La censura que ejerció semanas atrás el gobierno “democrático” sobre TVN ha motivado a Chile Liberal a profundizar sobre las causas del desencanto de la sociedad frente al escuálido panorama cultural de hoy. Nuestro país ha vivido momentos de esplendor cultural como en la época en que la bohemia era significativa, con un Neruda o un Huidobro (y sus locuras en las lejanías desatadas), por nombrar sólo a los íconos, pero hubo alguna vez un ambiente cultural vibrante. Todo acabó de golpe (literalmente) en 1973.
Hoy disfrutamos de un mayor poder adquisitivo pero la cultura permanece rezagada. No es deber de los políticos el revivirla, pero sí pueden ayudar a no asfixiarla. El telefonazo del ministro Foxley a TVN es uno de los hechos que coharta la libertad de expresión, que es la tierra fértil donde florece y da frutos la cultura.
La televisión es un medio poderosísimo, omnipresente, y mal utilizado. Creemos que es fundamental que la programación cultural atienda las necesidades del país lo que seguro abrirá nuevos horizontes laborales para libretistas, historiadores, productores, técnicos, y muchos otros, aparte de complementar a la renaciente industria cinematográfica. Actualmente, los chilenos deben conformarse los domingos con “la cultura entretenida de TVN” que, seamos francos, es bastante soporífera, no tiene nada de entretenida.
La audiencia quiere ver programas reales, ojalá polémicos, que desaten discusiones y muchas columnas en los periodícos. Menos farándula y más argumento sobre temas interesantes como indagar sobre las motivaciones reales de la Guerra del Pacífico, nos gustaría conocer la vida real de Arturo Prat (¿héroe o chiflado?), queremos enterarnos porqué O’Higgins ordenó a asesinar a Carrera, ¿no nos gustaría ver un documental al respecto? Así como Subterra motivó al autor de este artículo a viajar a Lota y vivir en carne propia, aunque sea por unos minutos, la sórdida realidad de los mineros del carbón, creemos que mucho material audiovisual se puede mostrar al país que sirva para estimular la sinapsis, para hacer trabajar la materia gris de la sociedad chilena, deseamos reflexionar y cuestionar nuestra identidad nacional. Decíamos anteriormente que muchas fuentes laborales se pueden abrir para libretistas, que pueden ser historiadores o investigadores de distintas áreas, que podrían haber asesorado mejor a los creadores de Héroes, por ejemplo. Digamos que estos programas, a pesar de las falencias, deben continuar, y perfeccionarse, y multiplicarse.
Cómo no va a ser interesante, por ejemplo, conocer los altercados entre los liberales románticos chilenos del siglo XIX contra la Revista Católica, mostrarle al país quienes fueron José Victorino Lastarria, Guillermo Blest Gana, Diego Barros Arana, Benjamín Vicuña Mackenna, Domingo Santa María, y muchos otros, indagar sobre el ex presidente Balmaceda y la grave inestabilidad que aquejó al país después de la guerra (mientras que Perú vivió una época de esplendor), agradeceríamos que se mostrase televisión sobre los personajes que existen en el inconsciente colectivo pero que hoy no son más que nombres de calles por las que transitamos, pero tenemos una historia nacional que redescubrir, que nos fascinará cuando nos adentremos en ella, pero es imposible si tenemos a las excelentísimas autoridades de gobierno metiendo sus narices. Hablábamos antes en Chile Liberal de la esclavitud, y ya hay polémicas en Inglaterra por la nueva película Amazing Grace que narra la historia de William Willberforce. ¿Cuándo tendremos una película sobre nuestro Manuel Rodríguez? ¿O sobre la Guerra de Arauco? Se dice que viene una producción sobre el Adiós al Séptimo de Línea, esperemos que sea de la calidad y seriedad que se mere, sólo esperamos que ninguna autoridad de gobierno se entrometa.
La televisión, y la culturización de las masas
La masa televidente parece bastante embobada, pero insistimos que debemos mejorar la parrilla programática. Cuando Cristián Warnken fue despojado de La Belleza de Pensar, una alarma se encendió en el país que nos sirivió para darnos cuenta que estamos tocando fondo, y que había sólo un programa de calidad. Pero la TV también puede emplearse para reforzar la educación escolar especialmente en las zonas rurales y lugares más alejados, donde quizás no podemos construir salones de clases de calidad óptima, ¿por qué no aprovechar al máximo la televisión? Incluso en estos lugares remotos existe un aparato de televisión en cada hogar. ¿No podemos sacarle provecho? Ha habido iniciativas al respecto pero han sido tímidas o insuficientes. En las Falklands, los ingleses han inteligentemente usado la BBC y la radio para transmitir "clases" a los colonos. Sí, a miles de kilómetros de distancia, la educación llega a un par de islas al fin del mundo. ¿Por qué no imitamos este ejemplo?
Invitamos a repensar la televisión que necesitamos hoy, donde las economías se basan en la capacidad de cada país de investigar y producir conocimiento, la knowledge economy necesita personas educadas. Con los bodrios que transmiten las televisoras chilenas, no tenemos posibilidad alguna de insertarnos en la nueva realidad mundial.
El cine y el teatro, una llamita de esperanza
Las salas de cine se han llenado y la calidad ha mejorado considerablemente aunque aún el cine chileno no ha logrado premios internacionales ni aún hemos industrializado esta actividad, pero nuestros legisladores aún pueden hacer más para eliminar trabas (impuestos) a los trabajadores de la industria cinematográfica. Iniciativas como la creación de ministerios de cultura y demases son de dudosa eficacia, creemos que lo mejor es un marco legal que garantice la libertad plena, con mímimas cargas tributarias, y donde los privados sean incentivados para invertir en producciones locales. (Ver artículo de The Economist)
Francia tiene una notable industria cinematográfica, España ha logrado realzar su imagen país gracias a Almodóvar y sus musas (Penélope Cruz, una de ellas), para qué hablar de EEUU, cuya industria genera más ingresos que Codelco. La Concertación insiste en crear instancias burocráticas. Creemos que el impulso actual que vive el cine puede verse cohartado con la acción del gobierno, no es disparatado pensar en un ministro censurando películas, ya lo vimos con Foxley.
La imagen país es esencial en la economía internacional, que permite posicionar mejor a los productos de cada país. Tal como lo insinúa The Economist (ver aquí), nuestro país carece de una imagen poderosa, lo que a la larga puede afectar nuestra vocación exportadora.
El teatro por su parte ha logrado relevancia notable. Desde el desaparecido Andrés Pérez hasta el Teatro a Mil, vemos que cada vez más la gente reclama más y más cultura. La Pequeña Gigante fue la prueba más palpable, los chilenos nos agolpamos a verla y vitorearla. Queremos más cultura.
Los libros y la gran decepción de Chile Liberal
Los colaboradores de este sitio sienten profunda frustración al ver que nadie se ha propuesto ni eliminar el IVA a los libros ni las tasas aplicadas a la importación de material bibliográfico (inlcuimos también el software, al cual se le aplica un 15% de impuesto). La Concertación, que se llena la boca hablando de ayudar a los pobres, no ha movido un dedo (ciertamente, no el de Lagos) para desgravar los libros. La Alianza, que normalmente incita a bajar impuestos, tampoco se ha pronunciado sobre el tema. Es decir, ambos valen callampa (excuse my French).
Ambos bloques deberían avergonzarse de seguir cobrando impuestos a todo aquel que se compre un libro. Pedimos a nuestros lectores que no cesen de reclamar su derecho a comprar libros sin que interfieran las sucias garras del estado. Los libros más baratos desincentivarían a los piratas e ilegales y, seguramente, más publicaciones verían la luz del día. Quizás valga la pena aplicar impuestos a la comida chatarra y usar estos recursos para mejorar el equipamiento de las bibliotecas del país. Pero la cultura no debe sufrir las consecuencias del estatismo imperante.
El café y la vida social
No nos extrañemos que Ibrahin Ahmadinejad, mandamás de Irán, haya aplicado restricciones severas a los cafés de Teherán. La peor pesadilla para un dictador (o aprendiz de dictador, como es éste amigo iraní de Chávez) es que haya individuos libres sentados alrededor de una mesa saboreando un buen café, leyendo la prensa del país. Este tipo de acto subversivo es condenado en muchos lugares. En Chile, por ejemplo, se aplicaron toques de queda.
Este tipo de actividades que aparentemente parecen de ocio son las que llevan a las gentes a informarse, y la consecuencia de informarse es tener opinión. Cuando la opinión pública comienza a fraguar una "real opinión” es cuando los dirigentes de cada país se preocupan. Hoy no hay restricciones tan descaradas como en otros lugares (Cuba, China, Irán), pero la prensa auténticamente libre, que actúe como contrapeso a la autoridad oficial, escasea. Pero creemos que los cafés y salones de té también escasean. Amigo lector, no se le ocurra leer el diario en un lugar decente, porque sólo se le ofrecen esos mugrosos cafés con piernas, y peor aún, la Corte Suprema intenta amordazar a la prensa.
Una vez más, Cristián Warnken nos lanza un salvavidas. Su excelente Café Mosqueto (Metro Bellas Artes) es un excelente lugar, que ha florecido y se llena cada vez más de gente e incluso de turistas extranjeros. Todo el casco antiguo de Santiago Centro parece lentamente comenzar a despertar. Se destaca en especial el Barrio Mulato Gil, el Parque Forestal, Bellavista, Plaza Ñuñoa, y desde luego el sector oriente, aunque carece de la atmosfera céntrica. El café y almacén la Rosa, en el Parque Forestal, es probablemente uno de los favoritos de Chile Liberal. Pero desgraciadamente, hay otros que se cierran. Nuevamente, Cristián Warken nos abre los ojos y nos recuerda que el tradicional Café Riquet de Valparaíso está a punto de demolerse. Inaceptable. ¿Por qué no mejor demoler los inútiles Ministerio de Educación, Trabajo, Secretaría General de la Presidencia, entre otros? ¿Por qué demoler los espacios de la gente? Proponemos cobrar cero impuesto a los cafés y salones de té, así incentivamos la sociabilidad y crearemos más puestos de trabajo. Se puede compensar con aumentos en los impuestos a esas mierdas de McDonalds o Burger King, que son repugnantes
Hoy disfrutamos de un mayor poder adquisitivo pero la cultura permanece rezagada. No es deber de los políticos el revivirla, pero sí pueden ayudar a no asfixiarla. El telefonazo del ministro Foxley a TVN es uno de los hechos que coharta la libertad de expresión, que es la tierra fértil donde florece y da frutos la cultura.
La televisión es un medio poderosísimo, omnipresente, y mal utilizado. Creemos que es fundamental que la programación cultural atienda las necesidades del país lo que seguro abrirá nuevos horizontes laborales para libretistas, historiadores, productores, técnicos, y muchos otros, aparte de complementar a la renaciente industria cinematográfica. Actualmente, los chilenos deben conformarse los domingos con “la cultura entretenida de TVN” que, seamos francos, es bastante soporífera, no tiene nada de entretenida.
La audiencia quiere ver programas reales, ojalá polémicos, que desaten discusiones y muchas columnas en los periodícos. Menos farándula y más argumento sobre temas interesantes como indagar sobre las motivaciones reales de la Guerra del Pacífico, nos gustaría conocer la vida real de Arturo Prat (¿héroe o chiflado?), queremos enterarnos porqué O’Higgins ordenó a asesinar a Carrera, ¿no nos gustaría ver un documental al respecto? Así como Subterra motivó al autor de este artículo a viajar a Lota y vivir en carne propia, aunque sea por unos minutos, la sórdida realidad de los mineros del carbón, creemos que mucho material audiovisual se puede mostrar al país que sirva para estimular la sinapsis, para hacer trabajar la materia gris de la sociedad chilena, deseamos reflexionar y cuestionar nuestra identidad nacional. Decíamos anteriormente que muchas fuentes laborales se pueden abrir para libretistas, que pueden ser historiadores o investigadores de distintas áreas, que podrían haber asesorado mejor a los creadores de Héroes, por ejemplo. Digamos que estos programas, a pesar de las falencias, deben continuar, y perfeccionarse, y multiplicarse.
Cómo no va a ser interesante, por ejemplo, conocer los altercados entre los liberales románticos chilenos del siglo XIX contra la Revista Católica, mostrarle al país quienes fueron José Victorino Lastarria, Guillermo Blest Gana, Diego Barros Arana, Benjamín Vicuña Mackenna, Domingo Santa María, y muchos otros, indagar sobre el ex presidente Balmaceda y la grave inestabilidad que aquejó al país después de la guerra (mientras que Perú vivió una época de esplendor), agradeceríamos que se mostrase televisión sobre los personajes que existen en el inconsciente colectivo pero que hoy no son más que nombres de calles por las que transitamos, pero tenemos una historia nacional que redescubrir, que nos fascinará cuando nos adentremos en ella, pero es imposible si tenemos a las excelentísimas autoridades de gobierno metiendo sus narices. Hablábamos antes en Chile Liberal de la esclavitud, y ya hay polémicas en Inglaterra por la nueva película Amazing Grace que narra la historia de William Willberforce. ¿Cuándo tendremos una película sobre nuestro Manuel Rodríguez? ¿O sobre la Guerra de Arauco? Se dice que viene una producción sobre el Adiós al Séptimo de Línea, esperemos que sea de la calidad y seriedad que se mere, sólo esperamos que ninguna autoridad de gobierno se entrometa.
La televisión, y la culturización de las masas
La masa televidente parece bastante embobada, pero insistimos que debemos mejorar la parrilla programática. Cuando Cristián Warnken fue despojado de La Belleza de Pensar, una alarma se encendió en el país que nos sirivió para darnos cuenta que estamos tocando fondo, y que había sólo un programa de calidad. Pero la TV también puede emplearse para reforzar la educación escolar especialmente en las zonas rurales y lugares más alejados, donde quizás no podemos construir salones de clases de calidad óptima, ¿por qué no aprovechar al máximo la televisión? Incluso en estos lugares remotos existe un aparato de televisión en cada hogar. ¿No podemos sacarle provecho? Ha habido iniciativas al respecto pero han sido tímidas o insuficientes. En las Falklands, los ingleses han inteligentemente usado la BBC y la radio para transmitir "clases" a los colonos. Sí, a miles de kilómetros de distancia, la educación llega a un par de islas al fin del mundo. ¿Por qué no imitamos este ejemplo?
Invitamos a repensar la televisión que necesitamos hoy, donde las economías se basan en la capacidad de cada país de investigar y producir conocimiento, la knowledge economy necesita personas educadas. Con los bodrios que transmiten las televisoras chilenas, no tenemos posibilidad alguna de insertarnos en la nueva realidad mundial.
El cine y el teatro, una llamita de esperanza
Las salas de cine se han llenado y la calidad ha mejorado considerablemente aunque aún el cine chileno no ha logrado premios internacionales ni aún hemos industrializado esta actividad, pero nuestros legisladores aún pueden hacer más para eliminar trabas (impuestos) a los trabajadores de la industria cinematográfica. Iniciativas como la creación de ministerios de cultura y demases son de dudosa eficacia, creemos que lo mejor es un marco legal que garantice la libertad plena, con mímimas cargas tributarias, y donde los privados sean incentivados para invertir en producciones locales. (Ver artículo de The Economist)
Francia tiene una notable industria cinematográfica, España ha logrado realzar su imagen país gracias a Almodóvar y sus musas (Penélope Cruz, una de ellas), para qué hablar de EEUU, cuya industria genera más ingresos que Codelco. La Concertación insiste en crear instancias burocráticas. Creemos que el impulso actual que vive el cine puede verse cohartado con la acción del gobierno, no es disparatado pensar en un ministro censurando películas, ya lo vimos con Foxley.
La imagen país es esencial en la economía internacional, que permite posicionar mejor a los productos de cada país. Tal como lo insinúa The Economist (ver aquí), nuestro país carece de una imagen poderosa, lo que a la larga puede afectar nuestra vocación exportadora.
El teatro por su parte ha logrado relevancia notable. Desde el desaparecido Andrés Pérez hasta el Teatro a Mil, vemos que cada vez más la gente reclama más y más cultura. La Pequeña Gigante fue la prueba más palpable, los chilenos nos agolpamos a verla y vitorearla. Queremos más cultura.
Los libros y la gran decepción de Chile Liberal
Los colaboradores de este sitio sienten profunda frustración al ver que nadie se ha propuesto ni eliminar el IVA a los libros ni las tasas aplicadas a la importación de material bibliográfico (inlcuimos también el software, al cual se le aplica un 15% de impuesto). La Concertación, que se llena la boca hablando de ayudar a los pobres, no ha movido un dedo (ciertamente, no el de Lagos) para desgravar los libros. La Alianza, que normalmente incita a bajar impuestos, tampoco se ha pronunciado sobre el tema. Es decir, ambos valen callampa (excuse my French).
Ambos bloques deberían avergonzarse de seguir cobrando impuestos a todo aquel que se compre un libro. Pedimos a nuestros lectores que no cesen de reclamar su derecho a comprar libros sin que interfieran las sucias garras del estado. Los libros más baratos desincentivarían a los piratas e ilegales y, seguramente, más publicaciones verían la luz del día. Quizás valga la pena aplicar impuestos a la comida chatarra y usar estos recursos para mejorar el equipamiento de las bibliotecas del país. Pero la cultura no debe sufrir las consecuencias del estatismo imperante.
El café y la vida social
No nos extrañemos que Ibrahin Ahmadinejad, mandamás de Irán, haya aplicado restricciones severas a los cafés de Teherán. La peor pesadilla para un dictador (o aprendiz de dictador, como es éste amigo iraní de Chávez) es que haya individuos libres sentados alrededor de una mesa saboreando un buen café, leyendo la prensa del país. Este tipo de acto subversivo es condenado en muchos lugares. En Chile, por ejemplo, se aplicaron toques de queda.
Este tipo de actividades que aparentemente parecen de ocio son las que llevan a las gentes a informarse, y la consecuencia de informarse es tener opinión. Cuando la opinión pública comienza a fraguar una "real opinión” es cuando los dirigentes de cada país se preocupan. Hoy no hay restricciones tan descaradas como en otros lugares (Cuba, China, Irán), pero la prensa auténticamente libre, que actúe como contrapeso a la autoridad oficial, escasea. Pero creemos que los cafés y salones de té también escasean. Amigo lector, no se le ocurra leer el diario en un lugar decente, porque sólo se le ofrecen esos mugrosos cafés con piernas, y peor aún, la Corte Suprema intenta amordazar a la prensa.
Una vez más, Cristián Warnken nos lanza un salvavidas. Su excelente Café Mosqueto (Metro Bellas Artes) es un excelente lugar, que ha florecido y se llena cada vez más de gente e incluso de turistas extranjeros. Todo el casco antiguo de Santiago Centro parece lentamente comenzar a despertar. Se destaca en especial el Barrio Mulato Gil, el Parque Forestal, Bellavista, Plaza Ñuñoa, y desde luego el sector oriente, aunque carece de la atmosfera céntrica. El café y almacén la Rosa, en el Parque Forestal, es probablemente uno de los favoritos de Chile Liberal. Pero desgraciadamente, hay otros que se cierran. Nuevamente, Cristián Warken nos abre los ojos y nos recuerda que el tradicional Café Riquet de Valparaíso está a punto de demolerse. Inaceptable. ¿Por qué no mejor demoler los inútiles Ministerio de Educación, Trabajo, Secretaría General de la Presidencia, entre otros? ¿Por qué demoler los espacios de la gente? Proponemos cobrar cero impuesto a los cafés y salones de té, así incentivamos la sociabilidad y crearemos más puestos de trabajo. Se puede compensar con aumentos en los impuestos a esas mierdas de McDonalds o Burger King, que son repugnantes
Todo lo anterior converge para generar las condiciones que resuciten la escena cultural y social de Chile, pero sólo es posible cuando proviene directamente desde los individuos. Esperamos que este blog algo ayude en cuanto a sacar la voz, ya que somos uno más de los miles que exigen nuestra libertad de expresión. Hacer un Chile mejor debe surgir de la inciativa individual de cada uno de nosotros porque, no andemos con cosas, no somos un país muy culto (pero hacia allá vamos).
1 comentario:
Lo shileno son una vestias vruta. Pero si le sacamo el IBA a los livro boi ha poder comprar las nobela de Corin Teyado mas varato y ser haun mas culto.
Todos lo liverale cultos estamo de hacuerdo qe si no nos gusta halgo ai qe ponerle impuesto pa susidiar lo que si nos gusta. Y al qe no le guste es porqe sta contra la livertá.
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