Chile Liberal ha invitado a nuestro amigo Cristian Mancilla para entregarnos su visión de la gestión de Sebastián Piñera, para poder establecer si el Gobierno es aprobado o rechazado.
La verdad es que el balance ha sido positivo. Para Chile Liberal Piñera va rumbo a cumplir varias de las expectativas establecidas desde esta tribuna. La primera era retomar el crecimiento, y las proyecciones de los indicadores actuales muestran que la economía crecerá alrededor de un 6%, lo que nos deja satisfechos. Además, Piñera no ha desmantelado los logros de la Concertación, sino que se ha concentrado en la eficiencia. Con celeridad se restauró el orden después del 27-F, el rescate de los mineros fue ejemplar y, en general, gozamos de estabilidad y gobernabilidad proporcionada por un gobierno de inspiración centrista. Al mandatario aún le falta reformar a su sector político, el cual aún evidencia elementos retrógrados. Basado en lo anterior, y continuando el debate presidencial en nuestro sitio, Cristian gentilmente nos ofrece su análisis:
EVALUACIÓN GUBERNAMENTAL: A SEIS MESES DEL CAMBIO DE MANDO
Cuando Catalina y yo debatimos acerca de nuestro voto para la segunda vuelta electoral, nos empeñamos en evaluar proyectivamente lo que esperaríamos de un nuevo gobierno y en asegurarnos de que el voto expresara fielmente nuestra voluntad ciudadana. Votar nulo, como proponía ella, resulta una opción válida, sin duda. Pero es poco probable que este voto sea tomado en cuenta si, finalmente, siempre habrá algún candidato elegido mayoritariamente con los sufragios válidamente emitidos. De modo que, recordando aquel debate, nos concentraremos más bien sobre el otro aspecto de aquella discusión: aquello que esperábamos del nuevo gobierno.
En primer lugar, asistimos a la sobre-exigencia por parte de la opinión pública hacia el actual Gobierno y, más específicamente, hacia el Mandatario. Muchas voces claman por situaciones aparentemente injustas o irregulares; pero no lo hacen a través de los conductos regulares, sino que apelando al Presidente. Los integrantes del grupo ANDHA ya hacían de las suyas durante la administración anterior, llamando exitosamente la atención de los medios y consiguiendo que las autoridades se pronunciaran al respecto: su actitud en estos meses ha sido la misma y han logrado, incluso, llegar a un acuerdo con un Gobierno más receptivo —quizá más temeroso— ante las demandas ciudadanas.
A esta situación, se suma el caso de la Central Termoeléctrica “Barrancones” que iba a ser instalada en Punta de Choros: hubo muchas críticas que clamaban por los efectos negativos de este tipo de centrales e incluso un pintoresco anuncio en video que alegaba haber sido censurado en la televisión de Chile (una argucia utilizada por quienes no pueden pagar por un servicio y tienen fines políticos), los cuales citaban a Sebastián Piñera asegurando que no aprobaría este tipo de proyectos cuando fueran riesgosos, durante una entrevista televisiva en el periodo de la campaña electoral. Fuera de que los candidatos prometen excesivamente durante sus campañas electorales, esta promesa parece haber ido más allá de las atribuciones del Presidente: los protestantes la expusieron como argumento irrebatible para que fuese cumplida ipso facto y así lo hizo el Mandatario. Yendo más lejos aún, la Oposición criticó tanto la instalación de la central como la forma de evitar que fuera instalada.
En días más actuales, un grupo de reos procesados por la Ley Antiterrorista inició una huelga de hambre exigiendo su liberación inmediata y que esta Ley no sea aplicada a personas de la etnia mapuche. Si bien estas demandas fueron incoadas por miembros de la organización terrorista llamada Coordinadora Arauco–Malleco, que entrega detalles de sus actos delictivos y criminales en su propio sitio web, ha sido interpretada por muchos otros sectores como una demanda del pueblo mapuche, por lo cual se han sumado a ella. Encontramos parlamentarios y sacerdotes entre ellos.
Como previmos, el Gobierno se encuentra fuertemente exigido. Incluso excesivamente exigido por algunos que pretenden alejarlo del cumplimiento de la Constitución y las leyes. Esta situación, en los hechos, está obligándolo a entregar respuestas más satisfactorias para la ciudadanía, aun cuando esto implique pasar por alto ciertas formalidades. Pero todavía no lo han convencido de ignorar ciertos fundamentos del estado de derecho, como la igualdad ante la ley.
En segundo lugar, existía el temor de que elegir a Sebastián Piñera o a Eduardo Frei significara un retroceso frente a la opción que significó Marco Enríquez–Ominami en la primera vuelta electoral. Esta interpretación tenía que ver con nuestra intención de conseguir más libertades políticas, lo cual parecía más plausible con el candidato independiente que con alguno de los conglomerados políticos más poderosos en el país. En cuanto a esto, yo no veía tanto una opción para generar más libertades políticas, sino la amenaza del caudillismo por la promesa de un mundo feliz traído de la mano de un hombre en particular y no de un conjunto de ideas definido. Ya sabemos lo que han debido pasar otros países que han creído en estos “salvadores de la patria” y estoy seguro de que no queremos replicar la experiencia aquí: O’Higgins fue algo así para nosotros, pero supo entender que no queremos caudillos en nuestras tierras y se marchó; Allende no fue tan comprensivo, pero tampoco pudo seguir adelante con su mandato. Al no elegir a Enríquez–Ominami, nos evitamos otro bochorno similar.
No obstante, los avances políticos parecían tan probables con Eduardo Frei como con Sebastián Piñera: el proyecto para las iniciativas de ley ciudadanas fue propuesto durante la administración anterior y sigue su curso normalmente en la actual. Fuera de esto, el presidente de la Corte Suprema ha opinado a favor de eliminar la justicia militar, lo cual apunta en el sentido de respetar más profundamente la igualdad ante la ley. Y el proyecto de ley para reconocer las uniones entre personas del mismo sexo también avanza en el mismo sentido, aproximándose al reconocimiento la igualdad de derechos de todas las personas, independientemente de su condición u orientación sexual
No podemos estar seguros acerca de cómo habrían evolucionado estos temas en una administración alternativa, la de Eduardo Frei, pero vemos que en esta avanzan favorablemente. Es posible temer que se empantanen o detengan por alguna misteriosa razón, pero la fuerza del criticismo excesivo contra el Gobierno sería capaz de levantarlos sin complicaciones.
En tercer lugar, el factor económico resulta capital en la evaluación de este gobierno, visto que Eduardo Frei sostenía el peligroso desacierto de proponer “más Estado”. Ya desde el momento de la campaña estaba claro que, en materia económica, la mejor opción era Sebastián Piñera: y no tanto porque pudiera hacer mucho para mejorar las condiciones económicas del país, sino sobre todo porque no las arruinaría, como podía temerse de los otros candidatos. El Gobierno recientemente asumido, de hecho, se ha enfrentado con condiciones favorables que han permitido proyectar un crecimiento que no veíamos desde hace más de diez años en el país. No obstante, el Gobierno pretende hacer de esta feliz casualidad una constante para el futuro, proponiendo medidas para estimular el emprendimiento y la flexibilidad laboral. Así, pues, pretende agilizar los trámites para la gestión pública de las empresas privadas (creación, autorizaciones, relaciones laborales y quiebras), reducir en un cincuenta por ciento el impuesto de timbres y estampillas y eximir de impuesto las utilidades reinvertidas en empresas que vendan hasta mil millones de pesos al año y agilizar y aumentar la inversión en general y de investigación y desarrollo en particular.
Esto quiere decir que el actual Gobierno no se contentará con no arruinar la economía del país, como pretenden hacer otros, sino que intentará mejorarla sinceramente. Aparte de las propuestas anteriores, se ha propuesto mejorar la política fiscal iniciada por Ricardo Lagos, la cual se fundamentó en un “superávit estructural”; pero luego contempló demasiadas variables, volviéndose obscura.
En general, podemos hacer una evaluación positiva del actual Gobierno. Las fuerzas más tenebrosas que lo acechan son los conservadores que integran el conglomerado de donde proviene el Presidente y los extremistas que pretenden presionar para obtener impunidad y condiciones jurídicas especiales. El Gobierno se ha visto levemente desequilibrado por ambos sectores, con los conservadores oponiéndose a los acuerdos de vida en común y los extremistas exigiendo que no se les aplique la ley; pero el Presidente ha respondido con firmeza ante estas presiones, lo cual no puede más que complacernos.
Aún queda por ver si el Gobierno es capaz de manejar estas presiones exitosamente hasta el final, puesto que estas discusiones están en proceso y las reacciones definitivas todavía están por verse.