Continuamos con la segunda entrega...
Adam Smith: los trabajadores libres producen más que los esclavos
El padre del liberalismo clásico, Adam Smith, nos explicaba en su obra Wealth of Nations (La riqueza de las naciones) que un hombre sin propiedad busca “engordar lo más posible, trabajando lo menos posible”, palabras duras para referirise a los esclavos. Pero era en realidad un ataque a los esclavistas y un mensaje a la sociedad inglesa. Un esclavo, al no tener propiedad, vale decir, al no ser libre, tiende a trabajar de mala gana y lo menos que pueda ya que se ve imposibilitado de mejorar su condición. Su amo debe proveerle de todo y, sin duda, la única forma de sacarle rendimiento es mediante la violencia y la agresión física, lo que degrada tanto al amo como al esclavo.
Adam Smith: los trabajadores libres producen más que los esclavos
El padre del liberalismo clásico, Adam Smith, nos explicaba en su obra Wealth of Nations (La riqueza de las naciones) que un hombre sin propiedad busca “engordar lo más posible, trabajando lo menos posible”, palabras duras para referirise a los esclavos. Pero era en realidad un ataque a los esclavistas y un mensaje a la sociedad inglesa. Un esclavo, al no tener propiedad, vale decir, al no ser libre, tiende a trabajar de mala gana y lo menos que pueda ya que se ve imposibilitado de mejorar su condición. Su amo debe proveerle de todo y, sin duda, la única forma de sacarle rendimiento es mediante la violencia y la agresión física, lo que degrada tanto al amo como al esclavo.
El resultado es elocuente, Adam Smith nos dice que un campo labrado por hombres libres será siempre más productivo que el trabajado por esclavos. Como el mismo Smith nos enseñaba que “la avaricia es buena”, un hombre avaro debe emplear sólo hombres libres, tratarlos con la dignidad que el trabajador se merece, y de esa forma se aseguraría ganancias y rendimiento mayor que un esclavista.
Sin duda que por este camino Adam Smith logró remecer la conciencia de muchos y, junto con los boicots de Clarkson (que apelaban a disminuir la demanda por productos producidos por esclavos) buscaba desterrar la esclavitud. Comprobamos nuevamente que el altruismo tiene menos que ver en la abolición de la esclavitud que el individualismo. La mano invisible y la avaricia fueron determinantes.
Ingleses y norteamericanos: ¿Deben pedir perdón por la esclavitud?
El 40% de la producción de azúcar en las colonias inglesas del Caribe eran impuestos que iban directamente al erario nacional británico. Pero como hemos visto, es tan degradante la práctica del trabajo con esclavos que inevitablemente se producirían revueltas y guerras, que efectivamente estallaron (la emancipación de las colonias inglesas y la guerra civil americana, por ejemplo) y mermaron el desarrollo económico de estas naciones. Por otro lado, los países más prósperos del mundo son las escandinavos, que basaron su economía en el trabajo libre. La riqueza de EEUU e Inglaterra se debe más al espíritu emprendedor y la creatividad que al abuso de esclavos, que como mano de obra resultó a largo plazo ineficiente y cara.
Sin embargo, sí tuvo un impacto inicial, y muchas de las casas señoriales que existen hoy en Jamaica, entre otros, se construyeron con la sangre de la esclavitud. Hasta hoy no ha habido un gesto formal de perdón por parte de las autoridades nacionales de las otrora naciones esclavistas, pero es un gesto necesario y pendiente. Algo insinuó Tony Blair hace algún tiempo y ha habido iniciativas en algunos estados norteamericanos, pero el gesto no ha sido contundente.
Creemos que es imperativo que el Primer Ministro Británico y el Presidente de Estados Unidos pidan en conjunto perdón por el comercio de esclavos, en el caso inglés, y por emplear mano de obra esclava, en EEUU. Pero los gestos deben ir acompañados de acciones concretas.
Una de ellas es eliminar de una vez la mala costumbre de las naciones occidentales de enviar ayudas inútiles a África, que a esta altura equivalen a seis veces el plan Marshall, porque éstas no son más que asistencialismo llevado a escala global. Lo que África necesita es que Europa y EEUU liberen sus barreras comerciales y permitan el ingreso de productos africanos, y que los nativos del continente negro puedan posicionar sus productos en los mercados del primer mundo y unirse a una economía libremercadista, que es el único mecanismo capaz de sacarlos de la pobreza. No al envío de dinero a África, sí al libre comercio.
Es abominable que hace algunos meses los principales mandamases de África hayan sido invitados a China a estrechar lazos. Este es exactamente el camino que no asegura el progreso. China no es una nación de libre comercio y sólo quiere obtener recursos naturales baratos, aparte de extender su neo-comunismo. Vale decir, sólo buscan prolongar la miseria. Es hora de que el mundo ayude a África a salir de la pobreza por sus propios medios. El asistencialismo y el proteccionismo sólo perpetuará la miseria. Exigimos más liberalismo y más capitalismo (¡y menos proteccionismo!) para aumentar la prosperidad en el mundo.
Esclavitud en el mundo, los boicots que necesitamos hoy
Si bien en 1833 se abolió la esclavitud por completo en Inglaterra, el proceso fue lento y tortuoso. Como ya hemos dicho, sectores conservadores y eclesiásticos llamaban a mantener la esclavitud (basados en enseñanzas bíblicas o criterios economicistas miopes), aunque procuraban "humanizar" el trato. Absurdo. Finalmente se impuso la razón y el humanismo, siendo Dinamarca y Francia los primeros países que dieron el gran paso, en 1792 y 1794 respectivamente. Estados Unidos cayó en una guerra civil y muchas otras naciones comenzaron a adoptar el pensamiento de la iluminado de la Ilustración.
Desgraciadamente, aún hay 12 millones de esclavos en el mundo, y muchos de ellos son niños. Aunque el trabajo infantil pueda ser necesario en países pobres, sólo es admisible cuando no interfiere con el derecho de cada niño a disfrutar su infancia y siempre que no sea un impedimento para su formación escolar. En el mundo desarrollado, el trabajo infantil existe bajo la forma de los “Saturday jobs” de Inglaterra, donde los niños trabajan unas pocas horas en locales comerciales, lo que ayuda a formar el espíritu industrioso que necesita la fuerza laboral del mañana.
No así en India o en China, Vietnam o incluso en Brasil, entre otros países latinoamericanos, donde niños y familias completas deben trabajar en condiciones de esclavitud. Pero la “mano invisible” ya se comienza a ver en muchas campañas que han iniciado activistas del mundo entero. Las empresas que usan mano de obra esclava (o semi esclava) han sido identificadas y nombradas ante la opinión pública, de modo que todos podamos preferir los productos elaborados bajo condiciones humanas. Debemos seguir el ejemplo de Clarkson.
Nike y Adidas hoy se apresuran a exhibir sus credenciales de trabajo justo, y más allá de criticarlos por buscar mano de obra barata, debemos alegrarnos que ellos ofrezcan empleos en lugares que hasta hace poco no tenían opción alguna de recibir inversiones extranjeras. Una vez más vemos cómo el capitalismo principalmente contribuye para mejorar la condición de los pobres. Es esencial que los consumidores de occidente exijan a cada empresa que demuestre cómo contribuye al desarrollo económico de las naciones donde invierten, y que la misma masa de consumidores prefiera estos productos.
La esclavitud, sin embargo, se encuentra bajo formas mucho más sutiles pero igualmente dañinas. Los impuestos aplicados sobre el salario de cada trabajador constituye, como postula Robert Nozick, filósofo de Harvard, una forma de trabajo forzado. Y tiene razón. Por ejemplo en Francia (segundo país en abolir la esclavitud), cada trabajador destina aproximadamente dos semanas del mes en trabajar para financiar el estado. ¿No es esto una forma de esclavitud? ¿Tiene opción el trabajador de decidir si contribuye al estado o no, o al menos de elegir cómo contribuye? Estudiemos el caso nuestro, por ejemplo nosotros pagamos impuestos para mantener a Carabineros de Chile, pero cuando necesitamos protección policial y ésta no llega, ¿no fueron nuestros impuestos obtenidos mediante el trabajo forzado? ¿Qué ocurre con el dinero que nosotros entregamos al estado? O dicho de otro modo, ¿que ocurre con el dinero que a nosotros nos arrebata el estado?
Una delgada línea separa la carga tributaria de la esclavitud, lo que nos lleva a considerar cada vez más la urgente necesidad de reducir el tamaño del estado y de entregar más espacio de libertad individual a cada persona, para que el dinero, es decir, el fruto del trabajo, se destine a los fines que cada cual estime conveniente y no quedar a merced de unas autoridades gubernamentales que normalmente se enriquecen a costa del trabajo del resto, tal como los amos esclavistas de las colonias inglesas de antaño.
Esclavos en Chile, ayer y hoy
En Chile vivimos en carne propia este flagelo mediante la figura de la “encomienda”, en la cual con la bendición de la Santa Iglesia Católica, se le entregaba a los inquilinos una partida de indios que trabajaban para su amo a cambio de la “evangelización”, vale decir, una serie de golpizas a cambio de repetir un Padrenuestro y un Avemaría. Los abusos y aberraciones eran evidentes pero no nos extrañemos que la Iglesia Católica no haya hecho mucho por terminar con esta barbarie. En 1789, por orden de Ambrosio O’Higgins, se puso punto final a esta práctica. En términos reales, la economía colonial no se vio mermada ya que las encomiendas eran cada vez más escasas producto de la extinción de la población indígena y de la abundancia de mano de obra barata de los mestizos.
Pocos esclavos negros hubo en Chile, y por varias razones. Una, era muy caro traerlos, normalmente morían en las tierras frías del sur o no sobrevivían el cruce de la cordillera. Dos, en Chile nunca hubo grandes plantaciones de algodón, café, tabaco o caña de azúcar, por tanto las autoridades y la Iglesia se las arreglaron con los nativos. Y cuando estos escasearon, hubo mucho mestizo que trabajaba a cambio de honorarios miserables.
Uno de los momentos más dichosos de nuestra historia patria, que llena de orgullo a todos los chilenos, es saber que a pesar de ser un país modesto, nuestro Primer Congreso Nacional dio un gigantesco paso (fiel reflejo del espíritu progresista de los fundadores de nuestra nación) hacia la abolición de la esclavitud, declarando el 15 de octubre de 1811 la prohibición de que se introdujesen esclavos a nuestro país, y los hijos de los esclavos nacerían libres. Esta medida, conocida como la "libertad de vientre", acción de Manuel de Salas (liberal, como podrán imaginarse), es extraordinariamente progresista y revolucionaria para su época. Finalmente, en 1823, se declaró la esclavitud completamente abolida. Como vemos, Chile eliminó este episodio oscuro de la humanidad 10 años antes que Inglaterra.
Conclusiones de Chile Liberal
Como hemos visto, el acto inhumano de esclavizar al prójimo fue practicado durante siglos pero no fue sino por acción del pensamiento ilustrado, en particular gracias a la Revolución Francesa y la Declaración universal de los derechos del hombre y el ciudadano, que junto al pensamiento liberal de Adam Smith y muchos otros activistas, incluidos los propios esclavos africanos, se pudo poner fin a esta práctica.
La lucha contra los Conservadores fue feroz ya que este sector normalmente apela a criterios dogmático-religiosos para mantener el status quo, y hasta hoy continúan su animadversión contra cualquier declaración de derechos (las diatribas de los conservadores hoy se evidencia en la ira contra la actual Declaración de Derechos Humanos).
El supuesto altruismo que pretenden los ingleses no es tal, ya que fueron ellos mismos quienes iniciaron el comercio de personas, y curiosamente celebran como gran logro el haberle puesto fin. Es hora, además, que se le pida perdón a los descendientes de los esclavos y que las palabras vayan acompañadas de acciones concretas en pro de la liberalización de los mercados del primer mundo para abrir el comercio con los países de África y América Latina y acabar con la pobreza endémica que los aflige.
Sin duda que por este camino Adam Smith logró remecer la conciencia de muchos y, junto con los boicots de Clarkson (que apelaban a disminuir la demanda por productos producidos por esclavos) buscaba desterrar la esclavitud. Comprobamos nuevamente que el altruismo tiene menos que ver en la abolición de la esclavitud que el individualismo. La mano invisible y la avaricia fueron determinantes.
Ingleses y norteamericanos: ¿Deben pedir perdón por la esclavitud?
El 40% de la producción de azúcar en las colonias inglesas del Caribe eran impuestos que iban directamente al erario nacional británico. Pero como hemos visto, es tan degradante la práctica del trabajo con esclavos que inevitablemente se producirían revueltas y guerras, que efectivamente estallaron (la emancipación de las colonias inglesas y la guerra civil americana, por ejemplo) y mermaron el desarrollo económico de estas naciones. Por otro lado, los países más prósperos del mundo son las escandinavos, que basaron su economía en el trabajo libre. La riqueza de EEUU e Inglaterra se debe más al espíritu emprendedor y la creatividad que al abuso de esclavos, que como mano de obra resultó a largo plazo ineficiente y cara.
Sin embargo, sí tuvo un impacto inicial, y muchas de las casas señoriales que existen hoy en Jamaica, entre otros, se construyeron con la sangre de la esclavitud. Hasta hoy no ha habido un gesto formal de perdón por parte de las autoridades nacionales de las otrora naciones esclavistas, pero es un gesto necesario y pendiente. Algo insinuó Tony Blair hace algún tiempo y ha habido iniciativas en algunos estados norteamericanos, pero el gesto no ha sido contundente.
Creemos que es imperativo que el Primer Ministro Británico y el Presidente de Estados Unidos pidan en conjunto perdón por el comercio de esclavos, en el caso inglés, y por emplear mano de obra esclava, en EEUU. Pero los gestos deben ir acompañados de acciones concretas.
Una de ellas es eliminar de una vez la mala costumbre de las naciones occidentales de enviar ayudas inútiles a África, que a esta altura equivalen a seis veces el plan Marshall, porque éstas no son más que asistencialismo llevado a escala global. Lo que África necesita es que Europa y EEUU liberen sus barreras comerciales y permitan el ingreso de productos africanos, y que los nativos del continente negro puedan posicionar sus productos en los mercados del primer mundo y unirse a una economía libremercadista, que es el único mecanismo capaz de sacarlos de la pobreza. No al envío de dinero a África, sí al libre comercio.
Es abominable que hace algunos meses los principales mandamases de África hayan sido invitados a China a estrechar lazos. Este es exactamente el camino que no asegura el progreso. China no es una nación de libre comercio y sólo quiere obtener recursos naturales baratos, aparte de extender su neo-comunismo. Vale decir, sólo buscan prolongar la miseria. Es hora de que el mundo ayude a África a salir de la pobreza por sus propios medios. El asistencialismo y el proteccionismo sólo perpetuará la miseria. Exigimos más liberalismo y más capitalismo (¡y menos proteccionismo!) para aumentar la prosperidad en el mundo.
Esclavitud en el mundo, los boicots que necesitamos hoy
Si bien en 1833 se abolió la esclavitud por completo en Inglaterra, el proceso fue lento y tortuoso. Como ya hemos dicho, sectores conservadores y eclesiásticos llamaban a mantener la esclavitud (basados en enseñanzas bíblicas o criterios economicistas miopes), aunque procuraban "humanizar" el trato. Absurdo. Finalmente se impuso la razón y el humanismo, siendo Dinamarca y Francia los primeros países que dieron el gran paso, en 1792 y 1794 respectivamente. Estados Unidos cayó en una guerra civil y muchas otras naciones comenzaron a adoptar el pensamiento de la iluminado de la Ilustración.
Desgraciadamente, aún hay 12 millones de esclavos en el mundo, y muchos de ellos son niños. Aunque el trabajo infantil pueda ser necesario en países pobres, sólo es admisible cuando no interfiere con el derecho de cada niño a disfrutar su infancia y siempre que no sea un impedimento para su formación escolar. En el mundo desarrollado, el trabajo infantil existe bajo la forma de los “Saturday jobs” de Inglaterra, donde los niños trabajan unas pocas horas en locales comerciales, lo que ayuda a formar el espíritu industrioso que necesita la fuerza laboral del mañana.
No así en India o en China, Vietnam o incluso en Brasil, entre otros países latinoamericanos, donde niños y familias completas deben trabajar en condiciones de esclavitud. Pero la “mano invisible” ya se comienza a ver en muchas campañas que han iniciado activistas del mundo entero. Las empresas que usan mano de obra esclava (o semi esclava) han sido identificadas y nombradas ante la opinión pública, de modo que todos podamos preferir los productos elaborados bajo condiciones humanas. Debemos seguir el ejemplo de Clarkson.
Nike y Adidas hoy se apresuran a exhibir sus credenciales de trabajo justo, y más allá de criticarlos por buscar mano de obra barata, debemos alegrarnos que ellos ofrezcan empleos en lugares que hasta hace poco no tenían opción alguna de recibir inversiones extranjeras. Una vez más vemos cómo el capitalismo principalmente contribuye para mejorar la condición de los pobres. Es esencial que los consumidores de occidente exijan a cada empresa que demuestre cómo contribuye al desarrollo económico de las naciones donde invierten, y que la misma masa de consumidores prefiera estos productos.
La esclavitud, sin embargo, se encuentra bajo formas mucho más sutiles pero igualmente dañinas. Los impuestos aplicados sobre el salario de cada trabajador constituye, como postula Robert Nozick, filósofo de Harvard, una forma de trabajo forzado. Y tiene razón. Por ejemplo en Francia (segundo país en abolir la esclavitud), cada trabajador destina aproximadamente dos semanas del mes en trabajar para financiar el estado. ¿No es esto una forma de esclavitud? ¿Tiene opción el trabajador de decidir si contribuye al estado o no, o al menos de elegir cómo contribuye? Estudiemos el caso nuestro, por ejemplo nosotros pagamos impuestos para mantener a Carabineros de Chile, pero cuando necesitamos protección policial y ésta no llega, ¿no fueron nuestros impuestos obtenidos mediante el trabajo forzado? ¿Qué ocurre con el dinero que nosotros entregamos al estado? O dicho de otro modo, ¿que ocurre con el dinero que a nosotros nos arrebata el estado?
Una delgada línea separa la carga tributaria de la esclavitud, lo que nos lleva a considerar cada vez más la urgente necesidad de reducir el tamaño del estado y de entregar más espacio de libertad individual a cada persona, para que el dinero, es decir, el fruto del trabajo, se destine a los fines que cada cual estime conveniente y no quedar a merced de unas autoridades gubernamentales que normalmente se enriquecen a costa del trabajo del resto, tal como los amos esclavistas de las colonias inglesas de antaño.
Esclavos en Chile, ayer y hoy
En Chile vivimos en carne propia este flagelo mediante la figura de la “encomienda”, en la cual con la bendición de la Santa Iglesia Católica, se le entregaba a los inquilinos una partida de indios que trabajaban para su amo a cambio de la “evangelización”, vale decir, una serie de golpizas a cambio de repetir un Padrenuestro y un Avemaría. Los abusos y aberraciones eran evidentes pero no nos extrañemos que la Iglesia Católica no haya hecho mucho por terminar con esta barbarie. En 1789, por orden de Ambrosio O’Higgins, se puso punto final a esta práctica. En términos reales, la economía colonial no se vio mermada ya que las encomiendas eran cada vez más escasas producto de la extinción de la población indígena y de la abundancia de mano de obra barata de los mestizos.
Pocos esclavos negros hubo en Chile, y por varias razones. Una, era muy caro traerlos, normalmente morían en las tierras frías del sur o no sobrevivían el cruce de la cordillera. Dos, en Chile nunca hubo grandes plantaciones de algodón, café, tabaco o caña de azúcar, por tanto las autoridades y la Iglesia se las arreglaron con los nativos. Y cuando estos escasearon, hubo mucho mestizo que trabajaba a cambio de honorarios miserables.
Uno de los momentos más dichosos de nuestra historia patria, que llena de orgullo a todos los chilenos, es saber que a pesar de ser un país modesto, nuestro Primer Congreso Nacional dio un gigantesco paso (fiel reflejo del espíritu progresista de los fundadores de nuestra nación) hacia la abolición de la esclavitud, declarando el 15 de octubre de 1811 la prohibición de que se introdujesen esclavos a nuestro país, y los hijos de los esclavos nacerían libres. Esta medida, conocida como la "libertad de vientre", acción de Manuel de Salas (liberal, como podrán imaginarse), es extraordinariamente progresista y revolucionaria para su época. Finalmente, en 1823, se declaró la esclavitud completamente abolida. Como vemos, Chile eliminó este episodio oscuro de la humanidad 10 años antes que Inglaterra.
Conclusiones de Chile Liberal
Como hemos visto, el acto inhumano de esclavizar al prójimo fue practicado durante siglos pero no fue sino por acción del pensamiento ilustrado, en particular gracias a la Revolución Francesa y la Declaración universal de los derechos del hombre y el ciudadano, que junto al pensamiento liberal de Adam Smith y muchos otros activistas, incluidos los propios esclavos africanos, se pudo poner fin a esta práctica.
La lucha contra los Conservadores fue feroz ya que este sector normalmente apela a criterios dogmático-religiosos para mantener el status quo, y hasta hoy continúan su animadversión contra cualquier declaración de derechos (las diatribas de los conservadores hoy se evidencia en la ira contra la actual Declaración de Derechos Humanos).
El supuesto altruismo que pretenden los ingleses no es tal, ya que fueron ellos mismos quienes iniciaron el comercio de personas, y curiosamente celebran como gran logro el haberle puesto fin. Es hora, además, que se le pida perdón a los descendientes de los esclavos y que las palabras vayan acompañadas de acciones concretas en pro de la liberalización de los mercados del primer mundo para abrir el comercio con los países de África y América Latina y acabar con la pobreza endémica que los aflige.
Rescatamos, finalmente, el notable anhelo libertario de los próceres de nuestra emancipación. No podemos sino aspirar hoy a continuar con su ejemplo y hacer de Chile y el mundo un lugar más libre, donde se respete la libertad individual.
4 comentarios:
Estimado o estimada. Estoy en casi todo en acuerdo con usted sobre la esclavitud en el mundo. Sin embargo debo forzosamente hacer una observación: lo que comenta sobre los esclavos negros en Chile es erroneo en parte, y repite los argumentos decimonónicos para hacer desaparecer de nuestra memoria la fuerte impronta africana de nuestros territorios. Le sugiero que lea a Rolando Mellafe, La Introducción de la Esclavitud negra en Chile, y también algunos artículos que circulan sobre la esclavitud en Chile, por Inernet, que son académicos y de investigaciones recientes, de autores como Claudio Ogass, Elizabeth Mejías, Carolina González y quien le ecribe, Montserrat Arre. Actualmente estamos trabajando por darle relevancia a la parte de nuestra historia que ha sido dejada de lado: la esclavitud de origen africano que subsistió en Chile legalmente hasta 1823.
Saludos cordiales.
Le sugiero que lea a Rolando Mellafe.
Con respecto a los esclavos negros en Chile estoy en desacuerdo. Si bien no podemos comparar la población esclavizada que llegó a Chile con respecto a la de otros países de latinoamérica y centroamérica, esclavitud sí hubo, y con ella, todas las huellas culturales que esta dejó. Y no fue poca, en efecto, en un periodo hubo proporción de 1 negro por un 1 blanco en estos territorios. La idea de que murieron por el frío o no tuvieron participación en el engranaje social y económico de Chile es una forma de perpetuar el discurso hegemónico que nos enseñó y nos enseña a no ver nuestra tercera raíz.
En total desacuerdo, a que gastar tinta y tiempo con estos filosofos añejos del siglo pasado aplicados a una realidad que no es la nuestra!!.
Sr Velasco despierte, cuando hable de libertad vea que libertad tienen las familias cuyas entradas son de 350 lucas (la mayoria total en Chile) que libertad tienen en la fiesta del consumo: NIUNA, que libertad tienen para escoger colegios: NIUNA, que libertad tienen para escoger medicos clinicas y remedios: NIUNA, que libertad tienen en el manejo de sus pensiones NIUNA, asi que por favor, saquese esas antiguas anteojeras, baje del barrio alto y desde alli mueva sus neuronas para plantear de verdad escenarios de libertad para las mayorias empoderadas que harta falta le hacen. Saludos!!
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