz 2007, que sea lleno de paz, libertad y progreso para ustedes y sus familias.

Feliz Año Nuevo

Carlos Riquelme
Nelson Rojas





Hacia la inmortalidad

El creciente poder para cambiar la naturaleza humana

A veces la ciencia da un poco de miedo. Su potencial para transformar la vida en sí misma ha llevado a predecir que podremos reescribir nuestra estructura genética o mezclar nuestras mentes con máquinas. Pero el año 2007 nos demostrará que las preocupaciones más inmediatas no guardan relación con estas temas de ciencia ficción. Las posibilidades reales de cambiar la naturaleza humana se acercan sigilosamente desde direcciones no muy obvias. Cada vez hay más drogas que, inicialmente creadas para curar enfermedades, se están destinando a mejorar el potencial cognitivo de personas saludables e incluso aumentar la esperanza de vida hasta los 115 años o más.

El potencial para alterar nuestra naturaleza y la cantidad de años de nuestra vida genera reacciones enconadas. El transhumanismo, una corriente de pensamiento que congrega científicos, tecnólogos y pensadores quienes buscan formas de mejorar la condición humana, ve estas nuevas oportunidades como algo loable. La naturaleza humana, dice Nick Bostrum, filósofo de la Universidad de Oxford y defensor del transhumanismo, es una “obra en proceso de perfeccionamiento, un plan inicialmente mal concebido que podemos aprender a moldear para nuestro propio beneficio... llegará el momento en que nos convertiremos en post-humanos, criaturas con capacidades mucho más amplias que los seres humanos actuales”. Otros afirman que jamás tendremos la sabiduría suficiente como para trascender a otra especie. Francis Fukuyama, de la Universidad John Hopkins, ha descrito al transhumanismo como una de las “ideas más peligrosas del mundo”. Pero sea cual sea la postura del lector, las posibilidades de cambiar nuestra propia naturaleza mediante intervención bioquímica directa es una realidad que se hace cada vez más presente.

No hay ningún objetivo más importante para el transhumanismo que conquistar y superar la muerte. Algunos de los defensores más controversiales de los mejoramientos tecnológicos en seres humanos, incluido Ray Kurzweil, inventor y escritor norteamericano, y Aubrey de Grey, gerontólogo y director de la Fundación Matusalén (Mathuselah Foundation) afirma con optimismo que la inmortalidad es posible de alcanzar para quienes estén vivos hoy. Pero aún sin que las tecnologías estén disponibles hoy, pero según ellos ya están en camino, hay buenas razones para creer que podemos vivir mucho más allá de los límites actuales.

Los transhumanistas cuestionan el conocimiento convencional, el cual indica que ya hemos llegado al límite de nuestra expectativa de vida. La historia demuestra que cada límite anunciado por los expertos es superado rápidamente. En 1928 un demógrafo norteamericano, Louis Dublin, calculó que el límite máximo de la esperanza de vida sería de 64,8 años, cifra osada en esos tiempos, cuando la esperanza de vida de los norteamericanos era de apenas 57 años. Pero ahora su cifra es bastante modesta si consideramos que para las mujeres de Okinawa, Japón, se han sobrepasado los 85,3 años de esperanza de vida, 20 años más de lo que Dublin pensó sería el límite máximo. Modestos también se ven los científicos que predijeron posteriormente la esperanza de vida en un límite, jamás superable, de 78 años (en 1952), 79 años (1980) y 82,5 años (1984).

¿Puede este aumento constante de la esperanza de vida remplazarse con un salto gigante? Eso creen los transhumanistas. Hoy ya se sabe que si disminuimos el consumo diario de calorías en la dieta se puede aumentar considerablemente la esperanza de vida, entre un 30% a 50%, en una amplia variedad de animales. La evidencia actual indica que esta estrategia no sólo es aplicable y efectiva en seres humanos sino que además se sabe que existen drogas que brindan los beneficios de la reducción de calorías sin las molestias de la dieta.

Muchos de los entusiastas de esta teoría que han consumido apenas 1.800 calorías diarias durante un promedio de seis años (una dieta saludable en occidente es de aproximadamente 2.700) muestran claros signos de retardo en el envejecimiento corporal. No es que el sólo acto de comer menos calorías haga más lento el metabolsimo, ni tampoco las ventajas provienen de ser más delgado, ya que el ejercicio intenso para quemar calorías tampoco produce los mismos resultados. Más bien parece que la restricción en el consumo de calorías desencadena reacciones en el mecanismo de defensas naturales para estimular las probabilidades de sobrevivencia durante períodos de escasez de alimentos. Como muchas de estas respuestas están cordinadas por un conjunto de genes llamados sirtuinos, existe la posibilidad de que las drogas puedan emplearse para desencadenar esta misma reacción directamente, sin la dieta.

Los componentes químicos que afectan la actividad de las sirtuinas se han encontrado en plantas y una, resveratrol, logra extender la vida de los animales usados en pruebas de laboratorio. En un tipo de peces la esperanza de vida aumentó un 60%. A los seres humanos les parecerá interesante saber que el resveratrol se encuentra en forma natural en el vino tinto.

Los esfuerzos destinados a crear drogas destinadas a las sirtuinas y las pruebas clínicas de seguridad ya están en curso, pero las compañías involucradas tienen como objetivo activar los “genes para la salud” y no para extender la vida en sí. Esto último es simplemente demasiado controversial.

Lo mismo ocurre con otras drogas que pueden mejorar las condiciones físicas de la vida humana. Un ejemplo interesante es el modafinil. Creado inicialmente para el tratamiento contra la narcolepsia y los problemas del sueño, ha sido un éxito en la gente sana que desea aumentar su concentración y dormir menos. Quienes han consumido modafinil han mejorado ostensiblemente la capacidad para resolver tests de planificación, como la prueba “Torre de Londres” donde se deben mover discos de colores de un patrón a otro usando la menor cantidad de pasos posibles. En el mundo entero ya se encuentran en estudio más de 40 drogas de mejoramiento cognitivo.

Muchas otras drogas en estudio logran mejorar o alterar de algún modo la memoria. En el cerebro, los recuerdos se codifican en patrones de enlace entre las células nerviosas los cuales se presentan en dos etapas: la primera es cuando la potencia de las señales entre las células se mejora temporalmente, y la segunda cuando la memoria se consolida a través de la síntesis de nuevas proteínas. Las drogas Ampakine están pensadas para actuar en a la primera etapa, estimulando la comunicación excitatoria entre las células nerviosas, como también estimulando el crecimiento del cerebro. Los resultados son alentadores, al menos para ratas de laboratorio. Recientemente los científicos han descubierto que la droga retrasa el reloj para uno de los signos principales que indican el deterioro en las funciones de la memoria.

Otra droga, propranolol, tiene la capacidad opuesta ya que logra debilitar los recuerdos traumáticos. Los recuerdos se graban con notoria intensidad en situaciones traumáticas como guerras, accidentes de tráfico y violaciones. Estos recuerdos pueden volver como parte dolorosa en el marco de los desórdenes de estrés postraumático. El propranolol bloquea el impacto de las hormonas de estrés en la formación de la memoria y, si se consume inmediatamente después de un episodio traumático, disminuye la intensidad del recuerdo.

Más sorprendente aún es una nueva droga llamada ZIP (zeta inhibitor peptide, peptida inhibidor zeta) la cual hace que las ratas olviden todo lo que han aprendido recientemente, sin afectar sus habilidades de aprendizaje. ZIP aún no se ha probado en seres humanos pero tiene la capacidad de borrar todos los recuerdos recientes.

Los transhumanistas ha sido sagaces para debatir hacia dónde van dirigidas todas estas drogas: no sólo pueden reducir los desórdenes de estrés, sino que además pueden eliminar los sentimientos de culpa al borrar los recuerdos de malas acciones realizadas, o mitigar el dolor de perder un ser querido. Estas posibilidades ponen de relieve los problemas que enfrentamos cuando jugamos con la naturaleza humana. Es cierto que podemos convertirnos en seres más eficientes, pero sin los sentimientos de quienes nos rodean.

El tema nos enfrenta a un debate aún sin resolver en el transhumanismo: saber si al elegir “mejorarnos” como individuos, podemos decir que seguimos siendo la misma persona, y determinar si esto tiene importancia. Pero una cosa damos por cierta: sea cual sea el mal que suframos y para el cual desarollemos tratamientos con nuevas drogas, si además sirven para otorgarnos una ventaja competitiva, o prolongar la existencia, habrá gente que las consumirá.

chileliberal@gmail.com

ver original Towards immortality (The Economist)
ver Opinión de Francis Fukuyama
ver opinión de Ratzinger sobre el uso de tecnologías

jueves, 21 de diciembre de 2006

María no fue virgen en el sentido actual de la palabra


La colección de libros que hoy conocemos con el nombre genérico de biblia fue uno de los escritos más gravitantes en el continente europeo hasta el surgimiento de la Ilustración y su influencia continúa incluso hoy tanto en EEUU como en el tercer mundo. Chile, como sabemos, sigue siendo miembro de éste último, a la vez que ferozmente cristiano. La pobreza, de todos modos, no explica satisfactoriamente el enraizamiento social del cristianismo. Chile, pobre; EEUU, rico. Ambos religiosos hasta el fanatismo. ¿Explicación? Ninguna por el momento.

Pero cuando tomamos el cristianismo como tal, dejando de lado su tufillo homofóbico y los relatos fantásticos, y a pesar de la naturaleza dudosa de las narraciones, aún podemos destacar hechos que, aunque falsos en apariencia, han sido tergiversados de manera tal que hoy en día contribuyen a la confusión respecto del verdadero valor de la doctrina predicada por Jesús de Nazaret (0 era común – 36? era común). Cabe destacar que los preceptos emitidos por agrupaciones como las iglesias cristianas de EEUU (pensemos en George Bush) o la aglomeración encabezada por Jozeph Ratzinger (Católica Romana) guardan poca relación con las enseñanzas bíblicas, sin mencionar que se riñen abiertamente con la Declaración Universal de los Derechos del Hombre.

Para el lector avezado y para la corriente de opinión liberal, los relatos de estos libros varían desde lo difícil de creer hasta lo simplemente inverosímil. Sin embargo, esto no debe ser un impedimento para admirar muchas de las enseñanzas morales de orden superior que Jesús de Nazaret predicó a sus seguidores o ciertos hechos notables de su vida. Uno de ellos, su nacimiento, es un acontecimiento extraordinario que vale la pena estudiar en estos días de diciembre.

María no fue “virgen”, tal como se entiende hoy dicho vocablo

Todos sabemos que la primera etapa para formar un futuro ser humano es el cigoto, para ello en los tiempos bíblicos se requería necesariamente de un encuentro sexual. Algunos pretenden que Jesús de Nazaret nació de una mujer que no tuvo relación sexual alguna, incluso los más exaltados aseveran que María fue “libre de pecado”, como si el sexo fuese algo pernicioso.

Más allá de las falencias morales de algunos cristianos (que creen erróneamente que el sexo es pecado y que todo hombre nacería aparentemente con algún pecado original), una de las falsas creencias más perdurables y corrosivas durante la historia ha sido la virginidad de María.

Muy poco relatan los evangelistas sobre María y en general sobre la infancia de Jesús, y no es de extrañarse: ¿cómo podría Jesús hablar en extenso sobre su propia infancia? Jesús, por otro lado, sí es mencionado como hijo de José y María; en ningún momento se da a entender que no haya sido el hijo sanguíneo de José ni se niega que fue hermano de Santiago, José, Simón y Judas. En los relatos judíos se menciona a María como madre de éstos últimos además de haber tenido otras hijas, es decir, Jesús tuvo varios hermanos y hermanas.

La doctrina del nacimiento virginal tiene como antecedente las narraciones de Mateo y Lucas. Marcos y Juan parecen haber ignorado detalles de la infancia de Jesús. Pero tampoco los dos primeros evangelistas muestran congruencia en sus relatos sobre el nacimiento: concepción milagrosa, censo romano, estrella, reyes magos. Para comprender este período debemos tener en cuenta que fueron crónicas añadidas tardíamente por parte de Mateo y Lucas.

Lucas nos presenta la concepción virginal como el anuncio a una muchacha pre-púber, pronta a contraer matrimonio con José. Ella se desconcierta, cómo no. ¿Cómo podría ser madre antes de unirse a su esposo? Cabe preguntarse si acaso María no hubo de quedar perpleja al saber que no estaba preparada para la maternidad porque aún no llegaba a la pubertad y, por lo tanto, al saber que no estaba físicamente preparada. El motivo para la estupefacción de María es que en el habla común de los judíos la palabra “virgen” designaba a una niña aún no madura físicamente para concebir.

El ángel, en su respuesta, argüye que dios permitiría que la niña pre-púber pueda embarazarse del mismo modo que Elízabet pudo concebir después de la menopausia. Observamos nuevamente que en el habla común de los judíos se volvía a llamar “virgen” a una mujer después de la menopausia, vale decir, a una mujer que no puede concebir.

En algunos manuscritos griegos, latinos y arameos de la Antigüedad se menciona específicamente la paternidad de José, al igual como lo hacía la antigua comunidad judeocristiana de los Ebionitas. También existieron comunidades paganas y judías hostiles al cristianismo quienes afirmaban que Jesús fue concebido fuera del matrimonio y que su padre fue un soldado romano llamado Panthera. Estas teorías figuran en las creencias de exégetas feministas de los evangelios.

El significado de la Navidad

Las doctrinas marianas, particularmente arraigadas en el catolicismo romano, encuentran un lugar de acogida en el cristianismo sin que afecte en modo alguno la integridad de dicha religión en su conjunto. Dicha doctrina se encuentra ausente en las iglesias protestantes.

En lo que nos compete dentro del ámbito de nuestra postura liberal, nunca hemos pretendido en modo alguno atacar a esta religión ni mucho menos. Ya hemos dicho que en China, frente a la persecución de la que son víctimas, los cristianos pueden contar con todo el apoyo de las fuerzas democráticas de occidente ya que postulamos y garantizamos la libertad de culto.

En la presente época de recogimiento, esperamos aclarar este aspecto puntual, el nacimiento de Jesús, y aplicar cierto rigor científico en las actuales creencias religiosas, especialmente las que conciernen la aceptación dulce y valiente de dicha maternidad.

La idea de María como madre de Jesús es una bella historia que contrapesa la imagen intimidatoria y severa del dios castigador omnipotente y masculino que permanece en la psiquis colectiva de la opinión pública.

chileliberal@gmail.com

Para mayor información, consultar:
La natividad, historia y leyenda (The Nativity: History and Legend)
Geza Vernes
Profesor emérito de estudios judíos
Oxford University

domingo, 17 de diciembre de 2006

Adiós al modelo nórdico


El presente es un análisis de actualidad que nos presenta The Economist. Como verán, es muy útil para comprender la realidad chilena.

Para ver artículo sobre Fredrik Reinfeldt haga clic aquí.
Para ver la opinión de un lector amigo haga clic aquí.

Para ver la opinión de Andrés Velasco (Ministro de Hacienda) en El Mercurio haga clic aquí.

He añadido un comentario basado en los reportes de Le Monde de ayer 16 de diciembre.

Si desea que le enviemos artículos de interés, traducciones exclusivas, información sobre las actividades de los Liberales, participar de nuestros debates internos, o si simplemente quiere estar en contacto con nosotros, escríbanos a: chileliberal@gmail.com

Saludos afectuosos,
El editor



El final de otro sueño europeo

El concepto de modelo nórdico siempre ha sido atrayente. Durante estos últimos años los europeos se han sentido ansiosos por defender su desgastado sistema de seguridad social y por evitar la supuesta crueldad del modelo anglosajón de libre mercado, y tienden a mirar con nostalgia hacia la parte norte de su continente. Existe la creencia en todo el mundo de que los países nórdicos han encontrado alguna especie de fórmula mágica para combinar impuestos altos con un estado fastuoso junto con crecimiento acelerado y bajo desempleo. Y ciertamente es un hecho que las economías nórdicas han obtenido resultados mucho mejores que el resto de Europa.

Pero la creencia en este especial modelo o “tercera vía” seguirá derrumbándose durante el 2007. Como de costumbre, el modelo siempre ha sido mejor evlauado por observadores extranjeros que por los propios habitantes de estos países. La evidencia más reveladora de este último tiempo ha sido la elección sueca en septiembre del 2006. El gobernante partido Social Demócrata, en el poder durante los 12 años anteriores (y durante 65 entre los 74 últimos), sufrió una paliza electoral al obtener los peores resultados registrados desde 1914.

El electorado sueco está particularmente preocupado del empleo y la inmigración. A pesar de los buenos índices de crecimiento, el negarse a liberalizar el mercado laboral, los sindicatos fuertes y la falta de competencia en el área de servicios se han combinado para atrofiar la creación de empleos en Suecia. La falta de trabajos ha acentuado las dificultades de la creciente comunidad de inmigrantes para integrarse a la sociedad.

Ahora el nuevo gobierno de centroderecha liderado por el Partido Moderado de Fredrik Reinfeldt probablemente adoptará medidas tendientes hacia una mayor liberalización, privatización y desregulación. Consciente del apego subyacente de los suecos hacia el estado del bienestar, las reducciones en impuestos y beneficios que aplicará el gobierno serán más bien modestas. No obstante, Reinfeldt, de apenas 41 años, será uno de los focos de atención en la escena política europea.

A los devotos les concedemos que, efectivamente, una de las virtudes del modelo nórdico es que siempre logra hacernos cambiar de parecer. Si Suecia no nos satisface, ¿qué hay respecto a la high-tech Finlandia? ¿O Dinamarca, con su famoso sistema laboral flexiseguro? ¿O la hermosa y pingüe Noruega? ¿O incluso Islandia, con todo el vigor de sus nuevas empresas informáticas? Las dos últimas naciones son particularmente seductoras para los euroescépticos quienes las presentan como ejemplos de países ricos que prosperan sin pertenecer a la UE.

El problema es que cuando se observa cada país de cerca, resulta ser difícil de imitar o muestra gaves falencias, o ambos. Tomemos dos casos, el par más famoso del momento: Finlandia y Dinamarca. Los finlandeses normalmente se encuentran en la cumbre de prácticamente todos los ránkings internacionales en áreas como educación, salud, competitividad y uso de tecnologías de punta. Dinamarca es un caso excepcional en Europa por sus bajos niveles de desempleo y por la facilidad para iniciar nuevas empresas.

Pero Finlandia depende peligrosamente de la salud de una sola compañía, Nokia. Dinamarca ha conseguido un éxito innegable en generación de nuevos empleos pero muestra una oposición feroz contra la inmigración. En ambos países se oyen muchísimas quejas sobre las altas tributaciones y el tamaño gigante del estado.

A decir verdad, cada vez que el modelo nórdico funciona bien es cuando liberaliza sus mercados. En cambio, cuando este principio es rechazado, especialmente en los servicios públicos, el resultado es una desaceleración de la productividad. Y aunque el gran tamaño del sector público ofrece mayor libertad de elección para el consumidor, más competencia y menos corrupción que en el resto de Europa, los altos impuestos necesarios para pagar dichos servicios siguen siendo una carga onerosa.

Europa en el año 2007 aprenderá, no por primera vez, que no hay ninguna fórmula mágica que permita mantener el famoso modelo social intacto y permanecer incólume para recuperar el dinamismo perdido en ciclos pasados. En síntesis, la realidad nos demuestra que no hay ninguna alternativa al cruel proceso de reformas económicas.

chileliberal@gmail.com

viernes, 15 de diciembre de 2006

La partida de un tirano

Estimados lectores,
En este artículo compacto la prestigiosa publicación liberal The Economist nos entrega una radiografía incisiva y sin rodeos sobre el recientemente desaparecido Augusto Pinochet. Se nos presentan dos preguntas que, efectivamente, desde un ángulo liberal, son las dos grandes interrogantes con que nos desafían la figura y el legado del ex mandatario. Las respuestas de este periódico son categóricas y reflejan fielmente la línea editorial y de pensamiento de nuestro sitio. Todo ello en el famoso "estilo The Economist".
Sabemos que muchos de nuestros lectores no estarán de acuerdo con el contenido del presente, sin embargo, hacemos nuestra la reflexión y conclusiones aquí presentadas y con ella comenzamos lentamente a pasar de la actualidad a la historia. Como verán, el breve análisis se centra en la reflexión sobre la libertad individual, el respeto a la democracia y los principios de la economía de libre mercado.
Vive la différence!
Saludos libertarios,
chileliberal@gmail.com


La partida de un tirano
13 de diciembre, 2006
The Economist
Ver artículo en inglés aquí.



Nada de "pero" o "es que". Sin importar qué haya hecho el general por la economía, fue un hombre malo


La suya no fue la dictadura militar más sangrienta que afligió a sudamérica durante los años 70. Este premio se lo lleva la Junta Militar que gobernó Argentina. Tampoco fue la dictadura más larga: Alfredo Stroessner causó estragos en Paraguay por 35 años y el régimen militar brasileño duró 21. Pero el General Augusto Pinochet, quien gobernó Chile desde 1973 hasta 1990 y que ha fallecido el fin de semana pasado, fue el dictador más brutalmente exitoso de todos. Estuvo al mando de un estado policial de gran efectividad y personificó en sí mismo toda una era de despotismo sangriento durante las etapas finales de la Guerra Fría.

La izquierda lo aborreció no sólo por su brutalidad sino porque derrocó al gobierno marxista, democráticamente elegido, de Salvador Allende. El golpe de estado de 1973, con el apoyo de Estados Unidos, puso fin a una tradición democrática chilena que se remontaba a la década de 1930. Para sus defensores, tanto en Chile como en el extranjero (y que hasta hace poco tiempo eran muchos), él fue el salvador de la patria. Aducen que rescató al país del comunismo y lo convirtió en la economía de mayor crecimiento de América Latina mediante la aplicación de políticas de libre mercado que serían posteriormente imitadas en Asia y Europa Oriental. El General Pinochet guardó esperanzas en que su éxito económico, no sólo la intimidación, le permitiría ganar el plebiscito organizado en 1988 y así continuar en el poder. Los chilenos, al contrario, votaron para restituir la democracia, 56% contra 43%. El general continuó en su cargo de comandante en jefe proyectando una sombra autoritaria. Finalmente debió enfrentar la justicia, o prácticamente los tribunales, gracias a un juez español, la Cámara de los Lores británica y las cortes chilenas.

La historia de Pinochet plantea dos preguntas incómodas para los liberales. Si el golpe de estado efectivamente rescató a Chile de un gobierno elegido democráticamente el cual fue dominado por el marxismo, y por tanto antidemocrático, ¿goza de justificación? La respuesta es no. El gobierno de Allende generó caos económico y tensiones políticas extremas que lo habrían llevado igualmente a estallar. Pero la intención de la junta fue aplastar la democracia, no sólo al comunismo.

La segunda incómoda pregunta es si el éxito económico posterior de Chile fue posible sólo gracias a la dictadura. Al igual que la mayoría de los dictadores latinoamericanos, el General Pinochet fue un hombre que instintivamente creyó en un nacionalismo económico. Pero vio a los Chicago Boys, un grupo de economistas de libremercado, como un medio para consolidar su dictadura personal. La reducción radical del estado gigante que creó Allende fue el método de Pinochet para evitar tener que compartir el dominio político, y por tanto el poder, con las fuerzas armadas.

Con los chilenos amordazados, los Chicago Boys pudieron trabajar en condiciones similares a un laboratorio, sin respeto alguno por los costos sociales. Cometieron errores: el tipo de cambio fijo y la privatización de bancos con escasas regulaciones desencadenaron una recesión gigantesca y un colapso financiero en los años 1982-1983. Luego vino una oleada de políticas más pragmáticas y la reanudación del crecimiento. Pero fue necesario el retorno de la democracia en 1990, con su capacidad para otorgar legitimidad, para crear un boom de inversiones y una reducción enorme en los niveles de pobreza. En el resto de América Latina las reformas hacia una economía de libre mercado se efectuaron en democracia.

Cuando se divorcian la economía y las libertades políticas
Lo normal es que un dictador meta la pata en cuestiones económicas. Son muy pocos los que logran entender la economía, uno de ellos fue Franco en 1958. Pero a la larga, tal como probablemente China lo descubra, la libertad económica rara vez prospera sin libertades políticas. Y la creencia que el General Pinochet luchó desinteresadamente por éstas últimas se vio mancillada cuando salió a la luz pública que acumuló una fortuna que no guarda proporción con su salario. Incluso si a lo largo de la historia alguien se tomase la molestia de recordar que él privatizó los fondos de pensiones, este logro no debiese borrar de la memoria las torturas, los "desaparecidos" y los cadáveres arrojados al mar. Sus defensores, incluida Lady Thatcher, debiesen saberlo.

jueves, 14 de diciembre de 2006

El primer día del resto de nuestra historia




Los pinochetistas y allendistas son una minoría ruidosa y prescindible

Los chilenos hemos presenciado las exequias de uno de los personajes más controversiales de nuestra breve y poco democrática historia republicana. Desde hoy tenemos que responder al llamado de los fundadores de nuestro país para alcanzar por fin una democracia plena que cumpla con los estándares internacionales de probidad y responsabilización que se observan en las naciones del primer mundo, de la mano con índices de libertad individual y crecimiento económico que alienten el espíritu emprendedor y la ética del trabajo duro en cada uno de nosotros.

Sepultadas quedan las etapas en que la economía de mercado se imponía por decretos y en que el dirigismo hizo estragos hasta niveles inverosímiles. Desde hoy abramos el debate y ejercitemos nuestra atrofiada musculatura democrática para demostrar que la libertad individual es la senda que conduce a la prosperidad.

Pero hemos comenzado mal. Aunque Michelle Bachelet ha tomado una decisión correcta al no decretar ni duelo ni funeral de estado, decisión hiriente para la minoría de pinochetistas exaltados quienes parecen olvidar que la misma Bachelet siempre fue categórica para aclarar su postura, un gesto de reconciliación sí se esperaba en Chile y el mundo. Pero todos sabemos que Chile no está encabezado por una estadista de fuste. Sí, muchos la vitorean, muchos votaron por ella para que no otorgara honores de estado ni duelo a Pinochet, pero la jefa de estado y de gobierno debiese estar por sobre la hojarasca… ya saben a qué me refiero.

Un nieto de Pinochet ha tenido el desatino de compartir sus opiniones políticas con la prensa. Desde hoy, el ejército debe volver a ser la institución disciplinada y apolítica que un país aspirante a primermundista necesita. No sólo fue motivo de serias distorsiones institucionales la dilatadísima permanencia de Pinochet a cargo de la comandancia en jefe del ejército, justificada sólo para escabullirse de los requerimientos de los tribunales de justicia (y su anónamla función de senador autodesignado), sino que su sola figura ha desalentado a eventuales cadetes de nuestras FFAA quienes tienen todo su derecho a no ser pinochetistas. Gran daño le haríamos a nuestro país si asumiésemos que para ser militar hay que ser de derecha. Pinochet fue parte del Ejército, pero Pinochet no es el Ejército.

Las acusaciones, con sustento, de malversación de fondos, falsificación de documentos y evasión de impuestos que mancillaron la alicaída figura del desaparecido Augusto Pinochet deben remitirse a lo judicial y apartar a la sociedad de temas que sólo competen al poder judicial. Es inaceptable que la Concertación siga utilizando mañosamente los errores de Pinochet para esconder su propia falta de probidad y no tomar el toro por las astas ante los niveles rampantes de corrupción e incompetencia. La presidenta aún no expulsa a los cleptócratas, ¿qué espera?

Llegó la hora de que el electorado castigue con dureza a la Concertación y a la Alianza. Este es el momento propicio para que irrumpan nuevas corrientes de pensamiento en el escenario político y que se ofrezcan al país alternativas realistas y eficientes a los problemas que atañen a las PYMES, a los trabajadores, a los emprendedores y a la castigada clase media. Llegó la hora de que los liberales entren en acción.

chileliberal@gmail.com

martes, 12 de diciembre de 2006

Yunus redescubre a Adam Smith


Nuestro movimiento prosigue su labor de divulgación en Chile Liberal. Les presentamos un artículo que nos devuelve a la esencia del liberalismo clásico, revisitando a Adam Smith.

Invitamos a leer y seguir reflexionando con serenidad sobre la muerte de Augusto Pinochet. Pueden leer aquí la opinión de Hernán Büchi. Sin embargo, no bajemos la guardia y debemos seguir informados sobre los gravísimos escándalos de corrupción que remecen el normal funcionamiento de nuestro país. Para leer la opinión racional de uno de los pocos miembros sensatos de la Concertación, Jorge Schaulsohn, haga clic aquí.

Saludos,
El Editor


El discurso que ha pronunciado el economista bengalí Muhammad Yunus al recibir el Premio Nobel de la Paz 2006 supone un punto de inflexión de suma importancia en el debate mundial sobre la lucha contra la pobreza. Yunus, que obtuvo el galardón por ser el fundador, en 1983, del Banco Grammeen –conocido como el banco de los pobres– para aliviar la situación de casi esclavitud de parte de la población campesina de Bangladesh, no ha hablado de intervención pública, de ayudas de los gobiernos a los países en desarrollo ni cosas por el estilo. Por el contrario, de lo que ha hablado Yunus es, en sus palabras, de una alternativa al "sueño socialista", ese sueño que sigue impregnado las políticas y el debate en torno al desarrollo y la pobreza en el mundo.

Dice un conocido adagio asiático que "si me das un pez, comeré un día; si me enseñas a pescar, comeré todos". Yunos ha hecho suya esta forma de pensar y no aboga por ayudas de efectos concretos, que suelen ser ineficaces, además de alimentar la corrupción de los gobiernos en los países en desarrollo. Lo que propugna Yunus es la ampliación del concepto de empresario, esto es, de personas que tienen iniciativa y asumen riesgos, como base del progreso económico y social. No se trata, por tanto, de que el Estado provea, sino de que las personas tengan capacidad para resolver sus problemas económicos por sí solos. Este es el secreto de los países del sureste asiático que se abrieron a la economía de mercado y triunfaron, mejorando los niveles de vida de sus respectivas sociedades, y es lo que propone Yunus. Un economista que vive y trabaja en uno de los países más pobres de la tierra resulta que, en vez de pedir más Estado y más solidaridad internacional para sacar adelante a su nación, por lo que aboga es por potenciar el papel del empresario, la base del sistema de economía de mercado y el centro del mismo, porque es quien crea empleo y bienestar, quien promueve el desarrollo y la mejora del nivel de vida de las personas. Pero esto no es nuevo; ya lo dijo Adam Smith en 1777 cuando publicó su famoso libro La riqueza de las naciones, en el que sentó los fundamentos teóricos de la economía de mercado y la libertad de empresa, así como de los beneficios que reporta, aunque luego se han visto negados una y otra vez por los defensores de utopías que niegan la verdadera naturaleza del ser humano y restringen su libertad en aras de un bien común, que después ni es bien, ni es común.

En las palabras de Yunus, además, hay un segundo elemento de importancia. En esa ampliación del concepto de empresario, el economista bengalí quiere encuadrar un componente ético. Yunus aboga por un hombre de negocios motivado por la obtención del "máximo de beneficios". Esto es poco menos que capitalismo puro y duro. Pero ese hombre también encontraría motivación en "hacer el bien a las personas y al mundo". Beneficios y altruismo, que siempre se han presentado como términos opuestos y excluyentes, en Yunus, en cambio, son compatibles y pueden y deben formar parte de un todo. Esto, que en cierto modo se corresponde con el contenido de muchos programas actuales de las mejores escuelas de negocios del mundo, lo defiende un hombre que, como digo, vive y trabaja en contacto directo con la realidad de la miseria en uno de los países más pobres del mundo. Él no culpa al capitalismo de los males del mundo, sino que ve en él un instrumento para superar esas situaciones de pobreza indeseables y, además, la posibilidad de que ese llamémosle egoísmo del empresario pueda transformarse en un elemento de gran contenido ético. Y aquí, nuevamente, Yunus coincide con Adam Smith. Los detractores del pensamiento del gran economista clásico escocés siempre han insistido en lo poco humanos que resultan sus planteamientos del beneficio por el beneficio y del egoísmo individual como motivación del buen funcionamiento de las economías. Con ello pretenden justificar la acción del Estado y restringir las libertades económicas. Pero estas críticas olvidan que Adam Smith acompañó su voluminosa La riqueza de las naciones con un tratado aún más extenso sobre los principios éticos como parte indisoluble de la primera obra y sin la cual no se puede entender aquella en su totalidad.

Los planteamientos de Adam Smith datan de finales del siglo XVIII. Desde entonces, se han negado una y otra vez en nombre del progreso, la justicia social y la lucha contra la pobreza. Y ahora viene un economista de uno de los países más pobres del mundo para redescubrir a todos que aquellos postulados tan criticados del economista escocés no es que fueran correctos, es que, además, hoy tienen plena vigencia, sobre todo para los países menos desarrollados, aunque a muchos les cueste aceptarlo.

viernes, 8 de diciembre de 2006

Una vida demasiado larga


Un agudo análisis de la muerte inminente del ex dictador, visto con los ojos críticos de The Economist. Para ver el artículo original en inglés, haga clic aquí.


Sea cierto o no que Augusto Pinochet está realmente grave, la mayoría de los chilenos desea que ya no figure más

Cuando Augusto Pinochet sufrió lo que inicialmente pareció un ataque cardíaco de carácter fatal, muchos chilenos, incluso quienes apoyaron su larga dictadura, pensaron que este desenlace sería lo mejor. "Es hora de que vaya al encuentro con el Señor", reflexionaba una anciana bondadosa. Por lo mismo es que cuando el ex dictador se recuperó extraordinariamente y volvió a caminar, pocos santiaguinos expresaron algarabía.

Los doctores del bien custodiado Hospital Militar declararon que Pinochet experimentó una mejoría gracias a la excelente y oportuna atención médica proporcionada; el ataque cardíaco fue detectado a tiempo. Pero existe la probabilidad de que todo esto no sea enteramente cierto. Sus adversarios políticos insisten en que el incidente es otra más de las tretas de este hombre de 91 años quien pareciese evitar por todos los medios acudir a los juzgados para responder por los crímenes de su régimen.

En las últimas semanas el ex dictador ha enfrentado una seguidilla de nuevos cargos. Oficialmente se encontraba bajo arresto domiciliario en su residencia, situada en el próspero barrio de La Dehesa, cuando fue trasladado de emergencia al hospital. Pero es casi seguro que, a pesar de su larga vida, el General Pinochet, que gobernó desde 1973 hasta 1990, no responda jamás ante la justicia por los desaparecidos, torturados y otros abusos cometidos contra opositores a su régimen.

Sin embargo él ha sobrevivido para ver cómo su reputación se cae a pedazos incluso entre los chilenos que alguna vez fueron sus propios adherentes y que lo defendieron por salvar al país del caos del gobierno socialista de Salvador Allende. Para algunos, al menos, el apoyo ha cesado no por el abusivo trato a los oponentes de la dictadura, hecho considerado por muchos como el precio que se debió pagar para reestablecer el orden. Sino más bien porque en estos últimos años se le detectaron cuentas secretas con US $ 27 millones en varios bancos extranjeros. Aquellos adherentes, que donaron sus joyas para financiar los esfuerzos por reconstruir el país a mediados de los 70, o quienes ayudaron a pagar su defensa en 1998 mientras estuvo bajo arresto domiciliario en Londres bajo acusaciones de violaciones a los derechos humanos, hoy se sienten traicionados.

El General Pinochet es cada vez más un anacronismo y ha ido desapareciendo gradualmente de la escena pública. En 1990 el ya anciano general se vio obligado a abandonar su cargo de presidente después de perder el plebiscito que él mismo organizó, pero la Constitución Política escrita por su propio régimen le aseguró su permanencia en el puesto de Comandante en jefe del Ejército por ocho años más, y luego como senador de por vida en el senado. Este último cargo lo perdió en el año 2002 cuando se le declaró no apto para enfrentar la justicia.

Hoy en día incluso el ejército, al cual comandó por un cuarto de siglo, tiene sentimientos encontrados sobre el antiguo régimen. Muchos oficiales se sienten consternados al sentir que el ejército se encuentra aislado del resto de la sociedad. Del mismo modo, los partidos conservadores de la actual Oposición, que apoyaron férreamente al régimen, se percataron apenas acabado el incidente en Londres que el general era un impedimento para lograr triunfos electorales. Ni ellos ni la coalición de centro-izquierda, la denominada "Concertación" (gobernante desde 1990), tienen intención alguna de cambiar las políticas de libre mercado que han logrado aceptables niveles de crecimiento económico estos últimos 16 años. Pero tampoco desean seguir recordando el hecho que este modelo se estableció durante el período de reformas estructurales del régimen de Pinochet.

Después de más de una década jactándose de tener la economía más exitosa de sudamérica, los chilenos se sienten en cierta manera ofendidos cuando ven que se les enrostra una y otra vez un capítulo oscuro de su pasado. Resulta además motivo de vergüenza para quienes apoyaron o toleraron este régimen, y doloroso para quienes lo sufrieron directamente. Para ambos bandos, mientras más pronto puedan sepultar esta parte de su pasado, mejor.

miércoles, 6 de diciembre de 2006

Diez preguntas a los Liberales

Estimados lectores,

Varios de ustedes nos han formulado todo tipo de interesantes consultas sobre nuestros postulados y nos han ofrecido colaborar con nosotros. Les agradecemos enormemente el interés y las ganas de participar.
Como ya saben, nuestro objetivo último es reflotar el ideario liberal en nuestro país, pero también queremos fundar una escuela chilena del pensamiento liberal, un think-tank, y.... muchas otras ideas que esperamos materializar pronto. Lo que ya nadie discute es que llegó la hora de anteponer la libertad del individuo frente al estatismo asfixiante. Mientras acabamos los detalles de la próxima sesión de Charlas Liberales, y a modo de preparación, les presentamos un extracto de diez preguntas que nos han enviado, y nuestras respuestas.
Como siempre, esperamos sus aportes y comentarios en Chile Liberal.

Saludos afectuosos,
Movimiento Liberal Progresista

chileliberal@gmail.com

1.- ¿Quiénes son los fundadores de este proyecto?

Somos un grupo de profesionales chilenos provenientes de distintas áreas y de variadas corrientes de pensamiento. Estamos hastiados de la ineptitud de la Concertación y de la excepcional incapacidad de la Alianza por Chile. Lo que nos une es nuestra convicción en la importancia de la libertad individual, en la capacidad de emprendimiento, en la democracia occidental... y hemos concluido que ningún conglomerado actual logra identificarse con nuestro ideario.

2.- ¿Cuáles son sus postulados más importantes?

Como decíamos anteriormente, creemos en la libertad individual y desconfiamos de los dictados de un supuesto estado benefactor que, como sabemos, sólo beneficia a unos pocos burócratas. Creemos en la economía de libre mercado, desde luego, ya que la libertad económica garantiza la competencia, el emprendimiento y el bienestar de cada miembro de la sociedad. La sociedad existe como tal, pero es una realidad distinta al estado. Los miembros de la sociedad nos asociamos e interactuamos libremente con la sociedad y aspiramos a formar un estado que esté al servicio de todos nosotros. No aceptamos que los individuos estemos al servicio del estado. Para ello los ciudadanos hemos designado un gobierno que administre las cuestiones sociales. El gobierno también está al servicio de nosotros... no aceptamos que nos hagan sirvientes del gobierno, el cual además se ha dedicado últimamente a despilfarrar nuestros recursos (Chiledeportes, MOP-Gate, Inverlink, Barrio Seguro, para qué seguir).

3.- ¿Quiénes son sus inspiradores en cuanto a pensamiento, economía, arte y cultura?

Nuestra fuente de inspiración primordial proviene de los valores de la Ilustración en Europa. En cuanto a personalidades y autores podemos mencionar a Adam Smith, Voltaire, Kant, Locke, Hume, por nombrar sólo a unos pocos. En ciencias desde luego que admiramos a Newton y en general a todo el quehacer científico. Políticamente, identificamos el origen de nuestra corriente liberal en los whigs ingleses, quienes procuraron la supremacía del parlamento por sobre la monarquía. Hoy nos encontramos con muchos puntos en común con los Liberal Democrat ingleses, con los sectores moderados de los Conservatives, y con los Libertarians de EEUU.

La labor filantrópica de Bill Gates y Warren Buffet es igualmente digna de elogios y ocupa un lugar destacado entre los personajes contemporáneos que nos sirven de ejemplo.

La corriente liberal inspirada por Milton Friedman es indudablemente el aporte más reciente y el más valioso del siglo XX. Esperamos continuar su obra y mantener vivo su formidable legado.
En Chile, somos asiduos lectores de las columnas de Álvaro Bardón en El Mercurio y de Hernán Büchi.

En cuanto a las artes y la cultura, creo que a todos tenemos gustos muy variados, la música clásica ocupa un lugar de privilegio en nuestras colecciones pero también hay espacio para los sonidos del rock progresivo de Pink Floyd, el New Wave, Brit Pop y bandas modernas como Franz Ferdinand.

4.- ¿Cuál es su postura frente al aborto?

Esperamos legalizarlo. La situación actual es de una hipocresía insostenible además de dañina para los sectores más postergados. Reconocemos el hecho, innegable, que se producen muchísimos embarazos no deseados en nuestro país. La inmensa mayoría de éstos ocurren en sectores en que el perverso asistencialismo ha logrado perpetuar la pobreza mientras que la educación, el trabajo digno y el espíritu de superación son desconocidos. Todo esto conjura para crear el caldo de cultivo de la ignorancia, el vicio y la sexualidad a destajo donde el resultado lógico son las numerosas crisis de embarazo. Siguiendo nuestros planteamientos basados en la libertad del individuo, queremos que cada pareja (o la mujer sola, cuando es abandonada por el hombre) decida libre e informadamente, en su fuero interno, si es capaz o no de sobrellevar el embarazo, dar el hijo en adopción a otra familia, o en último término proceder con un aborto en condiciones dignas y con el debido apoyo de terapias familiares especializadas.
Muchos creen erróneamente que el aborto es un crimen. Nosotros creemos que el origen de la vida humana comienza con la concepción pero el ser humano como tal nace cuando ya hay actividad cerebral. Por lo tanto, es incongruente creer que el aborto es un homicidio.
Más aún, en el mundo civilizado el traer un hijo implica responsabilidad y compromiso por ofrecer una familia cariño, formación moral, educación y bienestar material. Tenemos hoy en día una cantidad inaceptable de mujeres forzadas a ser madres quienes no proporcionan sino malos tratos a sus hijos, con padres ausentes o irresponsables. En estas circunstancias, el aborto evitaría continuar con familias disfuncionales que constituyen la pobreza más dura de nuestra sociedad. Un comienzo digno es una condición necesaria de la maternidad.

5.- Respecto a la eutanasia, ¿qué piensan?

La vida humana también debe llegar a un final digno. Forzar a un individuo a postergar su vida hasta el extremo de sólo causar más sufrimiento al enfermo y angustia a la familia es una crueldad por parte de algunas legislaciones y algunos grupos de interés que sólo buscan imponer sus principios al resto por una cuestión de sesgos moralistas. Una vez más, creemos que cada individuo debe saber cuando ya está preparado para aceptar que la vida llega a su fin. Decisión difícil, que debe recaer en las personas y en la intimidad de las familias, y no en gobiernos ni legislaciones.

6.- Se habla hoy en día sobre la criopreservación de embriones y sus implicancias éticas. ¿Cuál es su opinión?

Ya dijimos que el quehacer científico cuenta con todo nuestro apoyo. Las nuevas técnicas que permiten curar enfermedades o paliar el sufrimiento de millones de enfermos deben contar con todo el apoyo de los sectores liberales. Más aún si dichas técnicas permitirán abrir nuevas sendas para la fertilidad. La legislación europea ya ha dado un gran paso al respecto. Por lo mismo, repudiamos la actitud de George Bush quien ha vetado la aprobación de las leyes que establecían el marco legal de la investigación científica norteamericana. Invitamos a los legisladores chilenos a adoptar una postura europea.

7.- En cuanto a la pena de muerte, ¿algún comentario?

Hoy es un tema arcaico. Cuando miramos el pasado, nos damos cuenta los absurdos planteamientos de algunos que propugnaron la pena de muerte. Curioso, pero esos mismos que ayer defendían la pena de muerte, son los mismos que se oponían también a principios hoy innegables como el voto universal, además intentaron bloquear el voto femenino, reprocharon el uso de anticonceptivos, predijeron catástrofes ante la legalización del divorcio, y seguro que si viajásemos en el tiempo, se opondrían a la abolición de la esclavitud. Son esos mismos quienes hoy rasgan vestiduras frente al condón, el aborto, la criopreservación, y en general cualquier opinión que ilumine al hombre y que haga progresar a la humanidad.

8.- ¿Qué piensan de la política chilena actual? ¿Cuál es su opinión sobre la Presidenta Bachelet, el ex Presidente Lagos, y la Concertación?

La política chilena actual aún no está a la altura de las democracias occidentales. Vean el índice de democracias de The Economist, verán que Chile figura como flawed democracy, no como democracia real. La política chilena necesita un empujón, una brisa de aire fresco y liberal que oxigene la vida pública nacional, que ponga énfasis en la libertad. Nosotros somos los únicos capaces de lograrlo y hemos aceptado el llamado. El éxito rotundo de este blog es la mejor prueba.

Ricardo Lagos ha sido el presidente que se farreó la gran oportunidad de continuar por la senda del crecimiento la cual nos llevaría al pleno desarrollo y a la industrialización del país. Sus proyectos fracasados, Transantiago, Barrio Seguro, y el ya infame “país desarrollado el 2010”, por nombrar sólo unos pocos, nos producen gran decepción e impotencia. La actual presidenta se encuentra en una incómoda posición ya que se ve enfrentada a los desastres de sus antecesores y para colmo de males no cuenta con la capacidad para resolverlos.

Respecto a la Concertación, su fuerte es la convergencia de distinas corrientes. Nada tienen en común los democrata cristianos con los radicales, menos con los socialistas-PPD. Sin embargo, las ansias de poder siempre les ha permitido superar sus diferencias. La grave falencia es que el real elemento aglutinador es, aparte de la posibilidad de robar impunemente recursos de las arcas públicas, la figura del ex mandatario Augusto Pinochet. Pero la muerte inminente del General cambiará el panorama político.

9.- ¿Cuál es su narrativa sobre el gobierno militar en general y la figura de Augusto Pinochet en particular?

El gobierno militar fue la consecuencia del desmembramiento de nuestra institucionalidad. El responsable es sin duda el nefasto actuar de Salvador Allende. Cuando él declara que no soy presidente de todos los chilenos, pone punto final a la democracia chilena. Las Fuerzas Armadas actuaron bajo petición del Congreso y del Poder Judicial para remover a los artífices de la destrucción del país. El pésimo manejo económico (Ricardo Lagos fue uno de sus jóvenes asesores), la congelación de precios y la emisión de dinero, produjo un desbarajuste pocas veces visto en la historia del mundo. La inflación astronómica, polo opuesto a las enseñanzas del Maestro Milton Friedman, produjo caos.

En este contexto, las Fuerzas Armadas pusieron orden e implementaron un exitoso modelo de libre mercado, que sigue en pie hasta hoy. El mismo Ricardo Lagos aprendió, por fin, que sólo la libertad económica genera felicidad, bienestar, y progreso.

Todos sabemos que durante el mismo gobierno militar se produjeron gravísimas violaciones a los derechos humanos. Todos estos excesos están correctamente amnistiados debido al contexto de inestabilidad social y política en que se produjeron. Sin embargo, creemos que el General Pinochet debió haberse responsabilizado por el accionar de sus agentes y haber dado una explicación exhasutiva al país sobre dichos acontecimientos. Esto no ocurrió. Si bien creemos que sería un sinsentido pretender un juicio o alguna otra acción judicial contra Pinochet, ya que sólo atenderíamos los ánimos revanchistas de los promulgadores del marxismo, sí habríamos esperado que el propio ex mandatario hubiese procedido con un gesto de reparación y que expresase su consternación ante la opinión pública nacional. En otras palabras, Pinochet le debe un gesto de reconciliación al país.

Esperamos que reciba las atenciones médicas debidas y que finalmente su deceso se produzca en un ambiente de respeto, reflexión, y altura de miras.

10.- ¿Qué otros principios defienden y qué actividades han planeado a futuro?

En lo concreto, queremos debatir sobre el carácter privado del matrimonio lo que significa que el estado y los gobiernos de turno deberán quitar sus tentáculos de la institución del matrimonio. Una vez aclarado este punto, podemos eliminar la prohibición que sufren los homosexuales de casarse. Además, es urgente reevaluar la clasificación de las drogas en Chile y despenalizar el uso y porte de cantidades para consumo particular, a la vez que aplicar drásticas medidas a quienes ilegalmente trafican con drogas altamente adicitvas.

Todos estos temas serán debatidos en nuestra próxima Charla Liberal, a la cual invitaremos a líderes de opinión del país para discutir con nosotros y todos ustedes.


Invitamos a los lectores a comentar, analizar y debatir estos interesantes temas. Añadan sus posteos.

Muchas gracias
Movimiento Liberal Progresista
chileliberal@gmail.com

domingo, 19 de noviembre de 2006

M. Bachelet en The Economist: El sueño latinoanoamericano




Estimados lectores,


Ya llegamos a fin de año y es hora de analizar lo que fue el 2006 y prepararnos para el 2007. La prestigiosa publicación liberal británica The Economist ha invitado a nuestra presidenta a plasmar en sus propias palabras su visión sobre el panorama latinoamericano. El pasado, presente y futuro son analizados por Michelle Bachelet y extendemos la invitación a ustedes para comentar en Chile Liberal las opiniones de la pesidenta.
El Movimiento Liberal Progresista sigue su labor de Oposición al actual gobierno, pero no escondemos nuestro orgullo ante la invitación por parte del influyente The Economist a la presidenta, quien ha compartido tribuna junto a otras figuras de renombre mundial como la Canciller Alemana Angela Merkel y el Líder de la Oposición Británica David Cameron, entre muchos otros.

En estos momentos estamos preparando la traducción de otros
artículos de The Economist. Sigan atentos a este espacio de debate y
reflexión.

Saludos,

Movimiento Liberal Progresista



Michelle Bachelet, presidenta de Chile, destaca dos grandes desafíos que hoy enfrenta América Latina: justicia social e integración regional.

A veces parece haber desaparecido el optimismo generado por la llamada tercera ola de reformas democráticas en América Latina. Mientras que hace una década se percibía el comienzo de una nueva era gracias al crecimiento económico y la nueva estabilidad democrática, hoy en día la información que comúnmente aparece en Europa y Norteamérica se enfoca más que nada en las crisis económicas o en el surgimiento de una nueva izquierda latinoamericana. Si este es un cuadro injusto o poco exacto, son los latinoamericanos y sus lìderes políticos los encargados de cambiarlo. Podemos empezar por superar dos desafíos pendientes: lograr justicia social y reforzar la integración regional.

Primero abordemos los conceptos errados. Es una realidad innegable que el año 2006 ha sido un año excepcional para la democracia en América Latina. Se efectuaron diez elecciones presidenciales, prueba concreta de la voluntad popular por consolidar las instituciones democráticas. Las economías regionales continúan en expansión y exhiben un superávit comercial junto con menores tasas de probreza.

Sin embargo, las democracias estables requieren no sólo de una institucionalidad sino además de una actividad política de calidad. Los resultados de los sondeos de opinión muestran bajos índices de aprobación hacia las instituciones esenciales de una democracia consolidada, tal como los parlamentos, partidos políticos y poder judicial. Los políticos y las instituciones cuentan con niveles bajos de legitimidad.

Pero éstos también pueden interpretarse como signos positivos. Incluso las elecciones más reñidas no han afectado las instituciones democráticas fundamentales, éstas continúan funcionando con normalidad en gran parte de la región. Además hemos presenciado acontecimientos de muchísima importancia simbólica durante este último tiempo. Hace cuatro años Brasil eligió un líder sindical como presidente del país. Hace un año Bolivia eligió un presidente indígena lo que constituye un hito de enorme importancia en dicho país y también para toda la región. Y, con mucha modestia, cabe destacar que Chile ha elegido por primera vez una mujer para ocupar la primera magistratura lo que también significa un gran paso adelante para su país.

Por otro lado, los gobiernos encabezados por los presidentes Hugo Chávez, Luiz Inácio Lula da Silva, Néstor Kirchner y Evo Morales han llevado a algunos analistas a notar el surgimiento de una nueva izquierda latinoamericana. Sin entrar en detalles sobre qué constituye el concepto de izquierda (ni tampoco de nueva), es un hecho que todos estos gobiernos, cada uno a su manera, expresan un grado de frustración sobre la incapacidad de las fórmulas anteriores para mejorar el nivel de vida de los ciudadanos.

En más de alguna ocasión mi propio país se ha sentido atraído por distintos modelos de desarrollo que prometieron igualdad o crecimiento, o ambos. Mientras tratábamos de proteger estos modelos abstractos perdimos de vista el objetivo principal que era lograr resultados positivos para todos.

La izquierda de hoy continúa trabajando en busca tanto de justicia social como también de crecimiento. Nuestra tarea es asegurar que los programas económicos estén al servicio de la gente y no al revés. Las decisiones que tomamos al diseñar nuestras políticas públicas no pueden ignorar el hecho de que la desigualdad sufrida en América Latina es una de las mayores del mundo. Al mismo tiempo, el pasado nos enseñó que la igualdad no se logra de la noche a la mañana. Primero tenemos que crear las condiciones necesarias. Algunos lo llaman igualdad de oportunidades para competir, por lo mismo es que nuestra preocupación debe enfocarse en lograr que todos los miembros de la sociedad tengan acceso a las mismas oportunidades y en este punto proporcionar las herramientas que permitan la competencia. Esta es la igualdad que procuramos, y es aquí, en áreas como educación, salud y acceso a tecnologías, donde los gobiernos tienen un papel que desempeñar.


Un contienente conectado

Los planes que intentaron la intergración regional muchas veces perdieron el rumbo en medio de retóricas y objetivos grandilocuentes pero poco realistas. Una vez más nos encontramos con que primero debemos abocarnos al trabajo duro y primario antes de aspirar a las metas ambiciosas. No construiremos una América Latina integrada de la noche a la mañana, pero dicha tarea es posible y es nuestro deber. El comercio regional y global no es un juego donde unos ganan para que otros pierdan. Podemos conseguir acuerdos bilaterales o multilaterales y, al mismo tiempo, reforzar los vínculos regionales para asegurar una presencia creciente en la economía globalizada.

En Chile mientras buscamos nuevos mercados y firmamos nuevos acuerdos de libre comercio con nuevos socios como China, también hemos aceptado la invitación de la Comunidad Andina. Más aún, esperamos que se produzca un proceso de gran dinamismo a partir de la convergencia entre el Mercosur y el resto de las economías sudamericanas. El objetivo va más allá de mejorar el comercio dentro de la región, sino que además esperamos modernizar la infraestructura necesaria para la integración física, conectando las costas del Pacífico y Atlántico para expandir el comercio con los mercados del Asia-Pacífico, Europa, Norteamérica y el resto del mundo.

De las lecciones del pasado hemos aprendido que la unión hace la fuerza. Por este motivo es que la integración es de vital importancia para una región formada casi en su totalidad por economías pequeñas o medianas. De las lecciones del presente hemos aprendido que los sueños sí son importantes, y que el pragmatismo no es dañino cuando está orientado a mejorar la felicidad y el bienestar de los pueblos. Parece trivial, pero es un concepto fundamental. Nuestros propios padres fundadores, los próceres de nuestra independencia, compartieron estos mismos sentimientos: sabían que no hay libertad sin democracia, y no hay democracia sin unidad. A medida que nos acercamos al bicentenario de nuestras repúblicas, incluida la de mi país, seguimos conscientes y esperanzados de que, aunque aún no lo alcanzamos, sí es posible lograr el sueño latinoamericano.


Traducido por el Movimiento Liberal Progresista

viernes, 17 de noviembre de 2006

El Maestro Friedman

Ha fallecido el Maestro pero su legado sigue vivo entre nosotros.
Invitamos a los lectores a analizar y comentar el presente artículo, redactado por Liberal Progresista.
Un pequeño y modesto homenaje a una de las figuras más formidables de la lucha por la LIBERTAD.

Milton Friedman fue una de las mentes más claras y brillantes en el ámbito económico y que defendió siempre el poder de iniciativa de las personas por sobre el Leviatán estatal asistencialista, supuestamente sabio y benevolente, pero de resultados desastrosos como lo sufrimos hoy en Chile.

En un artículo denominado El impulso suicida de la comunidad empresarial el maestro Friedman plantea que es común que se piense, equivocadamente, que quienes están a favor del libre mercado también están a favor de todo lo que hacen las grandes empresas. Nada podría alejarse más de la verdad... como alguien que cree en la búsqueda del interés propio en un sistema capitalista competitivo, no puedo culpar a un empresario que va a Washington y trata de conseguir privilegios especiales para su compañía. Ha sido contratado por los accionistas para que haga tanto dinero como pueda dentro de las reglas del juego; y si éstas son que hay que ir a Washington a buscar privilegios, no lo culpo por hacerlo. Échennos la culpa al resto de nosotros por ser tan tontos como para dejar que se salga con la suya.
Sí, culpo a los empresarios, individuales y organizaciones, cuando a través de sus actividades políticas toman posiciones que no son en su mejor interés propio y tienen más bien el efecto de minar el apoyo a las empresas libres privadas. En ese respecto, los empresarios tienden a ser esquizofrénicos. Cuando se trata de sus propios negocios, tienen visión de muy largo plazo, pensando en el negocio dentro de cinco o diez años; pero cuando se meten a la esfera pública y empiezan a enredarse en los problemas de la política, tienden a ser bastante miopes. El ejemplo más obvio es el proteccionismo. ¿Puede usted nombrar una industria norteamericana que se haya beneficiado de los aranceles y del proteccionismo? Alexander Hamilton, en su famoso reporte sobre los industriales, alaba en forma vehemente a Adam Smith a la vez que argumentaba que Estados Unidos era un caso especial con industrias jóvenes, incluyendo la del acero, que necesitaban ser protegidas. Después de 200 años, el acero sigue siendo protegido.

Ahora consideremos la educación. Como es sabido, desde hace mucho tiempo he estado a favor de la privatización de este sector por medio de un sistema de notas de crédito. Un argumento fuerte a favor de la privatización tiene que ver con los valores inculcados por nuestro sistema de educación pública. Cualquier institución tiende a expresar sus propios valores y sus propias ideas; nuestro sistema de educación pública es una institución socialista. Una institución socialista enseñará valores socialistas, no los principios de la empresa privada. Eso no era tan malo cuando la educación primaria y secundaria estaba más dispersa, de manera que había mayor control local. Cuando yo me gradué de secundaria había 150,000 distritos escolares en los Estados Unidos. Hoy hay menos de 15,000 y la población es dos veces más grande.

¿Cuál ha sido la actitud de la comunidad empresarial frente a la educación? Miembros de la comunicad empresarial han estado muy conscientes del hecho de que las escuelas inculcan valores antagónicos al sistema privado de libre empresa; también están conscientes de que es difícil encontrar empleados con las habilidades apropiadas; pero, ¿han tratado de promover una industria educativa privada? Para nada. Su principal actividad ha constado en asignar a algunos de sus empleados para que den clases en escuelas públicas y en contribuir computadoras y otros artículos a escuelas públicas. No puedo culpar a un individuo por lo que hace, pero puedo pensar que es trágico que Walter Annenberg contribuyera cientos de millones de dólares a escuelas gubernamentales; no a colegios privados, sino a escuelas públicas. No había visto un solo movimiento en la comunidad empresarial en general, sino hasta hace muy poco, para tratar de promover un sistema educacional bajo el cual el consumidor, es decir padre e hijo, tenga una verdadera opción acerca de la escolaridad que el hijo ha de recibir”.

Tantos temas planteados con brillantez y elegancia. Sin embargo, el maestro Friedman nos ha dejado un enorme legado para aquellos que somos partidarios de la iniciativa y capacidad de emprendimiento individual. Basta ya de un Estado benevolente que se apropia de excedentes generados por los verdaderos generadores de riqueza.

miércoles, 8 de noviembre de 2006

Pobreza: Discursos y más discursos

Estimados lectores:
Gracias nuevamente por su interés en nuestros artículos. Esperamos que sean claros y que promuevan tanto el espíritu crítico como el debate de ideas.
Continuando con nuestra labor de divulgación les presentamos un artículo de Manuel F. Ayau Cordón, ex-presidente de la Sociedad Mont Pelerin.
Esperamos que les sea instructivo y, como siempre, invitamos a debatir y a seguir reflexionando en torno a la LIBERTAD.
Saludos liberales y deseos de progreso.

Disfruten la lectura...


Pobreza: Discursos y más discursos

Los políticos, expertos extranjeros, analistas, organismos civiles y los representantes de países bien intencionados y cooperadores continuamente dan discursos sobre la necesidad de eliminar la pobreza, lograr mayor desarrollo, eliminar el crimen, afianzar la seguridad jurídica, mejorar las instituciones de salud, la alimentación de la juventud, educación, educación y más educación, más empleo y tantas otras cosas buenas que todos deseamos. No hay que convencer a nadie de las bondades de tales aspiraciones, reiteradas como si fuese un concurso de oratoria para ver quién las dice con más elegancia y fervor. Nadie está en descuerdo.

Todas esas aspiraciones se alcanzan creando riqueza. Las familias con recursos económicos no necesitan que el gobierno les provea alimentos, educación ni atención médica. Cuando hay prosperidad económica (desarrollo), los ingresos fiscales permiten que los gobiernos las provean a los menesterosos. Por eso, las aspiraciones de los discursos se logran y se resumen en una sola cosa: crear riqueza.

En realidad, ya se sabe bien cómo hacer un país más rico. No es ningún misterio: hay que producir más en el tiempo disponible y con los recursos disponibles. ¿Acaso hay otra manera? Reconozcamos que si somos pobres es porque impedimos la creación de riqueza, porque desalentamos su creación y porque con nuestras leyes y regulaciones establecemos abundantes cargas, estorbos y desincentivos:

1. Desalentamos la inversión productiva poniéndole exagerados impuestos a su rendimiento. Si la razón de ser de una inversión productiva es obtener un rendimiento, ¿no resulta entonces absurdo tener un alto impuesto a su razón de ser? La inversión productiva aumenta la demanda y en consecuencia los salarios de los trabajadores, ¿no es, entonces, absurdo desalentar la inversión con impuestos altos a su rendimiento? La inversión productiva aumenta la capacidad tributaria de la sociedad, ¿no es entonces absurdo desalentar la capacidad tributaria de la población? Continuar con un impuesto sobre la renta de personas y empresas es empobrecedor, pero lo mantenemos a pesar de que en todos los discursos profesamos querer disminuir la pobreza. ¿Por qué esa incongruencia? Sugiero dos razones: por una parte está la motivación meramente ideológica de disminuir las diferencias de riqueza y porque se cree que la riqueza de unos es la causa de la pobreza de otros, ignorando que el mundo (sin privilegios) no es un juego de suma cero sino uno en el que todos salen ganando.

2. Estorbamos y encarecemos nuestro acceso a recursos controlando las importaciones. Si queremos fluidez en el acceso a recursos debemos eliminar las aduanas, por las mismas razones que no encarecemos ni estorbamos las importaciones desde alguna otra provincia de nuestro país. ¿No sería absurdo tener tales trabas? ¿Cuál es la diferencia? Diferencia económica no existe. Si queremos crear más riqueza es absurdo que estorbemos y encarezcamos nuestro acceso a abastecimientos y recursos solamente porque provienen de otra jurisdicción política.

3. Sin que esa fuese la intención, los trabajadores han sido convertidos en obreros cautivos, que no pueden negociar sus salarios. Este es un punto difícil de entender, pero si realmente queremos que los salarios aumenten, bien vale la pena ponderarlo y discutirlo, aunque el tema esté recargado de ideología.

4. Por último, si el gobierno sigue fracasando en asegurar la vida, la propiedad y el cumplimiento de los contratos, nada puede funcionar y seguiremos siendo pobres.
Si no es ahora el momento de cambiar, ¿cuándo llegará ese momento para comenzar realmente a abolir la pobreza?

lunes, 6 de noviembre de 2006

Concertación de Partidos por la Cleptocracia: el amateurismo al poder

Un vistazo rápido al Chile actual y al Chile que pudo ser pero que no es


Del desierto a los glaciares
Chile es un país de contrastes geográficos y mentales. Libertad, ¿para qué? exclamaba uno de los Tiranosaurios Rex del marxismo. Para nada, contestaba el despistado pueblo chileno en 1970. Elegimos, con todas las de la ley, a uno de los presidentes más populistamente incompetentes de la historia universal (inflación de cuatro dígitos entre otros muchos pastelitos).
Praga, Budapest, ciudades hermosas que ya empezaban a despertar de la pesadilla. Santiago de Chile, apertrechado con empanadas y vinto tinto, se aprestaba para el horror autoinfligido. Así somos.
Pero hay más. A punta de metrallas y toques de queda, por fin adoptamos el libre mercado. Social de mercado, me corrigen.
¿Qué es eso de social? No voy a elaborar al respecto pero es realmente necesario insistir en que el libre mercado es social? ¿Idea mía o yo soy el único que ha leido a Adam Smith?
El mercado debe ser libre si queremos que funcione pero, como Chile es Chile, tuvimos que liberalizar el mercado con una… dictadura.

Incompetentes, pero honestos
Los errores de la dictadura eran fácilmente corregibles. Bastaba con promover la libertad de los ciudadanos y la responsabilidad social de las grandes empresas; era imperativo oxigenar las PYMEs y mejorar la educación.
Los ciudadanos no puden ser libres mientras el Amateur En Jefe, Patricio Aylwin, se dedicabca a excarcelar y mandar a vacacionar a Europa a delincuentes políticos criollos. Esta era la segunda camada de nuestra exportación más notoria: extremistas políticos.
Fue en este período cuando comenzamos a implementar con vigor la Mediocrecracia Educacional gracias a la activa gestión del entonces ministro Lagos. Antes se había logrado alfabetizar a la masa y sólo necesitábamos incrementar la calidad de la instrucción pública, preparar a los educandos para contribuir a la Economía del Conocimiento, que vería la luz a mediados de los 90. Pero gracias al disparate llamado Estatuto Docente nos aseguramos de que Chile siga siendo un exportador de cobre, fruta, salmón y vino. Es decir, bananas.

Incompetentes y amigos de lo ajeno
Todo esto es muy triste pero la parte más cebollera de este culebrón aún no se ponía al aire. Investido como Presidente de la República, y gozando de una popularidad sin precedentes en la historia de Chile, Ricardo Lagos logró lo imposible: de incompetentes relativamente honestos nos volvimos incompetentes y ladrones. Inverlink, MOP-Gate, pasaron a adornar el léxico popular bajo la figura literaria del Jarrón. Chile caía en el índice de corrupción elaborado por Transparency International. ¡Pero qué importa! La masa vitorea al presidente que pondrá en funcionamiento un sistema de transporte similar al de Suecia, bautizado Transantiago, a.k.a. Plan estrella del gobierno.
Insisto, tanto han bajado mis propios estándares que hasta llegué a aceptar la incompetencia. Pero no me había dado cuenta que al mismo tiempo instaurábamos la cleptocracia en Chile. Aquí nadie roba, simplemente tomamos un jarrón, y si nos pillan chanchitos, lo devolvemos.
A esta altura, no nos extrañe que habíamos caído varios peldaños en los índices de competitividad.

Cleptocracia en todo su esplendor
Hoy ya hemos desperdiciado 16 años de progreso. Gracias al Big Bang que existe Níger y Bangladesh, así al menos nos aseguramos de que nuestro sistema educacional no toque fondo.
Competitividad baja, impuestos altos, robo al ciudadano en su casa, desempleo de dos dígitos, crecimiento magro. Aparece en el escenario Childeportes y el ahora ex presidente Ricardo Lagos alcanza un nivel de aprobación tan alto que llega a ser ridículamente inverosímil.
Los errores me recuerdan al partido de Chile vs Austria en Francia 98. Bastaba mantener el balón, que era nuestro. Íbamos en ventaja. Se había cumplido el tiempo reglamentario. Un taquito inútil, de esos que tanto le gustan al chileno, y salíamos de la cancha con un… empate.

El empate, pasatiempo nacional
La Concertación roba. Pero Pinochet también. Empate.
Crecimiento mediocre. Pero tenemos democracia. Empate.
Sobresueldos. Pero con Pinochet también. Empate.
Empate significa que no ganamos ni perdemos. El país no es un torbellino, como lo fue después de la Revolución con empanadas y vino tinto. Si no destruimos el país, entonces nos autocatalogamos como exitosos.

¿Tiene algún mérito la Concertación?
No andemos con cosas raras. Esta gente no ha arrojado al país a niveles sub-saharianos de desarrollo. Para la masa (chusma inconsciente) esto es motivo de júbilo.
Para los Liberales esto es un fracaso absoluto y cualquier mérito que tenga la Concertación se debe más que nada a la imposibilidad de, al menos una vez en la vida, hacer algo bien. Incluso los amateurs de la administración pública, cleptómanos y mediocrecráticos, son capaces de darle el palo al gato alguna vez.
Los tratados de libre comercio son alentadores ya que podemos comerciar libremente con EEUU, Europa, y también con otros de dudosas credenciales democráticas como China. Me permito recordarle a mis distinguidos lectores que justamente este gobierno, en particular la actual mandataria, eran los cheerleaders del socialismo y se horrorizaban frente a las aberraciones que representaba el libre comercio entre países sin un sustancial control del Todopoderoso Estado. En otras palabras, esta gente se dio vuelta la chaqueta, bien por la sanidad mental de los liberales. Pero hay una salvedad: el original siempre es mejor que la copia. Los neófitos del libre comercio siempre se las arreglarán para seguir embarrándola.
¿No me creen? Fíjense: después de los acuerdos de libre comercio, ¿qué hizo la Concertación? ¡Subió el IVA! Todos sabemos que con dicho disparate sólo castigamos a los pobres y beneficiamos a las hordas de funcionarios estatales, asesores, comisiones y su inagotable apetito de recursos que benefician a toda la comunidad como, por ejemplo, Chiledeportes.
¿Dónde van a parar los recursos? A los bolsillos de Girardi & Friends para financiar sus parafernálicas campañas políticas con recursos de todos y así nos aseguramos de que ellos sigan instaurando iniciativas gubernamentales para el beneficio de la comunidad como, por ejemplo, Chiledeportes. El resultado salta a la vista. Los mismos de siempre siguen aferrados al poder con uñas y dientes. Y por si aún no se han dado cuenta, esto es un círculo vicioso. Todo sigue igual.
¿Quieren reclamar? ¿Para qué? Antes estábamos en dictadura.
Empate.

Patético.

El antídoto
Hay tres banderas de lucha para los liberales: libertad, libertad y libertad.

¿Hay algo que podamos hacer?
Por supuesto. ¿Para qué creen que está este blog? Para hacer uso de aquello que jamás nos van a usurpar, nuestro inaplacable derecho a pataleo.

jueves, 2 de noviembre de 2006

Saludos desde el escritorio de los Liberales

Desde el escritorio de los Liberales


Saludos del editor.

Agradezco el tiempo que han dedicado a leer nuestra selección de artículos. Hemos sobrepasado las 100 visitas en un mes y ya podemos considerar este blog un éxito. Pero mi mayor satisfacción es saber que muchos de ustedes han disfrutado nuestra selección de artículos y, además, me regocijo con los comentarios aportados que demuestran elegancia, finura de pensamiento y, por sobre todo, capacidad de expresar nuestras diferencias. ¡Viva la diferencia!

Los artículos seleccionados y publicados en Chile Liberal han cimentado nuestro marco teórico, valórico, ético, y ya constituyen una plataforma, modesta pero contundente, sobre la cual comenzamos a reconstruir el Liberalismo en nuestro país.

El acontecer noticioso:
El gobierno roba, el pueblo disfruta a lo bestia


Nada nuevo bajo el sol, como dice Eclesiastés. Los delincuentes han gozado históricamente del amparo y buenaventuranzas de la Concertación de Partidos por la Democracia. ¿Recuerdan la impune liberación de criminales durante el gobierno de Patricio Aylwin? Bueno, hoy la Concertación ya no se limita a amparar el delito: ¡ellos mismos se dedican a robar!
Penoso. Por un lado, un país que pide a gritos los espacios y recursos necesarios para practicar deportes. Por otro, los recursos terminan en los bolsillos de los burócratas.
Los argumentos para reducir el tamaño del estado, incrementar la tecnificación del aparato gubernamental y disminuir la burocracia se convierten hoy en un imperativo moral para nuestro Movimiento.

Por otro lado, una brisa de aire fresco nos trae el trío neoyorquino Beastie Boys, una de las bandas de la quintaesencia musical de la década 80 y 90. Hoy, canosos, siguen más vigentes y más bestias que nunca.
Al ritmo del rap y el hip-hop urbano de EEUU, la protesta contra el actual gobierno "gringou" llega a lugares insospechados... Chile, por ejemplo. El álbum "To The 5 Boroughs" de los Reyes de Nueva York es una declaración contra uno de las administraciones más brutales que nuestros hermanos del Norte han sufrido en su historia. Temas como "Carta abierta a la Ciudad de Nueva York" son un testimonio pop de la impotencia de los chicos bestia y del mundo entero al ver como el centro neurálgico del comercio internacional se vino abajo en un par de horas, y comenzaba a escribirse con sangre un nuevo episodio de la historia universal.
"Mi querida Nueva York, espero que estés bien, nos bajaron las Dos Torres, pero seguimios en pie, seguimos siendo el hogar de muchos, donde aceptamos a la gente de todo el mundo, qué importa de donde vengan." Así rapean con rabia los chicos bestia, o los "viejos bestia", para ser más precisos.
Sin embargo, no todo es lúgubre. Estamos a días de las elecciones en EEUU. Le deseamos éxito a los azules y ya comienza EEUU y el mundo a despertar de la pesadilla.

Bueno, así con comentarios sobre Chile y el mundo les invito a seguir en contacto y a propagar el deseo de libertad. Sigan atentos a los nuevos artículos.

Saludos Liberales y deseos de Progreso.

Chile Liberal
chileliberal@gmail.com

domingo, 29 de octubre de 2006

La ilusión del Estado de Bienestar

Bachelet no confía en que las decisiones libres de las personas puedan dirigir el rumbo.


¿Por qué si el viejo Estado de Bienestar europeo fracasó una vez, esta vez sí podemos confiar en las nuevas recetas de sus ideólogos?

En un discurso reciente, la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, señaló que la marca histórica de su gobierno será "la consolidación de las bases de un sistema de protección social". De esta manera –señala– "estaremos re-encauzando el país en lo que fue su matriz histórica de construcción estatal".

El problema es que históricamente Chile fue un país pobre y con pocas perspectivas. Ese había sido el legado de la "construcción estatal" a la que la presidenta quiere devolvernos. Durante las últimas tres décadas, nuestro país optó por una estrategia diferente –entregar más libertad y responsabilidad a las propias personas– y casi por milagro Chile se convirtió en la estrella de la región y modelo para el mundo.

Pese a que nuestros resultados son destacados en cuanto índice se elabora, la presidenta señala que en la sociedad moderna habría un "aumento de inseguridades" que hace necesaria la construcción de un "nuevo modelo social", como el que discuten los "progresistas" en Europa. En primer lugar, la presidenta parte de un supuesto que es falso: las sociedades modernas no son más inseguras; las condiciones de vida son notoriamente mejores hoy que hace 25 ó 50 años. Aunque la idea de la mayor vulnerabilidad parece muy difundida, no pasa de ser un mito para justificar la mayor intromisión del Estado.

En segundo lugar, la receta de seguir al Estado de Bienestar europeo no parece la más acertada. La literatura sobre las dificultades que genera dicho modelo es abundante: crecientes déficit de financiamiento, ineficiencia del sector público, pérdida de competitividad frente a otras economías, etc.

Ante esa realidad –reconocida por la propia presidenta– se plantea que la propuesta del Gobierno es imitar "el nuevo modelo", no el viejo. La pregunta que surge es: ¿por qué si el viejo Estado de Bienestar europeo fracasó una vez, esta vez sí podemos confiar en las nuevas recetas de sus ideólogos? Tal como dijeran los propios arquitectos del Estado de Bienestar sueco, si el modelo no funcionaba en esos países (ricos, cultos y homogéneos), no lo haría en ninguna parte del mundo. Si no funcionó en Europa; ¿podrá funcionar en América Latina?

Por otra parte, además de las dificultades económicas, el Estado de Bienestar genera una serie de otros efectos, mucho más profundos: la responsabilidad es reemplazada por derechos, la autonomía cede paso a la dependencia; en vez de focalizar en los más pobres, la ayuda se reparte a diestra y siniestra; cunde el clientelismo político, etc.

Pese a todo, para la presidenta no es aceptable el actual Estado subsidiario, aquel que sólo interviene cuando la sociedad no está en condiciones de solucionar una necesidad. Prefiere un Estado activo, entrometido, que en vez de ir por detrás dando empujoncitos a quienes van más retrasados, pasa a la delantera, diciéndonos a todos a dónde debemos ir. No confía en que las decisiones libres de las personas puedan dirigir el rumbo.

En contraste a la propuesta presidencial, otra estrategia europea parece mucho más atractiva para saltar al primer mundo: seguir el ejemplo de Irlanda y Estonia. En pocos años, ambos países han mostrado avances significativos en su desarrollo económico y social, habiéndose convertido en los ejemplos más citados de recientes transformaciones exitosas.

La receta ha sido mayor libertad económica en todas sus formas: flexibilidad laboral, bajos niveles impositivos, facilidad para emprender negocios, etc. Como resultado, la economía de Irlanda creció un 80% en los años 90 y es el mayor exportador per cápita en el mundo. Estonia se ha convertido en el país tecnológicamente más avanzado de la Unión Europea y es la economía más competitiva de Europa del Este.

¿Qué será mejor para Chile y América Latina? No hay dónde perderse.


© AIPE

Ignacio Illanes G. es director del Programa Sociedad y Política del Instituto Libertad y Desarrollo, Chile.

viernes, 20 de octubre de 2006

América Latina: mercado y democracia. Historia y radiografía de un fracaso

Si no se entienden las razones por las que se crea o se destruye la riqueza, no es de extrañar que la región viva en medio de la miseria y el desasosiego político.



La prensa destacó la parte pintoresca. Los gestos histriónicos de Hugo Chávez y sus excesos verbales, las declaraciones de ese notable pensador llamado Diego Armando Maradona y los heroicos ataques a los McDonalds, imagen mítica del imperialismo yanqui, aunque, curiosamente, se trata de restaurantes populares y económicos, notables por sus altos estándares de higiene, preferidos por los jóvenes estudiantes y por personas de bajos ingresos.

Sin embargo, por debajo del sensacionalismo, la noticia más trascendente era ésta: a principios de noviembre de 2005, durante la reciente cumbre de Mar del Plata, se demostró, otra vez, que una parte sustancial de los latinoamericanos rechaza las libertades económicas y prefiere acogerse a un modelo de organización social en que el Estado, administrado por gobiernos populistas poco respetuosos de la legislación vigente, no necesariamente apegado a los métodos democráticos ni al respeto por los derechos individuales, asigne los bienes producidos y tenga una función rectora y proteccionista.

Aunque, como estableció el presidente Vicente Fox, es cierto que 29 naciones respaldaban al ALCA y sólo cinco se oponían, entre esas cinco estaban Brasil, Argentina y Venezuela, que totalizan unos 250 millones de habitantes -más de la mitad del censo latinoamericano- y, pese a la pobreza y las desigualdades que exhiben, poseen los más altos niveles de desarrollo económico y tecnológico de Sudamérica.

También es prudente señalar que los enemigos del mercado y del libre comercio -Hugo Chávez, Lula da Silva, Néstor Kirchner y Tabaré Vázquez-, para rechazar el libre comercio, lejos de mostrar sus verdaderas preferencias ideológicas, se escudaron contradictoriamente en la existencia de subsidios a los agricultores en Estados Unidos, asumiendo el rol de campeones del librecambismo, pero era evidente que se trataba de una excusa. La verdad profunda es que estos gobernantes y sus electores, muy dentro de la corriente neopopulista, además de profesar un profundo antiamericanismo no creen en las virtudes de las libertades económicas, sospechan de las intenciones de las naciones poderosas, especialmente de Estados Unidos, y son intensamente estatistas.

Cuando Estados Unidos elimine los subsidios a la agricultura -y ojalá sea pronto-, los neopopulistas invocarán otros pretextos. Por ejemplo, ya asoma su tonta cabeza la asimetría, es decir, esa diferencia en niveles de desarrollo que supuestamente impide cualquier relación comercial equitativa entre estados desiguales, a lo que habría que agregar la falacia de la soberanía alimentaria: la absurda noción de que una nación, para sentirse segura, tiene que producir y controlar los alimentos básicos que consume.

Aunque se trate de construcciones demagógicas sin ningún elemento de seriedad conceptual, con relación a la asimetría es justo recordar que existe de manera muy notable dentro del propio Mercosur, donde Argentina posee un PIB promedio de 12.460 dólares (2004), medido en Paridad de Poder de Compra, frente a los 4.870 que tiene Paraguay, diferencia proporcionalmente similar a la que separa a Estados Unidos de la propia Argentina. En cuanto a la soberanía alimentaria, vale la pena subrayar que la mayor parte de las naciones ricas del planeta son importadoras netas de alimentos, pero aún existe otro argumento lógico de más peso: carece de sentido proclamar la voluntad de exportar alimentos, como pretenden Brasil o Argentina, mientras simultáneamente se defienden las virtudes de la autarquía alimentaria. Si todas las naciones lograran la soberanía alimentaria el comercio internacional de productos alimenticios quedaría drásticamente reducido. Por otra parte, quien postule el derecho a la soberanía alimentaria no puede simultáneamente oponerse a los subsidios de estadounidenses y europeos a la producción agropecuaria: de alguna manera, esas medidas proteccionistas son también una expresión de la pretendida soberanía alimentaria.

En todo caso, pese a la debilidad de los argumentos de los enemigos del libre intercambio internacional de bienes y servicios, es posible, aunque no lo sabemos con certeza, que un segmento quizás mayoritario de los latinoamericanos incluidos en las 29 naciones a que aludía Fox tenga una visión de la economía y de las relaciones entre el Estado y la sociedad más cercana a la que suscriben gobernantes neopopulistas como Lula o Kirchner que la que proponen quienes defienden las libertades de comercio y las responsabilidades individuales, como el propio Fox o Álvaro Uribe.

Incluso en una nación como Chile, donde es patente el éxito de la
liberalización de la economía, alguna vez he escuchado a uno de los grandes
expertos del país, Cristian Larroulet, una escalofriante sospecha: si el
"modelo" chileno fuera discutido en un referéndum, tal vez sería derrotado.
Según Larroulet, lo que afortunadamente ha cambiado en el país es la visión de
la clase dirigente, hoy mucho más educada y prudente, pero no la de las grandes
masas, que en un alto porcentaje continúan aferradas a los viejos esquemas
mentales del populismo y del colectivismo.


En el principio era diferente
No obstante, es justo señalar que no siempre ha sido así. En sus inicios, en el primer cuarto del siglo XIX, las repúblicas latinoamericanas partieron de una visión liberal y democrática de las relaciones de poder. El triunfo contra España era la victoria contra el mercantilismo, era el fin de los monopolios y era la apoteosis del mercado. En aquellos años fundacionales, los de Francisco de Miranda y Simón Bolívar, los de José de San Martín y José Gervasio Artigas, las élites criollas progresistas, que fueron las que organizaron la revolución contra España, en el terreno económico defendían las ideas de Jacques Turgot y Adam Smith, mientras los reaccionarios se aferraban al mercantilismo típico de las monarquías absolutistas, perfilado en la Francia del siglo XVII por Jean Baptiste Colbert, ministro de Finanzas de Luis XIV, cargo que entonces tenía el más exacto nombre de controlador general.

En realidad, nada había de sorprendente en esto. En América Latina se estaba reproduciendo un episodio que formaba parte de la evolución casi natural de la Ilustración ocurrida en el mundo occidental. Simplemente, las ideas que en 1776 habían propiciado la revolución norteamericana y la aparición de la primera república moderna, o que en Francia desataron la revolución de 1789, volvían a expresarse, pero esta vez en el sur del hemisferio americano.

De la misma forma que los estadounidenses, pocos años antes de la insurrección contra Inglaterra, protestaron contra los impuestos abusivos con rebeliones y actos de desobediencia, como la famosa revuelta del té en la bahía de Boston en 1773, los cubanos en 1720 se insubordinaron en defensa del libre comercio y contra el monopolio del tabaco impuesto por la Corona española, los comuneros paraguayos lo hicieron poco después, y los comuneros colombianos algunas décadas más tarde. En realidad, todos estos episodios del siglo XVIII en demanda de comercio libre y la eliminación de privilegios, aplastados a sangre y fuego por las autoridades coloniales españolas, sirvieron como acicate a las luchas emancipadoras del siglo XIX.

Otro tanto puede decirse de las libertades políticas: al menos desde el punto de vista teórico, el punto de partida de las naciones latinoamericanas fueron las ideas republicanas básicas: soberanía popular, control y límites a la autoridad, protección de los derechos individuales, división de poderes, rendición de cuentas por parte de los servidores públicos y formas democráticas de seleccionar a los gobernantes.

Las clases dirigentes criollas latinoamericanas, aunque nunca redactaron textos como los recogidos en The Federalist Papers, también habían leído a Locke y a Montesquieu, conocían al dedillo la Constitución americana (el uruguayo José Gervasio Artigas siempre llevaba en su bolsillo una edición pequeña del texto) y pensaban reproducir en suelo latinoamericano el exitoso experimento estadounidense. Alguien como el colombiano Antonio Nariño, protagonista de la lucha por la independencia en su país, tradujo del francés, imprimió y distribuyó profusamente la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, acto “subversivo” que le costó muchos años de cárcel.

Las mismas ideas, resultados diferentes
Sin embargo, los resultados fueron diferentes. Mientras en Estados Unidos los principios de la república liberal consiguieron arraigar exitosamente, en América Latina sucedió de otro modo. Las razones de este fracaso inicial son múltiples y de muy diferente índole: no existía, como en las Trece Colonias, una tradición de autogobierno y rule of law. La legislación que imperaba en la América Hispana se dictaba en la metrópoli española, y los funcionarios principales que debían aplicarla eran nombrados por la Corona de manera inconsulta.

A fines del siglo XVIII, el inmenso territorio, artificialmente dividido en cuatro grandes virreinatos, nunca pudo establecer límites territoriales claros, lo que eventualmente dio lugar a la violenta fragmentación del espacio en una veintena de repúblicas, casi todas también caprichosamente congregadas en torno a las Audiencias creadas por la Corona española para impartir justicia y administrar las colonias.

La comunicación verbal y escrita a principios del siglo XIX era un gran problema. En 1820, de cada tres habitantes de América Latina sólo uno hablaba español, y esos hispanohablantes, la mayor parte de ellos analfabetos, se concentraban en las ciudades. Las zonas rurales solían ser territorios sin otro centro que las haciendas, donde los propietarios actuaban casi como señores feudales.

El peso demográfico de la población autóctona era enorme en territorios como México, Centroamérica y la región andina. Estos pueblos autóctonos, dispersos en lugares remotos o hacinados en los caseríos paupérrimos, llamados “pueblos indios”, que rodeaban los centros urbanos, no tenían conciencia de formar parte de una entidad política nacional de origen cultural europeo, pero constituían casi toda la fuerza de trabajo y un porcentaje mayoritario del censo.

El lazo más estrecho que unía a los pueblos autóctonos con las raíces culturales europeas era de carácter religioso, no político, dado que el catolicismo, traducido a las lenguas americanas y mezclado con elementos de las religiones precolombinas, había fomentado una cierta identidad cristiana (o mariana, por la Virgen María) que nada o muy poco tenía que ver con los ideales de las repúblicas liberales que sostenían los criollos ilustrados.

Esta incomunicación esencial, y la mal forjada articulación de los nuevos países, dio lugar a la aparición de caudillos y a frecuentes guerras civiles, que, a falta de instituciones, servían para edificar un poder político fundado en la fuerza.

Los valores predominantes en las sociedades que se fueron formando en medio de la violencia no eran los más propicios para cimentar repúblicas liberales funcionales. Ni la tolerancia, ni la búsqueda de compromisos, ni el respeto a la ley eran singularmente apreciados. Se admiraba, en cambio, la valentía, la audacia, el primitivo vínculo regional y la solidaridad con los amigos. Los caudillos fomentaban el clientelismo para crear sus zonas de respaldo.

En esa atmósfera, muy poco hospitalaria con las actividades empresariales serias, el poder político se convirtió en una fuente de enriquecimiento personal para los gobernantes y sus allegados. Como sucedía durante el mercantilismo, que nunca desapareció del todo en América Latina, la cercanía al poder sirvió y sirve a los empresarios cortesanos para obtener ventajas. Les resulta más rentable sobornar a los políticos que arriesgarse a competir en el mercado.

La modernidad y los socialismos llegan juntos
Grosso modo, a fines del siglo XIX y durante el primer tercio del XX ya se alcanzó cierta estabilidad política y fronteriza. Algunas naciones, como Argentina, parecían encaminarse hacia el desarrollo y la prosperidad crecientes, pero, simultáneamente, las ideas estatistas y el rechazo a los fundamentos morales y jurídicos de las repúblicas liberales llegaban con gran fuerza, de la mano de la amplia familia socialista.

Por una parte, desde la revolución mexicana de 1910 comenzó a arraigar el socialismo colectivista, que asignaba al Estado como primera responsabilidad la función de distribuir la riqueza de manera supuestamente equitativa, algo que ya aparece consignado en la Constitución de Querétaro (México), de 1917. Incluso antes de esa fecha, de la mano de José Batlle y Ordóñez surge en Uruguay una forma benigna y democrática de socialismo, acaso muy influida en el plano teórico por el fabianismo de los británicos y en el práctico por la experiencia de la república suiza. Por la otra, el socialismo de derecha o fascismo, mezclado con el nacionalismo xenófobo, se convierte en una fuerza importante en países como Brasil (Getulio Vargas) y Argentina (Juan Domingo Perón).

A la izquierda y a la derecha del espectro político, casi todas las fuerzas dominantes coinciden en el autoritarismo como fórmula de gobierno -usualmente representado por hombres fuertes-, el populismo, para procurar legitimidad y respaldo social, y en diversas expresiones del colectivismo, para conseguir el desarrollo. Prácticamente ninguna agrupación se atreve a defender la responsabilidad individual, el acatamiento de la ley, los derechos de propiedad y el mercado. De acuerdo con la mentalidad latinoamericana, esas son causas antiguas, reaccionarias, propias de los viejos regímenes liberales que desaparecieron con los tiempos revolucionarios.

La palabra clave es precisamente ésa: revolución. Todos los grupos reclaman el adjetivo revolucionario como sinónimo de justicia, progreso y modernidad. Y la revolución, generalmente dirigida por personas iluminadas, tocadas por un componente mesiánico, consiste en el decreto de políticas públicas populistas e inflacionarias, aparentemente encaminadas a establecer el reino de la justicia y la equidad. De ahí surge la pasión por las reformas agrarias, los controles de precios y salarios y la legislación cargada de "conquistas sociales" que gravan peligrosamente la capacidad de ahorro de las empresas, comprometiendo su crecimiento futuro. De ahí surgen, también, las constituciones llenas de intenciones generosas que se convierten en imposibles obligaciones del Estado: el supuesto "derecho" a una vivienda digna, a un puesto de trabajo razonablemente remunerado y a las bondades de la educación, los cuidados sanitarios y una jubilación suficiente. Prácticamente nadie repara en que todos esos bienes y servicios irresponsablemente prometidos deben ser sufragados con excedentes producidos por la sociedad. Nadie se plantea que antes de la repartición copiosa hay que crear riquezas. Era de mal gusto hacer esa observación pequeñoburguesa.

Es verdad que los latinoamericanos no son los únicos habitantes de Occidente que incurren en estos errores, como demuestra la historia de Europa, de donde proceden en el plano teórico estas equivocaciones, pero es en Latinoamérica donde se hace más difícil corregir el rumbo, al menos por dos razones fundamentales; primera: al no haber vivido la experiencia directa del fascismo, de su auge y de su derrota aplastante, no se experimentó la consecuencia de su descrédito y eliminación. El nacionalismo, cierta xenofobia y el estatismo, mezclados con el militarismo, siguieron vivos en América Latina, unas veces trenzados con una visión revolucionaria de izquierda próxima a los soviéticos, mientras otras encarnaban en regímenes militaristas de derecha.

La segunda razón que explica la resistencia de esa visión tiene que ver con la debilidad del clima democrático. Tras la Segunda Guerra mundial, Europa occidental pudo desterrar el fascismo y desprenderse de muchas ideas socialistas colectivistas por medio de instituciones democráticas, la alternancia en el poder y el libre examen de los problemas nacionales. Por medio de la alternancia en el poder y del tanteo y error, en elecciones sucesivas se corregían o aliviaban los conflictos generados por la convivencia y el desarrollo económico. Si una nación como Inglaterra podía llegar a tener un líder laborista como Tony Blair, ideológicamente mucho más cerca de Margaret Thatcher que de Clement Atlee, es porque el continuo debate democrático permitía una sana evolución de las ideas, fenómeno que no encontraba paralelo en América Latina.

Más aún: incluso las ideas pro mercado aparentemente paridas en Occidente para fortalecer la economía capitalista tras la crisis de entreguerras, como es el caso del keynesianismo, en América Latina provocaron resultados contraproducentes. La convicción de que el modo de impulsar el desarrollo y de evitar la recesión y el desempleo consistía en retocar el presupuesto general del Estado, con aumentos en el gasto público como instrumento para estimular la demanda, se convirtió en América Latina en una fuente incontrolable de inflación, corrupción, clientelismo, ineficiencia y capitalismo de Estado.

Todas las teorías del desarrollo, pues, coincidían en el mismo punto: más Estado, menos mercado, más dirigismo y un invencible temor a los poderes extranjeros, supuestamente siempre culpables de los desastres que afligían a los latinoamericanos. Acerquémonos a ese fenómeno en su expresión más notable: el antiamericanismo.

El antiamericanismo
Exportar las responsabilidades siempre fue una especialidad de la clase dirigente latinoamericana. La culpa de los males latinoamericanos, que comenzaron a verse desde el principio mismo de las repúblicas, desde la perspectiva de los criollos ilustrados -que fueron los artífices de la independencia y quienes definieron el discurso político-, fue siempre atribuida a la herencia perjudicial dejada por los extranjeros o a la influencia nefasta de otros grupos étnicos. En el principio, naturalmente, los españoles resultaron señalados como los primeros culpables. Se les imputaba el atraso económico y cultural de Hispanoamérica. Pero casi enseguida se responsabilizó a los indios, donde los había, por poseer hábitos, valores y costumbres refractarios al progreso y a la disciplina, o a los negros, por las mismas razones, donde la densidad de esclavos era grande.

Durante casi todo el siglo XIX, sin embargo, los estadounidenses no comparecieron como villanos. En 1823 la Doctrina Monroe fue vista como lo que realmente fue: un intento diplomático, más retórico que efectivo, de impedir que España, ayudada por las monarquías reaccionarias de Europa, intentara recuperar los territorios que habían logrado independizarse o estaban a punto de hacerlo en América Latina. En esa época, en general, la visión que los latinoamericanos tenían de Estados Unidos era positiva, y ni siquiera se vio empañada cuando, primero Texas y luego toda la porción norte de México, pasaron a formar parte del territorio estadounidense, en medio del espasmo imperial que vivió el país a mediados del XIX bajo el influjo de lo que entonces se llamara el "destino manifiesto".

Pero a fines del siglo XIX esa percepción benévola de Estados Unidos comenzó a cambiar drásticamente. En 1898, a las pocas semanas del estallido del acorazado Maine en la bahía de La Habana, se desató la guerra entre Estados Unidos y España, y las élites culturales latinoamericanas mostraron sus simpatías por Madrid y no por Washington. En el 1900 el uruguayo José Enrique Rodó publicó su ensayo Ariel, el primer bestseller internacional de toda Sudamérica, donde caracterizaba a los latinoamericanos como Ariel, la parte alada y superior del espíritu, anclada en la tradición humanista del mundo latino, mientras representaba a los norteamericanos como Calibán, el ser groseramente materialista, cercano a sus bárbaros orígenes anglosajones.

En América Latina la obra se convirtió inmediatamente en una bandera antiimperialista, y poca gente reparó en que se trataba de una variante de los viejos estereotipos de la España católica y conservadora frente a la Europa protestante y reformista de los siglos XVI y XVII. Al fin y al cabo, el libro de Rodó de alguna manera reforzaba una visión antinorteamericana que comenzaba a cobrar fuerza gracias a los argumentos aportados por Karl Marx en su análisis de las relaciones coloniales de Gran Bretaña con sus colonias. De acuerdo con la valoración de Marx -quien, por cierto, había sido un feroz crítico de Simón Bolívar y un defensor enérgico de las conquistas norteamericanas a expensas de México, por las ventajas que ello traía a la clase trabajadora-, la India había sido deliberadamente empobrecida por Inglaterra, que quería convertir a sus colonias en mercados cautivos, a los que asignaba la superproducción industrial británica.

Era, pues, muy fácil tomar el argumento marxista y extrapolarlo a las relaciones entre Estados Unidos y América Latina. Y, en efecto, ya a principios del siglo XX, tan temprano como a partir de 1901, el socialista argentino Manuel Ugarte reúne multitudes en diversas capitales latinoamericanas, en las que predica el rechazo a la influencia extranjera y prescribe la unidad latinoamericana como amuleto contra las potencias imperiales, especialmente Estados Unidos, país al que de forma vehemente responsabiliza por las intervenciones militares en el Caribe y por el saqueo sistemático de las riquezas nacionales mediante tratos comerciales leoninos. Sus libros El porvenir de América Latina (1910) y El destino de un continente (1923) serán lectura obligada para varias generaciones de latinoamericanos, que van adquiriendo una visión de las relaciones internacionales profundamente antinorteamericana y aislacionista.

Con la creación en Moscú de la Tercera Internacional o Comitern, en 1919, las ideas comunistas se expandieron por América Latina de una manera organizada y sistemática, con lo cual el ataque a la imagen de Estados Unidos se tornó mucho más metódico y razonado. La idea de fondo, formulada por Lenin en un famoso aunque superficial trabajo, repetida hasta el cansancio, era que el imperialismo constituía una fase superior (y final) del capitalismo. El capitalismo, en su etapa imperial, era un desalmado sistema, triturador del proletariado, que desataba las guerras como forma de asegurarse el enriquecimiento sin fin de los poderosos, de manera que destruir esos poderes imperiales era el objetivo primordial de los comunistas, vanguardia de la clase obrera.

Naturalmente, la política de las cañoneras, practicada profusamente por republicanos y demócratas en Centroamérica y el Caribe a lo largo del primer tercio del siglo XX, tampoco favorecía la imagen de Estados Unidos. Era obvio que el objetivo de esta docena de intervenciones militares estuvo fundamentalmente encaminado a mantener un cierto orden en una zona de influencia norteamericana caracterizada por la turbulencia política, pero fue en esa época y lugar donde se fortaleció el mito del revolucionario bueno que luchaba contra el imperialismo norteamericano, empeñado en saquear a los países pobres. Es entonces cuando en Nicaragua surge la figura de Augusto César Sandino, precursor mediático de Che Guevara. Unos años más tarde, otro episodio, esta vez perteneciente a la Guerra Fría, reforzará esa percepción negativa de Estados Unidos: el derrocamiento del presidente guatemalteco Jacobo Arbenz en 1954 como resultado de una conspiración organizada por la CIA.

Así las cosas, desde casi todas las trincheras políticas, académicas e intelectuales se atacaba a Estados Unidos sin descanso: nacionalistas, católicos conservadores, socialistas, fascistas, comunistas y revolucionarios de todo pelaje acusaban a Washington de las peores fechorías imperiales, y a sus capitalistas de ser verdaderos depredadores de las riquezas latinoamericanas. Desde Moscú, sin pausa ni tregua, se estimulaban estas campañas hasta lograr que calaran muy hondo, incluso entre quienes no eran comunistas pero se consideraban progresistas. Ser progresista era mucho más que procurar el progreso: era ser antiyanqui por encima de todo.

En las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado esas acusaciones adquirieron un respetable tinte académico cuando dos profesores universitarios, Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto, publicaron una obra errada pero muy exitosa: Dependencia y desarrollo en América Latina (1969), dentro de la llamada teoría de la dependencia, donde retoman el análisis marxista de las relaciones económicas entre la colonia y la metrópoli y formulan una hipótesis parecida: de acuerdo con estos investigadores (luego Cardoso se convirtió en político y renegó de sus escritos), los países de la periferia, como sucede en América Latina, históricamente han sido designados por el centro -Estados Unidos, Inglaterra, Francia, España- como economías subsidiarias que deben producir o consumir lo que determinan los países imperiales.

La teoría de la dependencia, pues, redactada en le jerga académica, daba armas a los intelectuales latinoamericanos en las universidades para vestir y reforzar su antiamericanismo con un disfraz prestigioso. No importaba que países como Corea del Sur o Singapur, ex colonias pertenecientes a la supuesta periferia, hubieran demostrado que era posible abandonar el subdesarrollo con la colaboración de las naciones del centro, sin que nadie tratara de impedirlo. Y no importaba, porque la tradición universitaria latinoamericana estaba más cerca del dogma socialista y de la repetición mecánica que del análisis ponderado.

Pero tal vez más grave que impulsar el antiamericanismo universitario latinoamericano fue la consecuencia moral que la teoría de la dependencia tuvo entre los católicos radicales cuando una parte del clero la hizo suya y desde ese punto, a partir del Concilio Vaticano II, formuló la Teología de la liberación, así llamada por un libro escrito por el teólogo peruano Gustavo Gutiérrez. La parte más censurable de esa obra, y de la actitud de quienes la suscribieron, fue la justificación de la violencia, pero, dada la premisa sembrada por la teoría de la dependencia, la lógica que la sustentaba era impecable. Si el gran problema de América Latina era la miseria extrema de las gentes, y si el modelo económico ni siquiera se podía modificar por procedimientos democráticos porque había sido dictado desde fuera, principalmente por Estados Unidos, no quedaba más remedio que acudir a la insurrección armada para cambiar este destino cruel que condenaba a la indigencia a millones de seres humanos. Fue entonces cuando las guerrillas en Centroamérica y en Colombia comenzaron a ser auxiliadas por sacerdotes extremistas, que eran, por supuesto, profundamente antinorteamericanos.

En qué punto estamos
Este panorama, sin duda deprimente, quizás explique por qué América Latina es la región más pobre y conflictiva de Occidente. Si no se entienden las razones por las que se crea o se destruye la riqueza, no es de extrañar que la región viva en medio de la miseria y el desasosiego político.

En general, los latinoamericanos, o una porción considerable de ellos, mantienen que la función principal del Gobierno es repartir las riquezas para lograr unas sociedades más justas y equitativas. Les han hecho creer, tras muchas décadas de populismo, que son sociedades pobres que viven en países ricos, en los que algunos se roban o acaparan la riqueza. Casi nadie predica la necesidad de trabajar responsablemente para crear riqueza en beneficio propio y de la colectividad.

Simultánea y contradictoriamente, los latinoamericanos suelen tener la peor opinión de la clase política y del método democrático de gobierno, pues éstos no les han dado ni la prosperidad ni la estabilidad, y ni siquiera una seguridad mínima, dado que la región se ha convertido en una de las más peligrosas del planeta.

Las instituciones republicanas no funcionan. Como regla general, el poder legislativo sufre el mayor descrédito, seguido del judicial. Salvo en contados países, como Chile, Uruguay y Costa Rica, en América Latina es muy difícil obtener un juicio justo.

En América Latina existe un profundo divorcio entre la sociedad y el Estado, lo que explica el sorprendente apoyo que obtienen los golpistas cuando toman el poder por la fuerza o cuando intentan tomarlo. Los latinoamericanos, sencillamente, no sienten que les han quitado algo que les pertenece o beneficia.

Ese divorcio también implica la existencia de compartimientos estancos entre las distintas esferas del quehacer ciudadano. Las universidades, en las que apenas se investiga, generalmente son focos de desorden público, y tienen una mínima relación con las empresas o con la sociedad, que paga el presupuesto de educación. Gradúan una multitud de profesionales vinculados a las Ciencias Sociales y a las Humanidades, pero relativamente muy pocos ingenieros o empresarios.

La filantropía es escasamente practicada por los grupos pudientes. Tampoco es frecuente la participación voluntaria de la ciudadanía en organizaciones de la sociedad civil.

En general, la enseñanza pública latinoamericana es un desastre, según se demuestra en las pruebas internacionales de contraste. Los países latinoamericanos que participan suelen quedar al final de la lista.

En esta atmósfera, en medio de la mayor inseguridad jurídica, donde las reglas son cambiadas arbitrariamente al antojo de los gobernantes, es muy difícil el desarrollo de un sistema capitalista eficiente.

En la región se entiende mal que la prosperidad creciente es la consecuencia del trabajo realizado en empresas que aumentan gradualmente su producción y su productividad, lo que quiere decir que deben generar beneficios, investigar y realizar inversiones constantes. Se piensa, erróneamente, que el desarrollo es la consecuencia de la elección de ciertos "modelos" económicos, o que deriva de la manipulación de las tasas de cambio o los tipos de interés.

Los fracasos periódicos conducen al desencanto con el capitalismo. Esto refuerza la perniciosa idea de quienes creen en la excentricidad cultural de América Latina y, en consecuencia, predican el debilitamiento o la ruptura de los lazos con el Primer Mundo.

Estas creencias, cerradas a la evidencia de que las inversiones extranjeras y las transferencias de tecnología son parte del éxito de las naciones que han conseguido desarrollarse en las últimas décadas, dan lugar a un creciente aislamiento y al empobrecimiento no sólo económico, sino cultural, de la región.

A largo plazo, lo que sobrevendrá, lo que ya se observa, es un proceso de descivilización, en la medida en que los latinoamericanos recortan prácticamente sus vínculos con Occidente. A principios del siglo XX los latinoamericanos comprendían y podían reproducir todos los elementos clave de la civilización de entonces: el tren, la electricidad, la telegrafía y, posteriormente, la radio y la televisión. Hoy, con la carrera espacial, la cibernética, los estudios sobre el genoma, la nanotecnología y otras veinte disciplinas, cada vez es mayor la distancia intelectual que separa a los latinoamericanos de sus raíces culturales. Si vivimos en la civilización o la era del conocimiento, es posible que se llegue a un punto en el que América Latina habrá perdido los vasos comunicantes que la unen al universo del cual procede.

Qué se puede hacer y el umbral de la sensatez
En realidad, desde fuera es muy difícil rescatar del desastre a las sociedades empeñadas en el error. Sin embargo, América Latina es un segmento demasiado importante de la humanidad, tanto geográfica como demográficamente, para cruzarse de brazos. En términos generales, parece conveniente poner el acento en los siguientes aspectos:

Fortalecer a las élites ilustradas que comparten la visión que explica el éxito y el desarrollo del Primer Mundo frente a los neopopulistas, que insisten en los disparates tradicionales. Si algo sabemos con alguna certeza es que las sociedades que en las últimas décadas han logrado incorporarse al grupo de naciones desarrolladas lo han hecho como consecuencia de una decisión colegiada de la clase dirigente.
Desarrollar campañas didácticas de información, a todos los niveles y por todos los medios de comunicación, sobre cómo se crea o se destruye la riqueza, y sobre el verdadero rol en el mundo de Estados Unidos y las naciones desarrolladas.
Crear o fortalecer un sistema de premios y castigos para que los países se comporten sensatamente. Para incorporarse a la Unión Europea, por ejemplo, las naciones tienen que controlar el gasto público, respetar los derechos humanos y someterse a the rule of law. Si, tras la muerte de Franco, España tuvo que adoptar un comportamiento democrático fue porque la clase dirigente sabía que ése era el precio que entonces cobraban para entrar en el selecto club de lo que se llamaba la Comunidad Económica Europea.
Dentro de este espíritu, la Cláusula Democrática aprobada por la OEA es un acierto, pero hay que hacer un esfuerzo supremo por lograr que no sea burlada.

Asimismo, sería muy conveniente que el BID, el BM y el FMI contribuyeran en la misma dirección, aplicando esa misma pedagogía de refuerzos positivos o negativos, para estimular la buena administración en los gobiernos latinoamericanos. La premisa más optimista apunta a que, una vez pasado el umbral de la sensatez, como ocurrió con España y con Chile, es más difícil regresar a los viejos y fallidos esquemas neopopulistas. A ese umbral se arriba cuando una parte sustancial y decisiva de la clase dirigente renuncia definitivamente, por convicción y experiencia, al populismo colectivista, entiende de una vez el no tan difícil fenómeno del progreso sostenido y se dispone a emular al Primer Mundo.

Ninguna de estas medidas, por supuesto, garantiza el éxito final, pero es un esfuerzo serio y coherente en la dirección correcta.

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Por Carlos Alberto Montaner

Contribución del autor a la Western Hemisphere Economic State Department Officers
Conference (Miami, 8-XII-2005).