Se ha producido una extraordinaria simbiosis entre este sitio y las bitácoras de Cristian y Ricardo (recomiendo leer a ambos). Ciertamente extraordinario porque entre nosotros tenemos visiones muy disímiles sobre la política, la sociedad, y muchas otras, pero creo que entre los tres hemos comenzado ciber-funas a los charlatanes y timadores profesionales, incluidos los agentes religiosos. Sólo nos diferencia el estilo, siendo ellos mucho más cordiales (Chile Liberal es casi grosero, y me lo han reprochado).
Pues siguiendo en este línea de denuncia -o de servicio público-, en este artículo Polmuadi me hizo notar un hecho paradójico acontecido en Canadá. La señorita Stephanie Conover, de 23 años, fue rechazada como jurado del concurso de belleza Miss Canada Plus (para "rellenitas") por practicar ella el tarot y el reiki. En principio, esto me parece muy bien. Esas dos técnicas son ridículas, no tienen asidero científico alguno, y se han convertido en industrias multimillonarias que carecen de regulación aunque por su carácter curativo y por involucrar cuestiones de sanidad ameritan algún grado de control. Cualquier persona que se someta o practique el reiki o a la lectura del destino mediante el tarot no puede ser jurado de nada, simplemente porque la sociedad se ha civilizado y hemos avanzado mucho desde los tiempos de nuestros antepasados. El método científico sepultó a la estupidez.
Pero -increíblemente- el motivo de fondo para descalificar a esta mujer no fue exactamente el ser bruja, sino por ser nada más ni nada menos que hereje. Los organizadores arguyeron lo siguiente (ver fuente):
Ya mencionó Ricardo en Ratzinger y Harry Potter el monopolio que ejerce la Iglesia de Roma sobre la magia, al rechazar ahora a dicho personaje ficticio. Como ya dije en su oportunidad, un católico doctrinario puede encomendarse a San Antonio de Padua en caso que justo al salir de casa se dé cuenta que perdió el carné de identidad, ya que el susodicho es el "santo patrono de los objetos perdidos" (!!). O el católico puede encomendarse a San Expedito para apurar un trámite, o puede hacerle mandas a la Virgen del Carmen, a la Teresita de los Andes o al Padre Humberto Hurtado. O, por lo mismo, a la Santa Cachucha (patrona de cualquier cosa, inventen algo ustedes).
Lo lógico habría sido apartar del certamen de belleza a cualquier miembro de ritos religiosos, ya que todos practican igualmente la magia. Como nos recuerda Cristian, la Fundación Educacional James Randi entrega un millón de dólares a quien sea capaz de demostrar que tiene poderes sobrenaturales. ¿Por qué no van y pasan a cobrar su premio? ¿Será porque todas estas charlatanerías no tienen sustento alguno?
Pero atengámonos estrictamente a los concursos de belleza (que si son machistas o no, eso ya pronto lo analizaremos). Fue igualmente tonto que se cuestionara el cetro que obtuvo en Valérie Begue como Miss Francia (para "flacuchentas"), por la ofensa a ciertos grupúsculos católicos que significaba la foto de la joven francesa posando sobre una cruz, y luego bebiendo yogurt (ver a continuación). A la pobre le permitieron mantener su corona pero le impidieron representar a su país en el certamen internacional, cohartando su carrera como modelo.
El profesor Richard Dawkins ha lanzado la Campaña OUT (¡Fuera!) para sacar de la vida pública a los elementos que promueven las supercherías, ya que producen un daño atroz y constituyen una pernición social. Es decir, una cosa son los concursos de belleza, pero otra es devolver a los religiosos a sus templos, sacándolos de todo aspecto de la vida pública, como certámenes de belleza, política, etc.
Un poco de escepticismo nunca le hizo mal a nadie, al contrario, hace bien: despeja la mente y ahuyenta la estupidez. Hoy en día la ciencia permite que nuestros hijos no mueran a temprana edad de peste o polio, y nuestras mujeres rara vez fallecen al dar a luz; hoy por hoy gozamos de adelantos que desde los albores de la ciencia fueron severamente sancionados por la asociación romana católica, y gracias a todas las técnicas disponibles actualmente, contamos con una larga esperanza de vida y tiempo de ocio, pero en vez de cultivar las ciencias y el arte nos dediquemos a estas creencias rayanas con la demencia.
Los organizadores de Miss Canada Plus debiesen saber que las religiones son otra forma de brujería.
Pues siguiendo en este línea de denuncia -o de servicio público-, en este artículo Polmuadi me hizo notar un hecho paradójico acontecido en Canadá. La señorita Stephanie Conover, de 23 años, fue rechazada como jurado del concurso de belleza Miss Canada Plus (para "rellenitas") por practicar ella el tarot y el reiki. En principio, esto me parece muy bien. Esas dos técnicas son ridículas, no tienen asidero científico alguno, y se han convertido en industrias multimillonarias que carecen de regulación aunque por su carácter curativo y por involucrar cuestiones de sanidad ameritan algún grado de control. Cualquier persona que se someta o practique el reiki o a la lectura del destino mediante el tarot no puede ser jurado de nada, simplemente porque la sociedad se ha civilizado y hemos avanzado mucho desde los tiempos de nuestros antepasados. El método científico sepultó a la estupidez.
Pero -increíblemente- el motivo de fondo para descalificar a esta mujer no fue exactamente el ser bruja, sino por ser nada más ni nada menos que hereje. Los organizadores arguyeron lo siguiente (ver fuente):
"Nuestro directorio la ha descartado como juez ya que el reiki y el tarot pertenecen al ocultismo y son rechazados por Dios, los judíos, musulmanes y cristianos. Leer las cartas del tarot constituye brujería, espiritistas y mediums para consultar el mundo de lo oculto."
Ya mencionó Ricardo en Ratzinger y Harry Potter el monopolio que ejerce la Iglesia de Roma sobre la magia, al rechazar ahora a dicho personaje ficticio. Como ya dije en su oportunidad, un católico doctrinario puede encomendarse a San Antonio de Padua en caso que justo al salir de casa se dé cuenta que perdió el carné de identidad, ya que el susodicho es el "santo patrono de los objetos perdidos" (!!). O el católico puede encomendarse a San Expedito para apurar un trámite, o puede hacerle mandas a la Virgen del Carmen, a la Teresita de los Andes o al Padre Humberto Hurtado. O, por lo mismo, a la Santa Cachucha (patrona de cualquier cosa, inventen algo ustedes).
Lo lógico habría sido apartar del certamen de belleza a cualquier miembro de ritos religiosos, ya que todos practican igualmente la magia. Como nos recuerda Cristian, la Fundación Educacional James Randi entrega un millón de dólares a quien sea capaz de demostrar que tiene poderes sobrenaturales. ¿Por qué no van y pasan a cobrar su premio? ¿Será porque todas estas charlatanerías no tienen sustento alguno?
Pero atengámonos estrictamente a los concursos de belleza (que si son machistas o no, eso ya pronto lo analizaremos). Fue igualmente tonto que se cuestionara el cetro que obtuvo en Valérie Begue como Miss Francia (para "flacuchentas"), por la ofensa a ciertos grupúsculos católicos que significaba la foto de la joven francesa posando sobre una cruz, y luego bebiendo yogurt (ver a continuación). A la pobre le permitieron mantener su corona pero le impidieron representar a su país en el certamen internacional, cohartando su carrera como modelo.
El profesor Richard Dawkins ha lanzado la Campaña OUT (¡Fuera!) para sacar de la vida pública a los elementos que promueven las supercherías, ya que producen un daño atroz y constituyen una pernición social. Es decir, una cosa son los concursos de belleza, pero otra es devolver a los religiosos a sus templos, sacándolos de todo aspecto de la vida pública, como certámenes de belleza, política, etc.
Un poco de escepticismo nunca le hizo mal a nadie, al contrario, hace bien: despeja la mente y ahuyenta la estupidez. Hoy en día la ciencia permite que nuestros hijos no mueran a temprana edad de peste o polio, y nuestras mujeres rara vez fallecen al dar a luz; hoy por hoy gozamos de adelantos que desde los albores de la ciencia fueron severamente sancionados por la asociación romana católica, y gracias a todas las técnicas disponibles actualmente, contamos con una larga esperanza de vida y tiempo de ocio, pero en vez de cultivar las ciencias y el arte nos dediquemos a estas creencias rayanas con la demencia.
Los organizadores de Miss Canada Plus debiesen saber que las religiones son otra forma de brujería.