Adiós a la "República de Chile", bienvenidos a Chile S.A., ¿una utopía?
Los seres humanos somos, ante todo, seres libres. Nuestras vidas consisten en un continuo devenir de decisiones que apuntan en conjunto hacia un fin último: mejorar nuestra condición.
En este entorno de libertad, lo primero que nos llama la atención es que siempre luchamos por preservar nuestra libertad para elegir. Esta es la postura central de Chile Liberal, de nuestros artículos y de nuestras propuestas. Mientras más posibilidades de elegir tengamos, mejor. Mientras contemos con más opciones, mejores decisiones podremos tomar y, en consecuencia, nuestra condición también mejorará. Debemos, por lo tanto, garantizar que cada uno de nosotros pueda elegir entre la mayor cantidad posible de alternativas para que podamos edificar, a partir de cada indiviudo, una sociedad más próspera.
Estas son perogrulladas, dirá alguno. Sí, y he aquí el gran avance de la humanidad. Hace apenas tres décadas, un populista le prometía medio litro de leche a cada niño, gentileza del estado. Hoy nos horrorizamos ante semejante disparate. La idea que procuramos hoy es que cada padre pueda tener acceso a la mayor cantidad de tiendas de alimentos y que mientras más tipos de leche tenga a su disposición, podrá tomar mejores decisiones para su familia. Hoy podemos elegir entre leche con sabores, descremada, semidescremada, cultivada, reforzada con vitaminas, sin lactosa, larga vida, o incluso soya, que ni siquiera es leche. Es decir, todos entendemos las virtudes del mercado. Pero entender que la leche subsidiada es más cara que la importada desde, por ejemplo, Argentina, es un tema de discusión que separa a proteccionistas (conservadores) de liberales. Entender que si bajásemos los impuestos, por ejemplo el IVA, haríamos los productos más accesibles para los más pobres, es la línea que separa a los socialistas (también conservadores) de los liberales.
Y así sucesivamente, para cada producto y cada servicio, queremos asegurarnos de que cada persona sea libre para elegir. El panorama se vuelve nebuloso cuando abordamos los grandes temas del debate chileno actual: en educación, ¿puede un padre elegir el colegio de su hijo? No. Las recientes reformas educacionales son un vejamen contra la capacidad de elegir y logran cualquier cosa excepto la excelencia académica. Como vemos, seguimos gobernados por los mismos que querían entregarnos una tarjeta de abastecimiento y limitar nuestra capacidad para elegir. Triste, pero los chilenos siguen pidiendo más socialismo. Después de todo, la capacidad de ser libres para elegir entre múltiples opciones no era una perogrullada.
¿Es bueno que desaparezca el gobierno?
Sí, es la respuesta. Pero veamos porqué. Cada vez que un liberal habla de desmantelar los gobiernos nacionales y devolverle el poder a los individuos, mucha gente reacciona con un "pero necesitamos un gobierno". ¿Sí? ¿Realmente necesitamos que alguien nos cobre impuestos y que se los redistribuya a sus amigos? ¿Quién se beneficia con Codelco o Chiledeportes? ¿Usted? Del mismo modo, cuando uno dice que no es necesario creer en "dios", la mayoría reacciona con un "pero necesitamos creer en un ser superior". Cuando pensamos en qué realmente creemos, nos damos cuenta que cada uno se ha inventado su propio sistema de creencias, no hay una creencia objetiva en lo sobrenatural, sino un cúmulo de subjetividades metafísicas. Nunca, ni Zeus, ni Tor, ni la Pachamama, ni Brahma, Alá, ni nadie nos ha ayudado, simplemente porque no existen: son constructos mentales, ilusiones. El estado exhibe una mecánica similar, salvo que sí existe, pero es igualmente inútil, o en el mejor de los casos, nos ayuda muy poco. Los colegios a cargo del estado son malos, la salud estatal es peor, el nuevo sistema de transporte (diseñado por el estado) es malo, los ferrocarriles del estado son una burla. No necesitamos un estado, o al menos no uno como lo conciben los socialistas.
En cambio, la iniciativa privada siempre ha sido más efectiva y más potente que los gobiernos, y hoy, a comienzos de la era informática, las entidades privadas son más poderosas que nunca antes en la historia. Tomemos el caso de Microsoft. No es exagerado afirmar que Bill Gates sea más poderoso que el presidente de Uruguay. Microsoft maneja más dinero que muchos países africanos, y los productos de Windows y MS Office han facilitado el avance de las tecnologías y, por tanto, de la humanidad. Una mérito del cual ningún gobierno nacional puede jactarse. Bill Gates ha ganado tanto dinero que ha comenzado a financiar iniciativas filantrópicas que, aplicadas con criterios corporativos (no estatistas), serán más efectivas que cualquier iniciativa de un corrupto tirano africano o de un BM, FMI, OMC, o un TPKJ, LÑZ, RRTGH o WXYZ.
Pero hay más. Mucha gente trabaja para Microsoft, en todo el mundo. Todos ellos se ganan la vida produciendo para Bill Gates, y cada empleado de esta compañía es libre para comprar acciones de la misma y participar de las ganancias corporativas, o simplemente para cambiarse de empresa. En cambio, un salvaje desnudo de Burkina Faso no tiene alternativa sino seguir siendo en un servil peón obediente a su tirano. Su única opción de progreso es que una de las muchas obras filantrópicas de Bill Gates (y Warren Buffet) le devuelvan su libertad.
La democracia, sin duda, que ha sido uno de los inventos más notables de nuestra civilización. Pero la promesa de un voto no es suficiente para asegurar que cada individuo mejore su bienestar. En Zimbabwe, Robert Mugabe ha sido reelegido varias veces, y todos sabemos que es uno de los dictadores más infames del mundo. En 1980, los chilenos aprobaron la Constitución de Pinochet...algunos dicen que fue fraude, pero lo dudo: este país es así de estúpido. Y sin ir más lejos, Hugo Chávez está cada vez más cerca de convertirse en un presidente vitalicio como sus pares africanos. El ex golpista venezolano gobierna con decretos y ostenta cada vez más y más poder. Al punto que deseamos llegar es que, en el caso de Chávez y los presidentes africanos, todos tienden a estatizar la producción del país usando al "pueblo" como aval. La democracia tiende a convertirse en un ogro tiránico si es que nadie le pone atajo. De ahí la importancia de privatizar y de "empoderar" a cada individuo para que, tal como somos libres de comprar la leche que más nos conviene sin que nos la regale el estado, podamos cambiar de empleo tanto como nos convenga.
Otro dilema que nos separa de los socialistas: mientras más rigidizan los puestos de trabajo, más se alegran. Más sometemos al empleado a los caprichos del empleador. Pero el trabajador también es ciudadano, por tanto devolvamos la libertad no sólo a los trabajadores sino a cada miembro de la sociedad y limitemos al máximo a quienes desean ostentar el poder absoluto. Lo vemos hoy en China y en Corea del Norte, aquellos que antes centralizaron todo el poder, sólo repartieron hambre y miseria. Sólo nos produce algarabía que ya nadie defienda a un Kim Il-Jong, Deng Xiao Ping, Mao Tse Dong, Kuao Chang Ding, Sohn Fi Kum, ni Dol Fuao Chung. Hoy, China abraza al libre comercio y se convierte en una nación próspera, aún faltan libertades sociales.
Nos referimos, como se podrán dar cuenta, a la libertad individual, que en el área laboral la llamamos "flexibilidad laboral", frase tabú para los políticamente correctos socialistas de izquierda y socialistas de derecha. Pero visto en este contexto, flexibilizar la contratación y despido beneficia a los trabajadores. Así como los países se benefician de las privatizaciones, que se convierten en diques ante el avance de las oleadas estatizadoras de un Chávez, o un Mugabe. Lo que proponemos, como ven, es limitar el poder de los gobiernos y devolvérselos a los individuos para que cada uno tome sus propias decisiones. Libertad, en síntesis. Los franceses así lo han entendido y este domingo se lo harán saber al mundo a través del triunfo de Nicolas Sarkozy.
En países con economías ultra-abiertas, como Dinamarca, es posible iniciar una empresa en tres pasos, a través de un formulario en Internet, lo que tarda unas pocas horas. Los trabajadores no están atados a sus puestos de trabajo gracias a la "flexiguridad" danesa. Es fácil entender porqué existe pleno empleo. El estado, contrario a lo que creen muchos, es pequeño... y recolecta más del 50% de su PGB en impuestos. Y si ponemos esta economía bajo el microscopio, apreciamos que sus miembros gozan de movilidad tanto laboral dentro como fuera del país, las fronteras nacionales prácticamente son inexistentes, y sus capitales provienen de muchos lugares, tanto así que es difícil determinar su procedencia. Estamos frente a un fenómeno que pocos han notado: Dinamarca no existe.
Chile S.A.
Como veíamos anteriormente, la economía danesa es un concepto más abstracto que real, pero que cuenta con grandes recursos. Los socialistas, si fuesen más astutos, se unirían al liberalismo para lograr construir sus bienamados "estados de bienestar", pero es menester la destrucción creativa de las repúblicas decimonónicas y reinventarlas bajo un nuevo concepto de sociedad, una "sociedad anónima". Interesante juego de palabras. Una sociedad civil que no tiene un elemento rector superior, pero a la vez, una economía dominada por las entidades privadas.
Podemos lograrlo si intensificamos la apertura económica, si seguimos facilitando la inversión directa extranjera, el libre flujo de capitales y la eliminación de aparatajes estatales. Esta es la forma en la que lograremos crear riqueza, y cuando tengamos los recursos, los socialistas podrán hacer el trabajo de decoración de interiores que tanto les gusta. Pero antes, hay que tomar las medidas, diseñar los planos, y construir. Y hay que "entrar a picar".
Un Chile S.A. va más allá de los capitales privados. Las fuerzas armadas, por ejemplo, aún pueden llamar a soldados conscriptos a sus filas y por razones que todos conocemos, no son necesariamente los niños de los colegios privados, a no ser que sean cadetes de la Escuela Militar, claro está. ¿Por qué no privatizamos el ejército? A algunos les parece descabellado, pero ya lo propuso el Instituto Adam Smith en 1985. La idea, admitámoslo, es muy buena. ¿Podría un Chávez, por ejemplo, encabezar un golpe militar si tuviese a cargo a una división de ejército de carácter privado, no monopólico?
Viendo un día la televisión inglesa, me encontré con un aviso publicitario de una empresa de seguridad que instala en la casa de sus clientes una cámara y una alarma. Por una cantidad mensual, un guardia privado monitorea cada casa. Si la alarma se activa, le garantizan que en pocos minutos estará presente el personal de seguridad de dicha empresa, sino, "le devolvemos su dinero, sin preguntas". Más aún, basta una llamada telefónica para que esta empresa detecte la procedencia de la llamada y, nuevamente, se haga presente en minutos. A muchos chilenos les entran a robar a plena luz del día, y Carabineros de Chile se hace presente... nunca. Y nos pueden entrar a robar una y otra vez, y podemos echar raíces esperando que algún día la policía llegue. En caso que sí lo haga, la justicia puede tardar años, sí, años en castigar o recluir al antisocial que pueda haber atentado contra una residencia. Lo mejor que podemos hacer es juntar mucho dinero y pagárselo a un actuario para que agilice nuestro expediente.
Los chilenos no nos damos cuenta pero somos un país bastante corrupto. ¿Por qué no privatizamos las policías y las agencias de justicia? De este modo, le devolveríamos a los individuos la "capacidad de elegir" que mencionábamos al principio. ¿Por qué no podemos elegir nuestro propio servicio policial, que nos garantice protección, y una agencia de justicia, que nos ofrezca eficiencia y celeridad? La justicia estatal es lenta y corrupta, los jueces son prepotentes, los actuarios son chupasangres, los notarios, inútiles, y los abogados... mejor abandonemos los apelativos. Privatizar las agencias de justicia es urgente. El mundo es demasiado complejo y el estado es cada vez más anacrónico. ¿No es acaso, un programa de TV como el de la Doctora Polo, una forma de justicia privatizada, y mucho más ágil que la pusilánime y carísima justicia estatal?
Mencionábamos a Dinamarca y su economía excepcionalmente abierta. Mientras el ex presidente Allende las embestía contra los capitales extranjeros, vemos que un país "corporativo" como Dinamarca necesita alentar la llegada del capital foráneo. Éste último no requiere, si bien agradece, una banca ultramoderna o un sistema financiero tremendamente expedito. El capital y los inversionistas pueden capear estas dificultades. Pero la corrupción jamás alentará la importación de capitales y menoscaba su consecuente creación de mercados. El gobierno debe centrarse en lograr transparencia, y para ello, al estado debemos reducirlo a su mínima expresión.
Nuevamente, nuestros gobernantes envían señales contradictorias. Mientras el ministro Velasco aprende de la experiencia danesa, la presidenta Bachelet insiste en hacer negocios con el corrupto y estatista Chávez y su dudosa PDVSA, incluso desoyendo los consejos de su propio ministro de Hacienda. Por otro lado, incrementar el aporte patronal en la previsión de los trabajadores es un desaliento a las pymes, pero el gobierno parece no entender. Tampoco persigue disminuir el radio de acción estatal con las nuevas propuestas para las AFP, ni tampoco hay intención de privatizar Codelco.
Como vemos, todas las políticas sociales y económicas que tiendan a disminuir el poder del gobierno, reducir el estado y mejorar la apertura y el flujo de capitales siguen siendo ignoradas a nivel dirigencial. La educación municipal aún no se desmantela a favor de un sistema de fomento a la demanda. Las pensiones parecen empantanadas y listas para hundirse en el lodo del estatismo. El gobierno quiere seguir aferrándose a las empresas estatales. El símbolo de todo lo nefasto de la ingeniería social de la Concertación ha sido el Transantiago, pero los chilenos siguen delirando con ese constructo llamado estado y las maravillas de sus ingenieros sociales, hijos bastardos de los planificadores de antaño. La solución que ellos nos proponen: más regiones y más diputados.
El liberalismo en la segunda mital del siglo XIX diseñó las bases de nuestra república, y si bien la tarea fue incompleta, al menos fue noble y cumplió bastantes de sus objetivos. El mundo ha cambiado demasiado y el liberalismo de hoy propone una nueva estructura social y económica, que extienda la libertad individual y fomente el respeto a nuestra capacidad para elegir entre múltiples opciones. En este blog, Chile Liberal, seguiremos defendiendo nuestra libertad para elegir.
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