Con motivo del cuarto aniversario de la invasión angloamericana a Iraq, Chile Liberal comienza un mini-ciclo de dos partes con nuestra narrativa de los hechos, análisis y propuestas. He aquí la primera entrega.
Érase una vez un país dominado por un dictador brutal, útil y servil ante los intereses del gobierno republicano-conservador de EEUU. Pero un día este dictador dejó de ser útil, se rebeló contra su amo, y el país fue castigado.
No, no es Chile. Es Irak.
Este 20 de marzo se cumplen cuatro años de la invasión al país del medio oriente y los superamigos George Bush y Tony Blair han causado más de 600 mil muertes según estudio de la revista científica Lancet. Nos encontramos con que la guerra civil es inminente, los hospitales se encuentran sin suministros básicos, las escuelas paralizadas, el hambre y el desempleo son incontrarrestables, y los yihadistas antes desempleados ahora pueden ir a Irak a perfeccionar sus tácticas guerrilleras. La población civil sigue sin suministro normal de agua y electricidad, pero lo más catastrófico es que la sola presencia de los soldados de la Coalición exacerba los ánimos de los irritados iraquíes. Como vemos, el panorama es dantesco.
La justificación que tuvo la Coalition of the Willing fue desbaratar el arsenal de explosivos químicos y biológicos (armas de destruccióm masiva, ADM) del dictador iraquí. Pero dicho arsenal jamás se encontró, y la opinión pública internacional se ha dado cuenta que no fue más que una maniobra de George Bush para atacar algún país y liberar la ira acumulada después del “nine eleven”. De paso, asegurar el suministro de petróleo (que ha superado los $70 por barril) a sus amigos de Exxon. La desesperación del pueblo americano se hizo patente en la reelección de Bush, pero a poco andar la situación fue insostenible, los soldados americanos terminaron siendo odiados, los iraquíes torturados, y, no olvidemos, aún no hay rastro alguno de Osama Bin Laden. La torta de la guinda fue la monstruosa condena a muerte de Saddam Hussein, simplemente macabro.
La seguidilla de errores
Todo comenzó muy mal. La resolución 1441 exigía a Hussein que permitiera a Hans Blix trabajar en la inspección del supuesto arsenal pero el dictador iraquí no cooperó. Sin embargo, Bush precipitó el uso de la fuerza, y asesorado por oscuros personajes como Dick Cheney (vicepresidente) y Donald Rumsfeld (secretario de defensa), atacaron Iraq y raudos declararon Misión Cumplida. Paul Bremen, administrador interino de Iraq, desmanteló las FFAA del régimen de Hussein, y nos encontramos con el comienzo de la pesadilla. Miles de los ex miembros del ejército iraquí, sunitas en su mayoría, se encontraron cesantes y vagabundeando en las calles.
EEUU no se preocupó de entender el contexto de la realidad de los iraquíes y todos se volvieron contra ellos. Hechos simples como caminar con bototos sobre lugares “sagrados” para los locales, no mostrar respeto durante ciertas festividades religiosas, registrar o interrogar a mujeres, además de enfurecer a la población con la falta de servicios sanitarios (que funcionaban normalmente con Hussein), han hecho de la apresurada y arrogante Misión Cumplida una más realista y triste Misión Imposible.
Los desafíos para los liberales
El único partido político que se opuso a la aventura iraquí fueron los Liberal Democrats del Reino Unido. Guiados por Charles Kennedy, pusieron la necesaria cuota de sensatez al proclamar que la fuerza es “el último recurso al cual debemos recurrir”. Por otro lado, la postura de The Economist fue distinta. El apoyo inicial del influyente semanario británico se sustentó en el informe del MI6 (Servicio de Inteligencia) que advertía al mundo que Hussein podía organizar un ataque en 40 minutos con ADM. El informe resultó ser falso. La postura de The Economist fue precipitada y prontamente rectificada.
En Chile, después de una década de negociaciones el gobierno se preparaba para firmar el tratado de libre comercio con EEUU, cuya ratificación fue condicionada al apoyo de Chile a EEUU en el Consejo de seguridad de la ONU. Ricardo Lagos actuó, por una vez en su vida, con senatez. El 99,9% de los chilenos no quería que Chile apoyase una nueva resolución, más explícita, que validase el ímpetu norteamericano. El 0,1% de los chilenos corresponde a Hermógenes Pérez de Arce, único chileno que se alineaba con el demente de Bush (digamos que Pérez de Arce no esconde su afición por las invasiones y los crímenes). Cuando el 11 de marzo de 2004 nuestros hermanos españoles pagaron con su propia sangre el costo de que un gobernante apoyase al lunático Bush, los chilenos nos sentimos consternados. Esta fue una muestra de que el mundo entero está en guerra, y que las dos facciones pelean cada una por defender a sus estúpidos “dioses” y que nadie se libra del odio que desata la religión, que es “la raíz de todo el mal”, como lo afirmaba el biólogo y filósofo Richard Dawkins en su documental The Root of All Evil.
Es imperativo que los simpatizantes de la causa de la libertad individual se opogan a esta forma metafísica de colectivismo, la religión. Tenemos que sacar la voz a nombre del racionalismo y el secularismo.
Otro factor de estudio para el liberalismo y que no podemos soslayar es la privatización de las FFAA y el abuso hacia los inmigrantes. Hace algunos años, el prestigioso Instituto Adam Smith (Reino Unido) propuso privatizar el ejército y en general las FFAA británicas (en el informe The Omega File, 1985). En Chile Liberal apoyamos dicha iniciativa y que ojalá se aplique en dicho país y también en nuestro país. Si así fuese, habría menos guerras ya que los burócratas no podrían disponer tan fácilmente de los profesionales de las armas de cada nación.
En EEUU, la infame firma Blackwater fue la empresa designada para proceder con las torturas y crímenes variopintos que, por cuestiones de presupuesto, los norteamericanos mismos decidieron “externalizar”. La verdad es que el coste de los ejércitos modernos es cada vez más oneroso para los presupuestos nacionales y nos encontramos con que la externalización de servicios se hace presente en Irak y Afganistán. La privatización de las FFAA también evitaría que los gobiernos abusaran de los inmigrantes ilegales quienes engrosan las filas de los ejércitos con la promesa de obtener una visa permanente o una pensión. Esta verdadera “carne de cañón” que usan los ejércitos modernos es vejatoria contra la dignidad humana.
Adiós a los neocons
Francis Fukuyama anunciaba pomposamente en los años 90 que había llegado el fin de la historia. La democracia occidental había triunfado inapelablemente. Pero llegó el terrorismo y los nuevos avances científicos hacen del mundo un lugar de alta combustión, salvo que hoy es a escala global. Si ADM caen en manos de terroristas, será efectivamente "el fin de la historia"… vale decir, el fin del mundo. Fukuyama se retractó y su espectacular vuelta de chaqueta marcó el fin del neoconservatismo. Los chilenos presenciamos en directo sus opiniones actualizadas en el programa Una nueva belleza de Cristián Warnken, donde Fukuyama habló del fracaso de EEUU y del diabólico legado de Bush.
La expulsión de Donald Rumsfeld de la Casa Blanca fue el momento histórico que simboliza el fin de la aventura neoconservadora a nivel gubernamental. La moraleja es que la democracia occidental no puede imponerse a la fuerza sobre otros. Escribir una constitución democrática no significa que un país se vuelve democrático por arte de magia. Una democracia tolerante no puede existir en un país altamente religioso. A punta de metralletas un país no se vuelve democrático. Todo esto es evidente para cualquiera menos para los neconos.
Y una lección para los chilenos: a pesar del conflicto bélico, los norteamericanos en Irak organizaron asambleas de miembros elegidos democráticamente (dentro de las limitaciones) quienes redactaron una Constitución que fue, en cierta forma, el reflejo de la esperanza de los iraquíes. Ratificada finalmente en un plebscito, existe aún una llama de esperanza que, sin Bush, el mundo ayude a Iraq a institucionalizarse. En cambio, los chilenos vimos como en 1980 un grupo de iluminados, encabezados por Jaime Guzmán, escribió entre cuatro paredes una Constitución que arrojada al pueblo fue “aprobada” en un plebiscito dudoso. Esta carta fundamental creaba una monarquía presidencial impracticable. La Concertación cumplió una gran labor al reformar y suavizar la carta magna. En Iraq los norteamericanos intentaron al menos darle algún grado de dignidad democrática al proceso de institucionalización.
Continuaremos el domingo 18 de marzo con la segunda entrega de este artículo:
Érase una vez un país dominado por un dictador brutal, útil y servil ante los intereses del gobierno republicano-conservador de EEUU. Pero un día este dictador dejó de ser útil, se rebeló contra su amo, y el país fue castigado.
No, no es Chile. Es Irak.
Este 20 de marzo se cumplen cuatro años de la invasión al país del medio oriente y los superamigos George Bush y Tony Blair han causado más de 600 mil muertes según estudio de la revista científica Lancet. Nos encontramos con que la guerra civil es inminente, los hospitales se encuentran sin suministros básicos, las escuelas paralizadas, el hambre y el desempleo son incontrarrestables, y los yihadistas antes desempleados ahora pueden ir a Irak a perfeccionar sus tácticas guerrilleras. La población civil sigue sin suministro normal de agua y electricidad, pero lo más catastrófico es que la sola presencia de los soldados de la Coalición exacerba los ánimos de los irritados iraquíes. Como vemos, el panorama es dantesco.
La justificación que tuvo la Coalition of the Willing fue desbaratar el arsenal de explosivos químicos y biológicos (armas de destruccióm masiva, ADM) del dictador iraquí. Pero dicho arsenal jamás se encontró, y la opinión pública internacional se ha dado cuenta que no fue más que una maniobra de George Bush para atacar algún país y liberar la ira acumulada después del “nine eleven”. De paso, asegurar el suministro de petróleo (que ha superado los $70 por barril) a sus amigos de Exxon. La desesperación del pueblo americano se hizo patente en la reelección de Bush, pero a poco andar la situación fue insostenible, los soldados americanos terminaron siendo odiados, los iraquíes torturados, y, no olvidemos, aún no hay rastro alguno de Osama Bin Laden. La torta de la guinda fue la monstruosa condena a muerte de Saddam Hussein, simplemente macabro.
La seguidilla de errores
Todo comenzó muy mal. La resolución 1441 exigía a Hussein que permitiera a Hans Blix trabajar en la inspección del supuesto arsenal pero el dictador iraquí no cooperó. Sin embargo, Bush precipitó el uso de la fuerza, y asesorado por oscuros personajes como Dick Cheney (vicepresidente) y Donald Rumsfeld (secretario de defensa), atacaron Iraq y raudos declararon Misión Cumplida. Paul Bremen, administrador interino de Iraq, desmanteló las FFAA del régimen de Hussein, y nos encontramos con el comienzo de la pesadilla. Miles de los ex miembros del ejército iraquí, sunitas en su mayoría, se encontraron cesantes y vagabundeando en las calles.
EEUU no se preocupó de entender el contexto de la realidad de los iraquíes y todos se volvieron contra ellos. Hechos simples como caminar con bototos sobre lugares “sagrados” para los locales, no mostrar respeto durante ciertas festividades religiosas, registrar o interrogar a mujeres, además de enfurecer a la población con la falta de servicios sanitarios (que funcionaban normalmente con Hussein), han hecho de la apresurada y arrogante Misión Cumplida una más realista y triste Misión Imposible.
Los desafíos para los liberales
El único partido político que se opuso a la aventura iraquí fueron los Liberal Democrats del Reino Unido. Guiados por Charles Kennedy, pusieron la necesaria cuota de sensatez al proclamar que la fuerza es “el último recurso al cual debemos recurrir”. Por otro lado, la postura de The Economist fue distinta. El apoyo inicial del influyente semanario británico se sustentó en el informe del MI6 (Servicio de Inteligencia) que advertía al mundo que Hussein podía organizar un ataque en 40 minutos con ADM. El informe resultó ser falso. La postura de The Economist fue precipitada y prontamente rectificada.
En Chile, después de una década de negociaciones el gobierno se preparaba para firmar el tratado de libre comercio con EEUU, cuya ratificación fue condicionada al apoyo de Chile a EEUU en el Consejo de seguridad de la ONU. Ricardo Lagos actuó, por una vez en su vida, con senatez. El 99,9% de los chilenos no quería que Chile apoyase una nueva resolución, más explícita, que validase el ímpetu norteamericano. El 0,1% de los chilenos corresponde a Hermógenes Pérez de Arce, único chileno que se alineaba con el demente de Bush (digamos que Pérez de Arce no esconde su afición por las invasiones y los crímenes). Cuando el 11 de marzo de 2004 nuestros hermanos españoles pagaron con su propia sangre el costo de que un gobernante apoyase al lunático Bush, los chilenos nos sentimos consternados. Esta fue una muestra de que el mundo entero está en guerra, y que las dos facciones pelean cada una por defender a sus estúpidos “dioses” y que nadie se libra del odio que desata la religión, que es “la raíz de todo el mal”, como lo afirmaba el biólogo y filósofo Richard Dawkins en su documental The Root of All Evil.
Es imperativo que los simpatizantes de la causa de la libertad individual se opogan a esta forma metafísica de colectivismo, la religión. Tenemos que sacar la voz a nombre del racionalismo y el secularismo.
Otro factor de estudio para el liberalismo y que no podemos soslayar es la privatización de las FFAA y el abuso hacia los inmigrantes. Hace algunos años, el prestigioso Instituto Adam Smith (Reino Unido) propuso privatizar el ejército y en general las FFAA británicas (en el informe The Omega File, 1985). En Chile Liberal apoyamos dicha iniciativa y que ojalá se aplique en dicho país y también en nuestro país. Si así fuese, habría menos guerras ya que los burócratas no podrían disponer tan fácilmente de los profesionales de las armas de cada nación.
En EEUU, la infame firma Blackwater fue la empresa designada para proceder con las torturas y crímenes variopintos que, por cuestiones de presupuesto, los norteamericanos mismos decidieron “externalizar”. La verdad es que el coste de los ejércitos modernos es cada vez más oneroso para los presupuestos nacionales y nos encontramos con que la externalización de servicios se hace presente en Irak y Afganistán. La privatización de las FFAA también evitaría que los gobiernos abusaran de los inmigrantes ilegales quienes engrosan las filas de los ejércitos con la promesa de obtener una visa permanente o una pensión. Esta verdadera “carne de cañón” que usan los ejércitos modernos es vejatoria contra la dignidad humana.
Adiós a los neocons
Francis Fukuyama anunciaba pomposamente en los años 90 que había llegado el fin de la historia. La democracia occidental había triunfado inapelablemente. Pero llegó el terrorismo y los nuevos avances científicos hacen del mundo un lugar de alta combustión, salvo que hoy es a escala global. Si ADM caen en manos de terroristas, será efectivamente "el fin de la historia"… vale decir, el fin del mundo. Fukuyama se retractó y su espectacular vuelta de chaqueta marcó el fin del neoconservatismo. Los chilenos presenciamos en directo sus opiniones actualizadas en el programa Una nueva belleza de Cristián Warnken, donde Fukuyama habló del fracaso de EEUU y del diabólico legado de Bush.
La expulsión de Donald Rumsfeld de la Casa Blanca fue el momento histórico que simboliza el fin de la aventura neoconservadora a nivel gubernamental. La moraleja es que la democracia occidental no puede imponerse a la fuerza sobre otros. Escribir una constitución democrática no significa que un país se vuelve democrático por arte de magia. Una democracia tolerante no puede existir en un país altamente religioso. A punta de metralletas un país no se vuelve democrático. Todo esto es evidente para cualquiera menos para los neconos.
Y una lección para los chilenos: a pesar del conflicto bélico, los norteamericanos en Irak organizaron asambleas de miembros elegidos democráticamente (dentro de las limitaciones) quienes redactaron una Constitución que fue, en cierta forma, el reflejo de la esperanza de los iraquíes. Ratificada finalmente en un plebscito, existe aún una llama de esperanza que, sin Bush, el mundo ayude a Iraq a institucionalizarse. En cambio, los chilenos vimos como en 1980 un grupo de iluminados, encabezados por Jaime Guzmán, escribió entre cuatro paredes una Constitución que arrojada al pueblo fue “aprobada” en un plebiscito dudoso. Esta carta fundamental creaba una monarquía presidencial impracticable. La Concertación cumplió una gran labor al reformar y suavizar la carta magna. En Iraq los norteamericanos intentaron al menos darle algún grado de dignidad democrática al proceso de institucionalización.
Continuaremos el domingo 18 de marzo con la segunda entrega de este artículo:
- El factor Tony Blair
- ¿Habría sido distinto con Al Gore de presidente?
- El mundo, un lugar más vulnerable
- Propuestas de Chile Liberal
12 comentarios:
Bu$sh de mierda ...
Me tomaría media de gin, media de vodka, y luego una leche con plátano, luego vomitaría en su cara...
así los dos lo pasamos bien
:)
600 mil muertes .. quedé plop cuando leí eso..
Típico que una o cien sean lo mismo, pero 6OO mil, me da escalofríos...
como tanto..
mundo de mierda
tan triste esta weá
dolor ajeno, dolor mío también
que estés bien Mister Liberal...
salud ..
Según estudios posteriores al de The Lancet, se ha llegado hasta 655.000 mil muertes, Washigton Post
peor po
no comments
El artículo de The Lancet entregó una cifra de 100 mil muertes, no 600 mil. O más exactamente, la metodología utilizada da una cifra de entre 8 mil y 192 mil muertes; 100 mil es sólo el punto medio. Con tales márgenes de error, es mejor tirar a la basura el estudio. Pero ni siquiera los fabulistas the The Lancet aventurarían una cifra de 600 mil muertos. The Economist, por el contrario, estima unos 15 mil muertos, por ejemplo aquí: http://www.economist.com/science/displayStory.cfm?story_id=3352814
Por otra parte, la postura de The Economist en favor de la liberación de Irak ha sido reafirmada a cada rato. No lo digo yo, lo dicen ellos en http://www.billemmott.com/article.php?id=49.
Uno puede sospechar (y yo sospecho) de los motivos que tuvo Bush para invadir Irak. Como The Economist, uno puede lamentar (y yo lamento) la incompetencia con que se lleva a cabo la ocupación. Pero, también como The Economist, uno puede aplaudir (y yo aplaudo) el que un dictador sanguinario haya sido echado a patadas del poder.
Como chileno y liberal, festejo el que ningún tirano (o aspirante a tirano) pueda dormir tranquilo. El golpismo ahora es peligroso, lo que sin duda ha reforzado el precario compromiso (o resignada aceptación) de ReNazis y UDIondos con la democracia. También como chileno, envidio a un país que ahorcó a su verdugo, en lugar de facilitar recursos estatales para que los lameculos del tirano honraran su execrable memoria.
Incorrecto. Pueden leer Mortality after the 2003 invasion of Iraq, donde se aprecia la conclusión (página 6):
Discussion
We estimate that, as a consequence of the coalition
invasion of March 18, 2003, about 655 000 Iraqis have died
Vale decir, la informacion entregada por Chile Liberal es fidedigna.
La cira que entregas de The Economist es de noviembre 2004. Y la metodología de The Lancet ha sido rigurosa y científica.
Liberar a Irak de un dictador sanguinario es loable, pero ese mismo dictador tuvo la venia de EEUU, y no fue el motivo inicial de la invasión. The Economist retiró su apoyo a esta aventura neoconservadora. Y ni siquiera fue positiva, lo analizaremos en la segunda entrega del presente artículo.
concuerdo plenamente con todo lo expuesto en este articulo salvo en un pequeño detalle: la religion. en mi caso personal, no pertenezco a ninguna, sin embargo no creo que la religion sea un mal. concuerdo en que el fanatismo religioso pueda llevarnos a ver todas estas atrocidades, pero eso es muy distinto a querer decir que la religion en si sea la causa de estos problemas. mis familiares tienen religio pero no por eso andan matando a la gente. en eso hay que hacer una distincion. por otro lado, el querer de cierta forma eliminar las religiones contradice el propio principio de la libertad de elegir que pensar. salvo ese detalle, concurdo plenamente con ustedes. saludos
Disculpas. Ignoraba este segundo estudio. Éste tiene un intervalo de confianza de entre 393 mil y 942 mil muertos. De nuevo, un poco impreciso para mi gusto. Tampoco se mencionan otros estudios, TODOS los cuales entregan cifras MUY inferiores (vg., los 60.000 de Iraq Body Count, insospechable de simpatías bushistas).
En cualquier caso, una comparación justa debe considerar las "excess deaths" producidas como consecuencia del régimen de Saddam, tanto las de su represión interna como las de sus guerras de agresión.
The Economist jamás ha retirado su apoyo a la "postura neoconservadora" (el artículo de Bill Emmott, director de The Economist, es de abril de 2006). Postura compartida por neocons tan fanáticos como Vaclav Havel, Adam Michnik y Bill Clinton (y Tony Blair).
Es feo comparar a quienes apoyan la liberación de Irak con el repulsivo Hermógenes Pérez de Arce. Alguien podría señalar que Jean Marie Le Pen, Osama bin Laden y Fidel Castro (y los movimientos que estos distinguidos estadistas representan a nivel internacional) se opusieron unánimemente a la guerra de Irak.
Señalas, como regla general, que "a punta de metralletas un país no se vuelve democrático". Conclusión que asombraría a alemanes y japoneses. O a los turcos de Ataturk.
Creo que los liberales debemos apoyar las iniciativas democratizadoras y secularizadoras en el mundo. La ocupación de Irak, por muy chapuceramente que se lleve a cabo, es una de ellas.
Bueno, invitamos a leer la segunda parte y continuar el debate.
Como dijimos anteriormente, las cifras de The Lancet están -siendo caritativos- grotescamente infladas.
También es evidente que el "surge" en Irak -idea de John McCain, el candidato de Mi Excelencia- está teniendo éxito en reducir la violencia.
Se aceptan disculpas de los cómplices, involuntarios o no, de la "resistencia" islamofascista.
En el comentario anterior, favor de pulsar el link provisto:
las fábulas de The Lancet, demolidas incluso por sus antiguos compañeros de trabajo.
@Su Excelencia: nunca se sabe, entre Obama y McCain, el political endorsment de este blog puede dar un vuelco, por eso hay que esperar los debates.
Dejo espacio para una buena dosis de escepticismo porque las metodologías de The Lancet tampoco son extraordinariamente fiables, pero de todos modos ha habido más costos que beneficios. Está claro que con Hussein, menos iraquíes habrían muerto.
Si no se hubiese desbaratado las FFAA del país, la reconstrucción habría sido mucho más rápida porque se habría evitado una guerra civil tan sangrienta.
"Está claro que con Hussein, menos iraquíes habrían muerto.
Iraq Body Count estima entre 80.000 y 90.000 muertes civiles como consecuencia de la violencia desde 2003. Comparado con las acciones del héroe antiimperialista Saddam Husein, parece bastante poco. Y eso sin contar con los efectos de las sanciones destinadas a impedir que el Pinochet iraquí obtuviera armas de destrucción masiva.
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