¿Tradición naval? Una monstruosidad. Sólo ron, sodomía, rezos, y golpizas
-Winston Churchill
Muchachos, la contienda es desigual. No entiendo entonces por qué Prat dió una batalla sabiendo a priori que iba a perderla. Más aún, cuando deja a 140 chilenos muertos y 62 heridos, sin considerar el irreparable sufrimiento que estos muchachos muertos dieron a sus mujeres o novias, y a cuántos niños habrán dejado sin padre, aparte de la pérdida de recursos humanos en una guerra donde estábamos en desventaja. Capitán Prat, si la contienda es desigual, si la corbeta Esmeralda era roñosa en comparación con el monitor Huáscar, si en esos momentos habíamos ocupado Iquique, territorio peruano, y más aún, apenas un peruano murió en combate, no entiendo qué tiene usted de valioso para Chile ni para nadie. Usted fue un demente, inhumano, y muy mal estratega.
El famoso al abordaje, muchachos fue la guinda de la torta. ¿A quién trataba de impresionar Prat? Ya habíamos perdido por no contar con un plan apropiado de defensa. Seguro que al saltar al Huáscar, él sólo podría lidiar combate contra todos los marinos peruanos. Le mandaron un balazo al energúmeno capitán chileno y punto. El resto de la tripulación fue aniquilado o murió ahogado. Gracias a la grandeza moral del capitán de navío Miguel Grau (a quien los chilenos en Punta Angamos mataron de un cañonazo), se logró al menos salvar a 62 marinos chilenos de esta carnicería inútil.
Arturo Prat no fue pragmático. Dicho de otro modo, no fue liberal. Ante el poderío del contrario, lo lógico era reconocer y admitir la realidad de la situación. La escuadra peruana era mucho más poderosa que la chilena en cuanto a poderío bélico. Había que rendirse no por una cuestión de cobardía, sino para evitar aún más pérdida humana. Nunca se ha arriado nuestra bandera ante el enemigo, continuó Prat, como lo sabe cualquier chileno ya que se nos ha transmitido este meme en nuestra infancia. En todo caso, es cierto que nunca se ha arriado nuestra bandera. De hecho, la Araucanía fue el único lugar donde se opuso resistencia a los ataques de los invasores católicos. Pero lo concreto es que en Iquique, el 21 de mayo de 1879, no había posibilidad alguna de ganar ese combate, y el capitán Prat no hizo otra cosa sino arrojar a la muerte a su tripulación y perder personal absurdamente en una batalla inútil, en el contexto de una guerra que de todos modos íbamos a ganar. La demencia de Prat en ningún caso contribuyó a ganar el conflicto, todo lo contrario, él mismo protagonizó una bochornosa derrota.
Los japoneses no sienten afecto por los kamikazes. Nadie puede sentir admiración por entregar la vida en una guerra donde sólo está en juego una frontera. ¿Por qué tanto patrioterismo ordinario en la Derrota Naval de Iquique?
En cuanto a rendirse ante el enemigo, la arenga de Prat prosiguió (aún lo recuerdo) con espero que esta no sea la ocasión de hacerlo. Capitán, usted estaba mal de la cabeza. No había por dónde ganar la batalla. Su tripulación además tuvo que ser rescatada por el enemigo, tal como los soldados conscriptos argentinos cuando fueron salvados por los marines ingleses durante el conflicto de las Falklands.
Mientras yo viva, esa bandera flameará en su lugar. Correcto, capitán. Salvo que la bandera terminó en el fondo del mar con los cadáveres sin vida de su propia tripulación. No olvidemos: apenas murió UN peruano en combate. UNO.
Con un tono casi profético, el capitán Prat nos dice y si yo muero, mis oficiales sabrán cumplir con su deber. El deber es resistir ante el contrincante, no necesariamente morir ante él en un acto suicida. La verdad es que este combate es nauseabundamente eufórico, muy poco inteligente. Como estratega, Prat fue deplorable. Digamos que fue él quien patentó el infame concepto del “triunfo moral” del chileno, e inició la senda del “derrotismo”, tan nuestro. Prat es la personificación del triunfo moral. No logro entender qué tanto le celebramos.
Carlos Condell, un gran estratega, pero también inhumano
En cambio, un gran líder militar fue Condell al mando de la Covadonga, quien en el siguiente combate, en Punta Gruesa, logró asegurar una victoria para Chile. El capitán Arturo Kamikaze Prat, en cambio, es el que se ha robado la película. Quizás algún siquiatra con talento para la sociología nos explique el verdadero culto a la figura de Prat, quien se ha erigido como un santo secular, un intocable, un capitán que arrojó a la muerte a sus muchachos y cuya derrota se ha designado como el inicio de nuestro período legislativo ordinario, que al juzgar por lo lento e ineficiente del trabajo (y la corrupción que ha costeado las campañas) se ha convertido en un período bastante ordinario, en el sentido de rasca. La presidenta además emplea la ocasión para dar cuenta al país de lo poco y nada que hemos avanzado desde los tiempos de Prat.
La viejísima corbeta Esmeralda fue asignada a Prat debido a su mediocre desempeño como oficial. En cambio, el competente y sagaz Condell logró asegurar una victoria chilena desobedeciendo a Prat. Cuando el Capitán Kamikaze pregunta ¿ha desayunado la gente? se viene a la mente el horror de la muerte. ¿Qué sentido tiene desayunar cuando sabemos que vamos a morir? Prat prosiguió con reforzar las cargas y a cumplir con el deber, ante lo cual Condell contesta con un lacónico all right, siguendo la tradición inglesa que había iniciado Lord Cochrane (ver la cita al comienzo de este artículo). Ese "all right" probablemente representa la impotencia del subordinado al ver la incapacidad y la falta de sentido de humanidad del superior jerárquico. ¿Qué hace Condell?, se pregunta Prat, cuando ve cómo el comandante de la Covadonga hacía caso omiso de sus absurdas órdenes; desde luego, Carlos Condell fue un gran estratega e iba a lograr un triunfo naval chileno a pesar de Prat. Desgraciadamente, luego de hacer varar a la Independencia, Condell ordenó asesinar a los peruanos que ya se habían rendido, mientras que Grau ordenaba rescatar a los chilenos sobrevivientes del hundimiento de la Esmeralda gracias al incompetente, lunático y suicida Arturo Prat Chacón.
Como conclusión, podemos decir que Prat fue el gestor de una carnicería inútil, beatificado y santificado por un país que, por su peculiar idiosincrasia, adora la derrota y festeja terceros lugares.
El spot de BancoEstado
Ya hay voces, los de siempre (aquí, aquí y aquí) exigiendo que se retire del aire un spot donde se caricaturiza al chiflado e incompetente Prat. La verdad es que el año 2007 ha sido nefasto para la libertad de expresión: primero el gobierno llamando a la censura sobre Epopeya, luego la curia romana con Papa Villa dando un triste espectáculo, y ahora las Fuerzas Armadas con el famoso comercial del banco. Llama la atención que aún existan en el mundo occidental estas figuras “intocables”, quienes apenas alguien las critica o las pone en su lugar, saltan los Conservadores y llaman a la censura. Nadie es intocable y en una sociedad sana debe prevalecer siempre la libertad de expresión.
En el epistolario de El Mercurio leemos las siguientes joyas:
- No se puede pretender que una mofa antipatriota ayude a una promoción comercial.
Correcto. Pero es el consumidor quien decidirá, no pretendamos atribuirle a algún sujeto específico el don de decidir por el resto.
- Nadie puede dudar de la vida de Arturo Prat, que como hombre, como marino, como jefe de familia, como abogado, como profesor que a los 33 años murió en defensa de su patria, para que de un plumazo se le exponga al ridículo ante la ciudadanía que lo conoció en sus colegios como un héroe, ejemplo para la juventud.
La vida de Arturo Prat nos muestra un estudiante mediocre, un jefe de familia que prefiere dejar viuda a su mujer y arrojar a la muerte al resto de sus muchachos, como abogado no fue notable, y fue asignado a la Esmeralda por ser un oficial con capacidades más bien discretas. ¿Héroe para la juventud? Ser un kamikaze es un ejemplo nefasto.
- (...) falta de respeto a nuestros valores patrios, a nuestra sociedad y, especialmente, a la figura del comandante Prat.
El llamado a la censura por parte de sectores castrenses es el verdadero insulto a la sociedad. La figura del comandante debe ser Prat es más bien objeto de curiosidad y no de culto.
- Resulta incomprensible el afán de algunos de mancillar la memoria del capitán Prat, cuando resulta que justamente en estos tiempos lo que más necesitamos como sociedad es rescatar los valores de familia y amor a la Patria.
Resulta más bien incomprensible el afán de algunos de exaltar figuras: triste el país que necesita de falsos ídolos para exaltar sus valores. Recordemos que un país es el resultado de la unión voluntaria de sus miembros.
- Lo preocupante del tema va más allá. ¿Cómo una empresa fiscal (BancoEstado), organismo de Gobierno, financia una blasfemia de esta naturaleza?
El hecho que un organismo (semi-) estatal exista es la verdadera blasfemia. !A privatizar este banco, y Codelco también!
La obra "Prat"
Ya se montó hace un tiempo la obra de teatro "Prat", ante la cual los sectores castrenses una vez más llamaron a la censura y a la represión de la libertad de expresión. Si alguien considera que dicha obra fue inmoral, pues muy fácil: no la vea. Si no le gusta el spot del banco, ídem: cambie de canal. O por último, cámbiese a otro banco.
Reflexiones sobre la guerra
Comenzamos este artículo con una cita de Churchill. Durante la “Batalla de Inglaterra”, el ex Primer Ministro inglés agradeció a los pilotos de la democracia parlamentaria británica y pronunció la célebre frase en la historia de los conflictos humanos, nunca tantos han debido tanto a tan pocos. Ciertamente, en la lucha contra los nazis estaba en juego no sólo una frontera, sino que la libertad misma de la humanidad. La Guerra del Pacífico fue una victoria de la República Liberal chilena, que al contrario de lo que se cree en algunos países aledaños a Chile, nuestros precursores liberales jamás buscaron el conflicto. Al contrario. La Guardia Nacional se desmantelaba, también se disminuía la cantidad de oficiales navales, siendo Arturo Prat uno de los oficiales prescindibles (de ahí que se la asignase a la vieja Esmeralda).
Si bien no podemos, por la naturaleza liberal de este sitio, exaltar la guerra, debemos decir que en ocasiones la humanidad debe tomar las armas y defenderse. En dicho momento, nuestra propia democracia parlamentaria, incipiente e imperfecta, era sin duda una de las más avanzadas de su época. La guerra se ganó para defender los ideales libertarios de nuestra república: la tumba de los libres, o el asilo contra la opresión. Si es necesario crear estos "santos seculares", la idea es que al menos haya sido uno con sentido humano, disciplinado, lúcido y un estratega brillante. Arturo Prat no cumple con ninguno de estos requisitos.