miércoles, 5 de marzo de 2008

Esa elite monástica de parásitos medievales

Los monjecitos budistas son una elite monástica de parásitos medievales, más encima son harto califas. Lo de borracho no me extraña: son tan ebrios como los monjes papistas. Que sean drogados tampoco me extraña, ya que muchos cultos religiosos emplean alucinógenos. Ni hablar de las orgías sexuales, esto explica su homofobia. Nada me extraña. Un sujeto que decida recluirse en un monasterio está completamente chiflado, y estos comportamientos son predecibles.

Hace un tiempo denuncié todo esto y se me tachó de "loco". Todo fue porque no me impresionaron estos cabezas rapadas budistas en su intento por sacar a los marxistas en Birmania para instaurar una teocracia. Ya se están entrometiendo en política en Tailandia (ver artículo de The Economist), y gracias al odio contra los musulmanes son estos monjecitos chifletes el principal obstáculo para un cese de hostilidades en la la guerra civil de Sri Lanka (ver en The Economist).



El budismo es una ideología primitiva y extraordinariamente homofóbica y misógina. Entre sus creencias más demenciales se encuentra la "encarnación", o sea si ustedes matan una lombriz están matando la vida de alguien reencarnado. El ritual más desquiciado de todos es el de la elección del Dalai Lama. Luego de morir el líder, los seguidores de este culto deambulan por 40 días hasta encontrar un niño nacido en el intertanto, quien es arrebatado de sus padres y criado para ser un líder espiritual. Si esto no es abuso infantil, ¿qué es entonces?

Se dice que los budistas cuidan mucho de los inválidos. En parte es cierto, pero según esta ideología enferma una persona que nace con malformaciones es un individuo castigado por las maldades cometidas "en una vida anterior".

El problema es que tan desprestigiada se encuentra la religión en Occidente, que muchos deciden buscar respuestas en estas sandeces asiáticas, que son tan o más absurdas que el papismo o el canuterío. De hecho, hace algún tiempo la mayoría de los alemanes reconoció como un gran líder espiritual al señor Lama, y no a José Ratzinger (alemán). Aquellos que se creen chic por declararse budistas o son ignorantes, o rematadamente tontos, como la budista Kenita Larraín.

La combinación de política y religión es tóxica. Los monjecitos cabeza rapada son también tóxicos. Todo aquel que porte sotana debe ser mirado con desconfianza, y el budismo es odio, como toda creencia irracional.


1 comentario:

Chile Liberal dijo...

Los monjecitos tibetanos han iniciado una revuelta a pocos meses de iniciados los JJOO en China. Sin duda un acierto publicitario.

Sin embargo, no es posible apoyar a los monjes budistas ni a su autoridad religiosa, el Dalai Lama, mientras no haya garantía de que estos señores de sotana y cabezas rapadas no promuevan un sistema democrático basado en las libertades individuales. Como entenderán, pasar de la dictacura comunista china a una teocracia no es ningún avance, y si bien cualquier pueblo que desee su independencia puede apoyarse en el liberalismo, el liberalismo no hará causa común con los enemigos de la democracia.

Más información en Muertes y ultimátum en Tibet