domingo, 20 de abril de 2008

Agflación: crónica de una crisis anunciada

Vimos por nuestros televisores, quizás mientras plácidamente tomábamos onces (cena), disturbios en Haití. La causa fue el aumento de precios de los alimentos. Hubo demostraciones similares en México por el precio de las tortillas. Conflictos han estallado hoy en Egipto por el precio del pan (ver video), y el precio del arroz ha golpeado a Filipinas, Bangladesh, China, e India. En éste último país es el principal problema económico por el impacto sobre la inflación. En Viet-Nam el gobierno ha restringido la exportación de arroz (principal alimento del mundo), lo que muestra el problema que tenemos por delante: las distorsiones de los gobiernos empeorarán el problema. En Chile el kilo de pan a $1.000 ya no es una locura. Quizás pronto el tomar onces será un problema serio para los más pobres, como en los viejos tiempos. Salvador Allende anunció que quedaba harina para tres días. Todos sabemos lo que ocurrió después de dicho anuncio. No es bueno ser alarmista pero estamos frente a un aviso de tsunami, y depende de la experiencia que la humanidad haya acumulado estos años para huir de las costas y evitar esta oleada de hambre que se avecina. No sólo Viet-Nam, sino que la UE y EEUU nos demuestran que no han aprendido nada sobre las distorsiones del gobierno a la economía. No olvidemos que cuando faltó pan también estalló la Revolución Francesa.



El origen del problema
Se define agflación como el aumento en el precio de los alimentos que se produce como resultado de un aumento de la demanda de productos de consumo humano (maíz, girasol, caña de azúcar, soya, colza, canola) y su uso como una alternativa en materia de combustibles (bio-combustibles, biodiesel). Las causas del problema son los siguientes:

- El crecimiento económico de China e India que demandan hoy más alimentos
- El precio del petróleo cada vez más cercano a los US $100 el barril
- La especulación financiera sobre el abastecimiento de alimentos
- Los incentivos (erróneos) a los biocombustibles que encarecen el suelo
- Inundaciones y sequías producto del cambio climático

Los últimos dos puntos se deben casi exclusivamente a los nefastos años de George Bush. Su sistemática negación del cambio climático, que le ha llevado a promover los biocombustibles, han surtido el efecto ya anticipado hace años. El petróleo no explotado en Iraq y la caótica situación en Venezuela y todo oriente medio podríamos evitarla si adoptásemos la energía nuclear. El florecimiento de las clases medias en China e India significan que cada vez más gente come más. Para producir un bistec de carne necesitamos espacio para las vacas y hectáreas de suelos para pastoreo. Si los indios y chinos deciden adoptar los mismos hábitos alimenticios que los norteamericanos, entonces el mundo se quedará sin alimentos.

Chile y sudamérica en general puede capitalizar este extraordinario momento si es que adoptan las tecnologías necesarias para optimizar la producción de alimentos. Sería bueno que Europa, especialmente el Reino Unido, olvidasen su estúpida superstición sobre los productos genéticamente modificados. Los eco-nazis también deberán abandonar los productos orgánicos, que son caros y no optimizan el uso de suelos.

En Egipto (ver video al principio) el gobierno debió emplear al ejército para producir y distribuir pan. El apoyo a la tecnología y cierta logística puede contar con intervención de los gobiernos. Pero lo principal es derribar las barreras y los subsidios que imponen absolutamente todos los gobiernos. Nadie se cree el cuento del tratado de "libre comercio" entre Chile y EEUU. El libre comercio no puede existir cuando se firman 10 mil páginas de normas. Viet-Nam y sus restricciones a la importación han mostrado el camino equivocado. Desgraciadamente, aún nadie ilumina el camino a seguir. Los eco-nazis sacarán la voz, pero tenemos que hacer oídos sordos: la tecnología nos va a salvar, siempre y cuando los gobiernos se replieguen. Los cristianos pueden orar para multiplicar los panes. Los socialistas deben pedirles a sus gobiernos que eliminen los impuestos a los combustibles y que ahora bajen el IVA, porque encarece los alimentos. En fin, todos debemos cooperar.

Si desde el fin de las dictaduras latinoamericanas hasta hoy hemos logrado un sistema educacional que estimule la tecnología y las ciencias deberíamos hoy estar aplicando los conocimientos y ganar dinero vendiendo alimentos. Pero sospecho que, al ver los incendios en Buenos Aires y la acusación a la ministra Provoste en Chile, los latinoamericanos no defraudamos: seguimos siendo estúpidos. Tecnología, educación, eliminación de impuestos y aranceles.... nadie ha prestado atención.

La tormenta perfecta
Países como España el 1992 y Grecia el 2004 han visto cambios radicales después de organizar Juegos Olímpicos. La situación en China ya se ha vuelto insostenible, y Beijing 2008 marcará el comienzo del fin. Añadamos la crisis de alimentos y estamos frente a un fenómeno que cambiará al mundo, porque alimentar a China libre (e India) será una tarea titánica.

Fue a mediados del siglo XIX en que los grandes terratenientes ingleses lograron impedir la importación de trigo a su país para mantener altos los precios. Aquella ridícula legislación se llamó Corn Laws (leer excelente artículo) y contó con el apoyo del Partido Conservador. Para luchar contra ello se fundó un panfleto llamado The Economist, que se alió con el Partido Liberal. Finalmente se impuso la razón por sobre los intereses de unos pocos. En Chile muchos siguen defendiendo los aranceles a la importación de granos y lácteos desde Argentina. Este blog ya ha argumentado en contra. Es urgente seguir derribando estos mitos proteccionistas porque se nos viene encima una crisis mundial. Hoy The Economist nos presenta un excelente especial sobre El Tsunami silencioso.

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