miércoles, 14 de marzo de 2007

Los latinoamericanos somos felices


América Latina, la gira de Bush y la próxima visita de Al Gore

EEUU ha basado su cultura en la ética protestante del trabajo duro donde la prosperidad es el resultado del espíritu industrioso y emprendedor, que desdeña el ocio. En este contexto, la pobreza es despreciable, consecuencia de la holganzanería personal. Pero al sur del Río Grande, la pobreza material se exalta. Dedicarse mucho al trabajo es nefasto: la riqueza es un impedimento para ganarse el cielo. El ocio es el objetivo máximo del homo hispanicus.

Todo esto se refleja en los paupérrimos estándares de vida en que vivimos, que arroja a millones de desesperados a cruzar, a como dé lugar, la frontera que separa al país más poderoso del mundo (férreo defensor del libre mercado) del resto del continente (socialista).

América Latina sabe que está sumida en la pobreza pero en vez de seguir la senda del libre comercio, se aferra al estatismo y ha caído en un antiamericansimo feroz y dañino, cuyo líder de facto es nada menos que el ex golpista Chávez. En vez de estrechar lazos con EEUU, por ejemplo a través del ALCA, rechazamos de plano todo lo que provenga desde el Norte. De hecho, los culpamos a ellos de nuestra propia miseria. En AL, el culpable de mi miseria personal es siempre el otro.

Desgraciadamente, EEUU está gobernado por un ser despreciable que ha causado demasiado mal en este mundo. Por otro lado, el verdadero presidente, Al Gore, ha planificado una visita a nuestro país
y será interesante escuchar sus propuestas y su visión del mundo de hoy, amenazado por el terrorismo y la debacle ambiental que Bush y sus amigos de Exxon han intensificado.

La actual gira de Bush por Brasil, Uruguay, Colombia, Guatemala y México, ha sido deslucida y es, en realidad, un reflejo del magro trabajo de su administración en la región. Como bloque no hemos logrado nada en conjunto y este presidente no es el personaje indicado para reforzar lazos ni para reimpuslar el intercambio económico. Pero tampoco es muy digna elogios la nueva camada de neopopulistas que gobierna en AL. Es decir, a nivel político, el escenario es deplorable.

Pero a nivel de pueblos, es fundamental para nuestra economía seguir la senda de intercambios culturales, científicos y profesionales con EEUU. Los latinoamericanos debemos aprender de los inmensos logros norteamericanos y dejar de ser tan autocomplacientes con nuestro subdesarrollo, que es culpa nuestra y de nadie más. La cultura de la fiesta y la siesta sólo reafirma nuestra errada escala de valores que nos hace vivir en una absurda ilusión de felicidad. Los latinoamericanos, a fin de cuentas, tenemos mucho que aprender de nuestros vecinos anglosajones.


chileliberal@gmail.com

Para más información
El viaje visto desde el norte

5 comentarios:

Unknown dijo...

(1º a que mierdas vino ese wn de Bu$h??, que se quede en su país no más..)

y buehh

Pal norte metele trabajo ..
Pal sure' metele cesantía ..
Pal norte metele platita
Pal sure metele pobreza ...
Pal norte, trabajen tontos weones !
Pal sure' tomate un vinito

Me quedo aquí

Saludos Mister Liberal, y salud por supuesto !

Elías Lestrade dijo...

ese cuento aguado de Weber (protestantes=capitalistas trabajadores v/s católicos=flojos) no se lo cree nadie. Gente de Chile liberal, hasta cuándo el simplismo y la ingenuidad...

Anónimo dijo...

Columnas políticas con crítica social. Me gusta. Mis gustos por la afición de estos temas me inclinan a estar por estos lados.

Me gusta.

Pasaré más seguido.

Atte:
Santiago Paz

matlop dijo...

Los latinoamericanos somos felices?

y los orientales?

y los africanos?

y los europeos?

La felicidad no se toca, no se ve y ni se oie...

pero si se siente!


M:

Anónimo dijo...

Poco después del casi empate entre Bush y Gore, The Economist hizo referencia a estudios estadísticos confiables que confirmaban la victoria del republicano y la ausencia de fraude. El mismo Al Gore, en un gesto que lo honra, reconoció el triunfo de su rival.

No me gusta Bush, pero ganó sin fraude y gobierna democráticamente. Cosa de la que no puede presumir la derecha chilena, por ejemplo.