Estoy especialmente reconocido a quienes me han otorgado este premio porque, según sus considerandos, se me confiere no sólo por mi obra literaria sino también por mis ideas y tomas de posición política. Eso es, créanme ustedes, toda una novedad. En el mundo en el que yo me muevo más, América Latina y España, lo usual es que, cuando alguien o alguna institución elogia mis novelas o mis ensayos literarios, se apresure inmediatamente a añadir "pese a que discrepe de", "aunque no siempre coincida con", o "esto no significa que acepte las cosas que él (yo) critica o defiende en el ámbito político". Acostumbrado a esta partenogénesis de mí, me siento, ahora, feliz, reintegrado a la totalidad de mi persona, gracias al Premio Irving Kristol que, en vez de practicar conmigo aquella esquizofrenia, me identifica como un solo ser, el hombre que escribe y el que piensa y en el que, me gustaría creer, ambas cosas son una sola e irrompible realidad.
lunes, 30 de abril de 2007
Confesiones de un liberal
Estoy especialmente reconocido a quienes me han otorgado este premio porque, según sus considerandos, se me confiere no sólo por mi obra literaria sino también por mis ideas y tomas de posición política. Eso es, créanme ustedes, toda una novedad. En el mundo en el que yo me muevo más, América Latina y España, lo usual es que, cuando alguien o alguna institución elogia mis novelas o mis ensayos literarios, se apresure inmediatamente a añadir "pese a que discrepe de", "aunque no siempre coincida con", o "esto no significa que acepte las cosas que él (yo) critica o defiende en el ámbito político". Acostumbrado a esta partenogénesis de mí, me siento, ahora, feliz, reintegrado a la totalidad de mi persona, gracias al Premio Irving Kristol que, en vez de practicar conmigo aquella esquizofrenia, me identifica como un solo ser, el hombre que escribe y el que piensa y en el que, me gustaría creer, ambas cosas son una sola e irrompible realidad.
viernes, 27 de abril de 2007
Para saciar la sed de justicia
Ha transcurrido una generación y en Chile y Argentina las cortes de justicia comienzan a enfrentarse a los perpretradores de atrocidades pasadas
Él fue uno de los miles de asesinados durante las dictaduras que sacudieron América Latina en la fase final de la guerra fría en las décadas ’70 y ’80. Un cuarto de siglo después del último golpe militar latinoamericano, la región ha avanzado mucho y la democracia se ha establecido con firmeza. Pero en muchos países, el pasado sigue proyectando una sombra que plantea muchas preguntas. ¿Paz o justicia? ¿Retribución o reconciliación? ¿Conocer la verdad, aunque sea dolorosa, u optar por la comodidad del olvido?
Muchos argumentan que es mejor seguir adelante sin mirar atrás para no reabrir heridas. Otros creen que sin justicia, no pueden sanarse las heridas y no se puede garantizar el estado de derecho. Ningún grupo se siente más cercano a esta segunda postura que las asociaciones de familiares de Detenidos Desaparecidos, aquellos secuestrados por organismos estatales y enviados en secreto a centros de detención. Sus cuerpos torturados, arrojados al mar o sepultados en fosas anónimas, rara vez han sido hallados salvo una vez que los dictadores ya han muerto. Mientras tanto, hoy siguen apareciendo osamentas no identificadas.
En la mayoría de los países latinoamericanos donde hubo abusos por parte de gobiernos autoritarios, Guatemala (con 200 mil muertos en la guerra civil entre las dictaduras y los guerrilleros izquierdistas), Brasil, México y Uruguay, apenas se ha comenzado a aplicar justicia. En menor medida, también en este grupo se cuenta El Salvador.
El proceso ha avanzado mucho más en Argentina y, sobre todo, en Chile. Esto marca un cambio. En Chile, alrededor de 3 mil personas fueron asesinadas o “desaparecidas” a manos del régimen de Pinochet. Pero la amnistía que el dictador decretó sobre sus propios crímenes duró mientras él estuvo vivo. Sólo durante estos últimos meses la mayoría de las familias ha conocido dónde están sus familiares.
Veamos el caso de Víctor Díaz. Su familia supo de su arresto a través de una llamada telefónica anónima. Después, silencio. Luego de cuatro meses de búsqueda, Viviana Díaz y su madre, una empleada doméstica, conocieron a una mujer liberada de la Villa Grimaldi, un centro secreto de detención. Ella transmitió un mensaje a la familia Díaz de parte de Marta Ugarte, otra persona detenida en este recinto junto a muchos otros líderes comunistas. Al ser colgada del cielo raso, las muñecas de Marta Ugarte estaban seriamente dañadas, también le quemaron sus pechos con un soplete. El mensaje era que ni Marta Ugarte ni Víctor Díaz saldrían con vida de la Villa Grimaldi.
Durante años, Viviana Díaz organizó manifestaciones, envió solicitudes de justicia a las pusilánimes cortes chilenas y reclamó ante las autoridades. Pero en respuesta sólo obtuvo amenazas de muerte, órdenes de arresto y se le exigió guardar silencio. Después del retorno a la democracia en 1990, el gobierno instruyó a una comisión independiente que determinase la verdad sobre los desaparecidos. Pero ni siquiera entonces se logró que los perpetradores fuesen puestos a disposición de la justicia. No fue sino hasta el arresto de Pinochet en Londres el año 1998, en respuesta a un pedido de extradición desde España, y gracias al veredicto de la Cámara de los Lores que resolvió que Pinochet no goza de inmunidad según las leyes internacionales, que los jueces chilenos mostraron intenciones claras de hacer justicia.
En una serie de veredictos históricos, la Corte Suprema finalmente resolvió eliminar la mayoría de las trabas que obstaculizaban el procesamiento de los criminales del régimen militar. En 1999, declaró que las “desapariciones” son un crimen continuo hasta que no se compruebe la muerte de la víctima. Es decir, que no se beneficiarían de la amnistía que cubre al período 1973-1978. En diciembre de 2006, dictaminó que, como Chile se encontraba en una situación de conflicto interno luego del golpe militar, rige la Convención de Ginebra. Las violaciones a estas normas se considerarían crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, ante las cuales no puede haber prescripción. El mes pasado, también dictaminó que estos delitos no pueden estar sujetos a la amnistía.
Según el ministerio del interior chileno, 148 individuos, incluidos 50 militares, han sido condenados por violaciones a los derechos humanos perpetradas durante los 17 años de dictadura. Otras 400 personas, en su mayoría miembros de las fuerzas armadas, han sido condenados o están bajo investigación. El mismo Pinochet debía enfrentar varios cargos, incluidos homicidio, tortura y evasión de impuestos, al momento de su deceso a los 91 años en diciembre pasado.
En Argentina, al menos 13 mil personas (quizás hasta 30 mil) “desaparecieron” o fueron asesinadas durante la dictadura militar (1976 a 1983). A diferencia de Chile, el régimen argentino colapsó en medio de los desórdenes que prosiguieron a la derrota en las Falklands. La primera acción del gobierno democrático de Raúl Alfonsín, en 1983, fue anular la amnistía promulgada apresuradamente por la junta militar antes de dejar el poder. Una comisión investigadora, la primera de este tipo en el mundo, proporcionó las evidencias para las investigaciones de los fiscales, siendo uno de ellos Luis Moreno Ocampo, hoy Fiscal Jefe de la Corte Penal Internacional de La Haya. Alrededor de 500 personas, entre ellos nueve miembros de las cuatro juntas sucesivas, fueron inculpados. Argentina se convertía en el primer país que procesaba a ex miembros de juntas militares. Las fuerzas armadas argentinas se defendieron alegando que se vieron obligadas a actuar producto de la violencia guerrillera a gran escala. Tal como en Chile, los gobiernos militares gozaron en un comienzo de un apoyo popular considerable.
Los repetidas sublevaciones militares en protesta a los juicios forzaron a Alfonsín a ceder ante las presiones y aprobó una ley de “punto final” que detuvieron las nuevas investigaciones, seguida por una ley de “obediencia debida” que exoneraba a aquellos que declaraban seguir órdenes superiores, un recurso de defensa ya desechado durante los juicios de Nuremberg después de la Segunda Guerra Mundial. El sucesor en la presidencia, Carlos Menem, decretó perdones a 227 de los ya condenados o acusados, incluidos casi 40 generales y varios líderes guerrilleros.
Los argentinos aún disputan la validez de estas decisiones pragmáticas. La opinión pública estaba decididamente en contra, la sed de justicia era inmensa. Pero hubo un tipo de crimen que ninguna amnistía ni perdón cubrió, la de secuestrar a los bebés de las madres que dieron a luz estando detenidas, y entregarlos a parejas de las fuerzas armadas para que los criaran como hijos propios. Las madres verdaderas fueron posteriormente asesinadas o “desaparecieron”. De acuerdo a la asociación Abuelas de Plaza de Mayo, quienes desde 1977 organizan manifestaciones en la plaza del mismo nombre en Buenos Aires, más de 500 bebés fueron raptados, y hasta hoy sólo se ha logrado seguir la pista de 87.
El arresto de Pinochet en Londres llenó de coraje también a los jueces argentinos. Apenas transcurridos unos meses, el general Jorge Videla, presidente de la junta militar desde 1976 a 1981, fue sometido a proceso bajo cargos de apropiación de bebés, lo que le valió una sentencia a ocho años de cárcel. Ya había recibido una sentencia de por vida en 1985. En septiembre del año pasado, un juez anuló el perdón que posteriormente se le otorgó, aduciendo que sus delitos constituyen crímenes contra la humanidad y por tanto jamás pueden perdonarse. Debido a que el general es mayor de 70 años, se encuentra en estos momentos bajo arresto domiciliario.
El 2005, la Corte Suprema argentina anuló las leyes de punto final y de obediencia debida por considerarlas inconstitucionales, lo que ha facilitado el camino para procesar otros crímenes de la junta. De entre las 772 personas que enfrentan hoy a la justicia, casi todos ellos ex miembros de la policía secreta u organismos militares, hay 260 en prisión preventiva (71 en arresto domiciliario), 46 libres bajo fianza, 41 prófugos, y 109 han fallecido, según el Centro de Estudios Sociales y Legales, un grupo pro derechos humanos. Cinco personas han sido condenadas, dos de ellos bajo cargos de “desaparición” de personas. El gobierno argentino espera que varios juicios se lleven a cabo en el transcurso del 2007. Aún quedan años de más procesos judiciales.
Todas estas acciones legales cuentan con el respaldo tanto del actual presidente peronista, Néstor Kirchner, cuyo gobierno incluye algunos ex miembros de los grupos subversivos llamados “montoneros”, como del apoyo de la opinión pública. A diferencia de lo que ocurre en otros países latinoamericanos, el ejército argentino cuenta con muy poco aprecio ciudadano. En los sondeos de opinión, un 70% de los encuestados apoya la anulación de la amnistía. Ninguna acción se ha iniciado contra los ex guerrilleros. El gobierno sostiene, con una lógica dudosa, que éstos no cometieron crímenes contra la humanidad y en consecuencia están sujetos a la ley de prescripción.
Pero las acciones iniciadas contra Isabel Perón, la tercera esposa de Juan Domingo Perón, el líder populista más reverenciado de Argentina, ha constituido un acto demasiado extremo para muchos argentinos. Después de la muerte de Perón en 1975, Isabel, una antigua bailarina de cabaret, lo sucedió en el poder. En medio del caos económico y el accionar de escuadrones de la muerte de ultraderecha, ella firmó en 1975 un decreto que autorizaba la erradicación total de todos los “elementos subversivos”. Algunos afirman que la Alianza Argentina Anticomunista, la “Triple A”, un escuadrón financiado por el gobierno, fue responsable de al menos 1500 asesinatos durante los 20 meses el mandato de Isabel Perón.
Ella ha vivido en España desde que la junta dispuso su libertad en 1981, y siempre ha sostenido que no sabía nada sobre los abusos cometidos bajo su gobierno. Pero en enero fue detenida en Madrid a solicitud de un juez argentino que investiga la “desaparición” de un militante peronista en febrero de 1976. Cuatro días después, una segunda orden de detención en su contra fue ordenada por otro juez, bajo cargos relacionados con asesinatos llevados a cabo por la Triple A. Pero con más de 75 años de edad y, según su abogado, víctima de depresión, se encuentra en libertad bajo fianza mientras espera los resultados de la solicitud de extradición. Muy pocos esperan que se logre.
[Conclusiones]
Como lo muestra la experiencia de Chile y Argentina, cada país tiene que encontrar su propia manera de enfrentar las atrocidades del pasado de acuerdo a su historia y a sus propias circunstancias. En ocasiones, puede tardar una generación completa para que la sociedad sea capaz de conocer la verdad, tal como en Alemania después de la segunda guerra mundial. En otros casos, una amnistía, que puede posteriormente revisarse o anularse, puede ayudar a conseguir la paz.
El surgimiento de las leyes internacionales de derechos humanos ha contribuido a fortalecer el argumento de quienes sostienen que los crímenes más horribles jamás pueden sacrificarse en pro de la paz. Cuando los conflictos continúan, es bastante difícil aplicar este principio. Sus defensores argumentan que la justicia es esencial no sólo como un fin en sí mismo sino que además para disuadir a futuros tiranos. Hasta hace poco, la mayoría de los dictadores creía que podrían salirse con la suya. Pero cada vez es más cierto que otros países podrán seguir la senda que estos dos pioneros, Chile y Argentina, han trazado.
domingo, 22 de abril de 2007
El resultado del choque de civilizaciones
El relativismo ha convertido a la amplitud de mente del liberalismo en una realidad débil, vacua y repugnante en comparación con la claridad del dogmatismo
Si juntamos ambas declaraciones, el pronóstico es preocupante. El choque de civilizaciones no es entre el Islam y occidente, como se nos hace creer, sino que entre el relativismo pragmático y la certeza dogmática. En este análisis, es fácil entrar a considerar la democracia liberal no como la obra cúlmine de la civilización humana, sino como una manifestación del laissez-faire moral y vacuo de la era moderna. “El relativismo parece ser el fundamento filosófico de la democracia”, decía Ratzinger en 1996. “La democracia en realidad parece estar construida sobre el supuesto de que nadie es dueño de la verdad”, añadía.
No sorprende que el Ministerio de Defensa y el Papa crean que los beneficiarios de esta polarización serán aquellos que ofrezcan certezas, ya que creer en algo normalmente es mejor que no creer en nada. Como decía Walter en la película El Gran Lebowski, “di cualquier cosa sobre los principios del nacionalsocialismo, viejo, al menos fue una ética”.
¿Cómo es que pudimos llegar a este dilema hobessiano? Los dedos acusatorios se apuntan a los académicos e intelectuales que parecen estar siempre dispuestos a ridiculizar las nociones de la verdad que ellos mismos han creado en una cultura en la que no existe el punto medio entre el relativismo despreocupado y el fundamentalismo dogmático.
Por supuesto, las obras de los anti-verdad-absoluta como Michel Foucault y Richard Rorty no son bestsellers. No obstante, sus ideas se filtran (1) a toda la sociedad. Consideremos, por ejemplo, cómo aquello que pasa por sentido común sobre la moralidad se ha alojado en las mentes. Por miles de años, la gente creía que lo bueno es bueno y que lo malo es malo, y eso era todo. Ahora, los catedráticos universitarios comentan que las nuevas generaciones de estudiantes dan por sentado que nadie puede declarar con certeza qué es “la verdad” y que la moral es relativa. Al menos en los círculos educados, quienes creen en la objetividad pasan por ingenuos. Todo lo que Nietzsche proclamó a fines del siglo XIX fue considerado como escandaloso, pero a comienzos del siglo XXI se cataloga apenas como perogrulladas.
Tal vez la idea más potente que se transmite desde el mundo académico a la vida cotidiana fue articulada por Focault, quien adaptó y popularizó el concepto nietzschiano que aquello considerado como verdad no es más que resultado del poder. No hay hechos objetivos, sólo intentos por imponer una visión en el mundo decretándola como La Verdad. Esta idea está arraigada de tal manera que incluso un conservador como Donald Rumsfeld pudo quejarse de quienes viven en “la comunidad real”, argumentando que “el mundo ya no funciona de esa manera... sino que cada vez que actuamos, creamos nuestra propia realidad”.
La mayoría de los filósofos angloparlantes consideran que esta clase de actitud ultra escéptica es absurda y nociva. Pero aunque estas mismas ideas fueron urdidas por filósofos, se han enraizado en las ciencias sociales y las humanidades en una forma desvirtuada y bastarda.
Algunos filósofos, como Bernard Williams y Simon Blackburn han arremetido en el debate público en un intento por devolver el genio liberado de vuelta en su botella. Libros como Porqué la verdad sí importa (Why Truth Matters) de Ophelia Benson, tratan de oponer un dique al avance de esta marea. Pero no estamos en presencia de un debate entre eminencias intelectuales sobre si existe La Verdad con mayúsculas iniciales, sino sobre cómo las ideas abstractas se relacionan con la vida diaria.
Richard Rorty, por ejemplo, expone argumentos brillantes contra La Verdad, y no sabemos en lo absoluto si está simplemente equivocado o no. El problema es que él no concede tan rotundamente como debiese que en la práctica sus teorías normalmente dejan el mundo tal como estaba. Rorty cree como cualquiera que el Holocausto se produjo casi tal cual como se describe en los libros de historia, pero él se niega a usar un vocabulario supuestamente arcaico de la verdad para decirlo. No sería justo catalogar su negación como una pose, pero ciertamente no es tal como lo parece.
Es irónico que, tal como muchos otros intelectuales con tendencias políticas de izquierda, Rorty crea que la negación de la objetividad y la verdad es políticamente importante, como forma de liberar a la gente de las maneras de ver el mundo que los poderosos promueven como La Verdad. Sin embargo, ocurre que Rorty y todos los de esa ralea han equivocado de juicio sobre qué pasa cuando los intelectuales niegan la verdad frecuentemente y con estridencia. En vez de hacer a la amplitud de mente del liberalismo un elemento atractivo, estas negaciones la convierten en una realidad débil, vacua y repugnante en comparación con la claridad y certeza del dogmatismo.
Son ellos quienes nos deben una disculpa pública por no verse por sí mismos, o mostrárselo a otros, que en la vida diaria podemos y debemos distinguir entre falsedad y verdad, bien y mal, incluso si cuando a estos términos los observamos de cerca no son lo que pensábamos. La ciencia en su objetividad probablemente no pueda ser omnisciente como Dios, pero no es un simple mito. Los valores morales deben ser cuestionados, pero si la discriminación contra las mujeres, homosexuales o minorías étnicas es algo malo, entonces es malo aquí y en cualquier parte del mundo. La verdad quizás no sea el simple fenómeno que creemos conocer, pero tenemos que desafiar las falsedades y oponernos a ellas.
A menos que podamos demostrar un argumento convincente de que la encrucijada no es entre relativismo y dogmatismo, cada vez más gente rechazará la primera y abrazará la segunda. Cuando lo hagan, quienes contribuyeron a crear la impresión de que la racionalidad secular moderna deja todo a merced del mercado de las creencias, tendrán que asumir su culpa.
(1) Nota de ChL. ¿Recuerdan los memes de los que hablaba Richard Dawkins?
Una tragedia americana
The Economist
Los políticos estadounidenses siguen negándose a debatir sobre las armas
Cho Seung-hui no representa a los estudiantes norteamericanos, como tampoco Dylan Klebold y Eric Harris, los perpetradores de la masacre de Columbine en 1993 donde asesinaron a 13 de sus compañeros. Perturbados mentales existen en todas las sociedades. La diferencia es, como todos sabemos pero ninguna autoridad lo menciona , que en EEUU estos sujetos pueden adquirir fácilmente armamento de terrible poder de aniquilamiento. Cho mató a sus víctimas con dos pistolas, una de ellas una Glock 9mm semi automática, un arma de fuego rápida disponible en otros países sólo para los policías, pero que puede comprarse legalmente en cualquiera de las miles de armerías norteamericanas. Existen alrededor de 240 mil pistolas en EEUU, número mayor que el total de adultos, y alrededor de un tercio son revólveres de mano, fáciles de esconder y de usar. Si Cho no hubiese tenido acceso fácil a estas armas poderosas, este desequilibrado mental habría asesinado menos gente, o quizás a nadie.
Pero la tragedia de Virginia Tech, así como Columbine o Nickel Mines (Pennsylvania), donde cinco niñas fueron asesinadas en una escuela Amish el año pasado, no muestran la magnitud de la maldición de las armas. Mucho más perturbadora es la cosecha anual de acribillamientos que no ocurren en las masacres que salen a la luz pública: 14 mil homicidios rutinarios cometidos el 2005 con pistolas, pero sumemos los 16 mil suicidios con armas de fuego y 650 accidentes fatales (año 2004). Muchos de éstos, especialmente los suicidios, habrían ocurrido igualmente sin armas, pero ellas los hacen mucho más fáciles. Desde el asesinato de John Kennedy en 1963, más norteamericanos han perecido a causa de armas de fuego que en conflictos bélicos durante todo el siglo XX. En el año 2005, más de 400 niños fueron asesinados con armas de fuego.
Gatillo jalado, daño irreversible
Las noticias no son malas en todos los aspectos. Las muertes por armas de fuego han disminuido durante los años 90 y a principios de la década actual. Pero los niveles siguen siendo horrorosos, y volvieron a aumentar drásticamente durante el 2005. Los informes policiales demuestran que aumentaron mucho más rápido el 2006. William Braton, jefe de la policía de Los Ángeles (y anteriormente de Nueva York), hace referencia a “un temporal de crímenes en ciernes”. Los políticos de ambas facciones, dice, han sido “capturados” por la vociferante Asociación del Rifle Norteamericana (NRA). Su silencio sobre Virginia Tech demuestra que su observación es correcta.
El Partido Demócrata ha sido el más decepcionante, ya que hasta hace poco eran los defensores de la regulación de armas. En 1994, el presidente Bill Clinton aprobó un proyecto de ley que prohibía los rifles de asalto (incluidos los semi automáticos y los cargadores de alta capacidad para revólveres) y el año anterior impusieron requisitos para controlar el historial de los compradores. Pero los Demócratas creen que han pagado un precio demasiado alto por su coraje: perdieron la Cámara de Representantes en 1994 poco después de la prohibición de rifles de asalto, y posteriormente la presidencia el 2000. Si Al Gore hubiese ganado Arkansas o West Virginia, o su propio estado de Tennessee, todos ellos fuertemente a favor de las armas, él habría ganado la elección presidencial. En estos días, con la esperanza de una victoria el 2008 según lo que ocurra en los Estados Sureños y en el Oeste, sólo los Demócratas valientes se atreverían a hablar de restricción a las armas. Algunos no quieren ni siquiera contemplar la idea, desechándola como algo “insensible”.
El señor Bush, sin embargo, ha causado un daño gravísimo. Bajo su mandato, la prohibición de los rifles de asalto se dejó que caducara el 2004. Las nuevas leyes hacen mucho más ardua la tarea de rastrear las armas ilegales y requieren la eliminación de antecedentes personales de los compradores 24 horas después de iniciado un seguimiento. La administración Bush también ha reabierto el debate sobre la validez actual de la segunda enmienda, que consagra el derecho a portar armas. El mes pasado, una corte de apelaciones de Washington DC revocó la prohibición en la capital sobre las pistolas de mano, y declaró que viola la segunda enmienda. El caso de seguro pasará a la Corte Suprema, dominada por conservadores, la cual probablemente pondrá término a todos los esfuerzos a nivel estatal y local de controlar el acceso a las armas.
Sí a la libertad, pero ¿a cuál?
La frase más repetida en los debates sobre las armas es “libertad del individuo”. Cuando se trata de productos peligrosos, ya sean drogas, cigarrillos o automóviles veloces, normalmente en The Economist defendemos un enfoque más liberal que el de los gobiernos de EEUU. Pero cuando se trata de armamento, ya sea pistolas de mano, fusiles automáticos u otros diseñados específicamente para matar gente, creemos que es necesario aplicar ciertos controles, sin olvidar que el ser incapaces de lidiar con estos aparatos de violencia implica restringir otras libertades. En vez de un debate sobre las armas, EEUU ahora debate sobre la seguridad en los campus universitarios.
Los norteamericanos están ciertamente más intranquilos respecto a las armas de lo que muchos creen. Sólo un tercio de los grupos familiares cuenta con un arma, una disminución de 54% respecto al año 1977. En cada sondeo de opinión, una inmensa mayoría está a favor de aumentar las restricciones. Muy pocos norteamericanos apoyan una prohibición total, incluso de pistolas de mano, en realidad porque ya hay demasiado armamento en circulación, y mucha gente se siente razonablemente inquieta como para no buscar formas de protegerse. Pero hay mucho radio de acción sin infringir el derecho consagrado en la Constitución de este país.
La prohibición de los rifles de asalto debe renovarse, y sus conspicuos vacíos legales deben eliminarse. Ningún civil necesita una AK-47 con fines legítimos, pero un norteamericano puede comprar una en Internet por US $ 379,99. Las pistolas pueden hacerse mucho más seguras si se vendiesen obligadamente con dispositivos de seguridad a prueba de niños. Un sistema de registro de pistolas y sus dueños, tal como existe en todos los países del primer mundo, no amenaza a nadie excepto a los criminales. Períodos de espera, un flujo mayor de inteligencia, reglas más estrictas al comercio de armas y una lista negra de aquellos no aptos para adquirirlas serían medidas que beneficiarían a todos.
jueves, 19 de abril de 2007
Adiós a las armas
Después de décadas de apoyo norteamericano a Saddam Hussein, un día el tonto útil se volvió contra su amo, los republicanos (conservadores) aseguraron que él tenía armas químicas y vínculos a la organización religiosa Al-Qaida, e invadieron Iraq. Lo de ayer es producto del desorden que impera en dicha nación. El principal promotor de este descalabro, el fundamentalista cristiano George Bush, se ha convertido en el presidente más infame de la historia americana.
Sin embargo, la Asociación del Rifle Norteamericana (NRA) es el último reducto de apoyo a Bush. Y como todos sabemos, su radio de acción no es necesariamente la intelligentsia de Boston, ni la intelectualidad neoyorquina, sino que aquellos provincianos montados en sus 4x4, de bigote frondoso, acento nasal, cristianos devotos, que admiran la elegancia de Dolly Parton, visten de jeans, camisa de vaquero y gorras de béisbol. "Praise the Lord and Pass the Ammo" (Alaba al Señor y junta municiones) define su estilo de vida.
Contra la proliferación de armas
Entender la obsesión de los norteamericanos de Jesusland (zonas rurales menos sofisticadas que en "las costas") tiene mucho que ver con la psicología de grupos. Desde los tiempos del Far West que ha habido armas, cuando no había otra ley sino la ley de la pistola, mientras muchos inmigrantes llegaban a buscar oro y en los conflictos sólo sobrevivía el más rápido del Oeste. De ahí, quizás como diría Richard Dawkins, se ha transmitido este meme de generación en generación. Hoy, las provisiones constitucionales que protegen el porte de armas simplemente ya no son relevantes, al contrario, mientras el cine y la cultura norteamericana sigue glamourizando las armas, el resto del mundo ha comenzado lentamente a desarmarse en pos de la institucionalización y democratización de las naciones. En resumen, el imperio de la ley se ha impuesto sobre el imperio de la pistola.
Sin duda que un sujeto que porta un arma altera el principio de igualdad. Si un miembro de la sociedad tiene la capacidad (aunque no la emplee) de eliminar a otro, este desajuste debe remediarse. Tenemos dos opciones: o le entregamos armas a todos, o todos renunciamos al porte de armas. La postura europea es la segunda, quizás porque Europa ha vivido en carne propia las peores masacres de la historia. De algún modo, los sectores campesinos de EEUU siguen creyendo que todos deben portar armas. El porte de armas ya dejó de ser una cuestión de libertad individual, sino un asunto de salud pública. Por ser una cuestión que afecta la salud del resto, es que debemos centrar el debate en lel conflicto entre libertad versus igualdad.
Hasta hace un tiempo, los británicos e irlandeses se enorgullecían de que sus "servicios" policiales (no "fuerzas" policiales) no portaban armas salvo una luma. El típico bobby inglés era un amigo a quien debemos respetar para mantener el orden. Él o ella, por su parte, impone la ley mediante su sola presencia, sin la intimidación que produce un Carabinero chileno con una pistola al cinto (en Paraguay recuerdo haber visto policías con escopetas descomunales, francamente atemorizante). Desgraciadamente, la situación ha cambiado y hoy los policías también portan armas.
El Reino Unido también ha vivido tiroteos pero las medidas en contra han sido enérgicas y orientadas hacia el desarme de la población mediante dos "amnistías" en las que las autoridades decidieron comprar las armas ilegales, sin represalias, y en forma anónima. La medida se volvió a implementar y aunque lejos de ser un éxito, las muertes por acribillamiento no son, en promedio, más de 200 en tierras británicas. En EEUU, sobrepasan las 11.000 muertes.
No hay que ser Einstein para preferir el modelo europeo al nortemericano-rural-republicano.
En Suiza hay armas en los colegios, pero recordemos las peculiaridades de dicho país. Aún así, el acceso es restringido. Lo que proponemos a la sociedad norteamericana es restringir el acceso a las armas.
Cho Seung Hui tenía antecedentes mentales, ¿por qué no restringir armas?
Cada uno de nosotros es libre de comprar un vehículo y desplazarnos libremente. Esto no implica que no haya restricciones como licencias de conducir y límites de velocidad. Sería absurdo que alguien se sintiese ofendido porque se ve impedido de conducir su auto a 160 km ph en el radio urbano, o porque desea estacionarse en medio de la Alameda. O porque considera que un signo Pare atenta contra su libertad de desplazamiento. Si aceptamos estas normas como regulaciones que permiten la seguridad, y por tanto, fortalecen la libertad de los individuos, ¿cómo es posible que para comprar un arma en Virginia no se exija ni licencia, ni prontuario policial limpio, o ausencia de antecedentes de perturbaciones mentales? ¿Cómo es posible que en menos de lo que tardo cambiarme de camisa pueda tener un arma y tener la capacidad de acribillar a individuos por la espalda, o de intimidar, o de matar a un niño?
Lo inaceptable es que el asesino de Virginia tenía antecedentes siquiátricos pero eso no fue impedimento para que adquiriese un arma. Definitivamente, la mayoría de norteamericanos que desea restringir el uso de armas a nivel federal tiene la razón.
Anoche un periodista de la BBC insistía en preguntarle al dueño de la armería donde Cho Seng Hui compró su letal juguetito "cómo es posible que se venda un arma a un loco". El dueño de la tienda contestó "no he hecho nada ilegal". Peor aún, añadió: "hay 25 mil estudiantes sin armas, no es mi culpa que nadie lo haya detenido". Pero no olvidemos que el hecho ocurrió en una universidad, lugar al cual ese ignorante que vende armas jamás ha entrado, basta escuchar su acento nasal para darse cuenta de ello.
El valor de la universidad
Desde que un grupo de estudiosos ingleses volvió de Córdoba con todo el conocimiento aprendido y se instalaron en la pequeña aldea de Oxford para iniciar un centro de enseñanza, las universidades han sido las impulsoras de grandes cambios. La mayoría de los grandes sabios han sido catedráticos, y es en las universidades donde se ha logrado el avance de la humanidad. Las universidades deben seguir siendo centros autónomos, autogobernados, ajenos a las posibles tiranías de un gobierno de turno, reguladas democráticamente por sus parlamentos universitarios, donde el debate y la discusión, la ciencia y el racionalismo son las herramientas de trabajo.
Cuando un sujeto que vende armas propone que los estudiantes universitarios se protejan con armamento, tenemos que reaccionar y darnos cuenta del grave síntoma que ello significa. Hay una enfermedad muy grave en una sociedad donde hay que ir con rifles de asalto a la universidad.
Pero no se confundan. EEUU es un país grandioso, su bandera ha flameado en la luna, la energía de su pueblo es admirable, y su lucha por la libertad constituye uno de los hitos de la historia universal. Por todo lo bueno que nos ha dado Estados Unidos, es que pedimos que rechacen al Partido Republicano, y que redescubran el ideario que iniciasen sus Padres Fundadores, que hoy jamás se habrían hecho partícipes de matanzas en centros de estudio. La época en que se iniciaba el proyecto democrático de EEUU ya pasó, las posibilidades de que se instale un tirano son bajísimas, los civiles ya no necesitan armas.
En apoyo a la mayoría de los norteamericanos que desean vivir en paz: NO a los Republicanos, NO a sus invasiones en el mundo, NO a las masacres. Adiós a las armas.
miércoles, 18 de abril de 2007
Torpezas concertadas
lunes, 16 de abril de 2007
Lo que Francia necesita
Liberalismo, lo que Francia necesita
Cuando Maggie llegó al poder, el grito de lucha fue Britain isn't working, juego de palabras entre Gran Bretaña no funciona (estaban sumidos en una crisis similar a la de Francia hoy) y Gran Bretaña no trabaja. Al igual que Francia, Gran Bretaña a fines de los 70 estaba intoxicada de sindicalistas que ponían de rodillas al país al extremo de que en 1978 los servicios funerarios estatales se botaron a huelga y los cadáveres quedaron por días pudriéndose a causa de las paralizaciones. Eso es lo que logran los sindicalistas: sumir a los países a los caprichos de unos pocos que “defienden a los trabajadores”. Maggie, quien conocía al dedillo las obras de F. Hayek, embistió contra el colectivismo, los sindicalistas, los funcionarios estatales, rebajó el gasto público, privatizó lo que hay que privatizar, y arrasó en dos elecciones seguidas. El laborismo pereció y debió reinventarse como New Labour, o socialismo light.
Lo mismo necesita Francia, y la medida más imperiosa es retomar la senda del crecimiento (déjà vu, Chile). Los candidatos franceses buscan distintas fórmulas pero parecen no entender que no hay alternativa sino flexibilizar radicalmente el mercado laboral (sí, hacer que sea más fácil echar empleados), liberalizar los mercados de productos, abrir espacios de competencia (sí, privatizar), disminuir las protecciones laborales, bajar impuestos, disminuir el gasto público, y revitalizar el malcriado sector público. Vale decir, alguien debe enfrentarse ante los ultrapoderosos sindicatos y fonctionnaires. Desgraciadamente, ni los socialistas de derecha ni los socialistas de izquierda en Francia han demostrado tener los cojones para hacer que la economía francesa se baje del tren EFE a Puerto Montt y se suba al TGV, que la semana pasada logró el récord mundial de 575 kph.
Nuestro amigo Edouard Fillias debió abandonar su candidatura presidencial ya que el pequeño movimiento que él y su mujer encabezan no logró el mínimo necesario de firmas para registrarse en el servicio electoral. No nos sorprende ya que su candidatura era más testimonial que concreta, y era muy difícil proclamar el ideario liberal en un pais comunista como Francia, como dijiese Sabine Herold. Sin embargo, Alternative Libéral ha entregado su apoyo a François Bayrou (se pronuncia /bei'gu/ no /bai'gu /, muchos se confunden). El caso de este tercer candidato le inyectó emoción al ambiente, cuando Chile Liberal publicó Las paradojas francesas, no había alternativa real a la dupla Ségolène Royale-Nicolas Sarkozy. Tal como lo predijimos (vean el artículo), una opción de centro sería la más beneficiada.
Bayoru se ha postulado sobre una base no parisina, más bien paisana, erigiéndose como el candidato de La France Profonde, aunque nadie en realidad sepa qué rayos signifique eso. Ha acertado en proponer reducciones al gasto público, pero su discurso a favor del libre comercio nos parece aún débil, y parece estar dispuesto a intervenir en los mercados y continuar con los nefastos subsidios agrícolas. Sin ser un liberal de verdad, al menos merece nuestro apoyo en esta primera ronda electoral. Veremos a continuación porqué es difícil que Chile Liberal apoye a cualquiera de los otros dos.
Ha sido valiente al sacar adelante una candidatura cuyos peores enemigos fueron sus propios camaradas socialistas, especialmente el ala geirátrica que domina la izquierda gala. Ha sido aún más valiente al criticar el disparate de la jornada laboral de 35 horas semanales y en su discurso abunda la expresión flexibilidad laboral, que normalmente produce taquicardias a la internacional socialista. Desgraciadamente, su socialismo no es light como el de Tony Blair, veamos cuáles son los disparates más prominentes de su programa:
- Aumentar un 19,6% el sueldo mínimo, a €1500 mensuales, con lo que sólo logrará encarecer la mano de obra y empeorar los críticos niveles de desempleo, que afecta principalmente a los jóvenes de minorías étnicas
- Incrementar 5% las pensiones estatales, las cuales ya son equivalentes al total de los ingresos del país, cuando el sentido común pide reducir el gasto público
- No tiene claro el concepto de flexibilidad laboral, a pesar de hablar del tema: ha propuesto eliminar los contratos flexibles en PYMEs
- Aumentar el gasto en universidades y en investigación y desarrollo (R&D), en vez de privatizar las universidades
- Construir 120 mil casas fiscales cada año, como si los gastos ya mencionados no fuesen suficientes, no hablar de sus medidas contrarias al empleo.
Todo lo anterior implica aumentar impuestos y no avizoramos cómo logre reactivar la economía para así crear más puestos de trabajo. De hecho, el jefe del equipo económico, Eric Besson, abandonó indignado la campaña lo que ha menoscabado su credibilidad internacional. La receta de Ségo parece ser más dirigisme, no nos extraña que sea amiga de Michelle Bachelet.
La ambición ilimitada de este diminuto hijo de inmigrantes, combinada con su infame diatriba de racaille (“flaites”) contra los propios hijos de inmigrantes durante los disturbios de 2005, hacen de este personaje un sujeto odioso. Recuerdo en una ocasión estar leyendo el diario (no Libération) en un café de vereda parisino y quedé con trauma acústico ya que el ministro del interior, Nicolás Sarkozy, dispuso que todos los vehículos policiales debían hacer sonar sus alarmas cuando se desplazaran por la ciudad, en todo momento. Vale decir, intimidar a la población honrada para así darle más en el gusto a los criminales. Esta no es forma de luchar contra el flagelo de la delincuencia ni tampoco necesitan los franceses un estado policial.
Curiosamente, salvo algunas decisiones ridículas como rescatar Alstom de la bancarrota usando dinero de los contribuyentes, este hombre parece al menos entender el quid del asunto: Francia debe crecer más para generar empleos. Pero a diferencia de la amiga de Bachelet, su programa contiene medidas elogiables:
- Liberalizar la jornada de 35 horas semanales y desgravar las horas extras, muy necesarias cuando se trabaja tan poco
- Disminuir el impuesto a las personas (incluidos los impuestos a la fortuna, propiedad e ingresos) de un inaceptable 60% a un igualmente ridículo 50%, pero algo es algo
- Disminuir impuestos a las empresas, necesario en una época de délocalisation y ante la fuga de capitales
- Disminuir impuestos a las herencias (60% actual)
- Disminuir la carga tributaria general cuatro puntos porcentuales en diez años
- Reducir la deuda pública a un 60% del PGB antes del 2012
- Liberalizar las universidades devolviendo poderes a los estamentos universitarios para generar competencia en la selección de alumnos y liberalizar la contratación de personal docente
- Ponerle atajo a los sindicatos
- Garantizar el “servicio mínimo” en el transporte público cada vez que haya paros
- Ofrecer retiro anticipado a empleados de ferrocarriles y funcionarios estatales
Estas son medidas que apuntan en la dirección correcta, desgraciadamente, el candidato aún necesita mostrarse menos autoritario y dominar su carácter irascible.
El factor Le Pen
Este sujeto es un personaje repelente, un ser humano asqueroso, un racista que ni siquiera merece mención. Pero desgraciadamente, los problemas son serios y el fantasma de la xenofobia ronda, y es posible que este político pestilente saque más votos que el 16% promedio en las encuestas. Ronald Reagan decía que “la política es la segunda profesión más antigua del mundo, y muy similar a la primera”, frase muy cierta ya que la tienda de Ségolène Royale espera que los votos derechistas se vayan al pestilente Le Pen en desmedro de Sarkozy, lo que quizás la lleva a ella y Bayrou a la segunda ronda. Y si esto ocurre, Bayrou será monsieur le Président.
Como vemos, la elección parece estar al rojo vivo y estaremos comentándola en Chile Liberal
A pesar del déclinisme, no olvidemos que los hospitales franceses cuentan con instalaciones y tecnologías insuperables, el dinero de los contribuyentes se gasta bien en los sistemas estatales de guarderías que permiten mantener saludables tasas de fertilidad y que mejoran sustancialmente la calidad de vida de los padres trabajadores, el dirigisme funciona bien al planificar las instalaciones deportivas en las soluciones residenciales y los problemas de energía se han abordado con la construcción de centrales nucleares. Una crisis en uno de los países líderes del primer mundo no se compara con una crisis financiera como en Argentina 2002. La destrucción en tres años de un país como Chile 1973, imposible.
La democracia francesa es sólida, su tradición en cuanto a libertades sociales y personales es una de las más largas del mundo. En la división europea del índice Dow Jones, las firmas francesas abarcan 15% del mercado y en territorio francés reside el 20% de las mayores empresas del Viejo Continente.
Por el respeto y admiración que sentimos hacia este hermoso país, que tanto ha dado a la humanidad, deseamos que esta elección sea un ejemplo de rupture tranquille y que una nueva era comience, liderada sino por François Bayrou, al menos por Nicolas Sarkozy. A éste último los liberales del mundo haremos una oposición que será muy constructiva.